Se vive un tercer ciclo de la violencia después del fracaso de los Acuerdos de paz con las Farc
Es urgente la movilización de las comunidades y de las organizaciones populares para detener este aterrador baño de sangre
Por Horacio Duque |
11/10/2024
En Colombia se vive un tercer ciclo de la violencia después del fracaso de los Acuerdos de paz con las Farc firmados en el año 2016 entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y un sector de las Farc encabezado por Rodrigo Londoño. El Estado no cumplió los consensos alcanzados en materia agraria, de ampliación de la democracia, de sustitución de cultivos de uso ilícito y de seguridad para los excombatientes que en un número cercano a los 500 han sido acribillados por los grupos paramilitares y bandas en las que figuran militares, policías, expolicías y exmilitares, como Zeus, un coronel del ejército que fue ultimado en días recientes en el Magdalena Medio.
Corren ríos de sangre y Colombia se sacude con una seguidilla de masacres en la que los principales afectados son humildes campesinos, indígenas, mujeres y afrodescendientes.
El primer fin de semana de octubre se convirtió en uno de los más violentos del año, luego de que se registraran en el país cuatro masacres que cobraron la vida de 12 personas en los departamentos de Norte de Santander, Santander y Valle del Cauca.
Todo esto nos retrotrae a la espantosa violencia de los años 50 del siglo XX y a la ejecutada por los paramilitares de las AUC de Carlos Castaño desde 1995 con la complicidad de la casta política encabezada por Álvaro Uribe, quien accedió a la presidencia de la república con todo su apoyo en el 2002 hasta el 2010.
En los departamentos de Antioquia, Valle del Cauca, Norte de Santander, Sur de Bolívar y el Cauca se han registrado en los días recientes los casos más execrables
Como van las cosas, cada 6 días se registra una masacre en Colombia
En los últimos 30 días se han producido nueve de estos eventos de asesinatos colectivos, que han dejado 38 víctimas.
El 8 de septiembre pasado se dieron dos masacres: en Soledad, Atlántico, que dejó 3 víctimas; y López de Micay, Cauca, con 12 muertos. En tanto que el 12 de septiembre se produjo un asesinato colectivo en Ciénaga de Oro, Córdoba, que cobró la vida de tres personas.
El 14 de septiembre, tres personas fueron asesinadas en Cúcuta, en Norte de Santander; y el 30 del mismo mes, cinco ciudadanos murieron en un ataque en el municipio de Yumbo, en el Valle.
El pasado 4 de octubre, tres personas murieron en la Playa de Belén. Ese mismo día fueron asesinadas tres personas en Ábrego, estos municipios en el departamento de Norte de Santander.
Al día siguiente se produjo otra masacre en el municipio de Cimitarra, en Santander, en donde perdieron la vida tres personas.
El país amaneció ayer domingo 6 de octubre con la noticia de una masacre en el municipio de La Victoria, en el Valle del Cauca, en donde las víctimas del ataque fueron dos hombres y una mujer a manos de sujetos armados que ingresaron a una finca en zona rural del sector de Arrayanes y les dispararon.
Según la estadística, en territorio antioqueño se han registrado en días recientes 8 masacres que han dejado 36 víctimas; mientras que en el Valle del Cauca fueron 7 los homicidios colectivos que dejaron 27 personas muertas.
En el Cauca se han dado cinco masacres que dejaron 17 asesinatos. Enseguida están Norte de Santander, Chocó, Atlántico, Putumayo y Chocó con tres asesinatos colectivos cada uno, que dejaron 18 víctimas fatales en las dos primeras regiones y 12 en cada uno de los dos últimos.
También se registraron dos masacres en Cesar, Huila, Bogotá y Caquetá, en las que perdieron la vida 7, 6, 7 y 8 personas, respectivamente.
Igualmente, se presentó una masacre en Bolívar, 3 muertos; Casanare, 3 muertos; Risaralda, 4 muertos y Nariño 4 muertos.
En muchos de estos casos hay una presunta colaboración de la Fuerza Pública (Ejército y Policía) con reconocidos jefes de bandas sicariales como se da en Cali y el Valle del Cauca, lugar en el que Palustre, un reconocido jefe de las bandas del narcotráfico viene ejecutando de manera sistemática las masacres para despojar tierras campesinas y desplazar a la población rural. Palustre tiene el presunto apoyo del Comando de la policía departamental de Cali y de los jefes de la Tercera Brigada del sur occidente colombiano.
Lo que llama la atención de este crítico escenario de sangre y muertos es la situación alicaída en que se encuentra la paz total, que está afectada por la inconsistencia en su gestión, no obstante que al inicio del Gobierno del presidente Petro se proyectó como una audaz estrategia para poner fin al conflicto social y armado que carcome a la sociedad.
Es urgente la movilización de las comunidades y de las organizaciones populares para detener este aterrador baño de sangre que parece ha desbordado al Gobierno.
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