Sistema económico y mercado laboral
Libardo Sarmiento Anzola
Tutus Mobio, sin título, (Cortesía del autor)
De más a menos. En su reciente informe, el Banco de la República pronostica que el PIB colombiano pasará de 10,6 por ciento en 2021 a 7,9 en 2022 y descenderá a solo 0,5 en 2023. Para 2024 se estima que la producción crezca 1,3 en un contexto de cambio disruptivo, como lo plantea el nuevo gobierno. Es este un indicador útil para medir la producción de una economía, por sí mismo y en forma aislada, sin distinguir entre cantidad y calidad. Según advertencia de Kusnetz (1), no es adecuado para calcular el bienestar de la población o su desarrollo.
El mercado mundial es el árbitro principal de la sociedad capitalista. Para comprender su dinámica es útil asirse de la economía política, ciencia que estudia las leyes que rigen la producción, la distribución, la circulación y el consumo de los bienes materiales que satisfacen necesidades humanas en las sociedades capitalistas.
Cuando se analiza la economía, se aborda la producción en un estadio determinado del desarrollo social, de la producción de individuos en sociedad. La producción, la distribución, el intercambio y el consumo constituyen las articulaciones de una totalidad; diferenciaciones dentro de una unidad (por ello es absurdo, engañoso, manipulador o ingenuo estudiar la distribución de manera independiente, por fuera de esta unidad). Entre los diferentes momentos tiene lugar una acción recíproca; esto ocurre siempre en conjuntos orgánicos. Adicionalmente, en las sociedades capitalistas la división del trabajo está tan desarrollada que todos los trabajos constituyen en su conjunto un sistema de producción (2).
Fuente: cálculos del autor con base en estadísticas y proyecciones FMI. Banco Mundial y Dane.
Prospectiva del PIB global y nacional.
El termino periferia tiene sentido en la dialéctica antinómica «centro-periferia»; alude a fenómenos de carácter político, económico, social, cultural y ambiental que tienen implicaciones espaciales en la geopolítica global. Dualidad jerárquica del sistema económico-financiero internacional en la cual Colombia es calificada como nación periférica. La dinámica de largo plazo del país es dependiente y está imbricada en los ciclos globales. En estadística, se considera que dos variables cuantitativas están correlacionadas cuando los valores de una de ellas varían sistemáticamente con respecto a los valores homónimos de la otra; la relación entre el crecimiento del PIB mundial y el de la economía nacional es fuerte y positivo: 0,65 (las variables están asociadas en sentido directo; cuanto más cerca de +1, más alta es su asociación). Las fases de los ciclos, expansión, contracción y crisis, se esparcen del centro a la periferia de manera explosiva y amplificada (gráfico 1).
Durante el período 1960-2024, el promedio de crecimiento mundial del PIB es de 3,4 por ciento y el de Colombia 3,9 (tabla 1). La inestabilidad de la economía nacional es mayor, el coeficiente de variación (% desviación estándar/media) es de 67,6 por ciento en comparación al mundial de 53,5. En consecuencia, el rango de evolución del PIB, durante los 85 años analizados, es de 9,9 por ciento en el mundo y de 17,4 en el país. El valor mínimo del PIB mundial es de -3,3 por ciento registrado en 2020 y el máximo de 6,6 en 1964; en Colombia el mínimo observado fue de -6,8 por ciento en el año 2020 y el máximo de 10,6 en 2021.
Como parte de esta dinámica, en 2023 una alta proporción de los 193 países que integran el mundo se asomará a la recesión o acabará cayendo en ella, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), que estima en 2 por ciento su previsión de crecimiento para el próximo año, una situación que, a excepción del primer año de pandemia, no se daba desde 2010 (-3,3% en 2020, 6,0% en 2021 y 3,2% en 2022). Los riesgos que ya han ralentizado la evolución económica mundial van a persistir y pueden empeorarla.
