: una crítica a la prueba escrita aplicada en el concurso docente
"de qué manera el Estado está prescribiendo la función docente, definiendo la labor docente y, en consecuencia, evaluando las habilidades esperadas"
Por Sharon Barón
Después de haber presentado la prueba escrita aplicada en el marco del Concurso Docente 2022, me queda un sinsabor con respecto a lo que el Estado evaluó y, por lo tanto, lo que el Estado espera de los profesores que obtendrán una vacante para educar a los niños que accedan a la educación pública en primaria, secundaria y bachillerato. Frente a la prueba, algunos colegas afirman que notaron un mejoramiento en comparación con los exámenes aplicados en concursos anteriores. La razón es que, según ellos, esta vez la prueba sí estaba dirigida hacia los profesores y no hacia los profesionales no licenciados, quienes pueden demostrar una formación disciplinar fuerte, pero no una formación contextualizada en los colegios públicos. Sin embargo, la fuente de mi preocupación radica justamente en la poca importancia dada a la formación disciplinar, pues me obliga a preguntarme cómo el Estado está entendido las obligaciones y los deberes de los docentes. Es decir, de qué manera el Estado está prescribiendo la función docente, definiendo la labor docente y, en consecuencia, evaluando las habilidades esperadas.
Cualquier profesor que haya presentado la prueba podría concordar conmigo en que la mayoría de las preguntas estaban dirigidas hacia resolver casos. Estos casos remitían especialmente a conflictos relacionales: estudiantes problemáticos, padres problemáticos, colegas problemáticos, tareas institucionales y relación entre el docente y las directivas. Incluso algunas de las problemáticas académicas y no comportamentales que podían presentar los estudiantes tenían una resolución que exigía conocer el sistema educativo colombiano, la terminología propia de las instituciones educativas públicas (como qué es el PEI, qué son los programas de educación transversal, qué es el Manual de Convivencia, entre otros), las funciones de cada uno de los miembros de la comunidad escolar, los mecanismos de participación de cada miembro y el debido conducto regular ante situaciones problemáticas de distinta índole.
"sabemos que la realidad de los colegios públicos exige del docente una gran habilidad para leer el contexto, responder a sus necesidades y atender problemáticas como el embarazo en adolescentes, la violencia intrafamiliar, el bullying, entre otros. En consecuencia, no considero que la inclusión de este tipo de preguntas no tenga ninguna relación con el ejercicio docente".
Estos conocimientos, que son familiares para los docentes con experiencia en la enseñanza en colegios, son por supuesto necesarios en el ejercicio de la labor docente. Es un hecho que el docente, más allá de sus obligaciones disciplinares, también tiene deberes con los miembros de la comunidad y en el ejercicio de su quehacer se verá enfrentado a dar respuesta a situaciones de ese tipo. No es irreal que un profesor encargado de formular un proyecto para disminuir la violencia entre estudiantes se vea enfrentado a responder ante una contingencia que incluye heridos por arma blanca sin que su propuesta haya sido aceptada aún por las directivas. Por el contrario, sabemos que la realidad de los colegios públicos exige del docente una gran habilidad para leer el contexto, responder a sus necesidades y atender problemáticas como el embarazo en adolescentes, la violencia intrafamiliar, el bullying, entre otros. En consecuencia, no considero que la inclusión de este tipo de preguntas no tenga ninguna relación con el ejercicio docente.
Mi área son las ciencias sociales y, para mi sorpresa, no requerí de ningún conocimiento especializado en mi área para responder la prueba de ciencias sociales.
Mi crítica se dirige hacia la casi nula interpelación por la formación disciplinar. Mi área son las ciencias sociales y, para mi sorpresa, no requerí de ningún conocimiento especializado en mi área para responder la prueba de ciencias sociales. Los conceptos involucrados eran básicos: saber qué es cultura y qué no, qué es economía y qué no lo es, qué es política y de qué no se ocupa. Algunos colegas del área de inglés afirmaron que las preguntas relacionadas con su área eran propias de un nivel A1, es decir que muy seguramente yo podría haber dado respuesta a la prueba de inglés, pues mi nivel supera el básico. Igualmente, la evaluación de las habilidades matemáticas y de lectura crítica fue marginal, aunque en el ejercicio de la docencia estos conocimientos sean básicos y necesarios para resolver problemas a los cuales uno también se enfrenta en el ejercicio docente, puesto que es necesario que sepamos cómo calcular las calificaciones, cómo organizar los grupos en caso de que existan requerimientos como un mínimo de profesores para determinada cantidad de estudiantes o que tengamos una mínima noción de cómo leer resultados arrojados por distintas formas de evaluación para tomar decisiones formativas que mejoren el aprendizaje. De igual manera, tenemos que seleccionar lecturas, analizarlas y trabajarlas con los estudiantes o hacer uso de ellas para la preparación de los contenidos, lo cual exige que podamos interpretar, analizar y asumir una posición crítica frente a los textos.
"el docente es ante todo un intelectual, sobre quien recae la responsabilidad principal de formar académicamente a los estudiantes. Mi función como profesora tiene como base la enseñanza y el aprendizaje, no el cuidado de mis estudiantes, pues los colegios no son guarderías, sino centros de conocimiento".
Por lo anterior, mi crítica no se dirige hacia la fuerza dada a las situaciones a las que se puede enfrentar un docente porque las relaciones entre los miembros de la institución sean problemáticas. Mi postura frente a la prueba se dirige hacia la poca importancia dada a la formación disciplinar de los profesores. Esta situación es grave para mí, puesto que entiendo el quehacer docente como una labor fundamentalmente académica y no de cuidado. Es decir, el docente es ante todo un intelectual, sobre quien recae la responsabilidad principal de formar académicamente a los estudiantes. Mi función como profesora tiene como base la enseñanza y el aprendizaje, no el cuidado de mis estudiantes, pues los colegios no son guarderías, sino centros de conocimiento. Y aunque es cierto que el cuidado de mis estudiantes y procurar relaciones sanas es un deber que tenemos los docentes, no es el deber más importante, puesto que no nos formamos para ser cuidadores, sino para enseñar.
En definitiva, esperaba que en la prueba fuera evidente que más que una cuidadora, yo soy una profesional cuya formación intelectual debe ser especial, puesto que me dedico a la construcción y comunicación del conocimiento.
En consecuencia, esperaba que hubiera una interpelación igual de importante hacia mis habilidades para reconocer las necesidades de la comunidad y, con base en ello, seleccionar las didácticas más adecuadas para enseñar los contenidos que sí o sí debo dar a conocer a mis estudiantes porque están regulados por el sistema educativo colombiano. Esperaba también que yo fuera evaluada no sólo en mis habilidades interpersonales, sino también en los conocimientos disciplinares y competencias adquiridas en mis estudios de pregrado y posgrado frente a mi área de conocimiento. En definitiva, esperaba que en la prueba fuera evidente que más que una cuidadora, yo soy una profesional cuya formación intelectual debe ser especial, puesto que me dedico a la construcción y comunicación del conocimiento.
"Es una labor también nuestra, como docentes, reafirmar la profesionalización de la docencia restableciendo el papel del docente como la labor de un intelectual".
Mi conclusión frente a lo que el Estado evaluó en la prueba y, por lo tanto, lo que espera de quienes obtengan una vacante es que las expectativas frente a la docencia se concentran en que seamos muy buenos asumiendo responsabilidades y resolviendo conflictos, pero no es igual de importante que seamos aptos para crear conocimiento, saber cómo enseñarlo ni saber qué énfasis disciplinar darles a los conocimientos específicos según los contextos particulares del colegio. En definitiva, nuestra labor intelectual es secundaria frente a nuestra labor de cuidado, por lo cual la formación en teorías del aprendizaje, didácticas y contenidos es irrelevante. Supongo que eso puede ser suplido sacando fotocopias de libros de textos o descargando artículos de Wikipedia. Es una labor también nuestra, como docentes, reafirmar la profesionalización de la docencia restableciendo el papel del docente como la labor de un intelectual.
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Fuente:
https://www.revistahekatombe.com.co/la-supremacia-del-docente-cuidador-frente-al-docente-intelectual-una-critica-a-la-prueba-escrita-aplicada-en-el-concurso-docente/