¿Por qué tras 30 años de descenso, la tuberculosis está aumentando en Estados Unidos?
La tuberculosis es una de las enfermedades más antiguas y mortíferas de la historia de la humanidad.
Una radiografía coloreada del tórax de un paciente muestra lesiones (tubérculos, de color rosa) causadas por la tuberculosis (TB) que consisten en tejido muerto infectado. El tratamiento de esta enfermedad altamente contagiosa requiere la toma constante de antibióticos durante varios meses.
POR LEAH WORTHINGTON
29 MAY 2024, 10:13 CEST
Una noticia inusitada protagonizó numerosos titulares a finales del año pasado en España: el número de casos de tuberculosis aumentó por primera vez en una década. Si bien el aumento de los afectados se concentraba en Cataluña, no se trató de una noticia puntual (el problema persiste) ni aislada (no somos los únicos): tras disminuir durante tres décadas, las tasas de tuberculosis (TB) en EE. UU. han aumentado de forma constante desde 2020, según un nuevo informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
Se trata de una tendencia preocupante dado que 1,5 millones mueren de tuberculosis cada año, lo que la convierte en la causa de muerte más infecciosa del mundo.
"Incluso las personas que no mueren de tuberculosis son hospitalizadas y tienen muchos problemas a largo plazo", afirma Priya Shete, profesora asociada de medicina y codirectora del Centro de Tuberculosis de la Universidad de California (Estados Unidos). "Si permitimos que siga aumentando la tuberculosis en todo el mundo... con el tiempo eso también nos afectará a nosotros".
A nivel nacional, en 2023 se registró el mayor número de casos de la última década. La mayoría de estos casos recientes no son casos de transmisión nueva, sino de activación repentina de infecciones latentes que no se detectaron o se trataron de forma inadecuada.
Aunque la tuberculosis afecta a miles de personas en todo Estados Unidos y a millones en todo el mundo, "la mayoría de los estadounidenses no corren riesgo de desarrollar tuberculosis", afirma Philip LoBue, director de la División de Eliminación de la Tuberculosis de los CDC.
En comparación con países de alta incidencia de TB como India, China y Filipinas, la probabilidad de infección en EE. UU. sigue siendo una de las más bajas del mundo. Pero el reciente cambio de tendencia ha suscitado dudas (y algunas señales de alarma) entre los expertos en enfermedades infecciosas y salud pública. A continuación te mostramos las causas y consecuencias del repentino aumento de casos.
¿Qué es la tuberculosis y por qué es tan grave?
La tuberculosis es una de las enfermedades más antiguas y mortíferas de la historia de la humanidad. Durante milenios, la infección ha afligido a personas de todo el mundo, ganándose apodos ominosos como "la peste blanca", "la tisis" e incluso "el ladrón de la juventud". Hace siglo y medio, la tuberculosis era básicamente una sentencia de muerte: aproximadamente el 80% de las infecciones activas eran mortales. Desde entonces, las tasas han ido disminuyendo en todo el mundo, gracias a las nuevas vacunas, diagnósticos y tratamientos antibióticos.
La enfermedad está causada por una infección bacteriana muy contagiosa que afecta principalmente a los pulmones, pero también puede dañar los riñones, el corazón, los huesos, las articulaciones y los vasos sanguíneos. Si se propaga, puede causar meningitis, inflamación del cerebro y la médula espinal, o hepatitis, inflamación del hígado.
La tuberculosis se transmite a través de la exposición prolongada a partículas infecciosas transportadas por el aire, por ejemplo al toser o estornudar. Una persona infectada de tuberculosis no suele mostrar síntomas ni saber que está enferma durante semanas o incluso años, lo que se conoce como infección "latente". Pero la infección puede activarse y contagiarse en cualquier momento.
Incluso si se detecta la bacteria y se prescribe un antibiótico eficaz, el régimen de tratamiento es largo (varios meses), lo que dificulta el cumplimiento por parte del paciente.
"Necesitamos vigilancia y supresión constantes para mantener la tuberculosis en forma latente", afirma Jeffrey Cox, profesor de inmunología y patogénesis de la Universidad de California (EE. UU.): "Si se elimina esa presión, la bacteria puede empezar a crecer de nuevo".
Aunque prevenible y curable, la tuberculosis sigue siendo una de las principales causas de mortalidad infecciosa en todo el mundo, cobrándose más de un millón de vidas cada año. La enfermedad afecta a millones de personas en todos los países y grupos de edad, pero golpea con especial dureza a las poblaciones de ingresos bajos y medios.
¿Por qué están aumentando las tasas de TB en EE. UU.?
Desde el punto de vista de la salud pública, no es ninguna sorpresa que los recuentos de tuberculosis hayan ido en aumento desde 2020. Cuando estalló la pandemia, la notificación de otras enfermedades transmisibles como la tuberculosis se desplomó inicialmente, ya que la mayoría de los recursos se destinaron a la COVID.
"La mayoría de los países en realidad tuvieron una caída [en los casos] de 2019 a 2020", dice Cox. "Pero eso no significa que la tuberculosis haya bajado".
De hecho, el énfasis de la era pandémica en el rastreo y tratamiento de coronavirus puede haber permitido que las infecciones de TB se multipliquen sin control.
"Muchas de esas actividades menos prioritarias de la atención sanitaria (mantenimiento y prevención) se aplazaron", dice Shete; "no estábamos haciendo un gran trabajo priorizando la prevención de la TB".
Cox describe una especie de efecto bola de nieve: si la gente no se hace las pruebas o no informa de las infecciones, no recibe el tratamiento que necesita y puede transmitir la infección a otros. La disminución del uso de mascarillas y el aumento de los viajes también pueden exacerbar la propagación.
En comparación con casos anteriores, los nuevos pacientes de TB "suelen estar más enfermos en el momento en que se les diagnostica", afirma Shete. Durante la pandemia, algunos médicos pueden haber identificado mal o no haber tomado en serio sus síntomas: "Puede ser una especie de combustión lenta de una enfermedad en la que la gente empieza a perder peso, empieza a sentirse mal, tiene tos crónica, y tal vez no busque atención tan rápidamente".
LoBue está de acuerdo, y cita "la similitud de la tuberculosis pulmonar y los síntomas de la COVID-19" y la interrupción del acceso a la atención sanitaria durante la pandemia como factores clave en el descenso inicial, y posterior aumento, de los casos.
Al igual que antes de la pandemia, la mayoría de los casos recientes (un 80%) se producen cuando se activan infecciones latentes no tratadas. Según LoBue, esto suele ocurrir en personas cuyo sistema inmunitario está debilitado, sobre todo por enfermedades como el VIH o ciertos medicamentos inmunodepresores. En cambio, un sistema inmunitario sano podría mantener a raya la infección indefinidamente.
¿A quién afecta más la tuberculosis?
En EE. UU., las personas más susceptibles de contraer tuberculosis siguen siendo las nacidas o que visitan con frecuencia países donde la enfermedad es común, las que trabajan o viven en entornos de mayor riesgo, como escuelas y viviendas de alta densidad, o las que tienen un sistema inmunitario más débil, según Shete.
"La tuberculosis, en términos generales, suele denominarse 'enfermedad de la pobreza", afirma. Las personas que sufren inseguridad alimentaria, acceso deficiente a los servicios sanitarios básicos y condiciones de vida inadecuadas o de hacinamiento corren un mayor riesgo de infección y a menudo carecen de los recursos necesarios para someterse a pruebas o recibir tratamiento.
Entre las personas nacidas en EE. UU., las tasas de TB son más elevadas entre quienes "han sido históricamente minorizados o marginados, socioeconómica o racial o étnicamente", afirma Shete, incluidas las poblaciones negra y latina. Según el último informe de los CDC, los estadounidenses de raza negra representaban el mayor número (el 33%) de casos de tuberculosis nacidos en EE. UU., seguidos de los hispanos y los blancos.
Aun así, Cox subraya que las cifras nacionales "palidecen en comparación" con las del resto del mundo. Y aún está por ver si el aumento de casos es sólo un "parpadeo" o continúa la tendencia al alza. "Hasta que no dispongamos de más años de datos, no podremos asegurarlo", coincide LoBue, de los CDC.
¿Cuáles son las consecuencias más importantes de este aumento de las tasas?
Los expertos instan a la población a mantenerse informada sobre la tuberculosis, sin crear alarmas innecesarias. Shete dice que es importante recordar que es totalmente prevenible, diagnosticable y tratable.
Por lo general, las personas que no pertenecen a grupos de alto riesgo no tienen que preocuparse a menos que noten síntomas o estén expuestas a alguien con una infección activa. Dicho esto, Shete añade: "Dudo en restarle importancia a la mayoría de la gente sólo porque basta con que una persona de tu comunidad tenga tuberculosis".
La mayor carga recae sobre los profesionales sanitarios y el sistema de salud pública. Especialmente entre las poblaciones de alto riesgo, Shete afirma que los médicos deberían realizar pruebas de detección de la TB con regularidad. Estas medidas preventivas deberían estar incluidas en la cobertura de Medicare, lo que no siempre ocurre. Apenas el año pasado, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos emitió una recomendación para el cribado de adultos asintomáticos con mayor riesgo de infección tuberculosa latente por primera vez desde 2016.
El manejo a largo plazo de los casos de tuberculosis requerirá una inversión continua en investigación clínica y el desarrollo de diagnósticos y antibióticos más efectivos, dice Cox.
"Se necesita ese tipo de infraestructura y vigilancia constante y fondos del Gobierno para mantener esos programas en marcha", dice Cox.
En última instancia, el riesgo de tuberculosis para los residentes en EE. UU. es afortunadamente bajo. Pero la mitigación eficaz de la infección en el país depende de que se ataque a escala mundial. Estados Unidos ha hecho de ello una prioridad, a través de programas internacionales como la Estrategia Mundial contra la Tuberculosis de USAID y la División Mundial del VIH y la Tuberculosis de los CDC, que trabaja para combatir las dos epidemias simultáneamente.
Como dice Shete, "lo que ocurra en el mundo nos afectará también en EE. UU.".
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