La reunión de Putin y Trump abre el camino hacia la partición de Ucrania, muestra una Rusia implacable en la negociación y resta credibilidad a EEUU en Occidente.
Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska, a 15 de agosto de 2025.Sergey Bobylev / Kremlin / dpa
Juan Antonio Sanz
publico.es Madrid-17/08/2025
Era difícil esperar que la cumbre celebrada en Alaska entre los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y Rusia, Vladímir Putin, diera un impulso decisivo hacia la paz en Ucrania. Al menos una paz justa y duradera, como reclaman los ucranianos y sus aliados europeos. El encuentro no solo no ha impulsado un alto el fuego, sino más bien todo lo contrario: Rusia podrá seguir afianzando sus avances en el frente de batalla y Ucrania podría verse abocada a la cesión de parte de su territorio para lograr esa paz, como resaltó el mandatario estadounidense, ensombrecido por el líder ruso, sin que éste hiciera nada extraordinario para imponerse.
En Anchorage, y gracias a Trump, Putin ha visto realzada su fuerza política internacional tras el intento occidental de deslegitimarlo por la invasión rusa de Ucrania. Si hasta ahora el presidente ruso había visto reducido su respaldo exterior, sin fisuras, a países como China, Irán o Corea del Norte, ahora ha recibido el mejor de los espaldarazos por parte de la primera potencia occidental, a pesar de los resquemores y recelos de los aliados europeos de EEUU.
La guerra, en manos rusas
La ausencia de un acuerdo sobre Ucrania en Alaska, aunque se dejan abiertas las puertas a nuevos encuentros entre Trump y Putin al respecto, refuerza la hoja de ruta del Kremlin, que aún no ha dicho su última palabra sobre el campo de batalla. Todo lo contrario, tras la cumbre de Alaska queda si cabe más claro que el fin de la guerra está en manos de Rusia. El inquietante vaticinio de la reunión es que la conclusión de la contienda según los planes de Moscú podría tener en un futuro el beneplácito de Washington.
Aunque Trump se apresurara a comunicar a sus principales aliados el resultado de sus negociaciones con Putin, lo cierto es que ya solo el hecho de recibir al líder ruso con una teatralidad de los mejores tiempos del deshielo entre EEUU y la URSS deja en un lugar incómodo al jefe de la Casa Blanca ante sus aliados en Europa y causa la mayor de las inquietudes en Ucrania.
Trump calificó como "extremadamente productivo" el encuentro y Putin como "útiles" y "constructivas" las conversaciones. Pese a este intercambio de halagos, la cumbre terminó sin un solo paso concreto hacia el fin de la guerra ni hacia la reunión tripartita que el líder estadounidense confiaba en anunciar y que contaría con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
La despiadada firmeza de Putin prevaleció finalmente. No aceptará un encuentro con Zelenski, solos o con la presencia de terceros, como Trump, si antes no se han reunido las veces que sea preciso delegaciones de ambos países para que en el encuentro entre los dos dirigentes brille con la firma de un armisticio, no de una simple tregua.
Una visita de Zelenski a EEUU poco auspiciosa
Zelenski al menos podrá recibir directamente de Trump los pormenores que quiera darle de la conversación de casi tres horas con Putin, pues ya se ha anunciado su visita para este lunes a Washington. Sin embargo, los comentarios de Trump a lo largo de la cumbre no son demasiado halagüeños para Ucrania.
"Ahora depende realmente del presidente Zelenski lograrlo. Y también diría que las naciones europeas tienen que involucrarse un poco, pero depende del presidente Zelenski", dijo Trump a Fox News al terminar el encuentro con Putin.
También resaltó que había estado de acuerdo "en gran medida" con el líder ruso sobre un eventual intercambio de territorios entre Rusia y Ucrania como parte de ese proceso de paz. Sin embargo, Kiev nada tiene que ofrecer para intercambiar, mientras que Moscú se ha anexionado una quinta parte de Ucrania, incluida la península de Crimea, anexionada ya en 2014. El resto del territorio ocupado en el curso de la invasión lanzada en febrero de 2022 se encuentra en las regiones de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón.
"Ucrania tiene que aceptarlo. Aunque quizás digan que no", adelantó Trump sobre la posición ucraniana ante una posible mengua de su territorio como botín ruso. Desde luego, lo que vienen repitiendo Zelenski y sus aliados europeos sobre esa partición forzosa de Ucrania es que "no".
Y es que ello supondría el explícito reconocimiento de la derrota de Kiev en esta guerra, llevaría posiblemente a la caída del Gobierno de Zelenski y, como subrayó el propio presidente ucraniano, permitiría a Rusia tener un "trampolín" para nuevas aventuras militares contra Ucrania.
La victoria de Putin en Alaska y el hastío de Trump
"Trump no perdió, pero Putin claramente ganó", explicó a la cadena CNN quien fuera embajador de EEUU ante Naciones Unidas y asesor de Seguridad Nacional John Bolton, uno de los antiguos funcionarios del primer mandato de Trump (2017-2021), a quien conoce muy bien.
Según Bolton, Trump "no consiguió nada, salvo más reuniones". Por el contrario, Putin "ha avanzado mucho para restablecer la relación, lo que siempre creí que era su objetivo principal", afirmó el diplomático. Aunque aún es pronto para afirmarlo, agregó Bolton, "Putin logró casi todo lo que quería. Trump consiguió muy poco". Hay algo seguro, el presidente ruso "no va a ceder nada, si puede salirse con la suya", añadió el exembajador estadounidense.
