PALESTINA
La violencia reproductiva sacude más que nunca Gaza, donde las ONG están reportando un incremento alarmante del número de abortos espontáneos causados por el estrés extremo que atraviesan las madres durante la gestación.
Foto: MSF
Alejandra Mateo Fano
17 ABR 2024 06:00
La violencia reproductiva que asola a las mujeres gazatíes desde octubre pasado no se circunscribe exclusivamente a la ausencia de medios y apoyo institucional para poder dar a luz a sus criaturas de una forma segura. Los efectos fatales en la maternidad que está provocando el genocidio palestino, y que ya se ha cobrado más de 33.800 vidas en la Franja —el 70% de ellas mujeres o niños— comienzan desde los inicios del embarazo ya que resulta imposible mantener un seguimiento médico durante la gestación y hasta el posparto, que se lleva a cabo en condiciones de insalubridad y hacinamiento extremas, sin espacios seguros donde las madres puedan recuperarse física y emocionalmente tras el alumbramiento.
Ante esto, cabe preguntarse, ¿cómo es posible gestar sin a penas acceso a agua potable, medicinas ni alimentos? ¿Qué efectos tiene el estrés que provoca el asedio en la salud materna y, por ende, la del feto? ¿Qué ocurrirá en el futuro próximo con todas esas generaciones de niños nacidos en medio del caos más absoluto? Antes de abordar todas estas cuestiones es necesario considerar que en un marco de colonización y opresión, tener hijos e hijas deviene para muchas y muchos palestinos una forma de insumisión y de resistencia antiocupación frente a un Estado israelí que quiere acabar con su pueblo para saciar los objetivos imperialistas del sionismo. La nación Palestina busca convertirse cada día en más numerosa de manera que, en este contexto, un embarazo constituye prácticamente un acto político de protesta.
Unicef denuncia que diez criaturas han muerto de hambre y sed en hospitales del norte de Gaza
Fernanda Vega, coordinadora en Médicos del Mundo y organizadora de la respuesta médica en Gaza, ha visto de cerca el horror con el que tienen que lidiar hoy las mujeres palestinas. Relata a El Salto, el periplo por el que tienen que pasar las mujeres que dan a luz a sus criaturas en el territorio semidestruido que es hoy Gaza —la mayoría de ellas quedaron embarazadas antes del 7 de octubre— y que se inicia desde el momento en que se corta el acceso a controles prenatales dada la coyuntura de los ataques en el enclave. Esto quiere decir que niños que están siendo gestados con carencias nutricionales severas y sin suplementos de ningún tipo no reciben seguimiento alguno, lo que hace que sea imposible detectar cualquier patología que los fetos puedan estar desarrollando.
“Las ONG han llegado a mandar ecógrafos, pero hay un dilema ético en el sentido de que las personas que manejan las ecografías pueden decir ‘tu bebé tiene una enfermedad’ o ‘no se mueve’ pero luego, ¿qué haces?. Hoy por hoy no hay forma de paliar lo que pueda ocurrir a estos fetos”, sostiene Vega. Explica también que existe de facto un número altísimo pero hasta hoy indeterminado de abortos espontáneos, debido al aumento descontrolado de la tensión al que están sometidas a diario las madres gestantes, pero también se están reportando graves problemas de bajo peso al nacer, retraso madurativo o en la formación del sistema nervioso o malformaciones.
De de cara a la gestación el elemento más desfavorable es el estrés y la ansiedad que atraviesan las mujeres, tanto a causa del terror por los bombardeos, como por la incertidumbre
De acuerdo a esta médica, las mujeres en Gaza han tenido que adaptarse a un escenario de supervivencia casi animal en el que, prácticamente de la noche a la mañana, han pasado de tener una maternidad disfrutada y compartida en comunidad a verse obligadas a gestar en condiciones extremas e infrahumanas. La ausencia de controles y seguimiento es algo verdaderamente nuevo para ellas.
“Las mujeres antes estaban acostumbradas a hacerse sus controles e ir a parir a instituciones sanitarias en donde la primera opción era siempre el parto vaginal, pero siempre había una cesárea disponible, existían hospitales que disponían de neonatologías, y ahora, de repente se encuentran muchas de ellas en situación de desplazamiento forzoso viviendo en tiendas y sin dar con un hospital donde poder parir”, declara a este medio Sofía Piñeiro, coordinadora médica de Médicos sin Fronteras en Rafah.
“Me imagino lo distinto que debe ser para una mujer que venía con un embarazo buscado, contenta y yendo a sus controles prenatales, de repente encontrarse en su tercer trimestre sin tener dónde ir a parir y siendo conscientes de que no van a poder dar alimento ni protección a sus hijos cuando nazcan”, agrega Piñeiro. Admite que de cara a la gestación el elemento más desfavorable es el estrés y la ansiedad que atraviesan las mujeres, tanto a causa del terror por los bombardeos que caen a diario sobre la ciudad, como por la incertidumbre ante el futuro nada esperanzador que les espera a sus criaturas.
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