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GRAMSCI Y EL SUJETO POLÍTICO

Al analizar el concepto de subalternidad, Modonesi destaca la condición adjetival de la palabra en el pensamiento gramsciano, rechazando toda sustantivación de dicha condición
Debemos leer a Gramsci como un teórico de la subjetivación política, retomando la centralidad de la dimensión subjetiva en su filosofía de la praxis.

Javier Waiman

El artículo que sigue es una reseña de Gramsci y el sujeto político. Subalternidad, autonomía, hegemonía, de Massimo Modonesi (Akal, México, 2023).

El concepto de hegemonía no solo designa una relación hacia otros, sino que se vuelve un elemento central del propio proceso de subjetivación política de la clase obrera. (Imagen vía elporteno.cl)

No es una tarea sencilla revisitar el pensamiento de un autor clásico produciendo una lectura original que aporte a renovar los debates de la teoría política y social. Esto es justamente lo que logra el último libro de Massimo Modonesi, Gramsci y el sujeto político. Subalternidad, autonomía, hegemonía (Akal, 2023). Con una escritura precisa y ágil se combinan aquí con maestría una lectura filológica de los textos gramscianos y una apropiación creativa de sus conceptos para pensar hoy los procesos de constitución, organización y lucha de las clases subalternas.

Gracias a esta combinación, el libro aparece en el panorama de los estudios gramscianos como una corriente de aire fresco. Sin abandonar la rigurosidad en el análisis textual, Modonesi logra ir más allá de un debate excesivamente exegético, superando el enfrascamiento sobre la reconstrucción de la intencionalidad autoral de Gramsci para proponer una productiva reinterpretación de sus conceptos que permite abordar problemas centrales de la teoría marxista.

Este nuevo trabajo de Modonesi forma parte así de un proyecto teórico de largo aliento que incluye pero excede el pensamiento gramsciano y que el autor viene desarrollando hace ya casi dos décadas. Un proyecto en el que busca elaborar una propuesta conceptual capaz de superar los déficits del marxismo a la hora de analizar la dimensión subjetiva de los procesos de organización y de lucha de clases. Esta búsqueda, central para una sociología política que pueda pensar los movimientos sociales contemporáneos, se inicia con en el pionero Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismos y subjetivación política, del año 2010, y continúa luego en El principio antagonista. Marxismo y acción política, de 2016.

Pero podemos afirmar que encuentra en Gramsci y el sujeto político una suerte de coronación, ya que aquí, a partir de los aportes del marxismo gramsciano, se sintetiza una interpretación sobre la conformación procesual, desigual y combinada de las voluntades colectivas en lucha, abriendo paso a un abordaje de los fenómenos del conflicto social que se contrapone al individualismo metodológico dominante en los estudios de la acción colectiva.

Bajo el prisma de una relectura teórico-política de los textos del comunista italiano, el libro analiza con un gran poder de síntesis un amplio corpus textual, indicando distintos itinerarios para navegar el archipiélago de notas que conforman los Cuadernos de la Cárcel. Desplegados en cuatro capítulos, estos recorridos evidencian el desarrollo diacrónico de los conceptos nombrados en el subtítulo del libro: subalternidad, autonomía y hegemonía. Produciendo una particular articulación entre los tres y acompañando su explicación con otras categorías claves del léxico gramsciano, Modenesi produce así su necesario «estiramiento» y «formalización» para convertirlos en los pilares de una teoría crítica que dé cuenta de los momentos del proceso de subjetivación de las clases en lucha.

Se evidencia entonces la tesis central que se despliega a lo largo del libro: debemos leer a Gramsci como un teórico de la subjetivación política, retomando la centralidad de la dimensión subjetiva en su filosofía de la praxis.

Gramsci y el sujeto político, de Massimo Modonesi (Akal, 2023)

Al analizar el concepto de subalternidad, Modonesi destaca la condición adjetival de la palabra en el pensamiento gramsciano, rechazando toda sustantivación de dicha condición. En este sentido, más allá de partir de las condiciones materiales que explican la condición subalterna, el libro la postula como una condición relacional subjetiva de los oprimidos, caracterizada por un condicionamiento de su conciencia y sus práctica por la relación de dominio en la que están insertos. Discutiendo contra ciertas corrientes que enfatizan las características de los sujetos en tanto dominados —volviéndolas así una invariable cuasi infranqueable de su condición—, Modonesi hace de Gramsci un pensador de la salida de la subalternidad, de la construcción histórica de un sujeto que, a través de su organización y lucha, sea capaz de volverse autónomo y potencialmente dominante.

Esta concepción de la subalternidad nos lleva a advertir la presencia constante de embriones de organización y resistencia que permiten una potencial ruptura. Procesos que marcan un «principio de escisión», en palabras de Gramsci, con las clases dominantes. Nos encontramos entonces ya no frente a una condición subalterna fija, sino a una posición subjetiva que se vuelve el germen de un proceso conflictual que lleva a la progresiva conquista de espacios de autonomía.

