Un químico casi desconocido y no muy nuevo, el ácido hipocloroso, podría ser la respuesta antiséptica definitiva
Cambio 16, 25-04-2025
Los virus como el SARS-CoV-2, H5N1, H1N evidencian cuán vulnerables somos a los patógenos, pese al avance de la ciencia en herramientas antisépticas, como el ácido hipocloroso, que hasta hace poco solo se conocía en círculos industriales y sanitarios.
La historia de la medicina y la salud pública está intrínsecamente ligada a la evolución de los antisépticos. Desde prácticas ancestrales hasta la sofisticación científica actual, han auxiliado radicalmente la práctica médica, pero, la aparición de nuevos virus y el auge de superbacterias resistentes plantean desafíos inéditos.

De la miel de Hipócrates al fenol de Lister
La historia de los antisépticos es anterior a los egipcios, que empleaban resinas y azufre para embalsamar. Hipócrates (siglo V a.C.) recomendaba agua hervida para limpiar heridas. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX cuando la antisepsia dio su salto cualitativo.
El químico francés Antoine Labarraque (1777-1850) marcó un hito con su licor de Labarraque, una solución clorada que en México redujo las infecciones quirúrgicas casi a cero. El verdadero parteaguas llegó en 1865, cuando el cirujano Joseph Lister, inspirado por la teoría germinal de Pasteur, introdujo el ácido carbólico (fenol) en los quirófanos para desinfectar heridas e instrumentos. La mortalidad posoperatoria se redujo al 15%.
El siglo XX trajo consigo avances como la clorhexidina y los iodóforos, mientras que el hipoclorito sódico -descubierto en 1792 como Eau de Javel- seguía siendo clave en epidemias. Hoy su reinado enfrenta amenazas sin precedentes.
Desafío de la resistencia
La resistencia antimicrobiana es una crisis global. En 2022, 1,2 millones de muertes se atribuyeron directamente a infecciones resistentes, y para 2050, la podría superar al cáncer como causa de mortalidad. Cepas como Staphylococcus aureus resistente a meticilina han desarrollado tolerancia incluso a antisépticos. En zonas de conflicto como Ucrania, el 70% de las bacterias aisladas en hospitales son multirresistentes.
Los especialistas en salud pública advierten que las biopelículas bacterianas sobreviven a formulaciones antisépticas convencionales. Para enfrentarlo, la ciencia explora estrategias disruptivas. Desde fagoterapia con virus hasta vacunas contra Klebsiella pneumoniae.
Aunque el alcohol al 70% es efectivo contra el SARS-CoV-2, su acción en virus no envueltos es limitada. La reciente aparición de casos humanos de H5N1 en México subraya la urgencia de antisépticos de amplio espectro.
Rescatado del olvido
Mientras la norovirus seguía su implacable avance el invierno pasado en Estados Unidos, con salas de emergencia colapsadas y familias enteras postradas por vómitos incontrolables, los científicos enfrentaban un problema aún más preocupante: casi nada podía detenerlo.
Los desinfectantes de manos a base de alcohol demostraron ser inútiles. El agua debía superar los 65 °C para matar el virus, (muy caliente para lavarse las manos). El jabón ayudaba a removerlo mecánicamente, pero no inactivarlo. Un viejo conocido de nuestro sistema inmunológico emergió como posible solución: el ácido hipocloroso, un compuesto que producen naturalmente los glóbulos blancos para combatir infecciones y que está siendo redescubierto por la ciencia como uno de los desinfectantes más eficaces y seguros.
Un aspecto fundamental es la biocompatibilidad del ácido hipocloroso en el organismo de todos los mamíferos como mecanismo de defensa contra las infecciones. El sistema inmunológico emplea el ácido hipocloroso como arma bioquímica cuando se produce una lesión. Los neutrófilos -células inmunitarias especializadas- lo generan mediante la enzima mieloperoxidasa.
Investigadores del University College London demostraron que ácido hipocloroso ataca a los patógenos mediante un doble mecanismo: oxida sus proteínas y lípidos de membrana en cuestión de milisegundos e induce daños en el ADN microbiano que impiden su replicación,
Más potente que la lejía, más seguro que el alcohol
El ácido hipocloroso (HOCl) no es igual que el hipoclorito de sodio (NaClO), el principal componente activo de los blanqueadores domésticos. Ambos compuestos contienen cloro, pero sus moléculas son diferentes. Mientras la lejía tiene un pH altamente alcalino (11-13) que la hace corrosiva y tóxica, el HOCl tiene un pH ligeramente ácido (5-6) compatible con los tejidos humanos.
El ácido hipocloroso es química y funcionalmente distinto.
La forma sintética del ácido hipocloroso ha demostrado ampliamente su eficacia y seguridad como desinfectante para destruir un amplio espectro de microorganismos perjudiciales, incluyendo esporas y virus altamente resistentes como el norovirus.
De acuerdo con una investigación publicada en el Journal of Hospital Infection, el HOCl es hasta 100 veces más eficaz que la lejía en concentraciones mucho más bajas, actuando además con notable rapidez. Es efectivo contra patógenos particularmente resistentes como el norovirus, el Staphylococcus aureus resistente a meticilina y hasta las esporas de Clostridium difficile.
Por qué no se ha generalizado su uso en la salud pública
El ácido hipocloroso cuenta con un historial bien establecido en el ámbito médico y sanitario. Figura en la lista de medicamentos esenciales de la Organización Mundial de la Salud y ha recibido la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos en productos alimenticios y diversas aplicaciones clínicas.
Se emplea en entornos industriales y comerciales. Desde plantas de tratamiento de agua hasta hospitales y residencias de ancianos. No irrita la piel, los ojos ni los pulmones, lo que lo diferencia de otros desinfectantes más agresivos.
