¿De qué sirve condenar el fascismo si no se combate el capitalismo que lo origina?” Así se construye, todos los días, la ficción de una “guerra simétrica”, donde se oculta que uno de los bandos posee armas nucleares, el respaldo de la OTAN, satélites, drones, bancos y control de las grandes cadenas informativas, mientras el otro tiene piedras, túneles y un grito desesperado: “somos humanos”. Un llamado urgente a una semiótica humanista militante que denuncie el genocidio como crimen simbólico, político y económico del capitalismo global Y toda semiótica comprometida debe asumir que el lenguaje es campo de batalla. Que cada palabra es una trinchera. Por Fernando Buen Abad almaplus.tv No hay escapatoria “digna”. No debe haberla. Cualquier atajo retórico que procure atenuar el espanto del genocidio es complicidad activa. No hay lenguaje inocente cuando se habla de crímenes de exterminio, ni lugar filosófico “neutro” cuando el horror se ejecuta a cielo abierto con aval mediático, fina...
La perversidad del mal se vuelve rutinaria... La perversidad del mal se impone a través de los medios hegemónicos con su manipulación ideológica, emocional, que construye enemigos y magnifica el dolor, el irrespeto, el miedo Carlos Fajardo Fajardo* eldiplo.info En 1963 Hannah Arendt publicó el libro, “Eichmann en Jerusalén: Un informe sobre la banalidad del mal”. En él reflexionó sobre cómo el mal se banaliza debido a obligaciones ideológicas, instrumentales, burocráticas y existenciales de ciertos individuos obnubilados por la obediencia y sumisos a las órdenes de sus superiores. Esa deshumanización, llevada a cabo por regímenes autoritarios, la analizó también en su libro de 1951, Los orígenes del totalitarismo, donde expone cómo estos regímenes logran aniquilar, tanto a sus opositores, como la capacidad de análisis y de crítica de los ciudadanos, normalizando el mal y su accionar. En 1961, con el juicio al nazi Adolf Eichmann, quien había organizado toda la logística de muerte ...