Por ello, y sin negar la permanencia de elementos subalternos incluso en quienes se rebelan (elementos que permiten pensar la conciencia contradictoria de los sujetos en sus luchas), la conceptualización propuesta por Modonesi permite entender la subalternidad como un continuum entre dos polos —aceptación y cuestionamiento de la dominación— que cambia a partir de la relación de fuerzas entre las clases en lucha, oscilando entre la sujeción a las clases dominantes y la constitución de una autonomía de los subalternos.

Partiendo de estas consideraciones, el concepto de autonomía aparece necesariamente como el próximo paso para pensar la trayectoria política del proceso de subjetivación, operando casi como una suerte de nexo con el potencial hegemónico de una clase. Para ello Modonesi rastrea y recupera la noción de autonomía desde los textos del periodo consejista de Gramsci. Sin embargo, al contrario de ciertas lecturas dominantes que minimizan su presencia posterior en el pensamiento gramsciano, Gramsci y el sujeto político nos muestra la persistencia del concepto en los Cuadernos y subraya su importancia fundamental para nombrar y describir las condiciones organizacionales e ideológicas que permiten la ruptura con la subalternidad y las posibilidades de disputa por la hegemonía.

El concepto de autonomía explica así dos dimensiones fundamentales. Por un lado, la constitución de espacios propios de los oprimidos, aún dentro del vínculo de opresión, que dan cuenta de la posibilidad de establecer organizaciones capaces de disputar el poder. Por otro lado, la autonomía explícita al momento de emancipación como la búsqueda de una sociedad autónoma de forma plena, regulada por decisión de sus miembros y libre de toda lógica impuesta o dominación de clase, que aparece en Gramsci como el máximo desarrollo de una hegemonía de los trabajadores.

La articulación entre subalternidad y autonomía produce así una interesante perspectiva para el análisis de los oprimidos que incorpora pero va más allá de los aportes de los subaltern studies. Sin embargo, quizá sea en el tratamiento del concepto de hegemonía, y en su diálogo con los dos conceptos anteriores, donde encontramos la mayor novedad en los planteos presentes en el libro, tanto en relación a los trabajos anteriores del autor como respecto a las interpretaciones más difundidas del pensamiento gramsciano.

Modonesi busca ir más allá de los usos de la hegemonía como forma de explicar la dinámica y los mecanismos de la dominación. Se trata de repensar aquel famoso concepto gramsciano como parte del proceso de subjetivación política de las clases subalternas y no solo como nombre de su aquiescencia. Corriendo el foco de la eficacia del «asujetamiento» y retomando las raíces bolcheviques del concepto que apuntaban a la constitución del proletariado como clase hegemónica, reemerge entonces la pregunta gramsciana fundamental sobre las condiciones para la constitución de una voluntad colectiva permanente que pueda disputar la hegemonía en la sociedad moderna.

De esta manera, el libro nos invita a diferenciarnos de las lecturas «hegemonistas» de Gramsci, como las presentes en el estructuralismo y el posmarxismo, centradas en describir las lógicas de dominio impuestas desde arriba. Gramsci y el sujeto político, por el contrario, quiere dar cuenta del aspecto subjetivo y antagonista de la hegemonía. Es decir, afrontar los efectos que el proceso de disputa por devenir clase dirigente del conjunto social implica para la constitución de los sujetos en lucha.

Visto desde el prisma de la lucha de los subalternos, el concepto de hegemonía toma entonces un sentido doble. En un primer plano encontramos su entendimiento como un proceso de «dilatación» o «ensanchamiento» del sujeto trabajador, dando en cuenta del establecimiento de alianzas con otros grupos subalternos; pero también —y fundamentalmente— mediada por la autonomía, la hegemonía aparece como forma de autoconstitución de la propia clase. En este sentido, Modonesi retoma numerosos debates contemporáneos del marxismo sobre la heterogeneidad de la clase trabajadora en un intento de repensar el concepto de hegemonía más allá de su forma originaria enfocada en la constitución de la alianza obrero-campesina.

La constitución de la propia clase implica procesos de «hegemonización» de alguna de sus diversas partes que permitan unificar y dirigir un conjunto de realidades conflictivas que aparecen como fragmentadas. Hegemonía, entonces, no solo designa una relación hacia otros sino que se vuelve un elemento en el propio hacerse de una clase obrera que logra articular un conjunto de luchas, haciendo de la subjetivación política un proceso que implica distinción respecto a las clases dominantes pero también ampliación del propio sujeto y agregación de grupos subalternos.

