Revoluciona los modelos educativos y de estimulación temprana
Nuevos estudios revelan que las bases neurológicas de la conciencia emergen desde la semana 24 de gestación. El hallazgo redefine la ética médica y la comprensión humana de la vida.
Los recientes hallazgos desafían las nociones tradicionales sobre el desarrollo cognitivo. La consciencia ya no se concibe como un estado binario, sino como un continuo neurológico en permanente construcción
Cecilia Pachano
cambio16.com 27/06/2025
Hay una interrogante tan antigua como la ciencia misma y tan fundamental como compleja: ¿en qué momento un ser humano adquiere consciencia? Determinar cuándo emerge en el ser humano no es solo un dilema científico. Es una cuestión que redefine los pilares éticos y médicos sobre los cuales se organiza nuestra comprensión de la vida.
Interrogante que cruza las fronteras entre la neurobiología, la bioética y la filosofía. El cual alimenta un debate cada vez más urgente en el contexto del desarrollo fetal, la atención neonatal y las decisiones al final de la vida. Comprender si un recién nacido posee alguna forma de experiencia consciente no solo abre puertas a teorías más precisas, obliga a reformular prácticas médicas, éticas y legales.
Investigar la consciencia en bebés y neonatos representa uno de los desafíos más profundos de la ciencia moderna¿Qué es la consciencia?
La Real Academia Española define la consciencia como “el conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios”. Pero en el ámbito neurocientífico, el concepto va más allá de lo ético. Se trata de una experiencia subjetiva que involucra la percepción del entorno, la autoconciencia, el procesamiento sensorial y emocional, y la capacidad de dar respuestas coherentes a estímulos tanto externos como internos.
Desde esta perspectiva, la consciencia se descompone en dos niveles. Por un lado, la consciencia básica, que comprende estados de vigilia, alerta y la atención al entorno inmediato. Por otro, la autoconciencia, una construcción más compleja que implica identidad personal, memoria autobiográfica y proyección hacia el futuro.
Neurológicamente, el fenómeno surge de la interacción de múltiples redes cerebrales, en especial aquellas asociadas al córtex prefrontal y los sistemas sensoriales. Redes que no son exclusivas de los humanos, otras especies también manifiestan formas rudimentarias de consciencia. Subraya su carácter evolutivo y distribuido.
Precisar cuándo emerge
En la práctica médica, la consciencia cumple un rol diagnóstico clave. Su deterioro puede indicar desde cuadros agudos como el coma y la anestesia hasta condiciones neurodegenerativas crónicas. Preservar o restaurar su integridad no solo permite una mejor atención clínica, sino que también orienta las intervenciones terapéuticas hacia un mayor respeto de la dignidad del paciente.
¿Cuándo comienza la consciencia? La respuesta tiene implicaciones cruciales para la práctica obstétrica, la reanimación de prematuros y el tratamiento de pacientes en estados de mínima consciencia.
El estudio del origen de la consciencia no solo ilumina los mecanismos cerebrales que nos definen como humanos, sino que también replantea cuestiones éticas fundamentales. Desde el valor de la vida en sus etapas más tempranas hasta la toma de decisiones médicas en neonatos y pacientes con trastornos de la consciencia.
Comprender los umbrales de consciencia tiene implicaciones prácticas. Permite ajustar decisiones clínicas en neonatos con daño neurológico, evita diagnósticos erróneos en estados vegetativos y orienta políticas públicas en temas tan complejos como la interrupción del embarazo o la eutanasia.
Responder cuándo surge la consciencia implica, en el fondo, esclarecer qué es exactamente y cómo podemos medirla. Desafío, a caballo entre la ciencia y la filosofía, que está transformando disciplinas como la neurología, la bioética y la medicina perinatal. A medida que avanza la investigación interdisciplinaria, esta búsqueda promete no solo afinar nuestra definición de lo humano, sino también establecer nuevos marcos de respeto y protección para los seres más vulnerables.
Punto de inflexión en medicina neonatal
En febrero de 1985, Jeffrey Lawson, un bebé prematuro, fue sometido a una cirugía cardíaca sin anestesia en un hospital estadounidense. Solo recibió Pavulon, un relajante muscular que paralizó sus movimientos, pero no eliminó el dolor. Cinco semanas después, falleció.
«Nos dijeron que era demasiado pequeño para soportar anestesia. El médico insistió en que los prematuros no sentían dolor», relató madre años después. Una suposición extendida en la medicina de los años ochenta que permitió que miles de neonatos sufrieran intervenciones quirúrgicas con apenas analgesia.
Pero en 2006, un estudio pionero publicado en The Journal of Neuroscience demostró lo contrario. Mediante resonancia magnética, investigadores observaron que el cerebro de bebés prematuros activaba las mismas áreas corticales que los adultos ante estímulos dolorosos. Con un aumento del 20-30% en el flujo sanguíneo en regiones vinculadas a la experiencia consciente.
La triste historia de Jeffrey Lawson expuso con crudeza el vacío que dejó durante años la falta de reconocimiento de la consciencia en los primeros días de la vida. Porque detrás de la pregunta por el dolor subyace otra fundamental: ¿cuándo surge la consciencia?
Importancia científica
Avances en neurociencia: Identificar marcadores neurobiológicos (como conectividad cerebral, integración multisensorial y patrones neuronales) permite rastrear el origen de la consciencia. Transforma la comprensión del desarrollo cerebral fetal y neonatal, revelando que los bebés son agentes activos en su interacción con el entorno desde etapas tempranas.
Detección temprana de trastornos: La capacidad de medir la consciencia en fetos o recién nacidos facilita identificar alteraciones del desarrollo (como autismo), permite intervenciones personalizadas que optimicen el crecimiento cognitivo y emocional.
Definición de viabilidad: En neonatología, establecer el umbral de consciencia ayuda a determinar la supervivencia de prematuros extremos (≥23 semanas) y guía decisiones sobre terapias de soporte vital, equilibrando probabilidades de supervivencia con riesgos de daño neurológico.
Enigma de lo consciente
Definir la consciencia ha sido una empresa escurridiza. Desde modelos filosóficos hasta abordajes neurobiológicos, se han propuesto distintas formas de entender qué significa ser consciente y cómo detectarlo. El caso Lawson reveló una pregunta fundamental: ¿Cuándo comienza un ser humano a experimentar el mundo de forma consciente?
«El estándar de oro para medir la consciencia es el autoreporte, pero con bebés, eso es imposible. Debemos buscar marcadores indirectos», explica la Lorina Naci, neurocientífica del Trinity College de Dublín.
«No es lo mismo la consciencia primaria -esa capacidad de sentir el presente- que la autoconciencia desarrollada, donde existe un sentido del ‘yo’ narrativo», añadió.
Algunos investigadores sostienen posturas estrictas. La consciencia requiere pensamiento de orden superior, como la autorreflexión o la toma de decisiones, y, por tanto, no puede emerger sino hasta la infancia.
¿Cómo saber si un neonato siente dolor, gozo o identidad, sin que pueda expresarlo verbalmente? ¿qué significa exactamente «ser consciente» para un recién nacido? “La respuesta a cuándo los niños adquieren consciencia depende de qué se entienda exactamente por consciencia”, explica Norbert Zmyj, psicólogo del desarrollo en la Universidad Técnica de Dortmund.
Otros se enfocan en formas más básicas de consciencia. Como la percepción del momento presente, el reconocimiento sensorial y la diferenciación mínima entre el yo y el entorno. En ese marco, sostienen que existe lo que se ha denominado “consciencia primaria”, que podría estar presente desde el nacimiento, o incluso antes.
FreepikRostros, dolor y voz materna
En una revisión publicada en 2023, Naci y su equipo analizaron evidencia de comportamiento en neonatos: el seguimiento visual de rostros, las respuestas faciales ante estímulos dolorosos y la capacidad de distinguir entre la voz materna y la de desconocidos. La última es especialmente significativa. Implica memoria (una función que muchos asocian estrechamente con la consciencia).
Los experimentos muestran que desde el nacimiento: los bebés prefieren la voz de su madre a la de extraños, reaccionan de forma diferente al dolor que al simple tacto y pueden imitar expresiones faciales. «Sugiere algún nivel de experiencia subjetiva», señala Naci.
Pero los especialistas también reconocen que estas respuestas podrían ser automáticas, sin base consciente. “Necesitamos mejores métodos para estudiar la consciencia temprana. Tanto para definirla como para detectarla”, argumenta la neurocientífica Julia Moser, de la Universidad de Minnesota y coautora de la misma revisión.
Algunos hitos del desarrollo ofrecen pistas sobre formas más complejas de consciencia. La autoconciencia, por ejemplo, comienza a emerger hacia los 18 meses. “Cuando a un niño pequeño se le pone una mancha de pintura en la mejilla y se le muestra frente a un espejo, muchos tocan la zona afectada o la señalan a otros. Lo que implica una idea de sí mismos y su capacidad de compararse con su reflejo”, detalla Zmyj.
