1. Claves del acuerdo entre Donald Trump y Kim Jong-un
2. Punto por punto: lo que dice el documento que han firmado Trump y Kim
3. El acuerdo histórico firmado entre Trump y Kim por la desnuclearización. "Un gran cambio para el mundo"
4. Donald Trump y Kim Jong-un, de las bravuconadas a los abrazos
1. Claves del acuerdo entre Donald Trump y Kim Jong-un
Trump y Kim Jong-un se comprometieron a normalizar las relaciones diplomáticas. | Foto: Reuters
Entre los puntos acordados destaca el compromiso por avanzar en la desnuclearización de la península coreana.
El presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, firmaron este martes un documento conjunto tras sostener una cumbre histórica en Singapur.
El mandatario estadounidense indicó que se trata de un "acuerdo histórico" y que "el mundo lo va a recordar", al tiempo que afirmó que la reunión resultó "mucho mejor de lo que se podía esperar".
Claves del encuentro
Donald Trump y Kim Jong-un se comprometieron a avanzar en la desnuclearización de la península coreana, dar pasos hacia la paz y la normalización de las relaciones diplomáticas.
Entre los principales puntos destaca el compromiso a establecer nuevas relaciones, acordes con los deseos de paz y de prosperidad de sus pueblos.
-El trabajo conjunto para crear un "régimen de paz duradera y estable" en la península de Corea. Este compromiso se basa en la necesidad de firmar un tratado que ponga fin definitivo a la guerra de 1953 con la rúbrica de un armisticio.
-La aceptación por parte de Corea del Norte de un proceso de verificación de la desnuclearización. Aún se desconoce en qué consistirá y quién se hará cargo del mismo.
-Otro de los puntos relevantes es concerniente a la no realización de ejercicios y maniobras militares por parte de EE.UU. con Corea del Sur.
-Sobre la posibilidad de una segunda cumbre Trump - Kim, la cual podría celebrarse en los próximos meses, el mandatario estadounidense se mostró dispuesto a ir a Piongyang o recibir a Kim en la Casa Blanca.
-Por último EE.UU. retirará las sanciones al Gobierno norcoreano si se comprueba un avance en el proceso de desnuclearización.
BBC - Europa Press - EFE
Fuente: teleSUR - SH: https://www.telesurtv.net/news/trump-kim-puntos-claves-acuerdo-20180612-0017.html
2. Punto por punto: lo que dice el documento que han firmado Trump y Kim
(foto, video)
La cumbre entre Estados Unidos y Corea del Norte del 12 de junio ha sido histórica. Los mandatarios de ambos países reforzaron sus lazos de amistad y, al concluir el día, firmaron un memorando en el que se expone el camino a seguir para reducir la tensión en la península.
© REUTERS / JONATHAN ERNST
La puesta en escena fue impecable y solemne y dejó un documento de escasas dos páginas en las que se exponen cuatro puntos que ambos países se comprometen a seguir.
El acuerdo comienza constatando que tanto Trump como Kim "llevaron a cabo un exhaustivo intercambio de opiniones, largo, detallado y sincero" sobre los temas alrededor de los que deberá pivotar la nueva relación entre ellos para "la construcción de un ambiente de paz duradera y sólida" en la península coreana.
"El presidente Trump se compromete a ofrecer garantías en materia de seguridad a la República Popular de Corea y el líder Kim Jong-Un se reafirma en su compromiso inquebrantable y firme de completar la desnuclearización de la península coreana", sigue el documento, para luego establecer los cuatro puntos más importantes de la reunión:
1. Estados Unidos y la República Popular de Corea se comprometen a establecer una nueva relación entre ambos acorde al deseo de los pueblos de ambos países de alcanzar la paz y la prosperidad.
2. Estados Unidos y la República Popular de Corea unirán sus fuerzas para construir un ambiente de paz duradero y estable en la península coreana.
3. Reafirmándose en la Declaración de Panmunjom del 27 de abril de 2018, la República Popular de Corea se compromete a trabajar por la completa desnuclearización de la península coreana.
4. Estados Unidos y la República Popular de Corea se comprometen a recuperar los restos de los prisioneros de guerra y de aquellos desaparecidos en combate ya identificados para su inmediata repatriación.
© REUTERS / JONATHAN ERNST
El último punto del memorando hace referencia a aquellos estadounidenses caídos o capturados en combate durante la Guerra de Corea (1950-1953).
En rueda de prensa, el mandatario estadounidense ha asegurado que la desnuclearización de la península comenzará rápidamente, aunque ha subrayado que se tratará de un proceso lento y largo. "El mundo verá un cambio importante", ha añadido.
Fuente: https://mundo.sputniknews.com/asia/201806121079506964-que-han-firmado-donald-trump-y-corea-del-norte/
El acuerdo histórico firmado entre Trump y Kim por la desnuclearización
3. "Un gran cambio para el mundo"
Tras 25 años de relaciones diplomáticas fallidas, los líderes de Estados Unidos y Corea del Norte firmaron un compromiso para garantizar el desarme nuclear de la península asiática a cambio de "garantías de seguridad" brindadas por Trump. El acuerdo rubricado no menciona que la desnuclearización tenga que ser "completa, verificable e irreversible".
