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LO QUE YA MARX HABÍA DESCUBIERTO: ¡LAS DESIGUALDADES SON FRUTO DEL CAPITALISMO!

Marx y Piketty: adendum

Maciek Wisniewski


Hablando hace poco de la pandemia del Covid-19 y debatiendo si la crisis actual nos llevará a una sociedad más justa (sic), Thomas Piketty confirmaba de manera sintomática cómo el discurso de las desigualdades ya funge el papel ideológico en el capitalismo (véase: Marx, Piketty y los ladrones de conceptos, bit.ly/3gL1ACo) ocultando mecanismos sistémicos, relaciones de poder reales y agencia detrás de diferentes procesos a fin de asegurar su reproducción. Se situaba allí donde verdaderamente pertenece: en los antípodas del marxismo, a pesar de seguir –con obstinación digna de una causa mejor− fingiendo ser un marxista (bit.ly/2LurMTr). Subrayando que se requiere una movilización social y política para empujar las sociedades en dirección de más igualdad −¡ chin!, ¿por qué nadie había pensado en esto antes?− recordó a la pandemia de la gripe española de 1918, remarcando que “lo que falta en pensar en las pandemias es la desigualdad (sic), o sea que no todos los grupos sociales quedan afectados de la misma manera –¡ chin!,¿por qué nadie había pensado en esto antes tampoco?−: mientras en 1918 en EU y en Europa pereció de 0.5 a 1 por ciento de la población, en India murió casi 6 por ciento”. Según él, la pandemia de hoy está revelando niveles de desigualdad igualmente chocantes (bit.ly/3cs5D45).

Si la premisa que no todos quedan afectados igual es más que correcta (regresaremos a ella), para saber qué ocurrió en India en 1918 hay que buscar en otro lado. Mike Davis –¡ suprise, suprise!: un verdadero marxista (bit.ly/3gv9xLN)−, escribiendo sobre Covid-19 apunta que durante el brote de la gripe española, que mató más gente que la Primera Guerra Mundial, más de 60 por ciento de sus víctimas globales, hasta 20 millones de personas, provenían de la parte occidental de India y ya estaban debilitadas por la hambruna inducida por el colonialismo británico. El virus vino justo cuando brutales requisiciones y exportaciones forzosas de granos coincidieron con una sequía: millones de pobres cayeron víctimas de una sinergia mortal entre el colonialismo, la malnutrición que suprimió sus sistemas inmunes y una rampante neumonía viral (bit.ly/36PxIAp). Pensar en esta pandemia en India y otros países, víctimas del imperialismo europeo de principios del siglo XX como Irán, en términos de la desigualdad (sic) ofrece explicaciones estériles que dejan off the hook no sólo a los corresponsables de esta atrocidad (colonizadores británicos), sino al sistema y su ideología −...que Piketty supuestamente desnuda en El capital y la ideología (2019)− abrazada por ellos: ya en Late victorian Holocausts. El Niño famines and the making of the Third World” (2001), Davis demostró cómo aferrarse a los mitos del libre mercado y el laissez-faire provocó otras horrorosas hambrunas en India.

Lo irónico –y, otra vez, sintomático− es que este oscurecimiento ocurre cuando Piketty se propuso en su nuevo libro aumentar el alcance de su mirada y analizar –como él no deja de subrayar, arrojando de paso más generalidades sobre el Covid-19 (bit.ly/2T482do)− la historia del colonialismo, la esclavitud y desigualdades a escala global, ofreciendo unos pasajes bien incómodos para el liberalismo, pero que carecen de fuerza de la denuncia, p.ej. de D. Losurdo (véase Liberalism. A counter-history, 2011), ni son “fruto de ‘turbo- Annales’”, como había laudado su método un comentarista, sólo para admitir luego que aquellas partes son... poco convincentes (bit.ly/3gINEZM). Al final, tratando de aumentar el espectro del análisis Piketty más bien amplió el campo de lugares comunes, algo que... ya le había pasado (bit.ly/35XowJQ) en El capital en el siglo XXI (2013) (la alusión a La ampliación del campo de la lucha, uno de los títulos de Houellebecq, epítome de la degringolade intelectual de Francia, es desde luego muy intencional).

