De ser un país que solía estar en plena sintonía con los intereses imperiales de Estados Unidos, Colombia ha pasado a ser uno de los más osados en desmarcarse de sus políticas.
DIARIO RED /
Editorial
El Gobierno de Gustavo Petro está dando un giro de 180 grados al rol que Colombia cumplía en la región y en el mundo hasta hace apenas hace tres años. La posición geográfica del país andino lo coloca como un punto de referencia estratégico en la región. Históricamente había sido un país alineado con la política estadounidense. Tanto, que el expresidente de ultraderecha Álvaro Uribe (2002-2010) le entregó siete bases militares al Comando Sur de Estados Unidos para ejercer operaciones.
Colombia es el tercer país más poblado de América Latina, una región que arrastra una estela de violencia y desigualdad de larga data. Es gobernada por un proyecto popular que está planteando cambios estructurales en sectores estratégicos y propuestas de reformas profundas para desmontar los pilares del neoliberalismo, como la salud, el sistema previsional, la oferta laboral, los cambios en la matriz energética.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el mandatario de China, Xi Jinping, en la Cuarta reunión ministerial China-CELAC, mayo de 2025.
Sobre todo, destaca el viraje en la política internacional y las alianzas comerciales con el mundo: De ser un país que solía estar en plena sintonía con los intereses imperiales a uno de los más osados en desmarcarse de sus políticas.
Petro ha interpretado la nueva dinámica geopolítica como una oportunidad para librarse de la dependencia e influencia de Estados Unidos, ante el avance de China, las economías emergentes como los BRICS y las alianzas con países latinoamericanos como México y Brasil.
Dos cosas son claves en esta historia: el anuncio del ingreso al banco de los BRICS, organismo a cargo de la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, y el acuerdo con el presidente chino, Xi Jinping, para sumarse al ambicioso proyecto de inversiones conocido como la Ruta y la Franja de la Seda. Estos dos proyectos representan un parteaguas para el país suramericano, y también un enorme reto en el mediano y largo plazo.
La adhesión al Nuevo Banco de Desarrollo BRICS, que nació como una alternativa de financiamiento para proyectos fuera del esquema del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), es un paso importante en la construcción de autonomía económica y de defensa de soberanía, que le permitirá a Colombia realizar inversiones importantes en infraestructura en diferentes rubros.
La inclusión en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el megaproyecto de inversiones del Gobierno chino que pretende ser el centro del desarrollo global y fortalecer la conectividad de Asía con Europa y América, abre una nueva época en la relación con China y un avance importante de su presencia en el continente.
En los últimos dos años China se ha convertido en el segundo aliado comercial de Colombia y Colombia es ya el quinto socio comercial de China en América Latina, una posición que ha ido subiendo. En 2024, el total de transacciones entre ambos países alcanzó casi 147 mil millones de yuanes (20.5 billones de dólares), un aumento del 13 por ciento con respecto al año anterior. Y en lo que va de este año ha aumentado 8 por ciento.
Ahora, Colombia puede verse beneficiado de nuevas oportunidades de exportación de sus productos, equilibrando la balanza comercial, desarrollando tecnología y modernizando infraestructura estratégica como los puertos y las comunicaciones.
El banco de los BRICS está brindando a Colombia una amplia posibilidad inversión en infraestructura y energías, dos rubros claves para el desarrollo. A cambio, Petro ha exigido a China que se comprometa con la transición energética.
En un contexto donde Estados Unidos ha recortado sus compromisos económicos en sus inversiones siempre condicionadas y una relación bilateral que ha experimentado puntos de confrontación álgidos, al adherirse a proyectos abiertamente impugnados por Estados Unidos, Colombia trata de trazar su propio camino. Lo hace en medio de una disputa electoral en la que está por verse la continuidad del proyecto popular que impulsa estos cambios o el regreso de una derecha aliada a las influencias estadounidenses.
La moneda está en el aire.
25 junio, 2025, Diario Red, España.
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