Bolton destacó el cansancio que se advertía en Trump. Un hartazgo que viene de más de medio año de intentos de mediación sin ningún resultado. A EEUU le conviene en estos momentos la paz, dado el acuerdo de explotación de minerales estratégicos firmado con Ucrania. Pero sabiendo que parte de esos yacimientos están en territorio conquistado por Rusia y que no parece que el Kremlin vaya a dar la orden de retirada, las expectativas de Trump se reducen.
Una de las alternativas que está buscando el Kremlin en este sinuoso camino de las relaciones con Trump es, precisamente, que éste acabe cansándose del conflicto y que lo deje en manos de los países europeos. Ello redundaría en una guerra mucho más larga y posiblemente encaminada hacia la derrota ucraniana, dadas las dificultades burocráticas para el despacho de armas europeas y, sobre todo, a la desunión en Bruselas, con una rivalidad cada vez mayor entre Francia y Alemania para liderar la Europa del rearme y su política exterior, y con Gran Bretaña también un tanto harta del conflicto ucraniano.
Trump ya no quiere una tregua, sino una paz definitiva
Tras la reunión de Alaska, de la que fueron excluidos, los líderes europeos trataron de hacerse con un poco de protagonismo con una cadena de llamadas, vídeoconferencias y declaraciones sobre lo que debía hacerse en torno a Ucrania y sin variación alguna en torno a la atribución a Putin de toda la responsabilidad del fracaso de la cumbre a la hora de forjar un alto el fuego.
Lo cierto es que Rusia ha dejado claro en numerosas ocasiones que no es partidaria de firmar una tregua previa a un armisticio. Los rusos apuestan por negociar la paz sin dejar los combates. Sobre todo, porque en estos momentos la iniciativa bélica es de Moscú.
Tras la reunión con Putin, el presidente estadounidense parece haber aceptado esa posición rusa, alejada de la defendida por Zelenski y sus aliados europeos, que apuestan por un alto el fuego a toda costa que podría llevar, como reiteran británicos y franceses, al despliegue de tropas europeas encargadas de supervisarlo. Rusia rechaza tajantemente la presencia de fuerzas extranjeras en Ucrania, sean como combatientes o como tropas de interposición y de paz.
"La mejor manera de poner fin a la terrible guerra entre Rusia y Ucrania es llegar directamente a un acuerdo de paz, que pondría fin a la guerra, y no a un simple acuerdo de alto el fuego, que a menudo no se sostiene", afirmó este sábado Trump, virando hacia la posición rusa de forma evidente.
Los europeos no se rinden
El líder estadounidense explicó esta posición por vídeoconferencia a algunos de los principales países europeos y las autoridades de la Unión Europea y la OTAN, además del propio presidente Zelenski. En la llamada participaron la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen; el secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte; el canciller alemán, Friedrich Merz; el presidente francés, Emmanuel Macron; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y los presidentes de Polonia, Karl Nawrocki, y Finlandia, Alexander Stubb. También tomaron parte el primer ministro británico, Keir Starmer, y, por parte de EEUU, el secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial Steve Witkoff, uno de los artífices de la cumbre de Alaska.
Además de la llamada múltiple organizada por Trump, la presidenta Von der Leyen realizó otra conferencia con la mayor parte de los citados líderes europeos y este domingo volverán a reunirse extraordinariamente los miembros de la llamada Coalición de Voluntarios, que agrupa a los países más deseosos de seguir armando a Ucrania frente a Rusia.
Es mucho el nerviosismo en las capitales europeas, pues la cumbre de Alaska ha dejado claro que son personajes secundarios en el drama ucraniano. Además de estar supeditados a EEUU, tienen una gran debilidad ante Moscú y ante el mismo Washington. Si bien su protegido Zelenski podrá más tarde o más temprano participar en un encuentro trilateral con Putin y Trump, ellos, los europeos, están excluidos ahora y puede que durante todo el proceso de negociación de una paz duradera.
Este mismo sábado algunos de esos mismos líderes y otros jefes de Gobierno europeos insistieron en la necesidad de seguir presionando y sancionando a Rusia, a la que responsabilizan (y no a EEUU) del fracaso de la reunión de Anchorage para llegar a un acuerdo de alto el fuego.
El Kremlin tiene muy en cuenta esta animadversión europea, que, al contrario que ha ocurrido con EEUU, se ha ido intensificando según se confirmaba la superioridad militar rusa en el frente. Si la reunión de este viernes con Trump daba un gran impulso al acercamiento entre Rusia y EEUU, con todos los altibajos que habrán de llegar, el deshielo entre el Kremlin y Bruselas-Londres aún queda muy lejos y puede que se tarde muchos años en recuperar una mínima sintonía.
La insistencia europea en el derecho de Ucrania a ingresar en la OTAN, como única manera de garantizar su seguridad, cuando los propios EEUU han desestimado tal opción, no ayudará a mejorar la confianza perdida y el ostracismo al que los europeos condenaron a Rusia cerrando todos los canales de diálogo. Por eso, este viernes, el Kremlin consideró en parte vindicados los tres años y medio de sanciones de los europeos con la exclusión de éstos de un proceso de negociación que es clave para el futuro de la propia Europa.
Juan Antonio Sanz*
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*Periodista y analista para Público en temas internacionales. Es especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia Militar. Ha sido corresponsal de la Agencia EFE en Rusia, Japón, Corea del Sur y Uruguay, profesor universitario y cooperante en Bolivia, y analista periodístico en Cuba. Habla inglés y ruso con fluidez. Es autor de un libro de viajes y folclore.
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