Memoria y Verdad.
“Pasado un año de la entrega del informe final, con sus hallazgos y recomendaciones por parte de la Comisión de la Verdad en Colombia, se reconocen distintos avances, pero aún se vislumbran distintos retos, recogidos en diálogos con actores diversos”.
Diego Herrera Duque
Coordinador de Cultura de Paz y Reconciliación; director regional Antioquia Corporación Viva la Ciudadanía
Uno de los aportes fundamentales del informe de la Comisión de la Verdad entregado hace un año a la sociedad, fue reconocer el aporte de la memoria social, la memoria viva y los ejercicios de verdad, construidos años atrás por las comunidades y las organizaciones de la sociedad civil. Armar ese rompecabezas fue un factor fundamental, tanto para comprender y explicar lo que nos ha pasado como sociedad alrededor del conflicto armado y de las múltiples violencias, desde el testimonio y las experiencias múltiples y plurales de comunidades y territorios, como para darle vigor y vigencia a una agenda de movilización presente y futura para garantizar su comprensión y el seguimiento a las recomendaciones que de allí se derivaron.
“Pasado un año de la entrega del informe final, con sus hallazgos y recomendaciones por parte de la Comisión de la Verdad en Colombia, se reconocen distintos avances, pero aún se vislumbran distintos retos, recogidos en diálogos con actores diversos”.
Un análisis situado, permite afirmar que tal informe reconoce que la memoria y la verdad son una construcción social, tanto porque recogió parte de las aspiraciones históricas del movimiento social de víctimas y derechos humanos, como por que esta devino en una institucionalidad que dio forma a la Comisión de la Verdad, como institucionalidad publica que nació al calor del Acuerdo de Paz firmado en 2016, e hizo materializable la construcción de la memoria y la verdad como derecho humano y bien público.
Los hallazgos, fueron fruto de un plural y amplio ejercicio de escucha de dicha comisión, pero también un esfuerzo de validar y reconocer las distintas experiencias de memoria y verdad construidas desde abajo por comunidades y organizaciones a lo largo y ancho de todo el país. En esta dirección, memoria y verdad son un movimiento que se sitúa en una perspectiva transicional que vive el país, en el que se articula el pasado, presente y futuro de nuestra sociedad, en el camino de avanzar de la lógica de la guerra hacía la consecución de la paz, de tramitar las conflictividades por la vía del diálogo y la negociación, sacar las armas de la política y superar los factores de persistencia del conflicto armado y las diversas violencias.
Sin embargo, el informe no es una verdad de cierre, sino que se constituye en un elemento movilizador de la sociedad. No podemos desconocer que persisten esfuerzos negacionistas de sectores sociales y políticos, por ejemplo, se creó una “Comisión civil de la Verdad” en el último año por el Centro Democrático, que trató de deslegitimar el esfuerzo de la CEV, finalmente pasó sin pena ni gloria, pero pone en evidencia que la verdad y la memoria son un campo en disputa en el espacio público, y un aspecto central para cualquier intento de unidad nacional o de acuerdo de país que se quiera construir.
Es un momento para comprender algunos de los aprendizajes que nos van quedando y que tanto avanzamos en este primer año. Primero, es preciso señalar que muchas comunidades y organizaciones han apropiado socialmente el legado, y que se avanza en su amplia difusión y socialización de los contenidos de los hallazgos y las recomendaciones. Segundo, se cuenta con que abrió una discusión pública sobre la verdad y su esclarecimiento histórico en Colombia, y además logró incorporar centralmente el lugar de las víctimas, con mucha contundencia, en la explicación de lo que nos ha pasado y la tragedia vivida. Tercero, se configuró una red plural aliada nacional y territorial que se ha movilizado alrededor de la apropiación social llegando a varias zonas del país, activando agendas de movilización ciudadana con una amplia pedagogía alrededor de sus hallazgos y recomendaciones. Cuarto, ante la promesa del nuevo presidente Gustavo Petro, de cumplir a “rajatabla” con lo previsto por el informe, se logra la inclusión de aproximadamente 40% de las 67 recomendaciones en el PND “Colombia Potencia mundial de la vida”, a pesar de la no inclusión del art. 8 en el debate del Congreso.
Un año después, también siguen presentes varios desafíos como sociedad, que es preciso resaltar. En primer lugar, el informe ha tenido un impacto limitado en lo nacional, se percibe un desconocimiento en gran parte del país, y aún falta llegar a muchos actores sociales y políticos de la sociedad y de los territorios más afectados. Esta tarea implica también tocar la indiferencia de amplios sectores de la sociedad, cómo bien lo dijo el ex comisionado Alejandro Valencia en un foro realizado en Medellín, el informe ha generado amores y odios. En segundo lugar, hoy la labor de apropiación social exige una pedagogía especial para que los resultados lleguen a comunidades y territorios apartados; así mismo, hacer del informe un acontecimiento, una ruptura con ese pasado violento y excluyente, y esto implica mejores dispositivos para que hayan menos opiniones y más lecturas sobre los distintos capítulos y tomos, ya aún hay muchos productos sin conocer por el grueso de la sociedad, y de la institucionalidad pública responsable de su implementación para que sean incorporadas a políticas públicas nacionales y locales, y también a programas de gobierno y planes de desarrollo territoriales, al calor de la agenda del próximo periodo político electoral.
En tercer lugar, se precisa seguir fortaleciendo la red aliada de quienes se han asumido como legatarios, e incluso generar espacios de debate amplio con aquellos sectores que hoy tienen críticas a los hallazgos y las recomendaciones, y que, en la labor de difusión, se asuma y materialice con mayor vehemencia el enfoque territorial y diferencial para su apropiación y movilización social. Cuarto, se hace necesario que se dinamice el funcionamiento del Comité de seguimiento y monitoreo a las recomendaciones para cumplir su mandato y las expectativas que ha generado. Quinto, existe el reto fundamental de articular el papel de los medios de comunicación en el reconocimiento y valoración de los aportes del informe la comisión de la verdad y las posibilidades que ofrece para transformar una opinión pública favorable a una promesa transicional democrática en Colombia, en un horizonte de No repetición, reconciliación y paz grande, integral, total y completa.
A un año de la entrega del informe, cobra vigencia la pregunta: ¿Cómo seguir movilizando la sociedad de cara al presente y futuro?
En conclusión, existen hoy grandes retos y desafíos para seguir caminado la memoria y la verdad:
– Aportar a la construcción social de Memoria y Verdad en agenda de movilización social con enfoque territorial y diferencial.
– Convocar los indiferentes y a los críticos, para salir de la “pecera”, alrededor de un mejor acuerdo de país con una mayor comprensión de los hallazgos y materializar las recomendaciones.
– Favorecer una labor incidente desde abajo, en la legislación participativa y formulación e implementación de políticas públicas democráticas en el marco de la memoria y la verdad.
– Seguir fortaleciendo la memoria viva y social de territorios y comunidades.
– Incorporar hallazgos y recomendaciones a negociaciones de paz y acercamientos socio jurídicos en el marco de la Paz Total.
– Que aportes que deja el informe de la CEV sean parte del debate político electoral y que las autoridades locales incorporen recomendaciones a sus planes territoriales de gobierno.
Edición 834 – Semana del 22 al 28 de julio de 2023
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