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LAS RESISTENCIAS Y LAS LUCHAS DE LAS MIGRANTES LATINOAMERICANAS POR SUS HIJOS

Antes que callar y aceptar las determinaciones jurídicas impuestas, en plenas condiciones de desventaja, las mujeres han optado por organizarse, amplificar sus voces y luchar.

Alemania

Allan Enrique Bolívar Lobato*


Alrededor de treinta latinoamericanas enfrentan una desafiante situación en Alemania: después de ser sometidas a múltiples violencias en el ámbito doméstico ahora encaran procesos judiciales en los que disputan la tenencia de sus hijos e hijas con sus exparejas que las señalan como responsables del ejercicio sistemático de agresiones psicológicas, económicas, sexuales, físicas, patrimoniales y del ejercicio de violencia vicaria.

Una niña y su madre esperaban en la estación de tren de Münster (Alemania). Arribé la fría tarde del primero de diciembre del 2022, después de algunas horas de recorrido desde Frankfurt. Muy pronto fui deslumbrado por la extroversión de la pequeña que espontáneamente prosiguió presentándose a sí misma e introduciendo a su mamá a través de un monólogo hecho de frases bien estructuradas en las que alternaba fluidos, un perfecto alemán y un correcto español. Esta niña de cabello negro, nariz respingada y ojos vivaces caminaba de la mano de L, quien sonreía embelesada por el intento bien logrado de su hija por dominar la conversación introductoria a nuestro encuentro.

Ella es otra de las niñas cuya tenencia está siendo disputada por sus madres ante el sistema judicial e instituciones afines a la protección de la familia en Alemania, que despliegan varios recursos para despojarlas de sus madres y entregarlas en “cuidado” a sus padres alemanes, los mismos que han sido denunciados de aberrantes conductas sexuales contra sus parejas, hijos e hijas en el ámbito doméstico, así como del ejercicio continuo y sistemático de múltiples violencias.

La vida en Colombia

L, G y J tenían entre 19 y 25 años. Eran mujeres jóvenes con orígenes en tres regiones diferentes del país, integraban núcleos familiares con características socioeconómicas típicas a estratos medios y medios bajos urbanos en la capital y ciudades intermedias. Habían logrado estudiar, trabajar, encarar proyectos de vida basados en autonomía, y la decisión de crecer en múltiples dimensiones y ocupar otras escalas sociales. No eran pocas las dificultades que enfrentaban en esa lucha por construir presente y futuro, pese a lo cual estaban satisfechas con la forma como vivían y con los vínculos que sostenían en el país.

Las tribulaciones llegaron, como en otros siglos, con machos europeos. En esta ocasión llegaron a los verdes exuberantes del territorio nacional en procura de establecer relaciones amorosas con mujeres locales. Procuraban relacionamientos en los que su poder adquisitivo insuflado por la diferencia cambiaría se constituyera en herramienta para la ostentación y el deslumbramiento, en artilugio para la fundamentación temprana de relaciones asimétricas de poder. Pudieron lograrlo:

Lo conocí en julio del 2016 enfrente donde yo vivía (Chapinero) […]. Ese día yo lo saludé y me dice guau, eres una mujer muy hermosa, “nosotros nos vamos a casar y vamos a vivir ochenta años juntos”, fue lo primero que me dijo cuando lo conocí”. (G)

Experiencias limitadas en trayectorias de vidas jóvenes, el poco conocimiento de la cultura de los foráneos, amores que no cesaban de proclamarse, intercambios virtuales junto a los padres de los extranjeros y un frenético ritmo de acciones, presentes, viajes, eventos, etcétera., propiciados por quienes empezaban a convertirse en sus parejas en el país, fueron factores que dificultaron a estas mujeres percibir algunas de las situaciones que estaban teniendo lugar como manifestaciones que debían interpretarse en clave de peligro.

El entorno social de estas mujeres falló. Confiaron excesivamente en foráneos que tampoco escatimaron recursos para congraciarse con parientes y amigos de las mujeres, llegando incluso, a ser cuestionadas por tener dudas respecto a las relaciones que estaban conformando. No es difícil de entender, pues estos hombres eran europeos, representantes de una cultura que en el país sigue siendo asociada –desde el imaginario dominante– con el desarrollo, definida por oposición a muchos de los valores negativos, al ethos y a los habitus con que se asocia la “colombianidad”. También manifestaban buenas intenciones y se comportaban, salvo algunas disrupciones, como tal.

