¿Qué tal si esta vez, por esta primera vez, salimos a votar sin odios ni miedos?
Rodolfo muestra un profundo desconocimiento del funcionamiento del Estado... Lo más paradójico es que se le promueva como un estandarte de la moral y la decencia a pesar de estar imputado por corrupción y de que no solo ha dejado ver su talante autoritario y machista golpeando e insultando a los que le contradicen e invalidando a las mujeres, sino que también ha prometido aumentar la jornada laboral bajo el supuesto de que los trabajadores son unos vagos.
¿Qué tal si esta vez, por esta primera vez, salimos a votar sin odios ni miedos? Con la serenidad de entender que no estamos lanzando una moneda al aire ni una piedra a las sombras; que estamos eligiendo una propuesta de país; que no obedecemos a las mentiras ni a las presiones de partidos, iglesias o patrones; que estamos decidiendo a consciencia.
Fernando Valencia Rivera
Abogado, docente en la Universidad de Antioquia
Aunque siempre se ha dicho que la vida va muy rápido y que en política las cosas son cambiantes, no deja de sentirse cierto desconcierto con la forma abrupta como suceden las cosas en este país. Hace apenas cuatro años, en las elecciones de 2018, estaba claro que una amplia capa de la sociedad votaba contra Petro porque les representaba una amenaza para la fe cristiana, la propiedad privada y la institucionalidad republicana.
Petro sostenía (y lo sigue haciendo) que es necesario cumplir con la implementación de los acuerdos de paz, que no nos corresponde promover el derrocamiento del gobierno de Venezuela, que debe respetarse la diferencia y el libre desarrollo de la personalidad, que el narcotráfico no se combate encarcelando a los consumidores y que no podemos permitir que se arrasen el medio ambiente y los derechos de los trabajadores por cuenta de proteger los intereses de los más ricos. Para sus detractores todo esto ha sido una clara muestra de que le entregaría el país a la guerrilla, se confabularía con Maduro para imponernos el castro chavismo y la pobreza, destruiría la moral y la familia con su ideología liberal y pasaría por encima de nuestra constitución, destruyendo sus instituciones.
Hasta ahí todo claro, porque es apenas comprensible que con semejante prontuario las iglesias, los sectores más tradicionales y algunos empresarios encontraran en Petro la figura satanizada de quien pretende cambiar un orden, que a juicio de ellos, salvo por algunas imperfecciones, ha funcionado muy bien. Lo inexplicable es esta situación por la que atravesamos para la segunda vuelta presidencial: con iglesias, empresarios y partidos políticos llamando a votar (abierta o soterradamente) por un candidato como Rodolfo Hernández, que promete cumplir lo pactado con las Farc y negociar con el ELN; respetar el gobierno de Maduro y restablecer relaciones comerciales y diplomáticas con Venezuela; entregar drogas gratis a los adictos, legalizar la marihuana y prohibir las fumigaciones con glifosato; y garantizar los derechos al aborto, así como el matrimonio y la adopción para las parejas homosexuales1.
Pero no solo eso. Este candidato también ha prometido que suspenderá la democracia con un estado de conmoción interior, que cambiará la constitución y que desafiará a los jueces con medidas ilegales pero respaldadas popularmente; que les dará funciones judiciales a los consultorios jurídicos, que destituirá a los jueces que se retrasen en su trabajo y que los obligará a fallar sin derecho a pensar, repitiendo como máquinas lo que digan sus superiores, al convertir en ley la forzosa aplicación del precedente judicial2.
Más allá de las incertidumbres que preocupan a los empresarios y economistas en cada cambio de gobierno, Rodolfo muestra un profundo desconocimiento del funcionamiento del Estado, ofrece una confusa política tributaria y algunas medidas de proteccionismo que contravienen los TLC y pondrían en riesgo el comercio internacional y hasta nuestra propia industria. Improvisa en el tema pensional diciendo que lo resolverá con los subsidios de Colombia Mayor y que convertirá a Colpensiones en otro fondo de ahorro, a la manera del sistema privado.
Lo más paradójico es que se le promueva como un estandarte de la moral y la decencia a pesar de estar imputado por corrupción y de que no solo ha dejado ver su talante autoritario y machista golpeando e insultando a los que le contradicen e invalidando a las mujeres, sino que también ha prometido aumentar la jornada laboral bajo el supuesto de que los trabajadores son unos vagos. Reclama para sí todo el poder del Estado que le permita someter por la fuerza a quien se le oponga, aunque como bien sabemos no cuenta con bancada parlamentaria y se le han sumado todos los partidos tradicionales y las maquinarias electorales, lo que conducirá necesariamente a unas transacciones burocráticas y corruptas en las que otra vez perdemos todos.
Parece evidente que para respaldar un gobierno como el que propone Rodolfo no hay razones ni justificaciones (salvo la de que algunos mantendrán sus privilegios); que se trata tan solo de las emociones, de un miedo profundo al cambio y de un odio a lo diferente, de la rabia hacia Petro. Todas las encuestas han mostrado que las regiones más golpeadas con la pobreza y los más jóvenes están anhelando un nuevo país, y tal vez sea esta la oportunidad para transformarnos como sociedad; no como derrota o eliminación de los contrarios, sino como disposición al diálogo y al respeto por la diferencia.
¿Qué tal si esta vez, por esta primera vez, salimos a votar sin odios ni miedos? Con la serenidad de entender que no estamos lanzando una moneda al aire ni una piedra a las sombras; que estamos eligiendo una propuesta de país; que no obedecemos a las mentiras ni a las presiones de partidos, iglesias o patrones; que estamos decidiendo a consciencia.
Algo bueno puede pasar si hablamos con sinceridad. La incertidumbre nos obliga a estar muy atentos, pero la doble moral nos destruye como personas y como sociedad.
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Edición 781 – Semana del 11 al 17 de junio de 2022
1 Ing. Rodolfo Hernández! en Twitter: “17. Contrario al gobierno de Iván Duque, YO RESPETO EL DERECHO A LA PROTESTA SOCIAL. Salí a marchar en años anteriores y lo haré cuando una injusticia indique que el mejor camino para protestar es salir a las calles”. / Twitter.
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