"Nuestra hipótesis de trabajo es que todo lo relacionado con este enterramiento, la condición física, el ritual funerario, la elaboración de las vasijas con cierta rapidez, nos lleva a indicar que el enterramiento de la niña fue distinto, porque la comunidad quiso que su tránsito a otro mundo no intercediera en el mundo de los vivos"
1. Encuentran en Colombia a una bebé enterrada en una urna funeraria de hace más de 1.600 años
El cuerpo estaba entero, con los brazos cruzados y en cuclillas, y se mantuvo en esa posición gracias a que la vasija fue llenada con tierra.
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Durante trabajos de arqueología preventiva, a raíz de la construcción de la autopista 4G Pacífico 1, los especialistas encontraron a una bebé, de entre 9 y 12 meses de edad, enterrada en una urna funeraria, que data de un periodo situado alrededor del año 300 d. C. El descubrimiento, realizado en una montaña de la región colombiana de Bolombolo, Antioquia, resulta el primer enterramiento de este tipo que se conoce en la región, informa El Colombiano.
El hallazgo
En el monitoreo arqueológico en la colina hallaron el cuerpo de una mujer que tenía a su lado izquierdo una vasija completa que parecía una urna funeraria. En el interior de la vasija encontraron un cuerpo infantil completo que no fue sometido al fuego, que era la práctica usual para ese periodo histórico, explica Breshnev Villada Gómez, arqueólogo encargado de los hallazgos en la autopista. El cuerpo estaba entero, con los brazos cruzados y en cuclillas, y se mantuvo en esa posición gracias a que la vasija fue llenada con tierra.
#Antioquia | Un grupo de arqueólogos encontró en Bolombolo una urna funeraria con una bebé dentro, de 1.640 años de antigüedad. Conozca los detalles
Los análisis
Los estudios de datación por radiocarbono revelaron que tenía 1.640 años (se toma como referencia el año 1950 para parametrizar cualquier hallazgo). Se pudo establecer que la mujer tenía entre 30 y 40 años. Las marcas en sus huesos indicaban dietas de muchos granos y pocas proteínas, por lo que probablemente enfrentaba desnutrición. Los análisis de ADN mostraron que la mujer era la madre de la niña.
Por su parte, la bebé había alcanzado desarrollos mínimos en músculos y esqueleto. La coloración violeta de sus dientes indicaba que padecía de anemia, lo que fue confirmado por un patólogo dental.
Hipótesis sobre su entierro
Según los expertos, en estas culturas precolombinas asentadas en la región, era común que cuando no había alguien que se hiciera cargo de un menor, se realizaba un ritual de sacrificio y se enterraba a los niños con sus padres fallecidos.
"Nuestra hipótesis de trabajo es que todo lo relacionado con este enterramiento, la condición física, el ritual funerario, la elaboración de las vasijas con cierta rapidez, nos lleva a indicar que el enterramiento de la niña fue distinto, porque la comunidad quiso que su tránsito a otro mundo no intercediera en el mundo de los vivos", indica Villada.
"Estas piezas nos abren un nuevo mundo de posibilidades que no estaban identificadas, porque lo que buscamos en arqueología es establecer patrones, regularidades entre periodos, lugares y grupos humanos. Es un hallazgo novedoso que aporta nuevos datos del conocimiento del pasado, de la ancestralidad de hace miles de años", concluyó.
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Fuente:
2. Hallazgo arqueológico: encontraron una bebé en urna funeraria de hace 1.600 años
En Bolombolo, durante la construcción de la autopista 4G Pacífico 1, encontraron restos que tienen más de 1600 años. El primero en su tipo.
Con la misma suerte de una botella que se tira al mar con un mensaje adentro esperando que algún día alguien lo lea, un grupo de arqueólogos encontró en una montaña de Bolombolo una urna funeraria con una bebé dentro, de 1.640 años de antigüedad, y muchas pistas y voces del rompecabezas que siempre es cualquier pasado.