En su informe de perspectivas económicas globales publicado en noviembre de 2022, el FMI advierte que al menos un tercio de las economías mundiales entrarán en 2023 en recesión técnica, es decir tendrán al menos dos trimestres consecutivos de contracción de su producto interior bruto (PIB). La invasión rusa de Ucrania, que sigue “desestabilizando poderosamente” la economía mundial y ha llevado a Europa a una “crisis energética severa”, así como la espiral de inflación en todo el mundo, el enfoque monetarista de los bancos centrales que utilizan el alza de las tasas de interés para controlar la desbocada en los precios y la ralentización de la economía de China, son para el Fondo los factores que están marcando la evolución económica mundial y seguirán haciéndolo en el futuro próximo. En 2024 se prevé una ligera recuperación del PIB mundial a 2,2 por ciento.
En ese contexto, el crecimiento del PIB colombiano pasará de 10,6 por ciento en 2021 a 7,9 en 2022 y descenderá a sólo 0,5 en 2023, según proyecciones del Banco de la República. Para 2024 se estima que la producción nacional crezca 1,3, debido todo ello a los riesgos asociados con un contexto internacional adverso, al agotamiento de los impactos de la demanda represada pospandemia, a los efectos de la mayor inflación sobre el ingreso real, al menor impulso fiscal y a la postura restrictiva de la política monetaria.
Un marco en el cual, durante el segundo semestre de 2022 la economía nacional empezó a transitar una etapa de moderación. No solo algunos de los sectores productivos ya están disminuyendo sus tasas de crecimiento, sino que también otras actividades como agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca mostraron una variación negativa de -1,4 por ciento en el tercer trimestre del año, por las afectaciones y la temporada invernal. Esta desaceleración terminará asimismo impactando la capacidad de la economía de seguir generando más puestos de trabajo.
No es casual, por tanto, que los pronósticos de los analistas apunten a la agudización de este freno de la reactivación que conduciría a bajos niveles de crecimiento para el año 2023. A lo anterior se añade el deterioro de varios indicadores de la confianza de empresarios, industriales y jefes de hogar ante el desempeño de la economía en los próximos doce meses. La desaceleración se suma a las preocupaciones por las altas tasas de interés, el costo de vida, el desempleo y el empobrecimiento de la clase trabajadora.
Fuente: elaborado por el autor con base en Cepal. DNP, Banrepública y Dane.
Fuente: cálculo del autor con base en Dane, Cuentas Nacionales
El todo y las partes
El PIB y el método del valor agregado por grandes sectores. Para este particular, el análisis de la evolución de la estructura nacional se realiza de manera agregada en tres sectores (gráfico 2): el primario, articula las actividades agropecuarias y la totalidad de los sectores extractivos, suele ser una característica definitoria de la economía de los países subdesarrollados o periféricos; secundario, concepto ligado al de industria o actividad manufacturera, la construcción y la generación de energía y suministro de electricidad, gas y agua, produce bienes elaborados o semielaborados a partir de materias primas, esto, mediante procesos de transformación que requieren la utilización de capital, tecnologías complejas y trabajo cualificado; terciario, es el sector económico que engloba las actividades relacionadas con los servicios no productores o transformadores de bienes materiales, generan servicios que se ofrecen para satisfacer las necesidades de las personas o las empresas, incluye subsectores como comercio, comunicaciones, centro de llamadas, finanzas, turismo, hotelería, ocio, cultura, espectáculos, la administración pública y los denominados servicios públicos que los presta el Estado o la empresa privada (sanidad, educación, seguridad, asistencia social), entre otros. Como queda claro, este último sector es el campo de la actividad humana cuyo resultado no consiste en productos materiales sino en servicios.