Vestigios del despertar
La frontera entre lo consciente y lo inconsciente ha desafiado a científicos durante décadas. Casos paradigmáticos como la ceguera visual revelan que el cerebro procesa información sin que medie consciencia. La ceguera visual es cuando pacientes con daño en la corteza visual primaria niegan ver objetos pero pueden señalarlos con precisión.
El fenómeno ha inspirado experimentos para explorar los umbrales de la consciencia. Una imagen debe permanecer al menos 300 milisegundos para ser percibida conscientemente. La firma neural de esta percepción es la onda P300, un patrón de actividad eléctrica sincronizada entre los lóbulos frontal y parietal que aparece en adultos.
Pero ¿desde qué edad existe esta capacidad? Un estudio pionero liderado por Stanislas Dehaene (Colegio de Francia) y Ghislaine Dehaene-Lambertz (INSERM) analizó a 80 bebés de 5 a 15 meses mediante electroencefalografía. Los resultados, publicados en Science, mostraron que, a los 12 meses, los infantes presentaban una onda similar a la P300 adulta, aunque más lenta.
Incluso en bebés de 5 meses, se detectó una respuesta atenuada, sugiriendo impresiones visuales conscientes incipientes. Según el equipo, esto sugiere que “bebés de tan solo cinco meses podrían tener impresiones visuales conscientes”. «No significa que tengan autoconciencia, pero sí una forma básica de experiencia subjetiva», aclara Dehaene.
Arquitectura cerebral
Más allá de las imágenes puntuales, otros grupos han buscado mapear la consciencia en estructuras más profundas del cerebro. Lorina Naci y su equipo han estudiado dos redes clave: la frontoparietal, relacionada con la atención y el control ejecutivo, y la red neuronal por defecto, (activa durante el pensamiento introspectivo o espontáneo). En adultos conscientes, estas redes muestran un equilibrio dinámico. Una se activa mientras la otra se inhibe.
Lorina Naci (Trinity College) y su equipo descubrieron en 2022 que recién nacidos a término ya muestran patrones de activación complementarios entre estas redes, similares a los adultos. Más sorprendente aún: el 80% de los prematuros (32-35 semanas) presentaban una versión inmadura de esta arquitectura, llamada «mundo pequeño».
El cual optimiza la eficiencia de transferencia de información entre regiones cerebrales. Patrón que es característico de cerebros conscientes. «El hardware neural está operativo antes del nacimiento», señala Naci. «Pero falta entender cómo se traduce en experiencia».
FreepikSeñales de consciencia fetal a las 35 semanas
Julia Moser (Universidad de Minnesota) llevó la investigación al útero. Su equipo midió la actividad cerebral en 56 fetos (25-40 semanas) ante secuencias sonoras alteradas. Su equipo utilizó magnetoencefalografía fetal para registrar actividad cerebral a través del abdomen materno. Se expuso a los fetos a secuencias auditivas que, tras repetirse, se rompían con un sonido inesperado.
Los hallazgos, publicados en Nature Human Behaviour, revelaron que a las 35 semanas, los fetos detectaban cambios en patrones auditivos, manteniendo información en memoria por más de 60 segundos. “Para nosotros, es una señal de una forma de consciencia sensorial primaria, porque el cerebro conservó información durante más de un minuto y luego adaptó su reacción”, explicó Moser.
Estudios paralelos, como los de Franziska Schleger (Universidad de Tubinga), confirman que fetos y recién nacidos distinguen variaciones numéricas en sonidos. Lo que sugiere capacidad de discriminación auditiva activa. No obstante, los expertos insisten en la prudencia.
“Muchos de los aspectos que hemos estado estudiando se relacionan con la consciencia sensorial”, aclara Moser. Habilidades que no necesariamente implican un “yo” consciente, pero sí marcan un inicio funcional hacia ese estado. Las respuestas fetales podrían ser precursoras de la concienscia adulta. «Hablamos de gradientes, no de un interruptor que se activa», enfatiza Moser. «Un feto de 35 semanas tiene herramientas neurales para procesar estímulos, pero no sabemos cómo los vive subjetivamente».
Implicaciones científicas
Redefinición del desarrollo humano: La consciencia temprana implica que fetos y neonatos no son receptores pasivos, sino seres con capacidad de aprendizaje y adaptación. Revoluciona los modelos educativos y de estimulación temprana.
Evolución humana: El estudio de la consciencia fetal vincula biología y cultura. Explica cómo rasgos como el lenguaje o la empatía se desarrollan desde estadios iniciales, diferenciando a los humanos de otras especies.
