Huyen de la muerte, del hambre, de la delincuencia organizada que azota su país, del terrorismo que los tiene sentenciados por diversos motivos, del desempleo y la falta de atención en salud, de un país donde la corrupción estatal...
La marcha de los 5000 hacia Estados Unidos no es de migrantes sino de refugiados...
Son cerca de 5000, la mayoría vienen de Honduras pero en la larga marcha se les han juntando de otros países, sobre todo de Guatemala; huyen de la muerte, del hambre, de la delincuencia organizada que azota su país, del terrorismo que los tiene sentenciados por diversos motivos, del desempleo y la falta de atención en salud, de un país donde la corrupción estatal pulula y donde las protestas que a diario se dan son satanizadas y por política de Estado son perseguidos como delincuentes los manifestantes; las niñas prefirieron abandonar sus familias o los que se atrevieron huyeron juntos ante la inminente violación, tortura y asesinato a manos de las bandas criminales que dominan en los territorios.
Ellos son la prueba viviente de que los obreros no tienen patria ni nada que perder, excepto las pesadas cadenas con que el capital ata a la mayoría de la sociedad. Los obreros son una sola clase a nivel mundial, con idénticos intereses y enemigos y por lo tanto, deben unirse como un solo hombre para luchar contra el capital, al igual que lo han hecho en esta migración masiva, especial porque es una demostración de fuerza, principalmente contra el imperialismo estadounidense que amenazó con reprimirlos con el ejército si intentan cruzar la frontera de dicho país.
“En nuestro país te matan o te morís de hambre”, dice María, una de las 3000 que iniciaron la travesía el 13 de octubre desde la ciudad de San Pedro Sula en el norte de Honduras y quien junto con sus tres hijos y dos nietos, arrancaron la marcha con apenas 8 dólares en el bolsillos; su esposo con el dolor del alma y el corazón roto por su partida se quedó, para guardar su casita, lo único que tienen después de muchos años de trabajo y sufrimiento.
Son 704 kilómetros recorridos, abandonaron Honduras, atravesaron todo Guatemala, llegando hasta la ciudad de Hidalgo en la frontera con México; niños de todas las edades, mujeres cabeza de hogar y no pocos ancianos; con las manos vacías y con unas pocas mudas de ropa, pero con la esperanza de haber tomado la decisión correcta. Parece imposible resistir tamaña travesía en esas condiciones, pero es tan terrible la situación que quieren dejar atrás, que esa convicción, junto con la solidaridad de las masas por donde han pasado, los ha hecho fuertes y cada dolor en esta gran marcha, la han sabido convertir en fuerza para desafiar al sistema inmundo que en lugar de ayudarles les ha mandado a los esbirros para crear murallas humanas e impedirles su cometido.
La frontera en la ciudad de Hidalgo fue cerrada por orden del gobierno mexicano, y el puente fue militarizado para impedir el paso de la caravana. Los enfrentamientos con los manifestantes se dieron de inmediato, mientras balsas improvisadas se convirtieron en medio de transporte para que ingresaran a territorio mexicano. Muchos lograrán su cometido y seguirán el camino hacia los Estados Unidos, otros se quedarán en México y una parte retornará a sus lugares de origen, pero una vez más, el dedo en una de las llagas del podrido sistema capitalista ha sido hundido por el pueblo hondureño.
Para muchos críticos y estudiosos de este fenómeno, la marcha de los 5000 hacia Estados Unidos no es de migrantes sino de refugiados, pues literalmente huyen de una guerra y por salvar la vida, al mismo tiempo recuerdan que no es un fenómeno nuevo, sino repetitivo y creciente, pero además, no es local, ni siquiera regional, es un fenómeno mundial que pone en evidencia la tragedia que deben soportar millones de seres humanos huyendo despavoridos de sus territorios por muchos fenómenos, parecidos, iguales o similares, pero que tienen una raíz común: un sistema económico, social y político no solo es incapaz de solventar las necesidades básicas de la población, sino por el contrario, reproduce y acrecienta todos los días sus inequidades y podredumbre en todos los órdenes.
El matón y fantoche de Trump montado en su trono de jefe de una de las grandes potencias imperialistas, ha amenazado y al final ordenado a sus lavaperros de los países centroamericanos cerrar las fronteras e impedir que ese mar humano toque territorio de Estados Unidos, pero este asesino y corrupto, no puede cerrar los ojos ante la realidad de que en las propias entrañas de la bestia imperialista, los migrantes son una parte importantísima de la población; la fuerza de trabajo principal que mueve la economía del país del norte está compuesta por centro y suramericanos, asiáticos y africanos en un número que con seguridad no puede dejar dormir en paz a los asesinos de pueblos.
Los comunistas revolucionarios en México y Estados Unidos deben organizar la solidaridad del pueblo con los marchantes, para garantizar la alimentación, dormida y salud entre otros, pues al final son hermanos de clase. Las fronteras de todo el mundo han tenido que doblegarse literalmente ante la travesía diaria de migrantes y refugiados, y eso es sin duda un factor que favorece la lucha de los pueblos del mundo por derrotar como una sola fuerza todo el orden burgués, causante principal de las porquerías que alimentan a los Estados decrépitos para mantener en pie este sistema herido de muerte desde hace unas cuantas décadas.
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Fuente:
REVOLUCIÓN OBRERA
https://www.revolucionobrera.com/internacional/la-marcha-de-los-cinco-mil-sacude-centroamerica/