Lo que llamamos revolución verde, deja de ser un problema netamente de tema alimenticio, a ser un motivo de debate tanto social y político como económico
Revolución Verde
Contraponer los intereses de unos pocos y la afectación de muchos, es fácil ver como la balanza se inclina hacia el lado del dinero
Luis Evelio Villada Gómez
Partiendo desde el punto de vista de ciertos sectores económicos, era razonable pensar que la solución a la hambruna mundial estaría en una mayor producción de alimentos. No obstante, el hecho de empezar una campaña de segregación hacia los “menos favorecidos,” apoyados en la retórica de disfrazar el hambre como pobreza y a su vez a la pobreza como sinónimo de inferioridad. Era muy fácil, convencer de lo antes dicho; en un principio, no se tenía muy claro los efectos adversos de este ambicioso proyecto, pero su fin sería la irrefutable excusa para justificar todo medio necesario y contraproducente.
No trascurrió mucho tiempo, para que efectivamente comenzara a evidenciarse lo que serían las primeras secuelas de esta cura; nos habían vendido la imagen satanizada de hambre ligada a pobreza, pero a su vez, como el faro en medio de la tormenta nos mostraban esa luz que sería la “salvación”. Poco importó el hecho de que estos alimentos ahora producidos en masa y con un relativo bajo precio, trajera consigo un mayor costo para todos. Su baja nutrición y su alta concentración de carbohidratos, solo por mencionar esa parte, ya empezaba a degradar de a poco el organismo de los consumidores.
Como se dijo antes, poco importo los efectos dañinos a la salud, si ésto representaba un gran beneficio a los intereses de sus proponentes. Las personas “beneficiadas” con este nuevo sistema de producción, no eran las únicas que sufrían sus efectos secundarios, miles e incluso millones de hectáreas de biodiversidad pagaron un precio incalculable.
Los nuevos sistemas empleados como, por ejemplo, la aparición de inmensos monocultivos, sedientos de tal forma, que solo los nuevos sistemas de riego podrían saciar dicha necesidad.
La tierra, al verse saturada ya no podría por si misma satisfacer la demanda de nutrientes; la consecuencia: el inicio de un uso desmedido de agroquímicos.
Como si fuera poco, lo desinteresadamente aportado por el planeta, no era suficiente y necesitábamos mejorar por nuestros propios medios lo ya ofrecido.
La ciencia, gran amiga y aliada del hombre, juega el papel un poco debatible en este caso; permite la manipulación de dichos procesos y la alteración de unos alimentos perfectamente desarrollados por la propia naturaleza durante millones de años.
Al jugar a ser Dios e intentar mejorar lo que ya estaba perfectamente constituido, se altera ese equilibrio nutricional y beneficioso, dando origen a lo que llamamos transgénicos. Un lobo disfrazado de oveja. Ya que no sólo afecta a la parte “mejorada”, si no que a mediano y a largo plazo se ven afectados los consumidores.
La aparición de este sistema, representó la necesidad de una transformación de tipo tecnológica, dado que los métodos utilizados tradicionalmente se consideraban casi obsoletos.
El desarrollo de la industria, motor de este frenesí, va de la mano durante todo el proceso sin dejar a un lado el hecho, que todo esto significa, el uso de grandes cantidades de combustibles fósiles, contribuyendo en gran medida a la liberación de gases de efecto invernadero.
Se dice que van de la mano, ya que, a mayor aumento en el tamaño de los cultivos y diversidad de los mismos, se hace necesario la diversidad de maquinaria.
Cuando se trata de cuestionar todo lo dicho anteriormente, nuevamente se justifican con el fin de “erradicar el hambre”, incluso se habla de que son personas con toda la comodidad del mundo quienes se oponen a que los “menos favorecidos”, tengan la posibilidad de tener un plato en la mesa.
Ya en este punto, lo que llamamos revolución verde, deja de ser un problema netamente de tema alimenticio, a ser un motivo de debate tanto social y político como económico. Al contraponer los intereses de unos pocos y la afectación de muchos, es fácil ver como la balanza se inclina hacia el lado del dinero, dejando a su paso desastres ecológicos, epidemiológicos, económicos, sociopolíticos y demás.
Una industria que se retroalimenta de la más básica necesidad, y su vez no es capaz de saciar intereses tan puntuales, puede llegar a un punto donde colapse por su propia dinámica.
El planeta, principal afectado en esta batalla entre el hambre y su cuestionable solución, se desangra de a poco. Nos da alertas, que son fácilmente ignoradas por aquellos que nos les conviene que se derrumbe su ya decadente sistema de explotación.
Por otro lado, vemos que, en el presente el panorama no es muy diferente a cuando inicio dicha transformación; el hambre sigue estando presente en ambos lados de la balanza, unos con hambre real y otros con hambre de dinero y poder; la segunda, puede que sea más perjudicial que la primera, ya que afecta directamente y del mismo modo a ambos lados de la balanza.
El hambre sigue sin erradicarse en el mundo y no porque no haya forma de combatirlo, por el contrario, mientras ésta exista, existirá la excusa para eliminarlo y por consiguiente para alimentar la más ambiciosa hambre de unos pocos, que tanto afecta a la salud, al medio habiente y la biodiversidad en general.
No es difícil deducir que sectores como el petrolero y el minero energético, son grandes partidarios, proponentes y exponentes de este sistema degradante; son grandes beneficiarios en varios aspectos, y no es un secreto que no les interesa en lo más mínimo cualquier daño que puedan causarle al medio habiente y ambiente. El hecho de ser beneficiados ya directamente por el uso obligatorio de tecnologías que implica un gasto constante de combustibles fósiles; aparte de esto la mejor forma de mejorar el rendimiento de las tierras explotadas, es mediante el uso de múltiples químicos, que en su mayoría requieren de una extracción de tipo minera. Se convierte entonces en un gran negocio redondo, que como siempre solo beneficia a quiénes se logran lucrar con la necesidad de millones.
Industrias como la cervecera invade terrenos para producir cebada, lúpulo y malta solo por dar un ejemplo, o la industria azucarera que arrasa con miles de hectáreas para la siembra de caña; son muy bien conocidos cuales son los efectos de sus derivados solo en la salud de la población mundial quitándole la posibilidad a numerosas opciones de múltiples cultivos que serían más beneficiosas, y que en realidad aportarían más que una botella con licor o una botella de líquido azucarado, que solo envenena tanto el medio ambiente como el organismo de los consumidores.
Si tomáramos más conciencia respecto al daño que se genera, y tuviéramos la capacidad y decisión para enfrentar a quienes nos someten con tan “brillantes formas”, mejoraríamos de una forma inimaginable nuestra calidad de vida y la de nuestro entorno; si valoráramos nuestros conocimientos ancestrales, lograríamos retomar esa conexión desinteresada con la tierra, generando un equilibrio muy saludable para todas las partes involucradas.
Luis Evelio Villada Gómez
Introducción a la ingeniería en agroecología
Ingeniería en agroecología
Universidad del Tolima