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CÓMO AMÉRICA LATINA PUEDE DESVINCULARSE DEL IMPERIALISMO

La dinámica capitalista global busca reproducir la dependencia de la periferia a través del control financiero, la logística y la digitalización


INFORME DEL INSTITUTO TRICONTINENTAL
30 julio, 2024 

Hoy en día, hay ciertas cosas que no se pueden decir ante la opinión pública:El capitalismo lleva el nombre artístico de «economía de mercado»
El imperialismo se llama «globalización»
Las víctimas del imperialismo son llamadas «países en desarrollo», de la misma manera que a un enano se le podría llamar «niño».

—Eduardo Galeano
Al revés: Una introducción al mundo del espejo 1

Introducción

En los años posteriores al esplendor de la ola progresista de principios del siglo XXI en América Latina, hemos visto cómo los conceptos se han vuelto a desdibujar, como lo planteara Eduardo Galeano a finales de los años noventa. Al no nombrar las cosas con claridad por miedo a que nos señalen como políticamente incorrectos, quienes soñamos, pensamos y luchamos por un mundo más justo cedemos nuestra rebeldía y radicalidad a la derecha.

Para poder hablar del desarrollo de la periferia mundial es necesario reintroducir y repensar ciertas categorías. A lo largo del siglo XX, el desarrollo formó parte de la agenda política global. En el marco de la disputa de los años cincuenta por la hegemonía mundial entre la tríada imperialista (Estados Unidos, Europa occidental y Japón) y el bloque soviético, los think tanks capitalistas del centro propusieron una receta para los países del Tercer Mundo: la modernización capitalista.

Esta receta se inspiró en gran medida en Walt Rostow, un intelectual con vínculos directos con el poder duro estadounidense, quien propuso estas ideas en su libro de 1960 The Stages of Economic Growth: A Non-Communist Manifesto 2 . La receta describe el camino que deben seguir los países subdesarrollados para alcanzar los niveles de industrialización, crecimiento y distribución del ingreso que podrían encontrarse en el centro del sistema mundial, al menos en teoría. La idea era esencialmente que promover el ahorro interno (austeridad), reducir el consumo y liberalizar el comercio y las finanzas son los elementos clave que conducirían al despegue y luego a la completa modernización de las economías nacionales.

En respuesta a esta propuesta hegemónica, en los países de la periferia surgieron una serie de importantes discusiones sobre las condiciones concretas de sus economías. Los críticos de la teoría de la modernización identificaron la naturaleza dependiente de estos países como una barrera para su desarrollo, mientras que el centro se beneficiaba de las materias primas y la mano de obra de bajo costo de la periferia. En este contexto, el surgimiento de proyectos nacionales populares en la periferia latinoamericana y el Proyecto de Bandung en abril de 1955 llevaron a una comprensión del desarrollo que era crítica del capitalismo globalizador, como señaló Samir Amin. 3

El orden social de posguerra liderado por el imperialismo estadounidense fue desafiado por ideas de desarrollo nacional que se desvinculaban del ciclo global de acumulación y, en cambio, perseguían un marco de relaciones cooperativas entre los países de la periferia (desvincularse significaba perseguir una dinámica de desarrollo económico que no se basara en ser la periferia para el centro, sino que, más bien, pusiera los intereses de los pueblos de los países periféricos en el centro de su proyecto nacional o regional). Estos debates ayudaron a sentar las bases ideológicas de los procesos de descolonización en Asia y África, así como del apogeo de la autonomía económica en América Latina.

Este dossier busca abrir un debate sobre las posibilidades que la actual crisis del capitalismo global abre para los proyectos de desarrollo regional de América Latina y el Caribe. El mundo del siglo XXI nos plantea un dilema sobre el desarrollo de la periferia y su participación en las cadenas globales de valor controladas por las grandes empresas occidentales y sus gobiernos, un dilema que el anhelo productivista de industrialización no es capaz de abordar. ¿Qué otras opciones tienen hoy los países periféricos para un desarrollo autónomo? ¿Cuál es la importancia de las alianzas y la cooperación Sur-Sur para construir la independencia económica y la soberanía política? Estas son algunas de las preguntas que planteamos en este dossier con la esperanza de contribuir a la discusión sobre la necesidad de desvincularnos del ciclo capitalista.