En fin. Si hay algo que ayuda a pensar en esta pandemia es este puñado de premisas (marxistas): 
1. nuestras sociedades son sociedades clasistas – vide: no todos quedan afectados... (los ricos en sus casas de retiro, la clase media en sus depas, los trabajadores en las maquiladoras o en las calles...)−, pero claro de clase no hay nada en Piketty: “es un concepto passé”; 
2. el trabajo importa: el Covid-19 reconfirmó su centralidad (trabajadores esenciales, etc.) animó una ola de activismo laboral y huelgas demostrando ser la brecha central en el sistema a la luz de llamados a reabrir la economía (bit.ly/2UgjN1l), pero claro, en Piketty, en más de 2 mil páginas de sus dos opus magnums no hay nada sobre el trabajo: en el mundo según Piketty el dinero hace el dinero (M-M’); 
3. los flujos financieros y la producción capitalista moldean nuestros ecosistemas: fue el capital neoyorquino que tras el crack de 2008 forzado a expandirse o morir se movió a China produciendo nuevas condiciones en la agricultura que propiciaron el surgimiento de Covid-19... (bit.ly/2BofoCO).

Pensar en términos de las desigualdades –un discurso adoptado ya por la OCDE o The Economist, el portavoz de la ideología capitalista (sic)− es ocultar los mecanismos sistémicos y tapar el conflicto central entre los trabajadores asalariados y los capitalistas (¡Marx!), la verdadera fuente de la dominación/subordinación en el capitalismo, no la desigualdad monetaria ( bit.ly/30tOqUI). Igual lo es pensar así en las pandemias.

Fuente:

¿El coronavirus conducirá a sociedades más justas? Thomas Piketty explora la perspectiva

Laura Spinney

Economist analiza los efectos de la pandemia en las economías, las sociedades y la globalización.

Thomas Piketty: "Siempre se necesita una gran movilización social y política para mover a las sociedades en la dirección de la igualdad". Fotografía: Joel Saget / AFP / Getty Images

TEl economista francés Thomas Piketty es el autor más vendido de Capital in the Twenty-First Century (2013) y su seguimiento, Capital and Ideology (2019), un barrido a través de 1,000 años de la historia de la desigualdad.

En declaraciones a The Guardian, dijo que había estado pensando en las oportunidades que esta pandemia puede presentar para construir sociedades más justas e igualitarias.

¿Cómo se compara esta pandemia con las históricas?
Las estimaciones de modelos más pesimistas del eventual número de muertos por esta pandemia, es decir, sin ninguna intervención, son alrededor de 40 millones de personas en todo el mundo. Eso corresponde a aproximadamente un tercio de la cifra de muertos por la pandemia de gripe de 1918, ajustada por población. Pero lo que falta en los modelos es la desigualdad: el hecho de que no todos los grupos sociales se ven afectados de la misma manera, y lo que es más importante, tampoco lo son los países ricos y pobres.

Esto fue revelado por la gripe de 1918, donde el 0,5% al ​​1% de la población pereció en los Estados Unidos y Europa, en comparación con el 6% en la India. Lo sorprendente de esta pandemia son los altos niveles de desigualdad que está revelando. También nos enfrentamos a la violencia de esa desigualdad, porque el encierro en un apartamento grande no es lo mismo que el encierro si no tiene hogar.

