A pesar de estar bajo fuego sistemático de la oposición el gobierno de Petro muestra realizaciones para reivindicar la deuda social expresada en el estallido social.
Por Fabio Arias Giraldo, Presidente de la CUT Nacional
La Bagatela, Edición #98, Agosto 2024
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Se cumplen dos años del gobierno del cambio de Gustavo Petro.
Ha sido en medio del fuego de la extrema derecha, desde el inicio del gobierno de Gustavo Petro, que ésta se atrevió a pronosticar las peores de la suerte para el país, señalando que caeríamos en el más profundo de los desastres económicos, sociales y políticos de los que se tuviera conocimiento.
Y cabalgando sobre este presunto supuesto ha pasado a realizar y justificar todo tipo de infundios y desde todos los poderes establecidos,(empresarial, mediático, partidos oligárquicos, judicial, entre otros) para buscar una opinión pública y un contexto de una ingobernabilidad que permita generar un golpe de estado o preparando el retorno de la extrema derecha en las elecciones de 2026.
La realidad es que a pesar de toda la campaña de infundios los supuestos apocalípticos no han sucedido.
En lo económico se debe decir que la esperada recesión no ha llegado y lo que está sucediendo corresponde de una parte, a una situación mundial de declive económico y de otra a que en lo interno, el Banco de la República, como uno de los bastiones de la secta neoliberal se empecina en mantener altísimas tasas de interés a pesar de reducciones significativas en la inflación en especial en los alimentos básicos, con lo cual mantiene en espera una reactivación económica. Pero con todo y eso no se ha caído en la recesión.
En lo social, con la reducción de la inflación y con los incrementos en los salarios, tanto del mínimo como de los estatales, superiores siempre a la inflación se ha logrado un impacto positivo en la reducción de la pobreza monetaria y multidimensional, contrariando los pronósticos del uribismo.
Y sin lugar a dudas, con la nueva ley pensional y con ella la atención para la vejez con el ingreso solidario, la renta vitalicia del régimen semicontributivo y acciones positivas por la condición de mujer, representará un mejor resultado en la disminución de la pobreza. A estas opciones de mejor estar social contribuiría también, tanto la posible aprobación de la reforma laboral, como la de la salud.
Por primera vez en los últimos 50 años, el presupuesto para educación y salud en los dos años pasados, ha sido superior al de defensa, gracias a que la reforma tributaria progresiva aprobada en este gobierno dispuso de recursos para la inversión social, que desafortunadamente ha implicado algunos reajustes en el gasto por las definiciones apátridas de la Corte Constitucional al declarar inexequible el pago de la regalías.
En lo político, lo más representativo ha estado de una parte, en medio de la polarización política, de la conspiración de la extrema derecha empecinada en darle un golpe de estado al gobierno del cambio, aduciendo presunta superación en los topes financieros de la campaña electoral del presidente Gustavo Petro.
Y de otra, en la batalla política en la calle que ha ganado de calle, los sectores populares que respaldan al gobierno del cambio, como ha quedado constatado por la masiva y entusiasta participación nacional en el 1° de Mayo, día internacional de los trabajadores y que frente a la realizado por la extrema derecha el 21 de abril, ésta quedó como una muy débil expresión de la oposición.
Eso sí, debo anotar algunas observaciones frente al desempeño del gobierno.
El primero es que la corrupción de Olmedo López en la Unidad Nacional de Riesgos, es absolutamente condenable y corresponde a una traición al proyecto político del progresismo, por tal condenable y que por consiguiente caigan todos los que estén comprometidos. Eso sí, nunca se había visto a un presidente pidiendo perdón, muy a pesar de que ha habido eventos de mayor alcance y mayores incidencias desastrosas, como los casos de Reficar y Odebrecht, frente a lo cual callaron Uribe y Santos.
Otro asunto es el desempeño deficiente de sectores del gobierno que por su inexperiencia y por la presencia de sectores de la oposición presentes desde gobiernos anteriores, no logran empatía con el programa del gobierno para desarrollar el Plan Nacional de Desarrollo y las necesidades y demandas de los sectores populares.
Y otro más, es la conflictividad social y laboral que no se agota con el gobierno del cambio y para lo cual se debe recurrir al diálogo social y una disposición a buscar soluciones reales.
En conclusión, a pesar de estar bajo fuego sistemático de la oposición, el gobierno de Gustavo Petro muestra realizaciones para reivindicar la larga deuda social expresada vivamente en el estallido social.
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