El papel de la periferia latinoamericana en el actual orden mundial capitalista

Una de las premisas clave de la teoría de la dependencia es que la causa del subdesarrollo se deriva de la incorporación histórica de los países latinoamericanos a la división global del trabajo capitalista, que los dejó económicamente dependientes de los países capitalistas centrales, situación que se ha mantenido a pesar del logro de la independencia política. La teoría de la dependencia también sostiene que los países latinoamericanos no experimentaron una etapa feudal, lo que implica que las economías de la región pasaron del período colonial temprano a la era del capitalismo global con un cierto grado de desarrollo y con un papel ya establecido como proveedores de materias primas baratas. 4

Esto permitió que el costo de reproducción de la fuerza de trabajo en los países centrales disminuyera durante la expansión del imperialismo británico a fines del siglo XIX. El papel histórico de América Latina como proveedor de materias primas es una de las razones por las que no ha alcanzado altos niveles de desarrollo industrial y autonomía en los ciclos sistémicos de acumulación. 5

Desde la crisis de los años treinta hasta mediados de los setenta, algunos países de la región alcanzaron niveles intermedios de industrialización y cierto grado de sustitución de importaciones, mientras que otros, en particular los del Caribe, permanecieron sumidos en la lógica de las economías de enclave.

Si bien este período marcó un cambio respecto de la inserción inicial de América Latina en el mercado mundial, la región conservó una posición subordinada a través de un comercio desigual. Esto fue resultado de dos factores importantes.

En primer lugar, el sector primario siguió siendo altamente rentable y competitivo internacionalmente, mientras que la industria manufacturera sólo logró sostenerse a nivel interno.

En segundo lugar, la industrialización fue impulsada por dos fuerzas: 1) una oligarquía que dio origen a un tipo específico de industrialización que se ha dado en llamar industrialización oligárquica dependiente y está estrechamente vinculada a las enormes ganancias de las exportaciones de materias primas y 2) el papel central del capital extranjero en el fomento de la acumulación de capital, que aumentó la concentración del capital así como la explotación de la fuerza de trabajo (que alcanzó un nivel mayor que en los países centrales del capitalismo global). 6

Estos niveles históricos de desarrollo en América Latina fueron trastocados por la aparición del neoliberalismo en los años 1970. La dependencia tomó la forma de la financiarización de las economías latinoamericanas, que recibieron los petrodólares reciclados absorbidos por Estados Unidos a través del Volcker Shock, desatando crisis de deuda pública en toda la región en los años 1980. 7

Al mismo tiempo, se aceleró el control extranjero sobre las economías nacionales, colocando a la región en el fondo de las cadenas globales de valor, lo que también significó desmantelar las redes industriales y fortalecer nuevas formas de saqueo de los recursos naturales.

La crisis del proyecto neoliberal y el rotundo «no» al Tratado de Libre Comercio de las Américas promovido por Estados Unidos en 2005 marcaron un nuevo período progresista, aunque se desvaneció en menos de diez años. 8 La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), un proyecto respaldado por Hugo Chávez y otros presidentes latinoamericanos que se fundó en 2004 para promover una forma alternativa de integración para la región, perdió impulso.

Esto fue resultado tanto de la embestida de una contraofensiva neoliberal-imperialista que comenzó a intensificarse en la década de 2010 como de la falta de apoyo de los gobiernos progresistas que gradualmente moderaron sus iniciativas políticas, económicas y diplomáticas. Si bien algunos sostienen que hoy hay una nueva ola progresista en la región, los proyectos actuales son mucho menos radicales que los que surgieron de las movilizaciones masivas de los años neoliberales.

