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Gustavo Petro: “Vamos camino a una dictadura”

EQUIPO DESDE ABAJO EDICIÓN 152

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Colombia atraviesa momentos difíciles. El poder político se concentra en una sola persona, el miedo se ahonda, amplias regiones siguen bajo dominio de poderes mafiosos y el Estado profundiza su desinstitucionalización.

En vísperas de las elecciones presidenciales, y como mecanismo para enfrentar esta realidad, Gustavo Petro, candidato presidencial del Polo Democrático Alternativo, propone la constitución de un Acuerdo Democrático que evite la consolidación de la dictadura, al tiempo que abra las puertas para una transición hacia la democracia. El campo, el mundo del trabajo, la redistribución de la riqueza nacional, la producción de alimentos, la potencialidad de la biodiversidad nacional, los pactos societales locales, son algunas de sus propuestas para la Colombia necesaria.

Desde abajo. Uno de los puntos centrales de sus diferencias con Carlos Gaviria fue la política de alianzas. Pero los hechos parecen debilitar su propuesta para constituir un gran frente anti-Uribe.

Gustavo Petro. Al contrario. Lo que observamos es una decisión cada vez más profunda en el uribismo por romper el orden institucional para lograr la reelección. Las señales son inequívocas.

da. ¿Cuáles son esas señales?

GP. Por ejemplo, las alusiones del Ministro del Interior a una norma de orden público superior que no existe, o los planteamientos de José Obdulio. Pero también una suma de hechos, como la provocación a Venezuela para generar un conflicto armado, la ocupación militar del territorio colombiano por parte de una potencia extranjera, y la configuración misma de una dictadura al frente del país. ¿Qué deben hacer los demócratas ante estos retos si no es unificarse?

da. ¿Cómo pudiera concretarse esa política de alianzas?

GP. Primero que todo, debo aclarar que no hablo de un simple acuerdo electoral. No. Lo que propongo es un Acuerdo Democrático al estilo del Pacto de la Moncloa que facilitó la transición pos-Franco o, más precisamente, de la Concertación Democrática chilena que facilitó la era pos-Pinochet.

da. ¿Considera que este tipo de análisis está presente en otras agrupaciones política? ¿Con qué grupos políticos se pudiera sellar esta alianza?

GP. Pienso que las percepciones de que vamos camino a una dictadura están presentes en toda la sociedad colombiana. Ahora, especificamente cada fuerza, cada personalidad, cada sector social, es un matiz del inmenso arco iris de Colombia, diferenciado uno del otro, y no puede pensar igual que nosotros. Ese es precisamente uno de los grandes errores de la izquierda tradicional que quiere homogeneizar una sociedad y hacerlo alrededor de su pensamiento, lo cual es imposible. En esa medida, el Acuerdo Democrático debe reconocer las diferencias; la diversidad social, política, ideológica, de sus integrantes, en torno a la certidumbre de que vamos hacia una dictadura, pero también de que están en curso cosas graves alrededor de las instituciones, del modelo de desarrollo.

da. Si se aprueba el referendo por parte de la Corte Constitucional, incluso con los vicios de trámite que se han conocido, nos encontraremos ante la ilegalidad absoluta, pues, además, el uribismo ya ha violado la ley de garantías electorales ¿No cabe en este caso negarse a participar en las elecciones? Esta respuesta está hoy contemplada por políticos como Augusto Ramírez Ocampo. ¿No se justifica en tal caso participar, entonces, en un Frente por la deslegitimación del tercer mandato?

GP. Es posible. Hay que tener en cuenta que cualquiera de las respuestas adecuadas a los diferentes escenarios pasa por un Acuerdo Democrático, que no se puede confundir con acuerdo electoral, porque un Acuerdo Democrático puede pasar por no participar en unas elecciones, pero los escenarios son diversos e imprevisibles en esa medida.

