América Latina se convierte en una región clave para las potencias mundiales que buscan mantener su lugar hegemónico en la geopolítica internacional y para aquellas que buscan posicionarse como las nuevas líderes mundiales.
POR MARIANO YBERRY
Al menos, esto es lo que sugiere un plan de la Unión Europea (UE) en el cual se plantea la necesidad de reforzar las relaciones económicas y diplomáticas con los países latinoamericanos, al margen de la creciente influencia que tiene Rusia y China en la región, exacerbada por las sanciones económicas derivadas del conflicto en Ucrania.
Según el documento al que tuvo acceso el diario español El País elaborado por el Servicio Europeo de Acción Exterior, la presencia económica de China en la región aumentó 26 veces entre el 2000 y el 2020, por lo cual se busca dar un “salto cualitativo” en las relaciones comerciales y diplomáticas con América Latina.
La influencia de potencias emergentes como Rusia y China bajo el liderazgo de sus mandatarios Valdimir Putin y Xi Jinping, respectivamente, es cada vez mayor en América Latina.
La filtración se da poco después de que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, hizo un llamado a los dirigentes latinoamericanos para sumarse a las sanciones contra Rusia. Se trata de la primera llamada que hace el político ucraniano a la región tras varios meses de conflicto, la cual no tuvo ningún eco entre los líderes latinoamericanos.
En entrevista para Sputnik, Imelda Ibáñez Guzmán, maestra en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), consideró que este plan de la UE responde a un plan global de integración que ya se venía impulsando desde 2021, tras la pandemia de Covid-19, pero que en el contexto actual responde “al nacimiento de una multipolaridad en donde ya no solamente unos Estados como EE.UU., la Unión Europea, Japón y Canadá, van a tener influencia en los mercados”.
Las grandes potencias ya en este marcado nacimiento del multipolarismo tienen que competir, ya no tienen la seguridad de una zona de influencia solamente para ellos en el sentido geopolítico, económico, cultural y de cooperación financiera, sino que deben competir con las otras potencias que están emergiendo y que van a ser los líderes, en este caso la Federación Rusia y la República Popular China, afirmó la especialista.
Para Ibáñez Guzmán, integrante del Grupo de Estudios sobre Eurasia (GESE), la reacción europea también se debe a que la UE y EE.UU. calcularon mal la forma en la que su apoyo a Ucrania afectaría a países como Rusia, pues, aunque se intentó cercarlos con una guerra económica, la situación se volvió en contra de los países europeos que hoy enfrentan una alta inflación y una crisis energética.
“Nunca se dieron cuenta de que Rusia tiene una presencia muy fuerte en el mercado de distribución de productos básicos, los energéticos, los fertilizantes, los productos alimenticios, todos estos intentos de aislarla económicamente resultaron lo contrario, no tuvo los objetivos esperados”, señala la docente universitaria mexicana.
A esto se suma la tendencia de los países latinoamericanos de volver a gobiernos progresistas de izquierda que desafían la injerencia estadounidense en la región, siendo los casos más icónicos el de Gustavo Petro en Colombia y el de Luiz Inácio Lula Da Silva en Brasil, quien se posiciona como favorito para ser el próximo presidente de esta gran nación suramericana.
El fenómeno de integración de un bloque de izquierda en Latinoamérica que cuestiona la hegemonía estadounidense ya ha sido advertido por personajes como el senador republicano Ted Cruz, quien alertó sobre la tendencia “antiestadounidense” que surge en la región con estos gobiernos.
El unipolarismo que detentaba EE.UU. con la ayuda del bloque de la UE para someter la influencia de los valores occidentales, de la visión liberal de la economía, del capitalismo en sí, se ve bloqueado, se ve en una debacle por la influencia de Rusia”, afirma la internacionalista.
En este contexto, se espera que en América Latina surja “una política exterior común” que podría hacer frente a cualquier ofensiva que pudiera adoptar EE.UU. contra la región, aunque al mismo tiempo se espera un fortalecimiento de mecanismos de cooperación, como la CELAC y el Mercosur, antes que una agresión directa.
Incluso, este plan para acabar con la influencia rusa y china en Latinoamérica “tiene una intención política (geopolítica de trasfondo) por mostrar una vez más que Rusia y China son el peligro en zonas de influencia que solamente la región occidental tenía hasta hace pocos años”.
Por ello, Imelda Ibañez considera que el contexto está lejos de escalar a un conflicto armado entre el bloque occidental y el bloque latinoamericano, aun cuando Rusia ofreció armamento a dichos países para resistir las presiones de EE.UU., ya que Europa y el Gobierno de Joe Biden enfrentan una creciente crisis económica.
El objetivo de rearmar a América Latina es el intercambio estratégico en el que no tenga que ver la ideología, ese intercambio en donde favorezca la negociación tanto a Rusia como a los países latinoamericanos, considera la profesora de la UNAM.
Un evento clave en el reacomodo geopolítico mundial será la próxima reunión del G20, a realizarse en noviembre, en donde se espera la participación de la Unión Africana y en la que China y Rusia podría terminar de consolidarse como las nuevas potencias mundiales dominantes.
“Van a buscar la forma en la que los países en vías de desarrollo también tengan una presencia fuerte en la proyección de sus políticas exteriores”, lo que a su vez favorecería la conformación de una integración económica mundial mucho más plural, señala Ibáñez Guzmán.
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