El caso de los millonarios esposos del DAPRE
El régimen uribista de la mafia es un nido de corrupción, por eso, entre otras cosas, es un régimen antipopular odiado por las masas populares. Ahora, resulta que a una ficha directa del presidente títere Iván Duque Márquez le descubrieron un caso multimillonario de corrupción. Mientras Andrés Mayorquín Bocanegra, fue funcionario del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República –DAPRE-, su esposa, Karen Liseth Váquiro Cuéllar, se vio “milagrosamente” beneficiada con 24 contratos por más de $1.245 millones con 15 entidades estatales. Esta pareja falsificó documentos al ocultar su matrimonio, no llenaron los requisitos legales de los contratos celebrados, entre otros delitos; a esto se suma que la jefe del gabinete, María Paula Correa, que dicen maneja los hilos de la presidencia y responsable del control de estos contratos, declaró que se “acababa de enterar” y que por tanto sucedió a “sus espaldas” este otro desfalco al erario.
Esta es una nueva bofetada del régimen contra las masas populares. Mientras rebaja sistemáticamente el salario de la clase obrera en contubernio con los oportunistas que se encuentran en la dirección del movimiento obrero; mientras el transporte, los útiles escolares, la comida, los servicios públicos se dispararon; mientras el ingreso de las familias obreras decrece y el costo de la canasta familiar se encarece constantemente, la burocracia estatal se enriquece con el parasitismo de cientos de funcionarios de bolsillo, nombrados a dedo para pagar favores electorales o para cumplir las órdenes de los capitalistas y terratenientes que ponen sus fichas en las diferentes entidades estatales.
Esto no es nada raro bajo el Estado de los capitalistas, ese es su funcionamiento normal porque es una máquina de opresión en manos de los dueños del capital para favorecer sus intereses particulares como clase, los cuales son, acumular capital en el pequeño polo de la sociedad dueño de los medios de producción a costa del trabajo de la inmensa mayoría de la sociedad que vende su fuerza de trabajo para poder sobrevivir. Por lo tanto, si ese es su carácter de clase, es de ilusos tratar de reformarlo para que sirva a los intereses del pueblo trabajador. Desviar la indignación y lucha de masas hacia el electorerismo, es un error en el cual no debe caer el pueblo rebelde.
El camino es continuar con la lucha directa de masas contra el Estado de los capitalistas y los terratenientes, un estado parásito que vive a costa de chupar la plusvalía que produce el trabajo de la clase obrera. Contra el régimen corrupto y terrorista que le gusta “todo regalado”, es decir, que usa todo su poder político y militar para favorecer la acumulación de capital en manos de la burguesía mafiosa que representa.
Avanzar en ese propósito le exige a las masas preparar las fuerzas para organizar de nuevo las asambleas populares; las primeras líneas, y conformar las guardias y milicias populares. Y a los comunistas revolucionarios, le impone tareas de gran importancia, como persistir en la Campaña de Organización que permita acercar y comprometer fuerzas con la construcción del Partido político del proletariado, que tendrá como misión organizar la Revolución Socialista en Colombia, cuya vía debe ser la Guerra Popular, que en Colombia tomará la forma de una insurrección armada en los principales centros urbanos de gran importancia industrial, política y militar.
Se requiere otro tipo de Estado, un Estado tipo Comuna, barato, sin burocracia, cuyos funcionarios devenguen el salario promedio de la clase obrera, que no gocen de ningún tipo de privilegio, que puedan ser elegidos y removibles en cualquier momento que las masas así lo decidan y que sea sostenido gracias al poder del pueblo en armas. Sólo así, se podrá acabar de raíz con la corrupción propia del Estado capitalista.
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