Lo cierto es que debemos trabajar el Acuerdo, cuya forma concreta puede estar definida el año entrante. Puede ser una consulta interpartidista, puede ser simplemente el diálogo hacia una sola candidatura presidencial, una unidad de acción, programática. Si el uribismo desconce las voces que le dicen que el referendo es ilegal, si declara la hecatombe, la opción puede ser, por ejemplo, –en tanto estamos ante un golpe de Estado– no participar en elecciones. Digamos, por tanto, que hay diversidad de respuestas que dependen de una imprevisibilidad de lo que pueda suceder en Colombia en los meses por venir.

da. El Polo se define como un partido de izquierda pero, como sabemos, la izquierda está llena de matices, lo que sin duda es saludable; dadas las condiciones actuales de la crisis mundial, si se aceptan cómo válidos algunos referentes mundiales, ¿debe el Polo ser más cercano a partidos como el PSOE o a movimientos como el alemán Die Linke y el Partido Anticapitalista Francés?

GP. No creo que se pueda imitar a los partidos europeos para el caso de América Latina.

da. En el sentido de que estos partidos consideran que la actual crisis del capital es diferente, que obligará tarde o temprano –incluso en los países del centro– a salidas de alguna manera autoritarias y antidemocráticas.

GP. La izquierda colombiana debe responderles a los problemas propios de la nación. La socialdemocracia europea se puede construir sobre la base de un alto nivel de acumulación de riqueza que permite un pacto obrero-patronal, que es la base de ese tipo de planateamientos. Esto no es posible en Colombia, donde estamos abocados a un profundo proceso de democratización. Nuestro reto es preservar principios de la democracia liberal y atarlos a una serie de reformas democráticas que busquen la igualdad social.

En esa medida, los problemas que afronta la izquierda europea son muy diferentes de los que vivimos en la sociedad colombiana. Nosotros necesitamos aquí un partido capaz de plantearle a la sociedad los mecanismos y el objetivo de disminuir la desigualdad social, debilitar el narcotráfico, sacar a Colombia de la violencia, atacar la pobreza, integrarnos a América Latina; entonces, el eje programático es muy diverso, muy diferente.

da. En el juicio de Nuremberg se le preguntó a Goering cómo habían hecho para cautivar a un pueblo como el alemán y ponerlo en favor de tanta barbarie. Goering contestó que muy fácil: creándoles un enemigo interno, los judíos, y un enemigo externo, los bolcheviques. ¿Cuando en Colombia se habla de los ‘logros’ de la seguridad democrática y se hace eco del antichavismo, el anticorreísmo y el antievismo, no se está haciendo eco a estrategias como las de Goering?

GP. Incluso, yo me atrevo a generalizar el planteamiento: el miedo es el instrumento que se usa para eliminar las diferencias, que es la base de los proyectos autoritarios y fascistas. El fascismo se puede resumir en una frase: la eliminación de la diferencia es la homogeneización al máximo grado. Y el miedo es un instrumento que hace que las sociedades apoyen tal tipo de propuesta, como lo demostró Hitler. Bush también lo hizo en su propio país cuando derribaron las Torres, y el uribismo lo ha usado permanentemente, construyendo ‘enemigos’ de la sociedad colombiana que producen miedos y permiten la movilización social, mayoritaria, hacia su propuesta.

da. Pero ese miedo hay que enfrentarlo…

GP. Claro, y al costo que sea. Soy el único candidato presidencial que ha defendido públicamente, a pesar del costo político que hoy pudiera traer, que no reconozco la instalación de bases en Colombia porque el tratado es ilegítimo desde el punto de vista de la ley nacional, y que, siendo Presidente, consideraré que las tropas localizadas en nuestro territorio, en virtud de ese tratado, lo ocupan ilegalmente.

Por otra parte, la política de seguridad que proclamo incluye el control militar nacional del territorio, que no es nacionalismo simple y barato sino la base misma de la soberanía. Esta política está construida alrededor de un concepto muchísimo más integral: seguridad de la vida en Colombia. Desde esta perspectiva, la seguridad de la vida no depende exclusivamente del control militar del territorio sino que nos lleva a múltiples facetas de la seguridad, por ejemplo, la social, la climática. Un concepto que afecta a los grandes asesinos de Colombia, el primero de los cuales es la intolerancia. Y aún en el campo del control militar del territorio, esta propuesta significa que ese control debe ser para defender la vida y no para acabarla, como hemos visto con los falsos positivos.

da. Como a Lucho Garzón, a usted se le ha visto en varias ocasiones con intenciones de retirarse del Polo. ¿Los motivos de mayor desencuentro con los otros sectores se pueden calificar preponderantemente de ideológicos o estratégicos, o simplemente de formas concretas de ejercitar la política?