Tecnologías emergentes: Técnicas como la magnetoencefalografía permiten observar actividad cerebral fetal. Pero generan interrogantes éticas sobre la manipulación de embriones sintéticos (por ejemplo Blastoides) y el consentimiento informado en investigación.
«Interruptor» neural
En 2020, el profesor Hugo Lagercrantz, del Instituto Karolinska, hizo un descubrimiento fundamental. La consciencia no es un interruptor que se enciende de golpe, sino un delicado proceso de conexión neuronal que comienza mucho antes de lo que se pensaba.
«La consciencia solo puede despertar cuando existen conexiones entre el tálamo y la corteza cerebral», explica el investigador. Estas conexiones nerviosas cruciales se desarrollan alrededor de la semana 24 de gestación. Marca un punto de inflexión en el desarrollo neurológico fetal.
Lagercrantz es cauteloso en sus conclusiones. «No estoy seguro de si un feto está realmente consciente», advierte. «La mayor parte del tiempo duerme. Aunque reacciona al dolor, al tacto y a la voz de su madre». Aclaratoria que revela la complejidad de definir la consciencia en sus etapas más tempranas.
Tras el nacimiento, los signos de una consciencia emergente se vuelven más evidentes. Los recién nacidos despliegan un repertorio conductual sorprendente. Imitan a sus padres, reaccionan con mayor intensidad a la conversación humana y demuestran una sensibilidad sensorial compleja.
Julia Moser, neurocientífica de la Universidad de Minnesota, complementa su visión. Nadie duda de que la visión o el control motor maduran progresivamente. La consciencia sigue el mismo patrón- puntualiza- desde formas básicas de percepción en fetos hasta niveles complejos de autoconocimiento en la infancia. «La mayoría de las habilidades se desarrollan gradualmente», argumenta. «Desde la capacidad de ver con precisión hasta el control muscular, ninguna habilidad surge de manera instantánea. ¿Por qué la consciencia habría de ser diferente?»
Implicaciones éticas
Estatus moral del embrión/feto: Si la consciencia surge prenatalmente, se cuestiona el estatus ontológico del embrión. Algunas legislaciones lo definen como «conjunto de células hasta la 12 semana». Perspectivas biológicas insisten en que la vida humana comienza en la fecundación. Lo que impacta debates sobre aborto, investigación con embriones y el límite de 14 días para estudios in vitro.
Decisiones médicas en neonatología: En neonatos críticamente enfermos, la presencia de consciencia incide en dilemas como iniciar, suspender o negar tratamientos. La autonomía del paciente y el consentimiento informado se vuelven centrales. En especial en casos de malformaciones graves o prematurez extrema.
Derechos y protección: Aceptar consciencia prenatal exige reconsiderar derechos fetales (por ejemplo, durante procedimientos médicos) y protocolos de diagnóstico prenatal. Pruebas como el ADN fetal en sangre materna plantean dilemas sobre discapacidad y selección
Desafía nociones tradicionales
Los recientes hallazgos desafían las nociones tradicionales sobre el desarrollo cognitivo. La consciencia ya no se concibe como un estado binario, sino como un continuo neurológico en permanente construcción. Cada conexión, cada estímulo, cada experiencia contribuye a tejer la intrincada red de la percepción consciente.
Los investigadores coinciden en un punto fundamental: la consciencia no es un fenómeno súbito, sino un proceso gradual que se desarrolla desde los primeros momentos de la vida intrauterina. Es un viaje que comienza mucho antes de lo que alguna vez imaginamos, en los delicados circuitos neuronales de un cerebro en formación.
Un punto parece estar claro: el ser humano comienza su despertar a la consciencia mucho antes de respirar por primera vez. “La ciencia nos está mostrando que la consciencia no emerge de golpe, sino que se construye en capas, desde las más básicas a las más complejas», reflexiona Naci.
A las 24 semanas de gestación, según los recientes estudios, el cerebro fetal ya tiene el cableado necesario para sustentar la consciencia. Pero convertir esa capacidad neurobiológica en experiencia subjetiva sigue siendo uno de los misterios científicos más complejos. Lo que no admite duda es que, desde las primeras conexiones talamocorticales hasta las respuestas a estímulos en el útero, estamos ante un proceso gradual que exige repensar protocolos médicos y marcos éticos.
Porque detrás de los debates sobre semanas de gestación y ondas cerebrales hay una pregunta irreducible: ¿A partir de qué momento debemos tratar a ese ser en desarrollo como lo que potencialmente es?
Como reflexiona Lagercrantz: «Ya no podemos argumentar ignorancia. La ciencia nos ha mostrado que la transición hacia la consciencia es un continuum, y nuestra responsabilidad ética debe reflejar ese conocimiento».
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