¿Son las sociedades occidentales más desiguales que en 1918?
Los niveles de desigualdad que vemos hoy son mucho, mucho más bajos de lo que eran hace un siglo. En cierto modo ese es mi mensaje. Soy optimista La historia que cuento es una historia de aprendizaje, de progreso a largo plazo. Ese progreso ocurrió debido a movimientos políticos e intelectuales que se propusieron construir sistemas de seguridad social y de impuestos progresivos, y transformar nuestro sistema de propiedad. La propiedad era sacrosanta en el siglo XIX, pero fue gradualmente santificada. Hoy tenemos un equilibrio mucho mejor de los derechos de los propietarios, trabajadores, consumidores y el gobierno local. Eso representa una transformación completa en nuestra noción de propiedad, y se combinó con un mayor acceso a la salud y la educación.

Pero la desigualdad es mayor ahora que en la década de 1980. ¿Entonces se necesita una corrección?
Si. La respuesta correcta a esta crisis sería revivir el estado social en el norte global y acelerar su desarrollo en el sur global. Este nuevo estado social exigiría un sistema fiscal justo y crearía un registro financiero internacional que le permitiría atraer a las empresas más grandes y ricas a ese sistema. El actual régimen de libre circulación de capital, establecido en los años ochenta y noventa bajo la influencia de los países más ricos, especialmente en Europa, fomenta la evasión de millonarios y multinacionales. Impide que los países pobres desarrollen un sistema fiscal justo, lo que a su vez socava su capacidad de construir un estado social.

En Capital and Ideology, usted describe cómo los choques, como las guerras y las pandemias, pueden impulsar tales correcciones. ¿Es posible que la desigualdad extrema pueda incluso provocar tales conmociones, en otras palabras, que la desigualdad se corrige a la larga?
Creo que hay algo en eso, sí. En el libro argumentaba que las dos guerras mundiales fueron en gran medida el resultado de la extrema desigualdad que existía en las sociedades europeas anteriores a la primera guerra mundial, tanto dentro de esas sociedades como internacionalmente, debido a la acumulación de activos coloniales. Esa desigualdad no era sostenible, y causó la erupción de esas sociedades, pero lo hicieron de diferentes maneras: la primera guerra mundial, las revoluciones rusas, la pandemia de 1918. La pandemia se apoderó de los sectores más pobres de la sociedad, con su escaso acceso a la atención médica, y se vio exacerbada por la guerra. El resultado de estos choques acumulativos fue una compresión de la desigualdad durante el próximo medio siglo.

El principal ejemplo que da en el libro, de una pandemia que conduce una corrección, es la Peste Negra del siglo XIV . ¿Qué paso después de eso? Durante mucho tiempo ha habido una teoría de que el final de la servidumbre fue más o menos una consecuencia de la Peste Negra. La idea era que hasta el 50% de la población eliminada en algunas regiones, la mano de obra se volvía escasa y, por lo tanto, los trabajadores podían asegurar mejores derechos y estatus para sí mismos, pero resulta ser más complicado que eso. En algunos lugares, la Peste Negra en realidad reforzó la servidumbre. Precisamente porque la mano de obra era escasa, se volvió más valiosa para los propietarios de tierras que, por lo tanto, estaban más motivados para obligarla.



La conclusión, que también es relevante hoy en día, es que los choques poderosos como pandemias, guerras o choques financieros tienen un impacto en la sociedad, pero la naturaleza de ese impacto depende de las teorías que las personas tienen sobre la historia, la sociedad y el equilibrio de poder. una palabra, ideología, que varía de un lugar a otro. Siempre se necesita una gran movilización social y política para mover a las sociedades en dirección a la igualdad.

¿Podría esta pandemia inclinarnos hacia el tipo de socialismo participativo que usted recomienda?
Es demasiado pronto para decirlo, precisamente porque las pandemias pueden tener efectos tan contradictorios en la movilización política y el pensamiento. Al menos, creo, reforzará la legitimidad de la inversión pública en salud. Pero también podría tener un tipo de impacto completamente diferente. Históricamente, por ejemplo, las pandemias han provocado la xenofobia y las naciones se vuelven hacia adentro. En Francia, el político de extrema derecha Marine Le Pen dice que no debemos volver demasiado rápido a la libre circulación en la Unión Europea. Especialmente si la cifra final de muertos es muy alta en Europa, en comparación con otras regiones, existe el riesgo de que la narrativa antieuropea de Trump y Le Pen gane fuerza.

P: ¿Qué pasa con la deuda pública, que se está disparando como resultado de esta pandemia? ¿No se verán obligados los gobiernos a actuar para frenar eso?
Si, eso es probable. Cuando llega a un nivel muy alto de deuda pública, como lo han hecho nuestras naciones europeas y los EE. UU., Necesita encontrar soluciones poco ortodoxas porque el reembolso es simplemente demasiado paralizante y lento. La historia nos ofrece muchos ejemplos de esto. En el siglo XIX, cuando Gran Bretaña tuvo que pagar sus deudas del período napoleónico, esencialmente gravaba a las clases bajas y medias para pagar a los tenedores de bonos de la clase alta. Esto funcionó porque, al menos a principios del siglo XIX, solo los ricos podían votar.
Es el argumento de la pendiente resbaladiza: el argumento clásico de los conservadores a lo largo de la historia.Thomas Piketty

Hoy, no creo que funcione ... Después de la segunda guerra mundial, por otro lado, Alemania y Japón encontraron una solución diferente y, en mi opinión, mejor. Gravaron temporalmente a los ricos. Funcionó muy bien, permitiéndoles comenzar la reconstrucción desde mediados de la década de 1950 sin ninguna deuda pública. La necesidad te hace inventivo. Podría ser que para salvar la eurozona, por ejemplo, el Banco Central Europeo tendrá que asumir la responsabilidad de una mayor parte de la deuda de los Estados miembros. Ya veremos.

¿Entonces podría transformar la Unión Europea?

No debemos confiar en una crisis para resolver los problemas que necesitamos resolver, pero podría ser un estímulo para cambiar. La UE comenzó a fragmentarse con Brexit. Es una explicación débil del Brexit decir que los pobres son nacionalistas. El problema es que si tiene libre comercio y una moneda única sin objetivos sociales, terminará en una situación en la que la libre movilidad del capital beneficia a los ciudadanos más móviles y de mayor riqueza, y aliena a las clases media y baja. Si desea mantener la libre circulación, debe estar casada con impuestos comunes y políticas sociales comunes, que podrían incluir inversiones comunes en salud y educación. La historia también es instructiva aquí. Construir un estado de bienestar dentro de un estado nación ya era un gran desafío. Se requiere de ricos y pobres para llegar a un acuerdo y una gran lucha política. Creo que es posible hacerlo a nivel transnacional, pero probablemente tendrá que hacerse primero en un pequeño número de países. Otros pueden unirse más tarde si aceptan la ideología. Espero que se pueda hacer sin romper la UE actual, y espero que Gran Bretaña regrese, eventualmente.

Se ha hablado de desglobalización después de esta crisis. Va a suceder?

Creo que sucederá en algunas áreas estratégicas, como los suministros médicos, solo porque necesitamos estar mejor preparados para la próxima pandemia. Hay más trabajo por hacer para que suceda en todos los ámbitos. Por el momento, nuestra elección ideológica es tener aranceles del 0% sobre el comercio internacional, porque el temor es que si comenzamos a aumentar los aranceles, ¿dónde se detendrá? Es similar a la discusión del siglo XIX sobre la redistribución de la propiedad. La gente prefería defender incluso la desigualdad extrema en la propiedad, incluso la propiedad de los esclavos, en lugar de aceptar alguna redistribución, porque temían que una vez desatada terminara con la expropiación de toda la propiedad. Es el argumento de la pendiente resbaladiza: el argumento clásico de los conservadores a lo largo de la historia. Hoy creo que tenemos que salir de esta mentalidad de tarifa cero, aunque solo sea para pagar amenazas globales como el cambio climático y las pandemias, pero eso significa inventar una nueva narrativa sobre dónde nos detenemos con los aranceles. Y nuevamente, como nos muestra la historia, nunca hay una sola solución.

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