GP. No me he puesto a pensar en dónde clasificar los desacuerdos; lo cierto es que la fase de un Polo sectario terminó con mi victoria. No me gustaba en absoluto una izquierda aislada, considerándose depositaria de la verdad, comportamiento propio de las sectas. Debilitando el campo democrático, esa izquierda no sirve. Los que llevaban la izquierda a este tipo de objetivos sectarios han fracasado, así que hoy tenemos la oportunidad de construir un Polo diferente.

Este es mi segundo planteamiento: cuando un partido de izquierda no entiende, no llega a la concepción de que un partido está para gobernar, para acceder al poder, sino que se considera un oposición eterna, nunca llegará al poder. Mi propuesta es imprescindible para una sociedad que está clamando por salidas a problemas neurálgicos, tales como la violencia, la desigualdad social, la pobreza y el narcotráfico.

da. Usted ha llamado reiteradamente al Estado colombiano un Estado mafioso. Ahora bien, ese Estado se ha construido mafiosamente desde abajo hasta arriba, es decir, se comenzó por la conquista del poder local. En buena parte del país el poder local mafioso sigue siendo armado, como lo demuestra el crecimiento continuo de los llamados grupos emergentes. ¿Existen mecanismos para desafiar ese poder en las próximas elecciones?

GP. Para ser claros, he mencionado que las mafias han fragmentado el Estado colombiano. El concepto de Estado mafioso no es mío. Se lo escuché a Borja. Pienso que la influencia de las mafias –en plural– ha fragmentado el Estado colombiano, y que al interior del Estado hay instituciones o sectores de éstas que responden a lógicas mafiosas, y otras que lo hacen respondiendo a lógicas democráticas; si no fuera así, no se pudiera entender hoy, por ejemplo, el papel de la Corte Suprema de Justicia, o los diversos combates que se presentan entre polícias y soldados con masacres que responden a diferentes lógicas mafiosas.

da. Un poder mafioso enquistado en lo territorial…

GP. Poder local. La fragmentación del Estado comenzó por la toma, por parte de estas mafias, del poder local en muchas regiones de Colombia, y esa toma tiene una base económica que es la previa toma de la tierra (esa es una tesis mía).

da. ¿Cómo ocurrió ese proceso?

GP. Fue un proceso histórico. Las mafias comienzan comprando masivamente la tierra hace 30 años, sólo para usarla como un lavado de activos, pero en ese proceso descubren algo que ya existía –pero que no conocían–: que la tierra es la base del poder político en muchas regiones herederas del feudalismo. A partir de ahí empiezan a concentrar poder político local hasta construir dictaduras totalitarias locales y fragmentan el Estado nacioinal.

da. ¿Cómo desandar ese camino en un gobierno democrático?

GP. La clave nos la da la tierra. Por eso, el eje de mi programa se centra en el tema de los acuerdos sociales locales, a partir de un proceso de reconciliación de víctimas y victimarios en general, que tiene como condición imprescindible un gobierno del lado de las víctimas, un gobierno que envía un mensaje claro, exigiendo una respuesta de parte del victimario. Éste puede pensar: si el Gobierno va en contra mía, ¿cómo puedo acordar pacíficamente? La respuesta es: entregar la tierra, y el poder local recibirá un beneficio jurídico, incluida la no extradicción.

da. El modelo de lo que pudiera llamarse “latifundio armado” parece consolidarse, y como prueba de ello tenemos el caso del reciente escándalo de Agro Ingreso Seguro. Es claro que se quiere imponer el modelo de los cultivos de plantación a toda costa, sobre todo para la producción de agrocombustibles ¿Qué opina de esto?

GP. Sin duda. De ahí que el modelo de desarrollo que propongo se sustente en la producción subsidiada de alimentos, lo cual significa que hasta el último centímetro cuadrado de tierra fértil debe ser destinado –me refiero a 15 millones de hectáreas– a producir alimentos para los seres humanos, condición que nos permite la democratización de la vida social del campo, porque en esos millones de héctareas se pueden sostener y pueden progresar millones de campesinos.

da. ¿Puede ser ese el camino para la paz rural en nuestro país?

