¿Tiene límites la mortalidad humana? Un análisis revela por qué las predicciones que prometen la inmortalidad pueden ser poco realistas.
Gianluca Riccio
Enero 1 2025
Cada paso adelante en la comprensión de la mortalidad humana trae consigo nuevas preguntas. Durante el último cuarto de siglo, un acalorado debate ha dividido a la comunidad científica entre que ve la inmortalidad en el horizonte y quien en cambio se identifica límites biológicos precisos a la esperanza de vida. ¿Quién tiene razón? ¿Y cómo podría continuar la investigación en este campo?
Las verdades sobre la mortalidad humana
El aumento de la esperanza de vida fue uno de los mayores logros recientes de la humanidad. Los avances en salud pública que comenzaron en el siglo XIX iniciaron este notable proceso, mientras que los avances recientes se han logrado reduciendo las tasas de mortalidad en la edad adulta y la vejez.
Sin embargo, en los últimos 30 años la realidad está mostrando posibles límites. Como ellos señalan S. Jay Olshansky e Bruce A. Carnes en este interesante estudio, investigadores de la Las Revistas de Gerontología, existen barreras biológicas que no se pueden ignorar, por mucho que las matemáticas puedan sugerir lo contrario.
La mortalidad humana sigue patrones regulares y predecibles, hasta tal punto que en 1825 Benjamín Gompertz acuñó el término “ley de la mortalidad” para describirla. Y esta ley, dicen, tiene límites precisos.
Los límites matemáticos de la mortalidad humana
Una escuela de pensamiento, basada exclusivamente en matemáticas, sugiere que las tasas de mortalidad podrían seguir disminuyendo indefinidamente, llegando teóricamente a cero: es decir, la inmortalidad. Esta visión se basa en el supuesto de que la tecnología médica siempre puede “fabricar” una mayor esperanza de vida. Entre sus exponentes se encuentra Aubrey De Grey, investigador en el campo del longevismo, quien Ha escrito mucho en los últimos años.
Esta línea de razonamiento recuerda La paradoja de Zenón, formulado en el año 450 a.C., según el cual una flecha nunca alcanzaría su objetivo porque la distancia matemáticamente puede reducirse a la mitad infinitamente. Sin embargo, en la realidad física la flecha siempre da en el blanco.
Lo mismo ocurre con la mortalidad humana: los modelos matemáticos que predicen la inmortalidad, dicen Olshansky y Carnes, no tienen en cuenta los límites impuestos por la biología del cuerpo humano.
La evidencia de los récords deportivos.
Un ejemplo esclarecedor proviene del mundo del deporte. El récord mundial de 1500 m ha mejorado linealmente desde 1912, cuando Abel Kiviat lo corrió en 3 minutos y 55 segundos, hasta el récord actual de Hicham El Guerrouj de 3 minutos y 26 segundos conseguido en 1998.
Siguiendo el mismo tipo de proyección matemática que se utiliza para la longevidad, ¿en algunos siglos los 1500 metros tal vez se recorrerán instantáneamente? Un absurdo evidente que muestra los límites de este enfoque puramente matemático.
Barreras biológicas
Así como no existen limitaciones biológicas específicas a la velocidad de carrera, pero el diseño del cuerpo humano todavía impone límites indirectos, lo mismo ocurre con la longevidad y, por tanto, con la mortalidad humana. Seres humanos no pueden correr tan rápido como un guepardo ni vivir tanto como un tiburón de Groenlandia (392 ± 120 años) porque el diseño de nuestro cuerpo evolucionó con otras prioridades.
La longevidad humana es un subproducto indirecto de programas genéticos fijos que optimizan el crecimiento, el desarrollo y la reproducción. El envejecimiento es la consecuencia no deseada del daño acumulado a los mismos mecanismos biológicos que nos mantienen vivos. ¿Cómo equilibras esta dinámica?
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El fenómeno de la entropía.
Hace más de un cuarto de siglo, olshansky y sus colegas han demostrado un fenómeno llamado “entropía de la tabla de mortalidad”: cuanto más aumenta la esperanza de vida, más difícil resulta aumentarla aún más.
Cuando la esperanza de vida al nacer se acerca a los 80 años, la gran mayoría de las muertes se concentra entre 60 y 95 años. Las tasas de mortalidad en este grupo de edad son muy altas, con un tiempo de duplicación de aproximadamente 7-8 años, principalmente porque el envejecimiento se convierte en el factor de riesgo dominante de enfermedad. Quizás, entonces, debamos "simplemente" apuntar a una estrategia diferente a la de buscar un "elixir de larga vida".
Longevidad y mortalidad humana: ¿hacia un nuevo paradigma?
La solución, por supuesto, no es abandonar los esfuerzos por salvar vidas a edades más avanzadas, sino reconocer que la esperanza de vida se vuelve menos sensible a la disminución de la mortalidad después de los 80 años. Esta es la razón por la que los tratamientos para las principales enfermedades mortales ya no producirán grandes aumentos en la esperanza de vida.
Las direcciones importantes para el futuro se convierten entonces en dos. Una es fortalecer los sistemas para reparar y/o reemplazar las “partes” de nosotros que no funcionan. Genética, trasplantes y otros remedios. La otra, sin embargo, no es tanto prolongar la vida a toda costa como prolongar el período de vida saludable. Como lo destaca Sociedad Gerontológica de América, el foco de la investigación debería virar hacia lo que se llama “compresión de la morbilidad” (es decir, reducir tanto como sea posible el período de vida pasado con mala salud).
El futuro de la investigación
Independientemente de los estudios ya realizados y de las estimaciones actuales de los investigadores, creo que nadie puede predecir exactamente cómo los avances en la biología del envejecimiento afectarán la esperanza de vida futura. Sin embargo, lo que sabemos con certeza es que centrarse en prolongar la esperanza de vida saludable, en lugar de prolongar la vida en sí, es un objetivo más realista y valioso.
Las cuestiones sobre los límites superiores de la esperanza de vida deberían dejarse en manos de los elementos esotéricos de la demografía matemática, o quizás de la ciencia ficción. El verdadero desafío para la ciencia moderna es mejorar la calidad de vida en los años que tenemos, no necesariamente perseguir la inmortalidad, aunque yo le daría la vuelta a la pregunta: ¿estamos seguros de que realmente es un espejismo?
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Gianluca Riccio, directora creativa de Melancia adv, redactora y periodista. Forma parte del Instituto Italiano para el Futuro, World Future Society y H+. Desde 2006 dirige Futuroprossimo.it, el recurso italiano de Futurología. Es socio de Forwardto - Estudios y habilidades para escenarios futuros.
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