La fuga de Ledezma, una lección de cinismo
Manuel Humberto Restrepo Domínguez
Antonio Ledezma
Antonio Ledezma, es uno de los dirigentes de la vieja clase política, que junto a Carlos Andrés Pérez fueron derrotados por Hugo Chávez. Destituido de su posición de alcalde de Caracas Venezuela, estaba bajo prisión y su reciente evasión constituye técnicamente un delito de fuga de preso, quedando en condición de prófugo de la justicia. Con independencia del territorio que pise, deberá estar bajo la mira de las autoridades locales y podrá ser detenido y extraditado o deportado a su país de origen, conforme a los tratados bilaterales o multilaterales que existan.
El exalcalde llegó al puesto de Migración Colombia, donde según la cancillería “realizó sus trámites legales” después de haber sobrepasado 29 controles policiales y militares, según dijo. Usualmente el derecho nacional coincide en señalar que quien auxilie o contribuya a consumar la fuga se convierte en cómplice o encubridor, incurriendo también en un delito, atendiendo que un prófugo es quien esta privado legalmente de su libertad, permanece en prisión preventiva o purga una condena. Es cooperante quien ayuda a escapar al detenido suprimiendo obstáculos y dificultades para facilitar su libertad de tránsito, creando una conducta cómplice que se agrava cuando quien lo hace es una autoridad, que eventualmente puede generar un conflicto internacional.
Más allá de las condiciones del presidio, de la inocencia o culpabilidad de Ledezma, la fuga corresponde a un asunto de derecho, que debe ser resuelto en derecho, sin injerencia política, como lo plantean cotidianamente gobiernos como el de Colombia. Sin embargo despierta curiosidad que Ledezma haya entrado a Colombia haciendo alarde de su hazaña de escape. Primero en Cúcuta y luego en Bogotá lo esperaban los mismos medios de comunicación que han mantenido una matriz mediática de condena y repudio expreso al gobierno de Venezuela, que se reinició enfatizando la heroicidad del prófugo, del hombre libre, al que trataron como a un estandarte de la astucia, sin insinuar siquiera que es un prisionero en fuga acusado de conspiración y asociación para delinquir.
Los medios se preocuparon por absolverlo, victimizarlo y convertirlo en el héroe que encarna la siguiente fase de agresión internacional. Funcionarios de estado saludaron la fuga como un triunfo de la democracia, y anunciaron con júbilo que su próximo destino es España. Allí fue recibido por Andrés Pastrana, expresidente de Colombia y opositor a la implementación de los acuerdos de paz. Luego casi con honores de estado entró al palacio de gobierno donde conversó con el presidente Rajoy, a quien otra vez le recordó que Venezuela es el país con más reservas de petróleo del mundo, y recibió la recomendación de trabajar en la unidad para derrocar al gobierno socialista. El secretario de la OEA, Luis Almagro tampoco guardo silencio y calificó a Ledezma como un referente moral, mientras los ex presidentes iberoamericanos nucleados en el grupo IDEA celebraron que "haya escapado hacia la libertad" y el presidente Santos lo haya saludado amablemente por teléfono.
Almagro y los presidentes que saludaron la fuga, políticamente están en lo correcto porque opinan desde su orilla distintiva orientada a derrocar al gobierno legítimamente constituido en Venezuela, pero cometen una falta ética gravísima y jurídicamente podrían ser llamados a un tribunal como responsables de un encubrimiento, o de actos cómplices posteriores al hecho ilícito de la fuga. Ledezma estaba en prisión con cargos como delincuente político y es correcto aducir si se quiere que ha cometido infracciones contra la organización del estado (conforme a la interpretación del comité jurídico interamericano) y que en razón a principios filosóficos, políticos y sociales, ha actuado conforme a fines reales o presuntos de reivindicación socio política, lo que no obsta para invalidar que estaba preso. Todo opositor que se declare perseguido puede acudir al derecho de asilo por ser esta una herramienta de carácter humanitario, que sirve para escapar de la jurisdicción del estado y librarse de la persecución efectiva, pero mientras no haya recibido asilo formalmente es un prófugo y quienes han apoyado su fuga estarían comprometidos judicialmente y a la vez incurrido en la violación a un principio básico del derecho internacional que es la no intervención en los asuntos de la jurisdicción interna de os estados.
Hace apenas menos de un mes Rajoy, como presidente del gobierno de España, exigió respeto a decisiones judiciales -calificadas por sus opositores de fascistas y autoritarias- y recibió el vehemente apoyo por parte de gobiernos como los de la Unión Europea, Colombia, Estados Unidos entre otros, a defender la no intervención en evidente apoyo a la avanzada política contra el gobierno autónomo de Cataluña a cuyos miembros tiene en prisión en calidad de verdaderos presos políticos, por su pretensión independentista y ante la salida de territorio Español del presidente de la Generalitat de manera inmediata convocó a activar su búsqueda y captura internacional, que tuvo como resultado que el presidente Puidegmont haya tenido que comparecer ante tribunales de Bélgica. Rabo de paja dicen unos, doble rasero otros, cinismo….
P.D. Adivinanza: Si el presidente Santos recibió del gobierno de los Emiratos una donación humanitaria de 45 millones de dólares para la paz y 7 más para Mocoa y enseguida firmó un contrato de 1000 millones para que los donantes vengan por el oro de Santurban, ¿cómo se llama esta figura?.
Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/189324