En la práctica clínica, los optometristas lo utilizan para la limpieza ocular previa a ciertos procedimientos, y su aplicación en el tratamiento de heridas se remonta a más de un siglo. Además, se descompone rápidamente sin generar residuos tóxicos y presenta un bajo impacto ambiental.
Fue sintetizado en 1834
La ciencia conoce las propiedades del ácido hipocloroso sintético desde 1834, cuando el químico francés Antoine-Jérôme Balard lo aisló agregando al cloro gaseoso una mezcla diluida de óxido de mercurio. Posteriormente, en el siglo XIX, Michael Faraday desarrolló una técnica para la síntesis a partir de sal y agua a través de la activación electroquímica. En la era preantibiótica, el ácido hipocloroso se usó para la desinfección de heridas en la Primera Guerra Mundial.
Instabilidad, el gran problema
«El HOCl solo permanece activo en soluciones con pH entre 4 y 6. La exposición a luz y aire lo degrada en cuestión de horas, se convierte en simple agua salada sin capacidad desinfectante», advierte James Peterson, ingeniero químico del MIT.
Una acidificación excesiva de la solución puede generar cloro gaseoso y una alcalinización excesiva incrementa la proporción de hipoclorito. Su inestabilidad explica por qué nunca llegó a los estantes de supermercados y su uso quedó confinado a aplicaciones industriales y médicas que justificaba la inversión en costosos procesos de fabricación in situ.
La pandemia cambió el juego al incrementar la necesidad de métodos de desinfección que fueran seguros, eficaces y fáciles de implementar en una amplia gama de entornos. Muchos países introdujeron túneles de nebulización continua de HOCl en los pasillos de entrada y salida de las instalaciones de transporte público y desde se viene utilizando
en lugares como cocinas, gimnasios, residencias de ancianos y consultorios médicos, marcando un resurgimiento de este antiséptico con un sólido respaldo científico e histórico.
La EPA lo incluyó en su lista N de desinfectantes contra el SARS-CoV-2, validando su eficacia antiviral. «Es el único desinfectante que puede usarse en ojos sin irritación», destaca el optometrista Dr. Richard Yen, refiriéndose a su aplicación en limpieza ocular preoperatoria.
FreepikÁcido hipocloroso ¿Antiséptico del futuro?
En los últimos años, el ácido hipocloroso (HOCl) ha experimentado un renacimiento comercial y científico. Desde pequeños frascos en estanterías en comercio minoristas de cosméticos, hasta máquinas domésticas de electrólisis, el antiséptico centenario está encontrando nuevos usos en la era pospandémica.
Empresas como Briotech y Magic Molecule están liderando la comercialización de HOCl estable, con fórmulas que prometen mantener su eficacia hasta dos años si se almacenan correctamente.
«Nuestro proceso patentado permite una vida útil extendida sin comprometer la potencia germicida», explica el Dr. Mark Hsu, director científico de Briotech.
Pero, el HOCl puro presenta desafíos logísticos. Su sensibilidad a la luz y al aire impide el trasvase a envases más pequeños. Requiere envases opacos y herméticos para mantener su estabilidad. Algunos productos, como los de Magic Molecule, generan residuos plásticos al no permitir recargas.
Force of Nature ofrece una solución alternativa: un electrodoméstico que produce HOCl bajo demanda mediante electrólisis de salmuera. «En ocho minutos, los usuarios pueden generar suficiente desinfectante para una o dos semanas», señala la CEO Sara Jones. El dispositivo incluye vinagre en su fórmula, añadiendo propiedades limpiadoras que el ácido hipocloroso puro no tiene.
Aunque los entusiastas en foros como Reddit debaten la consistencia de estas máquinas caseras, muchos utilizan tiras reactivas de pH para verificar cada lote. «Es crucial mantener el pH entre 4 y 6 para garantizar la eficacia», advierte la química Dra. Elena Torres.
Futuro por explorar
La industria cosmética ha adoptado el HOCl con entusiasmo. Briotech ofrece un «sérum renovador» al 0,018% (180 ppm). Magic Molecule lo comercializa para acné, eccema y cuidado de heridas. En líneas de comercio lo expenden, aunque su presencia aún genera confusión entre el personal
Pero su verdadero potencial podría estar en aplicaciones médicas. El estudio de Reading, Pennsylvania, con 74 pacientes COVID no vacunados, mostró resultados prometedores. Ninguno requirió ventilación mecánica tras usar irrigaciones nasales con HOCl (Vashe Wound Solution).
«Los efectos adversos fueron mínimos – principalmente irritación nasal transitoria», reportó el investigador principal, Dr. William Sweeney. Aunque reconoce las limitaciones del estudio. Los resultados coinciden con investigaciones europeas sobre Sentinox, un spray nasal con HOCl al 0,005% certificado como dispositivo médico.
Mientras la ciencia continúa investigando aplicaciones preventivas para infecciones respiratorias, los consumidores ya han adoptado el HOCl en su vida diaria. Desde desinfectar frutas hasta limpiar volantes de coche, su versatilidad y seguridad lo distinguen de otros antisépticos.
«Estamos redescubriendo lo que nuestro sistema inmunológico siempre supo: el ácido hipocloroso es uno de nuestros aliados más antiguos y efectivos contra los patógenos», puntualiza la inmunóloga María López (Inmunóloga) en Science Translational
Mientras la resistencia antimicrobiana crece (1,2 millones de muertes anuales por superbacterias, según The Lancet), el veterano antiséptico, redescubierto en plena crisis sanitaria, podría convertirse en un aliado clave para los desafíos del siglo XXI.Cada nuevo estudio del bicentenario compuesto químico demuestra que su historia está lejos de terminar.
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