“[…] «tú si eres bien (…), todo lo que él hace por ti, tan bueno que es, tan chévere que sea de otro país», […] para mí fue un choque grandísimo, no entendía y no sabía cómo procesarlo […], fue un choque contra mi familia, mis amigos, empezaron a haber muchos conflictos […]. Me sentí muy presionada porque todo el mundo decía que él era muy buen hombre y tú te lo mereces”. (L)

Luego partieron siguiendo la trayectoria de las “migraciones por amor”1, desarrollada en la literatura como un arquetipo que implica matrimonio con pareja extranjera, emigración a su país, el incremento de vulnerabilidades y la disminución de la resiliencia por cuenta de una excesiva dependencia hacía la pareja (nativa) para integrarse al contexto de recepción. Lejos de casa el destino impondría un derrotero de acontecimientos y situaciones sorpresivas no correspondientes con todo lo que en conjunto habían ido a “construir”.

En Alemania, la noche

Las violencias y discriminaciones sobre las mujeres migrantes son pan de cada día, pesando en ello realidades como género, etnia, nacionalidad, nivel socioeconómico (clase) y condición migrante. Lo que quiere decir que los hechos de ser mujer, latinoamericana, tener un poder adquisitivo inferior (o nulo) respecto a su pareja, y no conocer el idioma del país al cual ha llegado, se transformaron en debilidades susceptibles de ser explotadas por quienes las pretendían o por otras personas con actitudes machistas o similares.

Eran debilidades, mayores, que las que también cargan otras mujeres migrantes, aunque europeas, como también las propiamente alemanas, quienes también experimentan violencias análogas, pero con menor intensidad y características menos oprobiosas. Las violencias padecidas por las compatriotas y latinoamericanas migrantes iniciaron en el hogar por parte de los hombres alemanes que conocieron en Colombia y demás países.


Las violencias que experimentaron en el espacio doméstico fueron acumulativas y se sucedieron agudizándose en un orden específico: violencia psicológica (control, insultos, humillaciones, chantaje emocional); violencia económica (anulación y limitación de recursos económicos); violencia sexual (violaciones, toques y frotes sin consentimiento, acosos); violencia física (agresiones en el cuerpo); violencia vicaria (violencia contra los hijos para afectar a la madre).

Cada una de estas violencias se desplomó sobre ellas como los edificios que caen sobre sí mismos: los derrumbes producidos por tales agresiones fueron cayendo sobre lo que aún quedaba en pie para luego venirse abajo por el ejercicio de otra nueva violencia, generándose daños incrementales sobre la psiquis y la subjetividad de la mujer. Pidieron ayuda para volver, pero a la Cancillería colombiana del anterior gobierno le pareció que no eran su problema, incluso cuando algunas de ellas lo hicieron embarazadas. Acudieron a las instituciones alemanas y fueron atendidas; no imaginaron que con esta ayuda institucional se sobrevendría la ulterior y más contundente forma de las violencias sobre ellas, la que sigue amenazando a lo más preciado que aún conservan: sus hijos e hijas, la posibilidad de mantenerlos y conservarlos a su lado.

La violencia de las instituciones germanas

De acuerdo con la Oficina Federal de Investigación de Alemania (Busdeskriminalamt) solo en el 2020 murieron 139 mujeres a manos de sus parejas hombres. Ese mismo año fueron agredidas 119.164 mujeres por sus compañeros o excompañeros; el 29.5 por ciento de estas agresiones tuvo como víctimas a mujeres extranjeras. Estos números han tenido un incremento sostenido entre el 3 y el 5 por ciento interanual desde el año 20162

Tales cifras no se corresponden con los compromisos del gobierno alemán que en el 2011 suscribió el “Convenio del Consejo de Europa sobre la prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica” (Council of Europe, 2011), conocido como el “Convenio de Estambul”. Este convenio de obligatorio cumplimiento y de carácter vinculante fue ratificado por Alemania en 2017.

Sin embargo, en el 2022 un comité de expertos del Consejo Europeo sobre la prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres, construyó una línea base de evaluación de la implementación del protocolo de Estambul, hallando serias dificultades en torno a la abolición de la violencia contra cierto tipo de mujeres en el país3. Estos expertos recomendaron al Estado, entre otras cosas, crear una estrategia y una política nacional (aún inexistentes) orientadas a contener los efectos de la violencia que afecta a las mujeres expuestas a discriminación interseccional4, en especial las migrantes. Pero no lo hicieron y siguen permitiendo que prolifere la violencia contra ellas.

Esta violencia comenzó a ser ejercida por las autoridades jurídicas, judiciales e instituciones de protección de la familia, cuando las mujeres acudieron a ellas para pedir ayuda y buscar protección. K es una migrante mexicana que escapó con sus dos hijas desde Alemania para regresar a su país huyendo de esta forma particular de agresiones. Desde allí enfrenta procesos jurídicos en los dos países (Alemania y México), oponiéndose a la determinación de que sus hijos sean “restituidos” a su padre, que los reclama desde Alemania. Ella aclara sobre esta violencia:

“La violencia Institucional consiste principalmente en violencia psicológica y emocional porque ponen una cantidad de reflectores sobre ti, sobre todo lo que haces, sobre todo lo que dices, sobre todo lo que actúas con el lenguaje no verbal, es un acoso hacía ti, de que tienes que contestar lo que ellos quieren, decir lo que ellos quieren, actuar de cierta forma y si no inmediatamente caes en este bucle que te va a llevar a perder a tus hijos […]”.

Las instituciones no creen en las migrantes latinoamericanas. Las violencias de sus parejas (denunciada por ellas y terceras personas) han sido sistemáticamente desestimadas por las autoridades, jueces y funcionarios. Por esta razón todos han quedado impunes, incluso cuando se trata de casos como el de L y G que denunciaron abusos sexuales hacía sus hijos. No conformes con esto las autoridades siguen considerando que estos hombres son la mejor opción para los niños y las niñas porque cuentan con recursos económicos y la cultura más adecuada para criarles: la alemana. Nunca la de sus madres porque es peligrosa, puede socavar su destino y malformar su integridad personal:

“Las mujeres latinas tienen estas características: son gritonas, son lloronas, quieren armar shows, solo vienen a sacarle dinero a los hombres, son calculadoras y estafadoras, malas madres, putas. Se lo dicen a uno de frente, no como a las alemanas que le dicen las cosas medio maquilladas”. (L)

Las violencias sobre las mujeres tienen parte de su explicación en esta imagen estereotipada y prejuiciosa de las migrantes de Latinoamérica allí predominante. Esto sucede porque las agresiones se interpretan desde el orden moral juzgando a los sujetos de la violencia, desconociendo los ejes de desigualdad a partir de los que se estructuran5. Estas mujeres son las representantes de la “cultura latina” que en el país europeo identifican con la corrupción, el subdesarrollo, la inferioridad, la irracionalidad, lo salvaje, el interés económico y la promiscuidad sexual. Esta forma de sojuzgar las culturas latinoamericanas, a través de las mujeres que lo simbolizan, es la expresión manifiesta de la discriminación, el output de otro de los algoritmos de un mundo interconectado a través de un sistema macroeconómico y social determinado por la colonialidad6.

Es por esta razón que dichas instituciones no quieren que la hija de L, que me recibió gentilmente: […] aprenda el idioma de uno, no quieren que asistan a reuniones de la misma cultura, no quieren que vayan a su país madre. […] Ellos no consideran estas cosas, de hecho dicen cosas como: esta es la cultura de la niña, esa cultura que usted tiene no es de la niña”. Sin embargo, la pequeña aquella tarde habló en latinoamericano.

La otra parte de la explicación de la violencia se relaciona con las desigualdades y vulnerabilidades que emergen de categorías estructurales e interactúan en su trayecto migratoria7: género (desigualdades propias del orden sexo-género imperante), nacionalidad (desconocimiento de idioma; regularidad migratoria condicionada al sostenimiento del vínculo conyugal; dificultades de integración); clase (imposibilidad de sufragar cualquier tipo de gastos de ellas y sus de hijos en Alemania, tampoco abogados); etnia (desprecio a la cultura; etiquetaje por color de la piel). Todos son factores que interaccionan para delinear esta trayectoria peculiar de violencias, trayectoria que en el seno de las instituciones antes que cesar, sigue expresándose cuando se exponen a procesos jurídicos en los que las mujeres se han batido en franca desventaja: con abogados de oficio, con serias dificultades para entender y escribir en alemán, con deficiencias económicas propias de dificultades de integración laboral y social al nuevo contexto.

Estas latinoamericanas son mujeres “incorrectas”, sospechosas de merecer la trayectoria de violencias que han experimentado y de no estar lo suficientemente cuerdas para tener consigo a sus hijos. Entonces se vuelca sobre ellas el peso de toda la carga probatoria: les imponen la necesidad de demostrar reiterativamente que son madres latinas a la “altura” de las madres alemanas para criar a sus hijos “desgraciadamente” interculturales; les fijan restricciones (salir del país, estudiar, trabajar); les ordenan desde los estrados someterse a agobiantes peritajes, evaluaciones, consultas psicológicas y psiquiátricas (algunas han sido medicadas); les prohíben hablar con medios de comunicación.

Todo lo anterior so pena de perder la custodia de sus hijos e hijas a favor de sus padres, los victimarios, tal como pasó a J y a B. Esta última es una mujer mexicana que había escapado con sus dos niños hacía México, su país, y hasta allá fue a buscarlos la Interpol para devolverlos a Alemania con su padre donde siguen residiendo, mientras ella enfrenta serias dificultades para poderlos visitar. Se configura entonces una forma repotenciada de violencia vicaria ejercida por las instituciones que emplea a sus hijos como interpósitas personas, para amenazar constantemente a las madres con su “confiscación”, si estas osan no seguir o cuestionar el recetario planteado en el que ellas tienen que ser sumisas, sonreír, no llorar en público (en Alemania está mal visto), subordinarse al dictado minucioso y exasperante de lo que tienen/pueden hacer y de lo que no.

Las resistencias y las luchas bajo el cielo alemán

Antes que callar y aceptar las determinaciones jurídicas impuestas, en plenas condiciones de desventaja, las mujeres han optado por organizarse, amplificar sus voces8 y luchar. Es la otra parte de la historia, la de una subversión femenina, de resistencia materna frente al despojo y la discriminación que se desarrolla en el seno de una sociedad donde está reincidiéndose en comportamientos considerados proscritos, abandonados al ayer.

La lucha inició cuando las migrantes se percataron de que podían conformarse en organizaciones en red, haciendo uso de las solidaridades emergentes entre mujeres que se observaron mutuamente, dándose cuenta de que transitaban por las mismas situaciones. Pero esta vez creyeron que los determinantes de sus trayectorias no remitían a la suerte, al destino o a su culpa (como a muchas les habían hecho creer), sino que realmente eran estructuras de desigualdad, violencia y dominación que se levantaban sobre ellas generando su opresión. Empezaron a luchar.

Conformaron organizaciones feministas de carácter global9 que apuestan por el empoderamiento ante la violencia como filosofía de resistencia y praxis de combate ¿cómo lo hicieron? Construyeron capital relacional a través de una red altamente cohesionada e imbricada de relaciones por las que fluyen conocimientos e información: empezaron a reconocerse, a creerse, a abrazarse, a contenerse, a proporcionarse ayuda psicológica, a enseñarse el idioma, a elaborar estrategias de performance ante jueces y funcionarios, a instruirse en trámites y procedimientos legales, a investigar las leyes del país. Decidieron buscar apoyos en varios países, sostenerse en todo lo que pudieran unas con otras y decidieron alzar la voz para gritar, para que incluso en otros continentes se supiera lo que estaba pasando allí.

Estas organizaciones (aún informales) son hasta el momento las alternativas más eficientes de defensa con las que cuentan. Tienen capacidad de generar ruido e impacto mediático a través de campañas y movilizaciones virtuales, llegando a impedir o dilatar ejecuciones de órdenes jurídicas en las que han estado a punto de retirarles la tenencia de sus hijos e hijas en Alemania. Una de estas organizaciones es por X_Ellas10, organización que se estructuró a partir del caso de Laura Sánchez11, que sigue siendo uno de los más notorios que discurren de acuerdo con este patrón de violencia y victimización expuesto.

Continúa la lucha de treinta connacionales y de otras tantas latinoamericanas, mientras siguen proliferando casos de mujeres que en Alemania muestran las mismas afectaciones, al tiempo que sigue pretendiéndose negar la existencia de una enfermedad común en la sociedad que las engendra. Hay un grave problema con los victimarios y la forma como han forjado sus masculinidades, pero no solo en ellos porque es su Estado quien contribuye a encubrirlos favoreciendo su impunidad, es la sociedad la que calla, mientras mira hacía un lado, se niega a creer y sigue pensando en casos aislados en los que ciertas mujeres “incorrectas” quizás estén obteniendo su merecido por “la osadía de migrar a territorio Alemán guiadas por el exclusivo y encubierto interés de levantarse del subdesarrollo, de la pobreza y de las incapacidades endógenas a sus pueblos”.

Pelearán hasta el final, como me lo dijo U, madre de L, “para demostrarle a estos alemanes qué pasa cuando a una mujer latinoamericana te le metes con los hijos, para luchar y ganar al patriarcado, para pelear por nuestra dignidad”.

___________________________
* El presente artículo es la versión periodística de un trabajo de investigación hecho por el autor para obtener el grado de Máster en Migración, Mediación y Grupos Vulnerables. En caso de que tenga interés por profundizar en la lectura de la investigación de los casos que acá se narran, puede acceder al trabajo académico completo a través del vínculo: https://mega.nz/file/4XcRHCqY#XSTHkl19xoYpRA5E7XSdcRqiYc1jGFcogeyIIPXEcf0.

1 Roca, Bodoque y Soronellas (2012) definen este tipo de migraciones como mediadas por el establecimiento de un vínculo conyugal (o de hecho) que posibilita el desplazamiento, la radicación y la integración de las mujeres migrantes en la sociedad de recepción. [Roca, J., Soronellas Masdeu, M., Bodoque Puerta, Y. (2012). “Migraciones por amor: diversidad y complejidad de las migraciones de mujeres”. Papers, 97(3), 685 – 707]

2 Alemania: violencia de género dejó 139 mujeres muertas en 2020. Recuperado de https://www.dw.com/es/alemania-violencia-de-g%C3%A9nero-dej%C3%B3-139-mujeres-muertas-en-2020/a-59910750

3 Para ampliar consultar: “GREVIO Baseline Evaluatión Report” https://rm.coe.int/report-on-germany-forpublication/1680a86937).

4 Violencia por confluencia e intersección de desigualdades y discriminaciones que se desprenden de categorías estructurales como género, etnia, nacionalidad, condición migrante, clase, entre otras.

5 Gómez Niccolau, E. (2016). “Culpabilización de las víctimas y reconocimiento: límites del discurso mediático sobre la violencia de género”. Feminismo/s, (27), pp. 197 – 218.

6 Souto García, A. (2022). “Colombianas en España y brasileiras en Portugal. Un análisis interseccional de las migraciones de las mujeres en el espacio transnacional/poscolonial” [Tesis doctoral]. Universidad Da Coruña. Repositorio Institucional da Universidade da Coruña; (2022a). “Latinoamericanas en el Sur de Europa: Un análisis interseccional de las migraciones”. Revista de Estudios Feministas, 30(3), pp. 1 – 16.

7 Crenshaw, K.W. (2012). “Cartografiando los márgenes. Interseccionalidad, políticas identitarias, y violencia contra las mujeres de color”. En: R.L. Platero (Ed.), Intersecciones: cuerpos y sexualidades (pp. 87 – 122). Ediciones Bellaterra; McCall, L. (2005). “The Complexity of Intersectionality. Signs“: Journal of Women in Culture and Society, 30 (3), 1771–1800.

8 El pasado 29 de marzo la Senadora Karmen Ramírez Boscán dejó constancia en la sesión de la mujer, ante la Plenaria de la Cámara de Representantes, sobre la situación que viven alrededor de 30 mujeres colombianas en Alemania enfrentando situaciones muy graves de “racismo estructural” por parte del sistema jurídico alemán. Fuente: Constancia Plenaria Sesión de la mujer – 29 marzo 2023, Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=OZeE33z7buk&t=110s.

9 Rodríguez Martínez, P y Ferreras Carreras, E. (2022). “Global feminisms: a mega social analysis of confidence in women’s organisations in Europe and the MENA Region”. SN Social Sciences, 2, 1 – 28. https://doi.org/10.1007/s43545-022-00398-5


11 Colombiana lucha por la custodia de su hija en Alemania: historia del abuso. Caracol Radio. https://caracol.com.co/programa/2021/08/05/hoy_por_hoy/1628184564_157363.html

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