El sector primario colombiano tuvo un alto protagonismo durante la primera mitad del siglo XX (en un rango de 50 a 63%). El descenso en su contribución a la economía nacional a lo largo del siglo XX simboliza los cambios disruptivos más significativos en la estructura social, teniendo en cuenta que el cambio en las fuerzas de producción provoca profundas transformaciones culturales, en la consciencia colectiva y en las relaciones sociales. En 2022, la contribución de este sector al PIB es de 16,9 por ciento, sostenido en las actividades extractivas y los altos precios internacionales de los productos minero-energéticos.
Para abordar el sector secundario recordemos que la Revolución científico-tecnológica acaecida en Inglaterra desde la segunda mitad del siglo XVIII marcó el despegue de la industrialización moderna a escala mundial, proceso que en Colombia se inició al finalizar el siglo XIX con las ramas productivas del sector temprano esto es, transformación de materias primas de origen agropecuario, de consumo masivo, destinadas a satisfacer el mercado interno. Solo hasta la segunda mitad del siglo XX empezó a tomar cuerpo la industria productora de bienes intermedios (materias primas de origen industrial), bienes de consumo durable y, en menor medida, bienes de capital (máquinas, equipos, herramientas), industrias que por su mayor complejidad tecnológica, sus escalas mínimas de producción y altos requerimientos de capital, tiende a desarrollarse más tardíamente. Este desarrollo se realizó en el marco de la política de sustitución de importaciones que estuvo vigente hasta finales de la década de 1980 y que combinaba estrategias de alta protección a la producción nacional y programas de fomento y crédito subsidiado. En el año 1974, el sector industrial registró su nivel máximo de contribución al PIB nacional con 28,3 por ciento; en 2022 aporta el 22,1 por ciento.
Con la caída continua en la participación relativa del sector primario en el PIB y la lenta desindustrialización después de la década de 1970, el sector que concentra y lidera el crecimiento económico en Colombia es el terciario. Debido a la expansión y rápido crecimiento del Estado respecto al PIB global del país, al comercio, el transporte, las comunicaciones, el turismo y la hotelería, los servicios y el liderazgo del capital financiero, a partir de 1975 este sector aporta más de la mitad del PIB nacional (56,1%), concentrando dos tercios en 2022.
Método del Gasto. El gasto de consumo final es el rubro principal que estructura y dinamiza el PIB en Colombia; el promedio del período 2005-2021 es de 82 por ciento (tabla 2). El gasto de consumo final engloba dos conceptos: Gasto de consumo final individual de los hogares (media de 67,5%) y Gasto de consumo final del gobierno general (media de 14,5%). La inversión (Formación bruta de capital) aporta en promedio el 22,2 por ciento del PIB desde el punto de vista del gasto. La demanda interna (suma del gasto de consumo final e inversión) representa el 104,2 por ciento del PIB; debido al déficit comercial (las importaciones superan en valor a las exportaciones) de -4,2 por ciento en el promedio 2005-2021, al restarlo del total de la demanda interna, la estructura del PIB se ajusta al 100 por ciento.
La significativa dinámica del PIB en la postpandemia se ha visto reflejada en el expansivo comportamiento de la demanda de los hogares que no da tregua y crece por encima del promedio de la economía. En otras palabras, el consumo de los hogares sigue disparado y, ese exceso de demanda, se traduce inmediatamente en mayor inflación. Esta demanda de los hogares no es homogénea, depende la clase social a la que pertenezcan. Como es reconocido por diversidad de estudios, Colombia es uno de los países con mayor desigualdad en el mundo, por lo que apenas un 2,7 por ciento de los hogares o un 1,6 de las personas clasifican como clase alta, con una participación de 15,0 por ciento en el total de ingresos. El 70 por ciento de la población transcurre la existencia bajo condiciones de vulnerabilidad o pobreza y obtiene apenas una tercera parte del ingreso total de los hogares. La mayoría de su población carece de propiedad o si la tiene es de ínfimo valor; también sus ingresos son escasamente un mínimo de lo necesarios para la supervivencia.