GP. La democracia de la propiedad es el verdadero nombre de la paz rural. Si la democratizamos, avanzamos en una política de desarrollo porque la producción de alimentos en 15 millones de hectáreas como objetivo, acompañada por el Estado, bajaría sustancialmente el precio de los alimentos en Colombia, lo que habrá de permitirnos dos cosas: una, acabar el hambre; y otra, elevar el nivel de vida para ampliar el mercado interno, que es la base de una política de desarrollo industrial. Pero también, y esto es muy importante, nos permite una articulación productiva con el mundo, porque en una sociedad con hambre –debido al calentamiento global y al uso de tierras fértiles para biocombustibles– tenemos una oportundiad de aportar a la humanidad a partir del uso de nuestra tierra fértil. Nos permite una política de paz, de prosperidad y de integración por primera vez en la historia nacional.

da. Se está cocinando una propuesta de volver a prohibir la reelección, pero sobre la base de ampliar el período presidencial a seis años, más allá de la figura de Uribe.

¿Considera usted muy poco tiempo cuatro años como período de ejercicio del poder en un país como el nuestro?

GP. Si los conservadores ponen este tema en discusión, yo los apoyaría; no le veo ningún inconveniente. Lo que hemos visto como problemas de la democracia no está en el período presidencial sino en la reelección. Ahora, si lo que pretende el partido conservador es (se lo escuché a Noemí) que sobre esa base se le prolonguen dos años más al actual Presidente, estamos dando otra vuelta al mismo cuerpo, simplemente evitarse el esfuerzo de conseguir los votos, porque después habría otra propuesta de ampliar el período y así sucesivamente.

Digamos, partir de cero sobre la base de que no es este presidente quien se reelija, es decir, que no se aprueba el cambio de la Constitución de nuevo sino que se plantea un fin de la reelección y una ampliación del período. Yo no me apondría.

da. ¿Si es elegido Presidente aspiraría a la reelección?
GP. No. El Acuerdo Democrático que propongo debe permitir, como sucede en Chile, que varios períodos presidenciales, con mandatarios diferentes, puedan sustentar unos objetivos comunes de largo aliento, fundamentados en ese acuerdo. Esa es la idea que tengo del Acuerdo Democrático.

da. Una de las medidas de política económica clásica de las socialdemocracias de antaño, para tener distribuciones más simétricas del ingreso, era la política tributaria. ¿Estaría dispuesto a gravar el capital, y en forma particular el capital financiero? ¿Existe entre sus propuestas alguna medida en particular al respecto?

GP. El sistema tributario progresivo está ordenado por la Constitución. En mi programa en concreto, para llegar a ese objetivo hay varias medidas propuestas: eliminación de exenciones y deducciones no necesarias; rentas exactas, no necesarias, que implican casi seis billones de pesos anuales. La eliminación del IVA en toda la cadena productiva de alimentos para la canasta básica familiar; la creación del impuesto sobre la tierra, sin el cual no puedo lograr una ganadería tabulada que es lo que permite, precisamente, ultilizar 15 millones de hectáreas fértiles en el cultivo de alimentos.

La reforma, desde el punto de vista fiscal del gasto, a partir de una modificación del sistema pensional que nos ahorre seis billones que ahora gastamos en pensiones (600 mil pensionados pagados por el presupuesto nacional), por un modelo de pilares que permita que parte de las contribuciones a los fondos privados transiten hacia un primer pilar, que financien las pensiones de los actuales jubilados, así como una renta mínima vital para todos los miembros de la tercera edad.

Así que por ahí tiene una reforma financiera que nos liberaría cerca de 12 ó 13 billones de pesos anuales: seis billones de rentas exactas y seis de reducción de gastos por pensiones, y un equilibrio entre el impuesto a la tierra y la eliminación del IVA de la canasta familiar y de su cadena productiva, que puede llevarnos a la apertura de un espacio fiscal necesario para llegar a 15 billones de pesos anuales de subsidio a la producción de alimentos, con destino a lograr más o menos un millón de pesos por hectárea de los 15 millones de tierra ya mencionados.
da. Hoy se conocen tasas de desempleo de dos dígitos en varios países desarrollados, incluido Estados Unidos, y las últimas tendencias hacen hablar a los especialistas de “población sobrante”. En países como Colombia, además, el subempleo supera el 50 por ciento. ¿Qué hacer para que quienes carecen de oportunidades tengan una vida digna?

