Ucrania acepta la tregua de EEUU, pero no parece que Rusia vaya a acatarla fácilmente
El ataque aéreo con drones lanzado por Kiev sobre las afueras de Moscú, el mayor desde que comenzó la guerra, pone en jaque la tortuosa negociación a dos bandas que está liderando Washington en Yeda.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en una imagen de archivo.EFE
Juan Antonio Sanz
Madrid-11/03/2025
El mayor ataque aéreo lanzado sobre Rusia desde que comenzó la guerra de Ucrania hace tres años, con más de trescientos drones ucranianos y un centenar de ellos enfilando hacia Moscú, ha puesto en jaque la tortuosa negociación a dos bandas que está llevando a cabo Estados Unidos con los contendientes. Ucrania acepta la tregua de un mes (y prorrogable) propuesta por EEUU en Yeda, pero ese desafío a Rusia pocas horas antes de la negociación en Arabia Saudí podría incitar ahora al Kremlin a recrudecer la guerra pese a las posibles presiones de Washington.
A cambio de esa tregua de un mes, EEUU reanuda el envío de armamento a Ucrania y el intercambio de inteligencia militar, que había suspendido días atrás para coaccionar a Kiev a aceptar los términos de un alto el fuego a gusto de Washington. Es decir, a Rusia se le pondrían difíciles las cosas también en este sentido si quisiera dar una respuesta bélica contundente al ataque masivo ucraniano.
Los negociadores estadounidenses, encabezados por el secretario de Estado, Marco Rubio, acudieron a Yeda con cautela para no irritar a los rusos, con quienes ya llevan semanas negociando abiertamente y a puerta cerrada, pues el presidente estadounidense, Donald Trump, quería que el arreglo de la guerra de Ucrania fuera producto de un pacto de superpotencias, con la aquiescencia de Kiev.
Ahora, sin embargo, la apariencia es que Rusia ha sido relegada a su vez en esta fase de la negociación y que, tras aceptar Ucrania la propuesta estadounidense, debe ser Moscú quien acate sus términos en “reciprocidad”, según el acuerdo, que permitirá además prorrogar la tregua.
Rubio advierte a Rusia: ahora depende de ustedes
Así lo subrayó Rubio al termino de la reunión: "Ucrania está dispuesta a dejar de disparar y empezar a hablar y ahora dependerá de ellos (Rusia) decir sí o no. Espero que digan que sí y, si lo hacen, creo que habremos avanzado mucho".
Pero Rubio lanzó una velada amenaza: "Si (los rusos) dicen que no, entonces sabremos, por desgracia, cuál es el impedimento para la paz aquí", dijo el jefe de la diplomacia estadounidense en una rueda de prensa junto al consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz, también enviado de Washington a Yeda.
En el marco en el que se firmó este acuerdo entre ucranianos y estadounidenses, volvieron a salir a la luz los espurios intereses económicos de Trump en Ucrania. Así, como quien no quiere la cosa, Rubio les dejó claro a sus interlocutores ucranianos que la Casa Blanca dejará listo para su firma por el Gobierno de Kiev el documento para la cesión a EEUU de la explotación de buena parte de los recursos minerales estratégicos ucranianos.
Al conocerse el acuerdo, Zelenski se apresuró a señalar que ahora EEUU "debe convencer a Rusia" para que acepte el alto el fuego y éste entre en vigor lo antes posible.

Pero no parece que las cosas vayan a ser tan fáciles con los rusos, quienes quizá sabían que EEUU iba a poner este martes sobre la mesa de la negociación con Ucrania esta propuesta de tregua. Pero seguramente les pilló por sorpresa que el preámbulo de las negociaciones fuera el desafío lanzado por Ucrania con ese ataque a gran escala con drones que llegó a la propia Moscú.
Pocas horas antes del encuentro de sus enviados con los estadounidenses, Zelenski ordenó arrojar sobre Rusia esa oleada de 343 drones (de ellos, casi un centenar contra la región de Moscú) en el mayor ataque aéreo no tripulado lanzado por Ucrania desde que empezó la guerra hace tres años.
La mayor parte de los drones fueron destruidos por las defensas antiaéreas rusas, pero el efecto simbólico se consiguió. La ofensiva a gran escala tenía como objetivo hinchar pecho ante los estadounidenses y quedar por encima de los rusos hasta el último momento.
El peligro ahora es que, tras el desafío ucraniano, en lugar de aceptar esa tregua, al menos inmediatamente como quiere Washington, el Kremlin se aferre a su ventaja actual en la guerra y recrudezca sus operaciones militares para recuperar el territorio aún en manos ucranianas en la región rusa de Kursk, aumentar sus conquistas en Donetsk, en el este de Ucrania o incluso para abrir un nuevo frente en la región norteña ucraniana de Sumi.
La oportunidad saudí para evitar la hecatombe ucraniana
Por eso eran tan importantes las negociaciones de Yeda entre estadounidenses y ucranianos. No solo para retomar los contactos entre Kiev y Washington tras la humillación de Zelenski en el despacho oval y completar la entrega de los recursos ucranianos a Washington. El objetivo de EEUU era introducir a Ucrania en las conversaciones que ya había celebrado con Rusia, lanzar un mensaje preventivo a Moscú y, sobre todo, subrayar la deliberada exclusión de las negociaciones a Europa, despreciada una y otra vez por Trump.