Método del Ingreso. En su condición de país periférico, al atraso del desarrollo capitalista y su estructura laboral (para el total nacional, en el trimestre Julio – septiembre 2022 la proporción de ocupados informales fue 58,3%, y la mayoría de la fuerza de trabajo labora en actividades de cuenta propia: 43%), la participación de la “Remuneración de los asalariados” es de solo una tercera parte del PIB, en promedio durante el período 2005-2021 (Gráfico 3). El excedente de explotación bruto e ingreso mixto bruto concentra en promedio el 55 por ciento del PIB. Los impuestos menos subvenciones sobre la producción y las importaciones, desde el punto de vista de los ingresos, tiene una apropiación por parte del Estado del 11,6 por ciento.
Fuente: cálculo del autor con base en Dane, GEIH.
Fuente: cálculo del autor con base en Dane, GEIH.
Fuente: cálculo del autor con base en Dane, GEIH.
Mercado laboral. La población económicamente activa (PEA) comprende a las personas que durante un período de referencia se encuentran trabajando (ocupados) o buscando activamente un trabajo (desempleados); en contraste, la población Económicamente Inactiva (PEI) es el grupo de personas en edad de trabajar que no participan en el mercado laboral.
En los últimos setenta y dos años, la tasa de desempleo (% Población no ocupada y que busca trabajo/Población económicamente activa) registra dos fases: durante el período 1950-1965, la desocupación fue inferior a dos dígitos; a partir de 1966, la exclusión laboral tiende a estar en dos dígitos, alcanzando un pico de 19,7 por ciento en el año 2000 y otro en mayo de 2020 de 21,4 por ciento (gráfico 4).
El más reciente informe del Departamento Administrativo Nacional de estadística, Dane, mostró que la tasa de desempleo en septiembre de 2022 fue de 10,7 por ciento. Comparada con el mismo mes de 2021 (12,0%) tuvo una disminución de 1,3 puntos porcentuales. La tasa global de participación fue de 64,1 por ciento, lo que significó un aumento de 3,2 puntos porcentuales (p.p.) respecto al mismo periodo de 2021 (60,9%). Finalmente, la tasa de ocupación fue de 57,2 por ciento, lo que representó un incremento de 3,6 puntos porcentuales comparada con septiembre de 2021 (53,6%). En septiembre de 2022, la población ocupada del país fue 22,4 millones de personas, lo que representa una variación de 8,3 por ciento frente a las 20,7 millones ocupadas el mismo mes en 2021.
En este mercado, de cada 100 connacionales que hacen parte de la fuerza de trabajo y que se encuentran ocupados, la categoría “obrero, empleado particular” concentra el 36,7 por ciento en promedio durante el período 2001-2022; la otra posición ocupacional en importancia es la de trabajador por cuenta propia al participar con el 41,8 por ciento en el total de trabajadores ocupados (gráfico 5). Las participaciones menos importantes en las posiciones ocupacionales son: obrero, empleado del gobierno (4,8%), empleado doméstico (3,7%), patrón o empleador (4,3%), trabajador sin remuneración (4,6%), jornalero o peón (3,9%) y otro (0,2%). La posición ocupacional “patrón o empleador” pierde importancia: en la primera década del siglo XXI alcanzó un valor de 5 por ciento, en 2022 cayó a 3,0, fenómeno asociado a la ley de concentración y centralización del capital.
La estructura ocupacional colombiana por grandes sectores económicos es una consecuencia de la estructura productiva (gráfico 6). En 1938, de cada cien trabajadores 61,6 por ciento laboraba en el sector primario; 17,0 en el secundario y 21,4 en el terciario. Para 2022, el 16,4 por ciento se encuentra trabajando en el sector primario, el 18,6 en el secundario y el 65,0 en el terciario.
Un cambio social/laboral con alto significado estructural toda vez que dibuja la deformación que vive nuestra economía, dominada ampliamente por el sector rentista financiero/extractivo/comercial/servicios/Estado, limitada por la baja productividad de los factores productivos y por el crónico déficit en la balanza de pagos (flujos reales y financieros que el país intercambia con el resto de las economías del mundo).
