Una especie de hongo sin sistema nervioso recuerda, aprende y toma decisiones: sus esporas funcionan como una red neuronal
Redes de micelios fúngicos que conectan bloques de madera dispuestos en forma de círculo (izquierda) y cruz (derecha). / ©Yu Fukasawa et al.
Eduardo Martínez de la Fe
Madrid 28 OCT 2024
Una nueva investigación ha comprobado que los hongos muestran indicios de cognición y consciencia mínima, sin tener cerebro ni sistema nervioso para percibir el entorno ni tomar decisiones. Su comportamiento sigue patrones cognitivos para asegurar su supervivencia y crecimiento, todo un desafío a lo que sabemos sobre la consciencia.
Los hongos, organismos que a menudo pasan desapercibidos, están desafiando nuestra comprensión de la inteligencia. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Tohoku y el Colegio Nagaoka en Japón, y publicado en la revista Fungal Ecology, ha revelado que estos seres, a pesar de carecer de cerebro, muestran signos de toma de decisiones y comunicación, habilidades propias de un sistema cognitivo y de una primaria forma de consciencia.
Los hongos crecen liberando esporas (de entre 6 y 5 micrómetros), que pueden germinar y formar hilos largos y arácnidos bajo tierra (llamados micelios). A través de esta red se puede compartir información, algo as
Estas intrincadas “redes neuronales” de los hongos se extienden kilómetros por debajo del suelo y son capaces de transmitir información ambiental a través de la red y de alumbrar una especie de cognición mínima.
Patrones cognitivos
Lo sorprendente es que el crecimiento del micelio no parece aleatorio, sino que sigue un patrón deliberado y calculado.
Para comprobarlo, el nuevo estudio examinó cómo una red micelial en descomposición del hongo Phanerochaete velutina, un patógeno vegetal presente en la madera, respondió a dos situaciones diferentes: bloques de madera colocados en círculo o en disposición cruzada.
El sentido común indica que, como los hongos no tienen cerebro ni sistema nervioso, tampoco pueden disponer de habilidades para tomar decisiones. Supuestamente, liberan esporas siguiendo impulsos ciegos predeterminados por la naturaleza.
Sorpresa bajo tierra
Pero lo que descubrió la nueva investigación fue todo lo contrario: si la madera en descomposición está distribuida formando una cruz, el grado de conexión entre la “red neuronal” de los hongos se intensificó en los cuatro bloques de madera más externos de la cruz.
Según los investigadores, eso significa que esos extremos de la madera son utilizados por los hongos como “puntos de avanzadilla” a partir de los cuales pueden extenderse más allá de los límites alcanzados por sus redes en la madera. La intensificación de las “conexiones neuronales” ayudaría a planificar esas expediciones más allá de los límites previos.
Sin embargo, si los bloques de madera en los que habitan estos organismos están organizados en círculos, la intensidad de las “conexiones neuronales” es la misma en todos los bloques, con un detalle significativo: el centro muerto del círculo de los bloques de madera muestra “encefalograma plano”, lo que según los investigadores significa que estos organismos no están “pensando” en extenderse en el interior del círculo porque ya lo tienen bien colonizado.
Memorizan, aprenden, deciden
Todo esto lleva a los investigadores a suponer que, aunque estos organismos ni siquiera tienen cerebro, la red micelial es capaz de comunicar información sobre su entorno a lo largo de toda la red y de tomar decisiones basadas en su entorno, cambiando su expansión en función de la forma en la que estaban distribuidos los bloques de madera.
El Dr. Yu Fukasawa, coautor del estudio, comenta al respecto: "te sorprendería lo mucho que son capaces de hacer los hongos. Tienen memoria, aprenden y pueden tomar decisiones".
Nuestra comprensión del misterioso mundo de los hongos es limitada, especialmente si la comparamos con nuestro conocimiento de las plantas y los animales, señalan los investigadores en su artículo. Y añaden: esta investigación nos ayuda a entender mejor cómo funcionan los ecosistemas bióticos y cómo evolucionaron los diferentes tipos de cognición en los organismos.
Cognición basal y consciencia
El meollo de esta investigación es que no solo profundiza nuestro entendimiento sobre los hongos, sino que también podría proporcionar información valiosa sobre la historia evolutiva de la consciencia, ya que la cognición de los humanos, como animales con cerebro, emergería de los patrones de interconexiones y transferencia de información a través de numerosas neuronas, tal como ocurre con los micelios de los hongos.
Los investigadores explican en su artículo que esta evidencia ha llevado a establecer un marco formal llamado “cognición basal” para hablar de estos niveles primarios de consciencia. Incluso ha llevado a los científicos a reformular la definición de cognición: sería el conjunto de “procesos fundamentales, como la memoria, el aprendizaje, la toma de decisiones y la anticipación, y de los mecanismos que permitieron a los organismos rastrear algunos estados ambientales y actuar adecuadamente, para garantizar su supervivencia y la reproducción”.
Cognición mínima
Esta capacidad cognitiva, por lo que estamos viendo, ya existía en la naturaleza mucho antes de que evolucionaran los sistemas nerviosos, aunque la neurociencia actual considera que no puede haber consciencia sin cerebro.
La nueva investigación constata que no hace falta tener cerebro ni sistema nervioso para vivir algún tipo de experiencia cognitiva: confirma que los hongos poseen cognición a nivel celular en la punta de cada filamento de la red micelial, denominada cognición basal o también cognición mínima.
Aunque estudios anteriores sobre estas formas primarias de cognición se habían centrado en las plantas y los mohos mucilaginosos, la nueva investigación ha descendido hasta el tercer reino y menos explorado de los eucariotas para comprobar que incluso en hongos tan simples hay indicios de cognición basal, lo que aumenta las dudas sobre si la consciencia es una propiedad emergente del cerebro.
Y, recordemos, cognición y consciencia serían las dos caras de una misma moneda, aunque a nivel práctico lo más significativo del nuevo descubrimiento es que abre la puerta al desarrollo de nuevos sistemas de biocomputación que en última instancia podrían resolver algunos de los mayores problemas de la humanidad actual, como la salud (incluso potenciar la longevidad) y conservar la biodiversidad.
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Referencia
Spatial resource arrangement influences both network structures and activity of fungal mycelia: A form of pattern recognition? Yu Fukasawa et al. Fungal Ecology, Volume 72, December 2024, 101387. DOI:https://doi.org/10.1016/j.funeco.2024.101387
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