De nuevo se cumplió el ostracismo al que ha condenado Trump a sus "aliados" europeos. Europa desenterró hace tres años el hacha de guerra contra los rusos, con sanciones y armas a espuertas para el ejército ucraniano. Y ahora se ve impelida a hacerlo también contra sus aliados estadounidenses, por la imperdonable ofensa de dejarlos de lado en las negociaciones para terminar la guerra. Una guerra que, en realidad, Bruselas prefiere que dure un poco más para sentar las bases de ese rearme del continente por el que apuestan ya casi todos los países de la Unión Europea como si en ello les fuera su supervivencia.
Ahora toca convencer a los rusos
En Yeda, las delegaciones estuvieron encabezadas por el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y el jefe de la oficina presidencial ucraniana, Andrí Yermak. También asistieron, por parte ucraniana, el asesor presidencial, Pavló Palisa, y los ministros de Exteriores y Defensa, Andrí Sibiga y Rustem Umérov, respectivamente.
Por el lado estadounidense, además de Rubio, acudió el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz. Estaba prevista la presencia también del representante de Trump para Oriente Medio, Steve Witfkoff, que se ocupa también del conflicto ruso-ucraniano, pero finalmente no participó.
Y es que Witfkoff se estaba reservando para el viaje que hará los próximos días a Moscú. Todas las espadas están en alto para comprobar si el Kremlin pasa también por el aro de Trump y, sobre todo, para tantear las posibilidades de que el alto el fuego pueda renovarse o conducir a un armisticio.
Pero si Moscú se planta ahora y devuelve con creces el ataque masivo con drones lanzado por Ucrania, el incipiente proceso de negociación caerá como un castillo de naipes.
Trump y su Administración ya avisaron la semana pasada de que podrían aumentar su presión sobre Moscú, con sanciones y aranceles si no se atenía a aceptar un alto el fuego. Sin embargo, la extorsión que está empleando Washington con Kiev con éxito no parece que vaya a tener el mismo efecto en Moscú.
Menos aún si Rusia tiene aún mucho que ganar con la prolongación de la guerra, tanto para completar sus conquistas territoriales como para contribuir al desgaste político y económico de una Europa incapaz de sustituir a EEUU a la hora de garantizar la seguridad de Ucrania.
Europa en estos momentos está empeñada más en definir el camino para convertirse en una superpotencia militar, sin la mínima cohesión política necesaria para acometer tal empresa, y Ucrania, pese a las soflamas propagandísticas de apoyo hasta el final, ha pasado a segundo plano en su estrategia global,.
Y hay una razón comprensible. En Bruselas está tan claro como en Washington, Moscú e incluso Kiev que la guerra está sentenciada militarmente y no precisamente a favor de los ucranianos.
La batalla de Kursk
Además de los avances rusos en la región de Donetsk, en el este de Ucrania, la situación es casi insostenible para las tropas ucranianas en Kursk, donde apenas controlan 200 kilómetros cuadrados en esta región rusa invadida por fuerzas de Kiev en agosto pasado. Las tropas ucranianas llegaron a dominar cerca de 1.400 kilómetros cuadrados en Kursk, pero la ofensiva rusa en marcha ha terminado por arrinconar a las tropas de Kiev en unos pocos reductos, como la ciudad rusa de Sudzha.
Fuentes del Gobierno de Kiev indicaron la semana pasada que se estaba incluso considerando la retirada de los 10.000 soldados ucranianos aún desplegados en Kursk, antes de que puedan ser rodeados.

El sábado los rusos confirmaron que estaban en medio de una ofensiva en Kursk, facilitada por esa retirada del apoyo con armas e inteligencia militar al ejército ucraniano por parte de EEUU. En menos de una semana, los ucranianos perdieron otros 200 kilómetros cuadrados, lo que deja su presencia en Kursk en unas posiciones casi simbólicas en Sudzha, donde las tropas rusas ya están irrumpiendo por el sur, y en muy pocos bastiones más.
Antes de aceptar la propuesta de tregua, Kiev se encontraba ante la disyuntiva de enviar grandes refuerzos a Kursk, lo que podría derivar en el debilitamiento de sus fuerzas en Donetsk, donde los rusos amenazan ya las últimas grandes ciudades aún controladas por el ejército ucraniano, o retroceder y abandonar el territorio tomado a los rusos.
El Gobierno ucraniano quería utilizar ese estratégico control de parte del territorio ocupado a Rusia en Kursk en unas posibles negociaciones para intercambiarlo por parte de las zonas anexionadas por Moscú en septiembre de 2022 en las regiones ucranianas de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón. La península de Crimea ya fue anexionada por Rusia en 2014.
Sin sus conquistas de Kursk, Ucrania perdería una baza clave en caso de negociar directamente con Rusia el fin de la guerra. Sobre todo porque la Administración Trump le ha indicado a Zelenski en diversas ocasiones que se vaya olvidando de los territorios ucranianos anexionados por Rusia.
Queda ahora por ver si Moscú, en caso de aceptar la tregua, admite también que acudirá a las negociaciones de paz con un fragmento de su territorio en manos ucranianas. No parece muy probable.
Juan Antonio Sanz
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Juan Antonio Sanz: Periodista y analista para Público en temas internacionales. Es especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia Militar. Ha sido corresponsal de la Agencia EFE en Rusia, Japón, Corea del Sur y Uruguay, profesor universitario y cooperante en Bolivia, y analista periodístico en Cuba. Habla inglés y ruso con fluidez. Es autor de un libro de viajes y folclore.
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