Deformación económica con poca proyección de los sectores que debieran ser los dominantes y sostenibles ambientalmente: el industrial, el agropecuario y energético, garantizando con éstos autonomía y soberanía en variados aspectos de la producción, el mercado y el consumo. En paralelo, estos debieran estar ligados a estrategias de ciencia y tecnología, efectiva reforma rural, financiación de variedad de iniciativas productivas y de mercado que a pequeña y mediana escala, a lo largo del país, le dan empleo a millones de personas, así como aupar un proyecto educativo en los niveles media/técnica y superior que refuerce y libere la energía creativa contenida de millones de jóvenes.
Proyección en medio de la cual el país requiere diseñar, planear y ejecutar un proceso estratégico sostenible cuyo fin debe ser propiciar un conjunto de transformaciones de la estructura económica y en la participación social, a través de cambios de fondo que corrijan desequilibrios estructurales fundamentales en la producción, la distribución, la circulación y el consumo de los bienes materiales y servicios que satisfacen necesidades humanas.
Una realidad que le plantea amplios y complejos retos a un gobierno como el actual que se proyecta en la senda de la reindustrialización del país, la transformación en la matriz energética, así como en la soberanía alimentaria y la democratización de la propiedad. Como puede deducirse, el camino no será fácil ni de corto plazo y las transformaciones y amplias inversiones sociales que demandará requiere de importantes fondos financieros y de la participación de todas las fuerzas sociales. ¿Qué podrá decirse sobre estos tópicos al final de este mandato?
¿Qué se entiende por PIB?
Las leyes todopoderosas del mercado dominan en el sistema mundo capitalista a todas las clases sociales, como fuerzas incontrolables de la naturaleza, que traen prosperidad o miseria sin tener en cuenta los planes, deseos o intensiones de cualquier persona o gobierno.
Con reiteración los economistas aluden en sus distintos artículos sobre coyuntura económica al PIB, una categoría que se da por entendida. Sin embargo, parece que no para todo el mundo es así, incluso para muchos entendidos en la economía que no lo analizan de manera integral, en todos los componentes sistémicos y factores del ciclo económico que implica, sino desde uno solo de tales factores (oferta, demanda o ingresos).
Adicionalmente, la economía medida a través del PIB no recoge numerosos aspectos que son importantes para el bienestar humano y el estilo de desarrollo: i) tiene un enfoque cuantitativo y economicista, que no suma las mejoras en la calidad de vida, ni resta su empeoramiento o daños ocasionados; ii) no tiene en cuenta los bienes y servicios que no pasan por el mercado; iii) No considera las externalidades del crecimiento económico sobre la salud pública, la naturaleza y el ambiente; iv) No mide el nivel de desarrollo de un país, ni la equidad en la distribución o la concentración del ingreso.
Reconociendo esta realidad, concluimos que por PIB se entiende únicamente el valor monetario de los bienes y servicios finales producidos por una economía en un período determinado. Producto se refiere a valor agregado; interno se refiere a que es la producción dentro de las fronteras de una economía; y bruto alude a que no se contabilizan la variación de inventarios ni las depreciaciones o apreciaciones de capital. Para su medición, como lo vemos en el cuerpo central de este artículo, existen tres métodos teóricos equivalentes para calcularlo: (1) del Valor Agregado, (2) del Ingreso y (3) del Gasto (Ver diagrama).
1. Así lo recomendó el economista ruso-estadounidense Simón Kuznets (1901-1985), creador en 1937 del indicador económico PIB.
2. Marx, Karl (1976), “Introducción general a la crítica de la economía política/1857”, Cuadernos de pasado y presente, Siglo XXI Editores, Colombia.
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* Economista y filósofo. Integrante del comité editorial de los periódicos Le Monde diplomatique, edición Colombia y desdeabajo.
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Fuente: