El capital está subsumiendo cada vez más al trabajo. En otras palabras, el capital está devorando el trabajo, convirtiéndolo cada vez más en una actividad marginal
El FMI informa que la innovación tecnológica está llevando a la economía mundial a una nueva era. Y las medidas proteccionistas...
Robots industriales ensamblando coches en una fábrica de automóviles de la marca Hyundai. El Mundo
Giuseppe Masala
AntiDiplomatico 07-05-2025
Una publicación en el blog del Fondo Monetario Internacional escrita por Pierre-Olivier Gourinchas, director de investigaciones del FMI, ha causado revuelo entre los economistas, en la que habla abiertamente del comienzo de una nueva era para la economía global. Gourinchas aprovecha la imposición de aranceles decidida por la administración Trump y anunciada el 2 de abril para apoyar su tesis sobre la enorme perturbación que debería producirse en la economía mundial.
Ciertamente la visión del importante economista es correcta y está respaldada por una cantidad considerable de datos que sin duda le dan fundamento. La economía mundial corre el riesgo de entrar en una fase de incertidumbre que casi con seguridad provocará una fuerte disminución del crecimiento que a su vez podría dañar a los sectores más frágiles de la sociedad, tanto en términos del aumento del desempleo como en términos del aumento de los precios de los bienes y servicios.
El punto más interesante de este análisis es, sin embargo, el vinculado a una tesis interesante expresada por Gourinchas, que cito textualmente: «la proporción del empleo manufacturero en las economías avanzadas ha estado en declive secular en los países que tienen superávits comerciales, como Alemania, o déficits, como Estados Unidos. La fuerza más profunda detrás de este declive es el progreso tecnológico y la automatización, no la globalización." En otras palabras, según el economista del FMI, sería erróneo creer que imponer aranceles es suficiente para resolver el grave problema de la escasez de empleo: este problema existe tanto en países con un gran déficit comercial (y, por lo tanto, importadores netos del exterior) como en países con un gran superávit comercial (y, por lo tanto, exportadores netos al extranjero).

Oficina de Análisis Económico de EE. UU.: Valor real añadido y empleo
En Alemania y Estados Unidos desde los años 70
Personalmente, no puedo decir si basta observar las curvas de la tasa de empleo y del valor añadido real de los países con déficit comercial y compararlas con las de los países con superávit comercial (como hizo Gourinchas con las de EE.UU. y Alemania) para apoyar la tesis de que no son los desequilibrios comerciales los que determinan la tasa de empleo de una nación; Pero ciertamente apoyo la tesis de que la explosión de innovación técnica en el campo de la tecnología de la información, la automatización y la inteligencia artificial difícilmente nos permitirá devolver el bienestar y el empleo a los países con déficit comercial, incluso si los aranceles lograran milagrosamente "reparar" los desequilibrios entre los países.
Creo que esta tesis puede considerarse compartible incluso si se plantea solo de manera "empírica": de hecho, los niveles de automatización alcanzados especialmente en la República Popular China son impactantes y corren el riesgo, en perspectiva, de destruir millones de puestos de trabajo. Pensemos, por ejemplo, en la planta de producción de smartphones de Xiaomi (que producirá uno cada segundo) sin emplear a un solo trabajador, hasta el punto de que en los enormes espacios de trabajo de la planta las luces estarán apagadas y no habrá seres humanos trabajando allí. El mismo argumento se puede plantear observando las imágenes de las calles de Wuhan, donde operan taxis autónomos , o de las autopistas rusas, donde circulan camiones de mercancías autónomos . Innovaciones, ciertamente sorprendentes, que dan testimonio del enorme progreso de la tecnología creada por el hombre pero que tienen un claro inconveniente: hacen superfluo el trabajo humano en relación con la producción de bienes y servicios.
La impactante verdad (que el economista jefe del Fondo Monetario Internacional, Gourinchas, nos ha permitido vislumbrar) es que el capital está subsumiendo cada vez más al trabajo. En otras palabras, el capital está devorando el trabajo, convirtiéndolo cada vez más en una actividad marginal. Sin embargo, todo esto crea algunos efectos secundarios importantes.
Por ejemplo, si la gente no puede encontrar un trabajo satisfactorio para satisfacer su consumo, necesitamos entender para quién producirán estas fábricas totalmente automatizadas. Está claro que será necesario -si queremos seguir por este camino de desarrollo- identificar una nueva forma de distribuir la "renta" producida. Un desafío de enormes proporciones que pondrá en tela de juicio los principios básicos de la civilización humana.
Una cuestión más concreta e inmediata será la del reequilibrio macroeconómico entre las naciones con déficits comerciales y las naciones con superávits comerciales. Si la causa del desequilibrio no es el déficit comercial en sí, como quisiera sugerir el economista jefe del Fondo Monetario Internacional, sino la carrera por la innovación tecnológica entre países competidores, donde el perdedor estará inevitablemente condenado al subdesarrollo y la pobreza, los aranceles harán poco para resolver la crisis financiera “latente” que aflige a los EE.UU. El verdadero problema es la superioridad tecnológica de China sobre el resto del mundo que -según muchos observadores- ya es un hecho y que hace que producir en el Reino Medio sea más conveniente que en cualquier otro país independientemente de las políticas comerciales que adopten sus competidores.
Se trata de una cuestión de competencia tecnológica que, si no se aborda de inmediato, podría empujar a los países derrotados a buscar soluciones mucho más traumáticas que una guerra comercial. Un resultado que sólo los autores de novelas distópicas habían esbozado. Ahora incluso el Fondo Monetario Internacional está insinuando lo mismo.
José Masala
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