Los últimos años, en particular desde la pandemia, han mostrado claramente los límites de la capacidad de una agenda tímidamente progresista para cambiar el papel subordinado que el capital global asigna a la periferia latinoamericana.

Emiliano López y Deborah Noguera calcularon la dependencia de las economías de la región a partir de tres variables importantes: la posición de los países en las cadenas globales de valor, los costos laborales y la propiedad y/o control extranjero de los recursos y la infraestructura. El resultado, lo que ellos llaman el Indicador Sintético de Dependencia, se muestra en la figura 1: cuanto más alta es la cifra, más dependiente es la economía del país. 10


Figura 1. Índice de dependencia por país, 2018
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Centro de Crecimiento y Desarrollo de Groningen, OECD.Stat, el Banco Mundial y la UNCTAD. 11Centro de Crecimiento y Desarrollo de Groningen,

La dinámica capitalista global busca reproducir la dependencia de la periferia a través del control financiero, la logística y la digitalización. Así, mientras que el capital extranjero está fuertemente invertido tanto en el centro como en la periferia, hay dos diferencias cualitativas muy importantes.

La primera es que mientras que el capital en los países del centro se orienta principalmente a la creación de valor en el mercado interno, en las economías periféricas, el capital extranjero se concentra en la creación de valor en el mercado externo. Ruy Mauro Marini citó esta distinción como una de las razones clave por las que la circulación de capital en la periferia está asociada con bajos niveles de demanda de consumo. 12

La segunda diferencia es que hay niveles más profundos de financiarización en el centro, lo que significa que los accionistas controlan la mayoría de las corporaciones transnacionales que operan en la periferia. Por lo tanto, el centro controla el proceso de acumulación en la periferia.

Dada la posición subordinada de la periferia, ¿cuál es la estrategia de desarrollo de los gobiernos progresistas de la región en el marco de la llamada segunda ola progresista del siglo XXI?

La idea de que es necesario acelerar la industrialización orientada a la exportación de los países latinoamericanos mediante la incorporación de tecnología avanzada para romper las cadenas del desarrollo dependiente parece ocupar un lugar clave en la agenda de los gobiernos progresistas actuales, haciéndose eco de la ideología de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Se trata de implementar una senda de crecimiento similar a la seguida por los llamados Tigres Asiáticos en el siglo XX, al tiempo que se industrializan los abundantes bienes comunes de la región.

En gran medida, estos enfoques siguen dependiendo del papel de la industria manufacturera, a pesar de que el mayor crecimiento del empleo en la región se da en los servicios financieros, de salud y de transporte. 13

Además, la industrialización por sí sola no garantiza el tipo de aumento de la producción que permitiría a las economías de la región desvincularse y avanzar hacia mayores niveles de soberanía e independencia económica, ya que son los actores que controlan el proceso de desarrollo quienes determinarán su rumbo.

Los proyectos progresistas tienden a pasar por alto dos cuestiones cruciales a la hora de pensar en una vía de desarrollo nacional autónomo: el alto grado de propiedad extranjera presente en la mayoría de las economías de la región y la subordinación de las pequeñas y medianas empresas a la dinámica de las grandes empresas concentradas, generalmente extranjeras.

Estas cuestiones son claves para entender por qué los países latinoamericanos no logran romper el círculo vicioso de la dependencia respecto de actores que son o bien los beneficiarios directos de la dependencia (las empresas transnacionales) o bien quienes crean las condiciones para su producción y reproducción (las grandes empresas nacionales).

Fuente: Elaboración propia con base en datos del Banco Mundial. 14

El punto central es que la periferia es la fábrica del mundo actual. Como parte de la búsqueda constante de menores costos y de la creación de nuevos espacios altamente rentables para las grandes empresas, la deslocalización ha llevado a la mayor parte de la periferia a convertirse en productora de bienes manufacturados, como se muestra en el cuadro 1.

Sin embargo, si bien los países de la periferia producen más bienes manufacturados que los del centro, su ingreso per cápita es mucho menor. Por lo tanto, la estrategia de industrialización actual no es en sí misma una base suficiente para un proyecto de desarrollo autónomo e inclusivo; simplemente reproduce la subordinación de los países periféricos a los roles que les asignan en las cadenas globales de valor las grandes corporaciones de los países del centro. Además, la producción manufacturera de América Latina está relativamente poco diversificada y, lo que es más importante, no produce bienes industriales de alta tecnología, como se puede ver en el gráfico 2.

Figura 2. Industrias de tecnología media y alta como porcentaje del valor agregado manufacturero, 2023
Fuente: Elaboración propia con base en datos de ILOSTAT, UN Comtrade y Banco Mundial. 15

Con excepción de unos pocos países asiáticos, Europa y América del Norte mantienen un control casi completo sobre la manufactura de alta tecnología, mientras que la manufactura de baja tecnología se concentra en la periferia. Los gobiernos progresistas afirman que esto se debe a la falta de un plan nacional de desarrollo que favorezca a las empresas y desarrolle industrias tecnológicas de acuerdo con el impulso a la industrialización orientada a la exportación. Sin embargo, esta asimetría de la producción es inherente al capitalismo, que se basa en la desigualdad a escala global.

Como nos recordó Samir Amin, el capitalismo es un «sistema polarizador» que divide a las naciones. 16 Mientras que en los países centrales los procesos de producción están diversificados y se centran en los servicios, las finanzas y los bienes industriales de alta tecnología, hoy los países de la periferia ocupan el lugar de ejércitos de reserva mal pagados para producir bienes básicos para el mercado mundial, además de su papel histórico como proveedores de materias primas.

Los países periféricos comercian más con los países centrales de los que históricamente han dependido que con otros países periféricos. Su creciente participación en las cadenas globales de valor no hace más que reforzar estas posiciones.

En los años 1980, la CEPAL combinó las ideas heredadas del desarrollismo (construcción de una economía interna) y las nuevas ideas del globalismo (orientación de la economía hacia las exportaciones). Esta estrategia relativamente incoherente proporcionó la base teórica para muchos de los gobiernos progresistas de los años 1990.

En lugar de construir las bases económicas dentro de una sociedad, las políticas adoptadas impulsaron la manufactura avanzada con mano de obra de bajo costo diseñada para producir bienes para la exportación. Se entendió que esta estrategia de desarrollo orientada hacia el exterior era atractiva para atraer inversión extranjera directa (en otras palabras, capital internacional altamente móvil). La estrategia orientada a la exportación y la importación de dinero especulativo sólo reforzaron la dependencia de la región.

Esta perspectiva parece pasar por alto lo obvio: que el desarrollo capitalista –y por lo tanto sus patrones espaciales– están impulsados por la búsqueda constante de ganancias privadas. Para aumentar sus ganancias, las empresas capitalistas pueden emplear nuevas tecnologías, exprimir más a los trabajadores (por ejemplo, aumentando la duración de la jornada laboral o empeorando las condiciones laborales) o invertir en ubicaciones geográficas más rentables.

La inversión de capital excedente en diferentes partes del mundo ofrece una solución espacio-temporal a la disminución de la rentabilidad debido al aumento de los costos de producción y la desaceleración del crecimiento.

En palabras de David Harvey, “la organización de nuevas divisiones territoriales del trabajo, de nuevos complejos de recursos y de nuevas regiones como espacios dinámicos de acumulación de capital brindan nuevas oportunidades para generar ganancias y absorber excedentes de capital y trabajo”. 17

Por lo tanto, la deslocalización y fragmentación de la producción en cadenas globales de valor, que se presenta como una solución espacio-temporal a las preocupaciones de rentabilidad de las grandes empresas globales, permite a las empresas del núcleo aumentar las tasas de ganancias mediante la integración de áreas con menores costos de producción en el proceso de producción. Las oportunidades de ganancias que hacen que determinadas regiones sean atractivas para la inversión y la acumulación de capital incluyen la oferta de mano de obra excedente de bajo costo, habilidades laborales específicas, un rápido desarrollo tecnológico, mercados de rápido crecimiento, infraestructura de calidad y la existencia de recursos naturales fácilmente disponibles.

Es claro que, si bien los países BRICS originales (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), algunas de las nuevas incorporaciones al BRICS y tal vez algunas economías del sudeste asiático están subordinadas en el orden global, no obstante han desarrollado fuerzas productivas que los acercan a desafiar la estabilidad de la unipolaridad impuesta por los Estados Unidos a través de la militarización extrema en su implacable impulso hacia el hiperimperialismo. 18

Este grupo de países muestra claramente que la multipolaridad es una construcción espacio-temporal contrahegemónica capaz de desafiar la construcción espacio-temporal hiperimperialista y abrir lo que David Harvey ha llamado «espacios de esperanza» que pueden confrontar los «espacios del capital». 19

El papel de la multipolaridad en la lucha por la soberanía nacional

Las deficiencias de la perspectiva cepalina y de otros proyectos de desarrollo para la periferia latinoamericana pueden resumirse en dos cuestiones fundamentales. La primera es que se basan en un enfoque en el que el Estado aparece como un actor del desarrollo independiente de la dinámica de la acumulación de capital y de la propia lucha de clases. En lugar de pensar al Estado-nación como una relación social que agudiza la lucha de clases, este enfoque lo sitúa en un marco estructural de relaciones predominantemente capitalistas, es decir, de relaciones asimétricas de poder entre el trabajo y el capital.

Esta última perspectiva parece haber sido completamente borrada como consideración en el desarrollismo del siglo XXI, y su omisión es, en gran medida, una de las causas centrales de la incapacidad de trazar una senda de desarrollo estable, independiente y soberano con mejoras significativas para el bienestar de la mayoría de los habitantes de la región.

Esta visión estadocéntrica esencialmente desestima la importancia de las estrategias para enfrentar a los sectores más concentrados del capital, considerándolos en cambio como parte necesaria de una estrategia de desarrollo, o incluso como su actor fundamental.

Aquí es donde radica uno de los puntos más importantes: si pensamos en el desarrollo como un concepto crítico al capitalismo, como propuso Amin, entonces la transformación del Estado nacional para volverse autosuficiente a través de la multipolaridad se vuelve absolutamente esencial.

En segundo lugar, todas las perspectivas centradas en el Estado-nación presuponen que la posición subordinada de América Latina en el orden global es resultado estrictamente de la incapacidad de los gobiernos de la región para promover una estrategia de desarrollo exitosa y competitiva que satisfaga las necesidades del mundo actual.

Esta perspectiva parece restar importancia a la dinámica global de acumulación, a la desigualdad cada vez mayor que se deriva de la participación en las cadenas globales de valor y a la importancia de desarrollarse a una escala geográfica que sea capaz de satisfacer las necesidades de la periferia, factores todos ellos claves para la construcción de una estrategia multipolar.

No reconocer los factores subyacentes de la dependencia de la región implica ignorar la estructura de poder claramente definida del orden mundial liderado por Estados Unidos, así como los cambios que se han producido en ese orden a medida que la hegemonía estadounidense ha declinado. En vista de ello, la estrategia hiperimperialista plantea un profundo riesgo para la humanidad.

En este contexto, la capacidad de integrar regiones y superar la lógica de unipolaridad que el núcleo pretende impulsar es una parte crucial de la agenda para el desarrollo alternativo, soberano e independiente de América Latina.

Por lo tanto, una estrategia de desarrollo eficaz para América Latina debe cuestionar el papel asignado a la región por el capital global y sus gobiernos, y al mismo tiempo cuestionar las prioridades de los Estados nacionales que aceptan estas condiciones de desigualdad y colocan a las grandes empresas en el centro del desarrollo.

Esta estrategia no sólo es perjudicial para los trabajadores de América Latina, sino que también ha llevado al fracaso constante de los gobiernos progresistas a la hora de impulsar proyectos que construyan la independencia económica de la región sobre una base de apoyo masivo. En el contexto actual, una estrategia de desarrollo crítica del capitalismo debe basarse en:
  • la construcción de un proyecto político coordinado a nivel continental y basado en la cooperación y no en una lógica de competencia;
  • complementariedad frente a la sustitución de la producción;
  • unidad continental en contraposición a los acuerdos bilaterales;
  • Respetar los recursos naturales en lugar de saquearlos;
  • desarrollar condiciones para aumentar el valor interno en lugar de priorizar las exportaciones;
  • y garantizar derechos en lugar de precariedad.
La agenda estratégica 2030 del ALBA-TCP está en gran medida en línea con las necesidades de la población de la región en los niveles económico, político, social y cultural. 20 Para que un proyecto de estas características tenga éxito para la región en su conjunto, es necesario profundizar el debate entre países que hoy persiguen distintas formas de desarrollo.

Algunos están consumidos por el crecimiento de proyectos de extrema derecha y de derecha conservadora clásica, que se someten a la voluntad del capital global, mientras que en otros los proyectos progresistas en el poder muestran un debilitamiento del compromiso emancipador. Esta situación ha llevado a la semibalcanización de la región y a la subordinación de una porción significativa de América Latina a los designios del centro.

Para que dicha agenda avance hacia un camino de desarrollo independiente y multipolaridad es necesario desvincular al menos cuatro áreas clave:Finanzas : Los gobiernos deben desarrollar y ampliar herramientas como el Banco del ALBA y participar en el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS para impulsar estrategias de financiamiento específicas para la región, centradas en actividades productivas y en eliminar el dólar estadounidense de la mayoría de las transacciones que se realizan en la región. Sin una moneda soberana, la dependencia financiera y la volatilidad económica de la región sólo se intensificarán.

Comercio: Los proyectos políticos progresistas que ostentan el poder estatal deben basar su estrategia comercial en la cooperación regional y planificar, en un contexto regional colaborativo, la producción y el suministro de bienes de consumo masivo, como alimentos, energía y servicios básicos. Esto debe lograrse pagando salarios justos a los trabajadores, no siguiendo una lógica de superexplotación.

Recursos estratégicos: La región posee una importante capacidad para producir energía y productos primarios. Para lograr una industrialización sostenible que genere un nivel de vida digno para todos, es necesario diseñar estrategias no capitalistas con proyectos de participación de las masas para planificar el uso de los recursos estratégicos de la región.

Infraestructura logística: Para superar los monopolios logísticos controlados por corporaciones transnacionales en áreas como puertos, vías navegables y carreteras, los gobiernos deben crear infraestructura regional para desarrollar el comercio y el transporte, así como fortalecer una red de servicios.

Aunque sin duda otros elementos serán importantes en la estrategia de desarrollo de la región, cualquier proyecto independiente y soberano que sea eficaz debe basarse en nociones de igualdad, humanidad y respeto por nuestro planeta.

Esto exige romper con el lenguaje de lo correcto, que es el lenguaje del capital, y decir las cosas con claridad: los países de la periferia latinoamericana son países dependientes como resultado de años de opresión y saqueo por parte de los países centrales y de la consolidación de una clase dominante y una forma de Estado que tiende a promover los intereses del centro.

La lucha contra esta opresión comienza por centrar nuestra reflexión sobre el desarrollo en las condiciones materiales del presente. Para ello es necesario considerar el desarrollo como mucho más que la industrialización.

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