Científicos revelan por qué se interrumpe la regulación emocional en trastornos mentales
El estrés no solo genera malestar emocional. También puede nublar funciones mentales esenciales para la regulación emocional. Esta relación se vuelve crítica en personas con depresión, ansiedad o trastorno límite de la personalidad, cuyos cerebros responden de manera distinta ante situaciones de presión.
Trastornos como la depresión y el TLP agravan su efecto bajo estrés por fallos en funciones ejecutivas. Ilustración artística: DALL-E / ERR.
Edgary Rodríguez R.
Periodista especializada en salud
Creado: 3.06.2025
Las terapias psicológicas suelen fallar en los momentos de mayor necesidad: justo cuando el estrés se dispara. Un nuevo estudio revela por qué: en personas con trastornos como la depresión, la ansiedad o el trastorno límite de la personalidad, el estrés agudo deteriora funciones mentales clave como la memoria de trabajo y el autocontrol.
Esta alteración temporal de las llamadas funciones ejecutivas puede sabotear la capacidad de regular emociones, resolver problemas o beneficiarse de terapias como la cognitivo-conductual. Científicos de la Edith Cowan University analizaron 17 estudios internacionales y alertan sobre la necesidad de repensar los tratamientos más usados para los llamados "trastornos de distrés".
El estudio, publicado en Journal of Affective Disorders Reports, revela que estas funciones clave sufren alteraciones transitorias bajo estrés, lo que podría explicar por qué muchas personas con estos trastornos tienen dificultades para responder a terapias convencionales.
Los hallazgos apuntan a una necesidad urgente: adaptar los tratamientos psicológicos para que contemplen los efectos del estrés en la cognición. Comprender este vínculo podría marcar un cambio de paradigma en el abordaje terapéutico de los trastornos de angustia emocional.
El estrés y las funciones ejecutivas: una relación frágil
Las funciones ejecutivas son habilidades mentales que permiten regular las emociones, planificar, tomar decisiones y adaptarse a situaciones cambiantes. Incluyen procesos como la memoria de trabajo, la inhibición de respuestas impulsivas y la flexibilidad cognitiva, todos fundamentales para un funcionamiento emocional saludable.
"Estas funciones ejecutivas son vitales para controlar las respuestas emocionales, especialmente en situaciones desafiantes", dijo Tee-Jay Scott, autor del estudio.
Cuando una persona experimenta estrés agudo, su cerebro moviliza recursos para afrontar la amenaza. En individuos sin trastornos, este mecanismo puede agudizar temporalmente la atención. Sin embargo, en personas con trastornos como depresión o TLP, el estrés genera una desorganización que interfiere directamente en estas capacidades ejecutivas.
El estudio identificó que incluso personas sin diagnóstico formal, pero con síntomas subclínicos, también presentan esta vulnerabilidad. Esto sugiere que la reactividad al estrés es un marcador dimensional que atraviesa distintos niveles de severidad psicopatológica.

Los trastornos de ansiedad y depresión muestran mayor vulnerabilidad a disfunciones cognitivas bajo estrés. Ilustración artística: DALL-E / Edgary R.
Depresión y memoria de trabajo: un punto crítico
Uno de los hallazgos más consistentes fue el impacto del estrés en la memoria de trabajo de personas con depresión. Esta función permite retener y manipular información a corto plazo, algo esencial para regular pensamientos negativos y tomar decisiones adaptativas.
El estudio encontró que el estrés agudo reduce significativamente esta capacidad, afectando la habilidad para enfocar la atención o aplicar estrategias de afrontamiento efectivas.
Este deterioro no solo complica la vida diaria, sino que también debilita la eficacia de terapias que dependen de esta función, como la terapia cognitivo-conductual.
Este dato resulta crucial, ya que muchas intervenciones psicológicas presuponen que los pacientes pueden reflexionar sobre sus pensamientos en momentos de crisis. Sin embargo, si el estrés bloquea el acceso a estos recursos cognitivos, la intervención podría fracasar justo cuando más se necesita.
TLP y control de impulsos: una combinación desafiante
En personas con trastorno límite de la personalidad (TLP), el estudio encontró una disminución notable de la inhibición conductual bajo estrés. Esta función permite detener una acción impulsiva antes de ejecutarla, y su alteración puede tener consecuencias graves en contextos sociales o personales.
Las dificultades para controlar los impulsos son un síntoma central del TLP. Bajo condiciones de estrés, estas respuestas se exacerban, lo que podría explicar muchos de los comportamientos autodestructivos observados en estos pacientes. Esta labilidad conductual también podría interferir en el establecimiento de una relación terapéutica estable.
Estos hallazgos refuerzan la idea de que el autocontrol no es simplemente una cuestión de voluntad, sino de disponibilidad funcional del cerebro en situaciones desafiantes. Adaptar los tratamientos para considerar este factor podría mejorar significativamente los resultados clínicos.
Flexibilidad cognitiva: un área aún poco clara
La flexibilidad cognitiva es la capacidad de cambiar de estrategia o perspectiva ante un nuevo contexto. Aunque crucial para adaptarse a situaciones complejas, los resultados del estudio fueron inconsistentes respecto a esta función bajo estrés en trastornos de angustia.
Algunos estudios revisados encontraron alteraciones, mientras que otros no mostraron diferencias significativas. Esto podría deberse a diferencias metodológicas o al hecho de que esta función se ve afectada de forma menos directa por el estrés que otras.
A pesar de estas inconsistencias, la investigación sugiere que explorar más profundamente esta función podría revelar aspectos clave del funcionamiento emocional, especialmente en personas que parecen manejar bien el estrés hasta cierto punto, pero luego colapsan ante demandas imprevistas.

