Hallan extrañas formas de vida bajo 900 metros de hielo en la Antártida
El agua debajo de la Antártida no es buena para la vida debido a su baja temperatura y a una absoluta oscuridad. No obstante, un grupo de científicos ha descubierto allí por casualidad varias formas de vida hasta ahora desconocidas.
Fue durante una expedición geológica cuando el grupo de investigadores perforaron 900 metros de hielo de la plataforma de hielo Filchner, a 260 km de distancia de mar abierto, y las descubrieron.
"Este descubrimiento es una de esas afortunadas casualidades (...) que nos muestran que la vida marina antártica es increíblemente especial y está sorprendentemente adaptada a un mundo helado", subraya sorprendido el biogeógrafo Huw Griffiths, del British Antarctic Survey.
La comunidad científica ya conocía la existencia de la vida bajo el hielo, normalmente en forma de peces, medusas, gusanos y crustáceos. No obstante, nadie esperaba encontrar allí organismos filtradores, como las esponjas, ya que suelen alimentarse mediante la fotosíntesis, que no es posible a esta profundidad.
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Sin embargo, debajo de la plataforma de Filchner —de 890 metros de grosor y a una profundidad del fondo marino de 1.233 metros— Griffiths y sus colegas encontraron precisamente unas esponjas adheridas a la roca. También descubrieron 22 organismos no identificados que podrían ser esponjas, ascidias e hidroides. El hallazgo, publicado en la revista Frontiers in Marine Science, es el primero en documentar la existencia de animales estacionarios en estas condiciones de vida.
La mayor parte de la vida en la Tierra depende del Sol para sobrevivir y genera energía mediante la fotosíntesis. Sin embargo, en las profundidades del océano los seres vivos utilizan una estrategia diferente. Por ejemplo, alrededor de las fuentes hidrotermales del océano que emiten calor y sustancias químicas volcánicas, las bacterias recurren a la quimiosíntesis para fabricar azúcares de los que luego se alimentan.
"Nuestro descubrimiento plantea muchas más preguntas a las que responde, como por ejemplo, cómo llegaron allí, qué comen y cuánto tiempo llevan en ese lugar", pondera Griffiths.
Se calcula que la roca investigada por Griffiths y su equipo está a una distancia de entre 625 y 1.500 kilómetros de la región de fotosíntesis más cercana, así que parece probable que los seres que viven allí dependan de alguna forma de cadena alimentaria quimiosintética, aunque las esponjas sean carnívoras.
Para responder a estas preguntas, los investigadores tienen que encontrar la manera de acercarse a estas formas de vida a tanta profundidad bajo el hielo, destaca Griffiths.
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