GP. Hay que escapar del concepto de empleo; pensar simplemente en trabajo asalariado. Los que no trabajan de manera asalariada son vistos como sobrantes, pero lo que he propuesto, hablar del trabajo, implica que ya no haya población sobrante porque todos tenemos capacidad de trabajar. Se dice, en términos muy resumidos, en la consigna de mi programa: un lugar, un saber y un crédito para cada ser humano en Colombia. Esto es lo que permite potenciar el trabajo como constructor de riqueza, pero, además, es el trabajo el factor que puede juntar crédito, saber y lugar.

La relación de lo rural-urbano en el siglo XXI implica asociatividad en el interior y fuera del país; llamémosla asociatividad libre del trabajo, que nos lleva a pensarlo como opción al Estado y al mercado del empleo; es una opción que perfectamente se puede desarrollar en Colombia. Precisamente, ese 50 por ciento informal, subformal, es trabajo puro, solo, que sin capacidad no es sobrante; es toda la potencialidad que puede tener la riqueza nacional.

da. En el éxito mediático de un gobierno como el de Uribe, qué duda cabe de que la prensa ha jugado un papel importante. Hoy estamos ad portas de la entrega del tercer canal, y allí, además del dinero y los intereses de grupo, nada más parece importar. ¿Qué hacer para democratizar la información?.

GP. Hay quienes piensan que la información se democratiza si se vuelve estatal, pero pienso que entre más medios de comunicación haya, hablando de una multiplicidad de medios, ésta, la comunicación, se vuelve más democrática. Así que la política de comunicación que tendría es ayudar a producir, a construir, miles de medios de comunicación.

da. Colombia en el único campo que juega en las grandes ligas, sin equívocos: el de la diversidad. Somos uno de los países megadiversos. Sin embargo, este hecho se ve como una mera anécdota. ¿No pudiera ser ese el verdadero eje que articule todas las políticas?

GP. Cuando hablamos de los acuerdos societales locales, en la búsqueda de un proceso de reconciliación, también eso significa un proceso de reconfiguración democrática del territorio local, de la sociedad y del poder político local. Ahí es donde este tema del lugar, el saber y el crédito tiene que aplicar un acuerdo societario local como construcción de un plan de vida. Empezamos a hablar de un saber, un lugar y un crédito en ese plan de vida societario local, la potencialidad de una región –como nuestro país, que es la segunda potencia mundial en biodiversidad– que, como se sabe en muchas de ellas, es la biodiversidad, el saber ligado a la naturaleza, un plan de vida y desarrollo unido a la biodiversidad.

da. ¿Cómo crearle codiciones institucionales a esta política?

GP. Si vamos al plano institucional, tendremos que plantearnos una arquitectura desde el punto de vista del poder político alrededor del medio ambiente: reconstruir el destruido Ministerio del Medio Ambiente, y con él la autoridad ambiental, con todo el poder sobre el Estado mismo y sobre la sociedad en general. Reconstrucción institucional que implica autonomía, y subrayo esta palabra, con capacidad de vetar proyectos de desarrollo que no consulten la sostenibilidad ambiental. Una autoridad ambiental dentro del gobierno, diferente del Ministerio de Desarrollo, nos permitirá instrumentos para lograr que el desarrollo nacional no produzca desastres.

Avanzar en políticas ambientales concretas: recuperación del río Magdalena para su navegabilidad, que es uno de los ejes de mi campaña, pensando en el modelo de producción de alimentos, porque este río atraviesa la mayor parte de las tierras fértiles del país. Avanzar en este propósito implica toda una política de reforestación de sus afluentes en sus partes altas. La propia reforestación que es vital como medida de amortiguamiento mundial contra el calentamiento global nos lleva a reforestar 20 millones de hectáreas que, para financiarlas, nos conduce a la necesidad de utilizar el ahorro de largo plazo en una producción de igual plazo mediante los fondos privados de pensiones articulados por ley a la reforestación del país en los territorios que tienen vocación forestal. Por ahí podemos encontrar ciertas perspectivas que permitan cohabitar prosperidad económica y social con enriquecimiento del medio ambiente.



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