A su vez, la propuesta conceptual del libro busca reflexionar sobre otro aspecto del proceso de irradiación hegemónica. Aquel que Gramsci nombra como el «devenir Estado de una clase». Esta segunda dimensión de la hegemonía abre la pregunta acerca de las formas políticas que puede adoptar la futura dominación del proletariado partiendo de los gérmenes de autonomía que construye en sus luchas aún dentro de la sociedad capitalista.

Pero si, hasta ahora, la función de estos gérmenes era vista desde el prisma de la autoconstitución de una clase o de la extensión de su influencia mediante un consenso activo de los grupos subalternos aliados, aquí aparece también el problema de su imposición y dirección sobre el conjunto de la sociedad. Si bien el libro no ahonda en el análisis de dichas formas del dominio de los trabajadores, en lo que suponemos es una perspectiva epistemológico-política que contra toda receta previa apuesta a su constitución en el propio proceso de lucha, el énfasis que presenta a lo largo de sus páginas sobre las formas de autonomía de la clase y la importancia de la constitución de organizaciones de autogobierno nos llevan a pensar en dicho devenir Estado en términos de una novedosa estatalidad que escapa a todo entendimiento ingenuo o instrumental sobre el mero uso de las instituciones existentes.

En suma, esta dimensión de la hegemonía nos impulsa hacia una original reflexión que debe afrontar el problema de la transición, momento liminal que implica el ejercicio del poder al mismo tiempo que la continua apuesta por la disolución de las instituciones estatales, hacia lo que Gramsci nombraba como sociedad regulada.

El desarrollo conceptual de la tríada subalternidad, autonomía y hegemonía, de este modo, es abordada en los primeros tres capítulos del libro. En el cuarto y último se analiza el concepto gramsciano de revolución pasiva, en tanto da cuenta de procesos de desmovilización y desubjetivación operados por la clase dominante en respuesta a las luchas de los subalternos. De esta forma el libro integra otro de los aspectos del pensamiento gramsciano que Modonesi venía desarrollando en trabajos anteriores, como Revoluciones pasivas en América, de 2018, o La revolución pasiva. Una antología de estudios gramscianos, de 2022.

El conjunto de las reflexiones contenidas en el libro dan cuenta así de la conformación procesual y conflictual de las subjetividades políticas. Nos permite recorrer los diversos itinerarios de la autoconstitución de un sujeto producido en, contra y más allá del capital como un proceso de autosubjetivación que parte de una condición subalterna pero se explica por su capacidad de devenir autónomo y eventualmente hegemónico.

Retomar la perspectiva aquí desarrollada abre así un camino para la construcción de un marco conceptual desde el marxismo que se demuestre propicio para el análisis de los movimientos políticos y sociales, distinguiendo en sus trayectorias elementos subalternos, autónomos y hegemónicos en el proceso de conformación de las subjetividades colectivas. Podemos entonces observar tales procesos históricos de lucha y movilización repensando la combinación de estos elementos, rompiendo con la imagen de una dirección única e incremental en la organización y la conciencia de clase para dar cuenta, en cambio, de las contradicciones, avances y retrocesos en la constitución subjetiva de una clase trabajadora que puede proyectarse desde la subalternidad hasta la hegemonía.

El libro de Modonesi es una invitación a repensar el concepto marxiano de lucha de clases desde Gramsci observando cómo las experiencias de acción colectiva conflictiva conllevan procesos de constitución de un sujeto, es decir, producen una subjetivación política. No obstante, y como bien plantea el autor recuperando una expresión de Valentino Gerratana, «Gramsci por sí solo no se sostiene», por lo que avanzar en la construcción de la constelación conceptual necesaria para una teoría política marxista de la subjetivación requiere ir con él, más allá de él, recuperando y combinando diversas tradiciones del pensamiento crítico.

Si bien en otros trabajos Modonesi ha abordado alguna de estas tradiciones por medio de los aportes del grupo Socialismo o Barbarie, del operaismo y el autonomismo italiano o del marxismo abierto, en este libro deja abierta la pregunta sobre otras posibles combinaciones con el pensamiento gramsciano. Una apertura que, lejos de ser una deficiencia, intuimos, configura una apuesta por una articulación teórico-política con las elaboraciones futuras que surjan de los propios procesos de lucha y subjetivación de los subalternos.

Podemos imaginar productivos cruces de esta original perspectiva gramsciana con las reflexiones actuales de movimientos feministas, ecologistas, queer o de trabajadores precarizados que, al mismo tiempo que expanden nuestro entendimiento sobre las distintas condiciones que producen subalternidad, nos permiten repensar formas de construir una voluntad colectiva que reconoce la ampliación de los campos de batalla sin dejar de perseguir la unidad de las diversas luchas.  

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Javier Waiman
Politólogo y Doctor en Ciencias Sociales. Becario posdoctoral del CONICET y profesor de Sociología y Teoría del Estado en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Lanús.

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Fuente:

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