El descubrimiento, ocurrido durante la construcción de la autopista 4G Pacífico 1, emociona a la comunidad científica de Antioquia, porque es el primer enterramiento de su tipo que se conoce en la región en un periodo situado en el año 300 d.C. y porque tanto la vasija fúnebre, las piezas y los restos de una madre y su bebé estaban completos.
La historia es más o menos así: resulta que los programas de arqueología preventiva son obligatorios en la construcción de cualquier obra de infraestructura. Estos consisten en trabajos de campo para explorar el territorio, realizar excavaciones en zonas específicas y acompañar la remoción de suelos durante la construcción de las vías.
Covipacífico, la concesionaria a cargo de la autopista Pacífico 1, que va desde Caldas hasta Bolombolo, implementó este protocolo a lo largo de los 50 kilómetros de la vía, con la fortuna para la arqueología antioqueña de que se identificaron yacimientos que daban cuenta de las sociedades que habitaron el Suroeste en periodos antiquísimos.
Encontraron viviendas, talleres para elaborar herramientas en roca, utensilios en cerámica, enterramientos, cuencos, asas de arcilla y petroglifos, que son las rocas talladas con figuras y formas. Entonces, se hicieron análisis paleobotánicos —lo que se conoce como el estudio de los restos de los vegetales— para reconstruir cómo eran los entornos antiguos, con pruebas de carbono y análisis de ADN y de procedencia para saber de dónde sacaban las materias primas para elaborar las cerámicas. En este juego, cada pieza, por minúscula que sea, puede convertirse en el eslabón perdido que faltaba para resolver el acertijo.
Breshnev Villada Gómez, arqueólogo de la empresa Arqueológicas y encargado de los hallazgos en la autopista Pacífico 1, prefiere no ponerle nombre a estos grupos que habitaron el Suroeste, porque los apelativos de muiscas o zenufanáes son herencia de la Conquista o la Colonia y seguramente esas civilizaciones nunca se identificaron con esas designaciones. Por eso resalta más bien la riqueza y la diversidad étnica y multicultural prehispánica.
En todo caso, la ocupación humana encontrada fue segmentada en varios periodos entre los siglos III y IV, entre los siglos VII y IX; y un periodo cercano a la Conquista. Incluso aparecieron en los sondeos algunas evidencias de la Colonia, la República y hasta de las sucesivas olas de la Colonización antioqueña, en los siglos XVIII y XIX.
Pero lejos estaban de saber el emocionante encuentro que tendrían en medio de una meseta en terrenos de Bolombolo, en Venecia.
Las pistas dentro de la botella
Durante un monitoreo arqueológico en una colina se empezó a develar un enterramiento. Primero hallaron el cuerpo de una persona que tenía a su derecha unas vasijas fragmentadas. Normalmente a esto se le conoce como ajuar, las joyas y pertenencias comunes de alguien, elementos que en la creencia de la época acompañan al muerto en el tránsito a otros mundos.
Al lado izquierdo de la mujer había una vasija completa que, según sus características, parecía una urna funeraria.
En Antioquia es común este tipo de entierros, pero normalmente dentro de las urnas se habían encontrado restos óseos cremados de uno o varios individuos. Incluso, una interpretación entre expertos de estos temas es que las vasijas simulaban un útero en el que se depositaba al fallecido, para que pudiera volver a nacer en otro mundo.
En este caso, narra el arqueólogo Villada Gómez, asumían que eso era lo que iban a encontrar, situando el enterramiento entre el siglo I a. C. y el siglo VII d.C. Para determinarlo, hicieron una micro excavación para extraer completa la vasija y se la llevaron a un laboratorio porque abrir la tapa en campo abierto podría contaminar o dañar las evidencias. Lo que encontraron los asombró a todos porque al interior había un cuerpo infantil completo que no fue sometido al fuego, que era la práctica usual para ese periodo.
El cuerpo estaba entero con los brazos cruzados y en cuclillas, tal cual aparece en el dibujo del artista Rikki Vélez que acompaña la nota. Esto se logró determinar porque la niña fue puesta dentro de la vasija y esta se llenó de tierra, lo que permitió que el cuerpo mantuviera la posición. Extrajeron el cráneo y luego los huesos de brazos y piernas para empezar con los testeos.
El tiempo de antigüedad fue lo primero a establecer. Los restos se embalaron y se sometieron a estudios en el laboratorio Beta Analytic de Estados Unidos para corroborar su edad. Los resultados marcaron que tenían 1.640 años antes del Presente (a.P.).
Esta es una referencia de tiempo usada en arqueología y otras disciplinas afines que definió el presente en el año 1950 para parametrizar cualquier hallazgo. En otras palabras, estamos hablando de una madre y una niña que caminaron en lo que ahora es Venecia por allá en los años 300 d.C.
Después establecieron que la mujer tenía entre 30 y 40 años, y que arrastraba problemas de desnutrición, porque tenía marcas en sus huesos que indicaban dietas de muchos granos y pocas proteínas.
La niña, por su parte, tenía entre 9 y 12 meses y había alcanzado desarrollos mínimos en músculos y esqueleto, aunque probablemente sufrió de anemia porque los dientes tenían una coloración violeta, diagnóstico que fue confirmado por un patólogo dental. También tenía malformaciones en el costado izquierdo.
¿Por qué estaban enterradas una al lado de la otra? El arqueólogo Villada Gómez responde que al comienzo pensaron que encontrarlas juntas hacía pensar que eran familia. Para corroborarlo hicieron análisis de ADN con genetistas y un estudio mitocondrial, para rastrear cercanías con ancestros.
Los resultados arrojaron que eran madre e hija y ya con eso unificaron pistas para intentar interpretar un enterramiento que no era común.
Los estudiosos de las culturas precolombinas han documentado un patrón en las comunidades indígenas costeras y era que cuando moría una persona de la que dependían niños y no había alguien que se hiciera cargo, realizaban un ritual de sacrificio y enterraban a los menores de edad con la mamá o el papá. Es probable que este haya sido el caso de la madre y la bebé encontradas en la colina de Bolombolo, cerca del nuevo túnel vial que se construyó en La Sinifaná.
“Nuestra hipótesis de trabajo es que todo lo relacionado con este enterramiento, la condición física, el ritual funerario, la elaboración de las vasijas con cierta rapidez, nos lleva a indicar que el enterramiento de la niña fue distinto, porque la comunidad quiso que su tránsito a otro mundo no intercediera en el mundo de los vivos”, añade Villada.
El hallazgo es importante y emociona a la comunidad científica de Antioquia por varios aspectos. Primero, la historia se reconstruyó con evidencias genéticas, radiocarbónicas, forenses y con patólogos especializados; además, es el primer enterramiento de su tipo que se conoce en la región en este periodo situado en el año 300 d.C.; y no fue producto de guaquería o tráfico de piezas, sino que fue encontrado dentro de un contexto que permite seguir armando el rompecabezas de lo que ocurría alrededor, de cómo era el suelo, la fosa y la disposición de los muertos hace más de 1.600 años.
Es todo un lujo que se podrá ver en el futuro en una sala que acondicionarán en la restaurada estación del ferrocarril en Bolombolo, una vez terminen de surtirse los protocolos y las verificaciones del caso, al tratarse de un descubrimiento de esta dimensión.
“Estas piezas nos abren un nuevo mundo de posibilidades que no estaban identificadas, porque lo que buscamos en arqueología es establecer patrones, regularidades entre periodos, lugares y grupos humanos. Es un hallazgo novedoso que aporta nuevos datos del conocimiento del pasado, de la ancestralidad de hace miles de años”, concluye el arqueólogo Villada Gómez.
Razón tenía el poeta wayuu Vito Apüshana cuando escribía que crecemos, como árboles, en el interior de la huella de nuestros antepasados, soñamos allá, entre la Luna y el Sol, y morimos como si siguiéramos vivos.
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