La "gran y hermosa" factura de Trump divide al Congreso
El trumpismo, en un intento de disciplinarlos, impone cercos sobre los moderados del partido, quienes han quedado marginados en los actuales debates fiscales
26 de junio de 2025, Washington, Distrito de Columbia, EE. UU.: El presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, habla en el evento One, Big, Beautiful, alentando a los miembros del Congreso a aprobar la Ley One Big Beautiful Bill, en la Sala Este de la Casa Blanca.
Crismar Lujano
diario-red.com 01/07/25
En vísperas del Día de la Independencia, Estados Unidos está a punto de implosionar. El Congreso sigue enfrascado debatiendo la ambiciosa —y controvertida— propuesta presupuestaria del presidente Donald Trump que, de ser aprobada, podría comprometer gravemente la salud de las finanzas del país a corto y largo plazo. Bautizada con grandilocuencia la One Big Beautiful Bill, la legislación busca materializar las principales promesas del segundo mandato de Trump: ingentes beneficios fiscales a las grandes fortunas, incrementos en el gasto en defensa y más fondos para su política anti inmigrante, todo ello a costa no sólo de recortes sociales masivos sino también de un aumento sin precedentes del ya abultado déficit fiscal.
En una jornada maratónica de más de 15 horas entre el sábado 28 y el domingo 29 de junio, el Senado aprobó por un ajustado margen de 51 a 49 su versión del proyecto. La votación se produjo después de que los demócratas obligaran a leer en el pleno las 940 páginas que conforman el texto, una maniobra dilatoria para retrasar el proceso y forzar a los republicanos a asumir públicamente el alcance completo de la legislación. Tras la estrecha victoria, el texto ahora debe ser armonizado con la de la Cámara de Representantes, aprobada por un solo voto el mes pasado.
Más allá de la batalla de ego entre magnates, la ofensiva de Musk es reflejo de la grieta que divide el bloque conservador y que ya ha evidenciado fisuras al interior del Partido Republicano
La legislación avanza bajo el mecanismo de “reconciliación presupuestaria”, una estrategia que permite a los republicanos, que controlan ambas cámaras, eludir el filibusterismo –una obstrucción parlamentaria– y aprobar el proyecto con mayoría simple antes del 4 de julio, fecha elegida por Trump.
La grieta republicana y la oposición
No son pocos los que se han manifestado en contra del proyecto presupuestario, y uno de los más ruidosos ha sido Elon Musk. Tras su abrupta salida del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) en medio de una lluvia de críticas al texto legislativo, Musk redobló sus ataques este lunes desde su red social X. En una serie de publicaciones incendiarias, acusó al sistema político estadounidense de ser “un país de partido único: ¡el PARTIDO DEL CERDO!”, amenazó con sabotear las primarias de los republicanos que apoyaron lo que calificó como “el mayor aumento de la deuda de la historia”, e incluso llegó a convocar a la creación de un nuevo partido político.
Más allá de la batalla de ego entre magnates, la ofensiva de Musk es reflejo de la grieta que divide el bloque conservador y que ya se ha evidenciado con fisuras al interior del Partido Republicano. Algunos moderados del GOP, los senadores Rand Paul (Kentucky) y Thom Tillis (Carolina del Norte), se unieron a los demócratas para oponerse a la votación del procedimiento. Mientras que Paul citó preocupaciones sobre aumentar la deuda nacional, Tillis advirtió que el proyecto de ley costaría a su estado "decenas de miles de millones de dólares en fondos perdidos". Horas después, Tillis confirmó que no buscará la reelección a su escaño en 2026, tal cual lo anunciara Trump en su red social Truth. Su caso refleja el creciente cerco que el trumpismo impone sobre los moderados del partido, a quienes en un intento de disciplonarlos han quedado marginados en los actuales debates fiscales.
The Senate version of the One Big Beautiful bill contains significant changes to Medicaid that would be devastating to North Carolina, and I cannot support it. The Senate should go back to the House’s commonsense approach to Medicaid reform to enact work requirements while Mostrar más
A la par, los denominados “halcones del déficit” —figuras históricas que priorizan la disciplina fiscal— han denunciado el nuevo precedente contable que ignora los efectos negativos de extender recortes impositivos sin financiación.
Por último, con minorías en ambas cámaras, los demócratas han perdido capacidad de veto, pero han aprovechado los debates para exponer las contradicciones del proyecto. La imposición de nuevos requisitos laborales para acceder a Medicaid ha sido uno de los puntos más combatidos, junto con los recortes a programas de asistencia social y el endurecimiento de políticas migratorias.
Reprobación ciudadana
Una mayoría de la ciudadanía permanece, cuando menos, escéptica. Según una encuesta de la Universidad de Quinnipiac, el 55% de los votantes registrados se opone al proyecto de ley, frente a un 29% que lo apoya. Otro sondeo de la organización sin fines de lucro KFF reveló que sólo el 17% cree que la ley beneficiaría a su familia.
Tras la estrecha victoria, el texto ahora debe ser armonizado con la de la Cámara de Representantes, aprobada por un solo voto el mes pasado
El respaldo a Medicaid sigue siendo alto (79% según KFF), lo que pone en duda la viabilidad política de imponer restricciones al programa. Sin embargo, una preocupante cantidad de votantes admite no entender en profundidad el contenido del proyecto —una brecha informativa que el trumpismo ha sabido capitalizar con mensajes emocionales y simplificados.
El Pew Research Center, en una encuesta de principios de junio , también reveló que aproximadamente la mitad de los estadounidenses (el 49 %) se opone al proyecto de ley y el 29% lo apoya. Por otro lado, el 54% de los estadounidenses también consideró que el proyecto de ley tendría un efecto mayormente negativo en el país, mientras que 3 de cada 10 consideraron que tendría un efecto mayormente positivo.
Y es que lejos de representar un pacto fiscal responsable, la iniciativa parece diseñada para blindar políticamente a Trump y ofrecer beneficios temporales a empresas y sectores acomodados. Se reeditan los recortes tributarios de 2017 y se incorporan nuevas deducciones estatales y locales (SALT)—medidas que favorecen desproporcionadamente a los ingresos altos. Mientras tanto, se endurecen los requisitos para Medicaid y se recortan fondos a energías limpias, dos de los pilares que más afectan a las clases populares y a los territorios más vulnerables.
Según estimaciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, por su sigla en inglés), el proyecto senatorial aprobado este fin de semana añadiría 3,3 billones de dólares al déficit en la próxima década, superando los ya alarmantes 2,8 billones de la versión de la Cámara. A largo plazo, la medida reduciría los ingresos federales en 4,5 billones de dólares, mientras que los recortes al gasto apenas alcanzarían 1,2 billones. La brecha resultante amenaza con ahogar las finanzas públicas del país.
Lo que sigue es una carrera contrarreloj: para que la ley llegue al despacho de Trump antes del 4 de julio, como él mismo ha prometido, se requiere un acuerdo entre ambas cámaras. La Cámara de Representantes tendría que aceptar la versión del Senado o lograr una conciliación exprés. De no lograrlo, el intento de aprobar el mayor paquete presupuestario desde la era Reagan podría ser una de las primeras promesas incumplidas del segundo mandato de Donald Trump.
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