El estrés interfiere con procesos mentales esenciales como la memoria de trabajo y la inhibición de impulsos. Ilustración artística: DALL-E / ERR.
El papel del estrés en la eficacia terapéutica
Uno de los aspectos más relevantes de esta revisión es su implicación clínica. Muchas terapias actuales, como la cognitivo-conductual, requieren la activación plena de las funciones ejecutivas para que el paciente pueda identificar pensamientos distorsionados, regular emociones y tomar decisiones racionales.
Pero si el estrés inhibe estas capacidades, es posible que la terapia pierda eficacia justo cuando más se necesita. Esto podría explicar por qué muchos pacientes no responden bien a intervenciones psicológicas a pesar de su aplicación adecuada.
"Entender cómo el estrés interactúa con la función cerebral es clave para mejorar los resultados de salud mental", dijo Scott.
Los autores del estudio proponen diseñar tratamientos que contemplen esta vulnerabilidad, ya sea con sesiones preparatorias centradas en fortalecer estas funciones o adaptando los momentos de mayor carga emocional dentro del proceso terapéutico.
Nuevas rutas para la intervención psicológica
El estudio plantea que las terapias del futuro podrían incluir fases específicas para mejorar la capacidad cognitiva antes de trabajar emociones complejas. Por ejemplo, se podrían emplear técnicas de entrenamiento en memoria de trabajo, control de impulsos o mindfulness como paso previo a intervenciones más profundas.
También se destaca la necesidad de realizar nuevas investigaciones que identifiquen diferencias individuales: no todas las personas con los mismos síntomas responden igual al estrés. Esto podría abrir la puerta a tratamientos mucho más personalizados y efectivos.
"Esta investigación abre nuevas vías para entender cómo y por qué los síntomas y trastornos de angustia se desarrollan y persisten", dijo la profesora y autora del estudio Joanne Dickson.
En definitiva, este estudio representa un avance importante en la comprensión de los mecanismos que subyacen a los trastornos de angustia emocional y abre nuevas oportunidades para mejorar los tratamientos psicológicos actuales.

La nueva revisión científica explica por qué las terapias fallan en pacientes con trastornos emocionales bajo estrés. Ilustración artística: DALL-E / ERR.
Comprender el cerebro para intervenir mejor
La evidencia revisada deja en claro que el estrés agudo no es un simple detonante emocional, sino un factor que altera directamente la arquitectura funcional del pensamiento. En personas con depresión, ansiedad o TLP, esto puede traducirse en un bloqueo real de la capacidad para gestionar emociones.
Estos hallazgos no solo permiten entender mejor la naturaleza de estos trastornos, sino que ofrecen una base sólida para rediseñar las terapias actuales desde una perspectiva más neurocognitiva. Tratar el estrés como una variable clínica central podría marcar una diferencia tangible en los resultados.
En palabras de los investigadores, entender "cuándo y cómo" ofrecer una terapia podría ser tan importante como elegir "cuál" terapia aplicar. Este cambio de enfoque podría ser clave para avanzar hacia una salud mental más efectiva y empática.
Edgary Rodríguez R.
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Referencias
Scott, Tee-Jay M., and Joanne M. Dickson. Effects of Acute Stress on Executive Functions in Depression, Generalised Anxiety and Borderline Personality Disorder. Journal of Affective Disorders Reports (2025).doi:10.1016/j.jadr.2024.100917
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