El capitalismo imperialista, con su lógica de poner la ganancia al mando sin importarle las condiciones de vida de sus esclavos asalariados, es responsable directo de este ciclo destructivo para la clase productora
Si realmente se quiere mejorar la calidad de la educación para el pueblo, es indispensable transformar radicalmente las condiciones materiales de vida de quienes todo lo producen
Revolución Obrera
agosto 23, 2024
La relación entre los malos resultados en la educación pública y la pobreza y los bajos salarios es un claro ejemplo de cómo las condiciones materiales de existencia del proletariado influyen profundamente en el desarrollo cognitivo y emocional de la prole obrera. Hoy, gracias a los avances de la neurociencia, sabemos que el cerebro y el sistema digestivo están intrínsecamente conectados, y que los productos que consumimos no solo impactan nuestra salud física, sino también nuestra capacidad de aprendizaje y nuestro estado de ánimo.
En Colombia, según un estudio de la Universidad Manuela Beltrán, 8 de cada 10 trabajadores no logran solventar sus gastos a final de mes; la mayoría de las familias proletarias agotan sus recursos en las primeras dos semanas, lo que demuestra que el salario mínimo pactado por las centrales sindicales, que supuestamente defienden los intereses del proletariado colombiano, es insuficiente para cubrir la canasta familiar. En este contexto, aunque la alimentación y el arriendo son las prioridades del gasto obrero, el acceso a una alimentación adecuada es muy limitado y, por ende, también es limitada la capacidad de aprender de los estudiantes del pueblo.
Si las familias proletarias se ven forzadas a sobrevivir con ingresos insuficientes, están obligadas a consumir alimentos de baja calidad nutricional, ricos en azúcares y grasas pero pobres en nutrientes esenciales, lo que no solo impacta negativamente la salud física, sino también afecta la microbiota intestinal cuya disfunción compromete la producción de los neurotransmisores claves para el desarrollo neuronal y vitales para el aprendizaje y el desarrollo cognitivo.
Así las cosas, los niños y jóvenes de familias proletarias, que ya enfrentan la desventaja de un sistema educativo público desfinanciado por el Estado burgués ven aún más obstaculizado su desarrollo intelectual y emocional debido a una dieta inadecuada. Esto se manifiesta en un mayor número de problemas de comportamiento y en una menor capacidad de concentración y aprendizaje.
En este marco, la pobreza perpetúa la explotación de los trabajadores porque reproduce las condiciones que limitan el potencial de las futuras generaciones obreras. Los pírricos salarios no solo condenan a las familias obreras a la precariedad material, sino que también socavan las bases biológicas necesarias para el aprendizaje y el desarrollo. La mala alimentación resultante de la pobreza a la que están sometidos los de abajo, actúa como un freno en el proceso educativo, asegurando que los hijos de la clase trabajadora queden atrapados en un ciclo de bajos logros académicos y, posteriormente trabajos mal remunerados.
El capitalismo imperialista, con su lógica de poner la ganancia al mando sin importarle las condiciones de vida de sus esclavos asalariados, es responsable directo de este ciclo destructivo para la clase productora. Al garantizar solo lo mínimo necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo, perpetúa un sistema educativo que, lejos de emancipar, refuerza las desigualdades.
Por todo lo anterior es que señalamos que la lucha por una educación pública y de calidad para el pueblo va ligada a la lucha por alza general de salarios, subsidio a los desempleados y subempleados; contra los despidos y el cierre de empresas; por empleo formal, estabilidad laboral y acabar la tercerización e intermediación laboral; contra la carestía de la vida; por congelar el precio de los servicios públicos, rebajar y congelar el precio de la gasolina y acabar con la privatización de las vías y sus cobros de peajes; no más ruina en el campo; condonación de las deudas y dar apoyo financiero y técnico a los campesinos pobres y medios; garantizar la compra de las cosechas a precios justos. Estas reivindicaciones en conjunto nos ayudarán a acceder a una alimentación adecuada lo que es una necesidad urgente para lograr mejores resultados en la educación pública.
Si realmente se quiere mejorar la calidad de la educación para el pueblo, es indispensable transformar radicalmente las condiciones materiales de vida de quienes todo lo producen. Necesitamos vencer a los de arriba en la lucha de clases, necesitamos un nuevo Levantamiento Popular para conquistar las reivindicaciones que eleven las condiciones para que los pequeños proletarios puedan desarrollar plenamente su potencial cognitivo. No lograremos esto concertando con los capitalistas y sus gobernantes, sino a través de la lucha directa y en las calles, con el pueblo organizado en Asambleas Populares que sean las semillas de un nuevo poder. Tras el triunfo temporal necesitamos consolidar la Revolución que destruya el sistema capitalista basado en la explotación del trabajo por un nuevo sistema socialista basado en la cooperación de los trabajadores.
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