Esta enfermedad mental reduce nuestra capacidad para percibir contrastes y convierte el entorno que nos rodea en un lugar mucho menos placentero para vivir.
Pedro Gargantilla
Médico y divulgador científico
Winston Churchill explicó, en más de una ocasión, que se encontraba atrapado en una terrible melancolía. Fue tal la intensidad de la situación y la prolongación de la misma que llegó a ponerla nombre: “perro negro”. Esta bestia lo acompañó durante varias décadas de su vida y provocó que sus últimos cinco años los pasara sumido en una terrible apatía.
La verdad es que la metáfora que utilizó el estadista inglés se ha hecho muy popular en el entorno médico para referirnos a la depresión, ahora bien, ¿hay alguna asociación entre el color negro y esta enfermedad mental? ¿Es cierto que las personas depresivas perciben su entorno de color más oscuro que el resto de la población?
¿Hay alguna asociación entre el color negro y esta enfermedad mental? Foto: Istock
De ser verdad y dado que, si hacemos caso a la Organización Mundial de la Salud, hay unos 300 millones de personas depresivas a nivel mundial, en nuestro entorno hay muchas personas que perciben el mundo de forma distorsionada y hostil.
Todo depende del color con que se mire
Los colores hablan de nosotros y de cómo vemos el mundo que nos rodea. Hace algún tiempo un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Manchester reveló que las personas deprimidas suelen escoger el gris para representar su estado de ánimo, mientras que el resto utilizan el color amarillo. Los primeros explicaban que reconocían verlo todo de colores grises, turbios y monótonos.
Dado que la percepción es subjetiva y los científicos trabajan con datos objetivos, los investigadores decidieron recurrir a una herramienta que fuera medible y reproducible: el electrorretinograma. Es una prueba similar al electrocardiograma, con el cual podemos analizar el estado eléctrico del corazón, ya que gracias a ella es posible registrar los cambios de potenciales eléctricos que se producen en la retina cuando recibimos estímulos luminosos.
Con la ayuda del electrorretinograma científicos alemanes de la Universidad de Friburgo llevaron a cabo un estudio en el que se pudo comprobar que las personas deprimidas tienen grandes dificultades para detectar el contraste entre el blanco y el negro.
El doctor Ludger Tebartz van Elst, director del estudio, tras analizar los resultados explicaba que las personas deprimidas ven el mundo de una forma similar a como aparece en televisión cuando se baja el contraste: a mayor depresión hay menos capacidad para visualizar el divergencia entre los colores.
Diferentes filtros en Instagram
En el año 2002 un equipo de investigadores de la Universidad de Towson encontró una relación directa entre la depresión y la tendencia a percibir el entorno de color gris o bien sin color. De alguna forma, con este estudio se concluía que nuestra sensibilidad al color se encuentra afectada por la depresión.
Quince años después otro equipo de investigadores, en este caso de la Universidad de Harvard, fue más allá: se preguntaron si es posible predecir la tristeza o la tendencia a la depresión analizando variables como el tono, el brillo, la saturación o, incluso, el filtro utilizado en las imágenes subidas a los perfiles de Instagram.
Para realizar su estudio analizaron más de cuarenta y tres mil fotos, algunas de las cuales pertenecían a personas depresivas o que habían sido diagnosticadas de esta enfermedad en algún momento en los últimos tres años. El análisis demostró que las fotos de las personas con depresión eran más azules, oscuras y grises.
Estos científicos, además, encontraron que mientras que las personas “sanas” –sin depresión- habían elegido preferentemente filtros como “Valencia”, los cuales conferían a sus fotos un aspecto más cálido y brillante, las personas con depresión habían optado por “Inkwell”, que se emplea para poner la foto en blanco y negro. En Román paladino, las personas con depresión son más propensas a utilizar filtros que depuran el color cuando desean compartir imágenes con otras personas.
Predictor diagnóstico
Ahora bien, ¿podemos aprovechar toda esta información para ayudar a las personas deprimidas? La respuesta es, indudablemente, afirmativa. Hay que tener en cuenta que en este momento la depresión se diagnostica a partir de criterios establecidos por psicólogos y psiquiatras. Ambos recurren a la entrevista y, sirviéndose de la ayuda de test, llegan al diagnóstico.
La depresión altera la experiencia del mundo a nivel individual. Foto: Istock
A partir de la información obtenida con el electrorretinograma sería posible, no solo confirmar el diagnóstico en aquellos casos que sean dudosos, sino adelantarnos al diagnóstico clínico y calcular su intensidad. A largo alcance, este tipo de determinaciones podría tener implicaciones a nivel terapéutico, ya que podría ayudar a los psiquiatras en la elección de las diferentes estrategias antidepresivas.
En cualquier caso, de lo que no parece haber ningún tipo de duda es que la depresión altera la experiencia del mundo a nivel individual, reduce la capacidad de percibir contrastes y convierte al entorno en un lugar mucho menos placentero para vivir. Dado que la supresión del contraste es un proceso que tiene lugar en nuestra corteza cerebral, los resultados que disponemos hasta la fecha sugieren que las personas con depresión tienen un procesamiento de la retina normal, pero sufren una alteración a nivel cortical.
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Referencias:
Maziade M, Silverstein SM. The place of the retina in psychiatry: Uniting neurobiological and neurodevelopmental research with clinical research in psychiatric disorders. Schizophr Res. 2020;219:1–4.
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Fuente: