Experimentamos desespero, atosigamiento ante la mirada permanente del otro, ese otro que está ahí invadiendo nuestro perímetro personal... entonces uno se siente asfixiado con ganas de escapar, salir corriendo o mandar al carajo a ese intruso que me vigila sin quitar la mirada, a ese otro que se está apoderando de mí.
Mauricio Castaño H.
Historiador – Colombiakrítica
Luchamos por la intimidad, por estar con nosotros mismos para realizarnos en esta empresa que es el yo. El yo, el individuo reclama una playa de intimidad en donde pueda escaparse de la indiscreción. Uno necesita estar solo, estar con uno mismo en los espacios de intimidad, reafirmarse en lo propio que uno es, saberse diferente a los demás para no perderse, para que el yo no se diluya.
Es innegable la lucha por la intimidad. A falta de un territorio enteramente cerrado, en el cual cada uno se atrincheraría y donde nadie vendría a cruzárselo, es decir, importunarlo, el individuo quiere al menos disponer de una playa “de intimidad”. Él desea escapar a la indiscreción y a los problemas. (Dagognet).
Experimentamos desespero, atosigamiento ante la mirada permanente del otro, ese otro que está ahí invadiendo nuestro perímetro personal... entonces uno se siente asfixiado con ganas de escapar, salir corriendo o mandar al carajo a ese intruso que me vigila sin quitar la mirada, a ese otro que se está apoderando de mí. “Más allá de estas descripciones hiperbólicas, que expresa nuestra voluntad de esquivar un engullimiento o la vigilancia (el otro que nos espía, nos acecha, nos invade) ¿Cómo nos salvará el derecho de la estrechez espacial, y cómo podrá él organizarnos un universo donde nadie entraría sin nuestro consentimiento?” (Seguimos a Dagognet in: Trastorno, p. 44)
El yo sé balancea en los espacios de intimidad y de estar con los otros en los cuales me diferencio y me reafirmo en lo que soy. Dagognet en el libro Trastorno, en el cual nos inspiramos, resume bien esta necesaria intimidad del yo, del retiro psicológico de nuestro pasado, nuestros apegos, nuestros afectos, nuestras diversiones… “¿Por qué una tal petición? Porque al vivir perpetuamente bajo la mirada del otro, el yo sé extenúa y se pierde; no solamente precisa remojarse en su fondo patrimonial inexplicable, sino que nadie puede desarrollarse sin darse vuelta hacia sus cimientos secretos, esos que sólo a él le pertenecen. La libertad también se implanta aquí; nos decidimos por fuera de las presiones ambiente; ponemos a distancia todo lo que nos rodea, con el fin de sopesar mejor el pro y el contra”. (p. 42)
“No es que el sujeto busque sólo la soledad, sino que él desea vivir con algunos con los que quiere tener lazos privilegiados; piensa escoger los que quiere conservar, descartando a los otros, sin tener que rendir cuentas a nadie (la conquista de su propia esfera psicológica). Nuestras correspondencias, nuestros intercambios verbales, nuestros encuentros, nuestras actividades privadas, deben escapar por consiguiente a toda captura así como a la difusión, en tanto que la una como la otra busca criticarnos o incidir sobre nuestras elecciones, nuestras decisiones”. (p.43)
Por eso la tríada freudiana habla de tres configuraciones del humano: el Yo equivale a mi Consciencia; el Super Yo que es mi sentido moral o ético, mis valores más altos y nobles hacia todo aquello que me rodea; y por último el Ello o mis deseos inconfesables, aquello que quiero ser pero no me lo puedo permitir, aquello en lo que puedo ser pero de manera desdoblada bajo ciertos efectos de psicodelia si se quiere pero que luego al volver el mundo real sobreviene el arrepentimiento, insumo o material para ir al confesor que preste o alquile su oreja, bien sea cura o psicoanalista.
El yo bascula entre los espacios íntimos y sociales, entre lo público y lo privado, de cualquier forma estamos atentos para salvaguardarnos de las intromisiones.
Nuestras excusas a los que reclaman las profundidades, nosotros somos de las superficies por aquello de que lo más profundo es la piel, lo dijo Verlaine, en ella, en la superficie, se manifiesta el adentro. En cambio, en las profundidades lo oscuro nos hace perder.
Edición 837 – Semana del 12 al 18 de agosto de 2023
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