Imagen: AFP
Tras una cumbre histórica que se extendió durante cuatro horas en Singapur, los presidentes Donald Trump y Kim Jong-un rubricaron un acuerdo que en sus propias palabras “va suponer un gran cambio para el mundo”.
El punto central del acuerdo radica en el compromiso de Corea del Norte de desnuclearizarse, aunque sin determinar plazos, y las "garantías de seguridad" ofrecidas por Estados Unidos a Pyongyang. Ambos países se comprometen a cooperar en el desarrollo de nuevas relaciones y "la promoción de la paz, la prosperidad y la seguridad".
"El presidente Trump se compromete a ofrecer garantías de seguridad a la DPRK (República Popular Democrática de Corea, nombre oficial de Corea del Norte, según sus siglas en inglés), y el presidente Kim Jong-un reafirmó su firme e inquebrantable compromiso para la desnuclearización de la península de Corea", afirma el texto rubricado por los dos líderes mundiales.
El acuerdo establece además que el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, se reunirá en "la fecha más temprana posible" con un alto funcionario norcoreano, que no identifica, para continuar con la negociación.
Ese diálogo se centrará en cuatro puntos, de los que el primero es un "compromiso a establecer nuevas relaciones entre Estados Unidos y la DPRK de acuerdo con el deseo de los pueblos de los dos países de que haya paz y prosperidad".
El segundo punto del pacto rubricado anoche tras más de cuatro horas de reuniones en el hotel Capella de la isla de Sentosa indica que las dos naciones, que hasta ahora no tienen relaciones diplomáticas, "unirán sus esfuerzos para construir un régimen de paz duradero y estable en la península coreana".
En tercer lugar se "reafirma la declaración de Panmunjon", sellada por las dos Coreas el pasado 27 de abril y en la que Pyongyang se comprometió a la desnuclearización, aunque el texto no establece plazos.
De hecho, Trump dijo más tarde a la prensa que el arsenal norcoreano es "muy significativo" y reconoció que el desarme completo del régimen "llevará mucho tiempo", aunque añadió que presionará a Corea del Norte para que lo haga tan pronto como sea posible "mecánica y físicamente".
El acuerdo alcanzado hoy entre Washington y Pyongyang tampoco menciona que la desnuclearización de la península tenga que ser "completa, verificable e irreversible", como había defendido la Casa Blanca antes del encuentro.
Por último, acordaron "recuperar los restos de los prisioneros de guerra o desaparecidos en combate" después de la guerra de Corea (1950-1953), "incluida la repatriación inmediata de los que ya han sido identificados".
Trump y Kim calificaron en el texto que su cumbre fue "un acontecimiento histórico" y decidieron "implementar las estipulaciones" del acuerdo "de forma completa y expedita".
Los mandatarios protagonizaron una ceremonia para firmar el documento conjunto. En ese marco, el líder norcoreano afirmó: "Estamos listos para dejar atrás el pasado. El mundo va a presenciar un gran cambio", y expresó su "agradecimiento" al magnate neoyorquino por su disposición a celebrar la reunión.
Por su parte, Trump aseguró que estaba desarrollando "un vínculo muy especial" con Kim. "Vamos a ocuparnos de un problema muy grande y muy peligroso para el mundo", recalcó. El mandatario de Estados Unidos aseguró que el proceso de desnuclearización de Corea del Norte comenzará "muy rápido".
Luego, en declaraciones a periodistas al separarse de Kim, Trump describió al líder norcoreano como un hombre "con mucho talento" que "ama mucho a su país", y adelantó que se reunirán "muchas veces" a partir de ahora. Al ser consultado sobre si invitaría a Kim a la Casa Blanca, el mandatario respondió: "Absolutamente, lo haré".
La cumbre de Singapur, cuyo objetivo es la posible desnuclearización de Pyongyang, es la primera entre mandatarios de ambos países tras casi 70 años de confrontación a raíz de la Guerra Corea (1950-1953), y 25 de negociaciones fallidas y tensiones a cuenta del programa atómico norcoreano.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/121063-un-gran-cambio-para-el-mundo
La histórica cumbre entre los mandatarios de EE.UU. y Norcorea
4. Donald Trump y Kim Jong-un, de las bravuconadas a los abrazos
El presidente norteamericano y su par norcoreano se acercaron a un primer acuerdo que busca enfriar ese empate bélico siempre latente que fue la Guerra de Corea. Un análisis de lo que sucedería a largo plazo en el tablero geopolítico mundial.
Por Julián Varsavsky
Kim Jong-un y Donald Trump se saludaron y sonrieron ante las cámaras previo a la reunión a solas. Imagen: AFP
Cuando el presidente Richard Nixon tuvo en 1972 su cordial encuentro con Mao Tse Tung en Beijing –líderes de países que se enfrentaron en la Guerra de Corea donde EE.UU evaluó usar la bomba nuclear–, el perjudicado fue el gobierno de Taiwán: China y EE.UU restablecieron lazos diplomáticos y la isla perdió su status de país –aunque no de aliado– para los norteamericanos: la China dividida en dos fue entonces una sola para EE.UU, mientras Mao movía así una ficha paralela y “proimperialista” en su disputa con la URSS. Cuatro décadas más tarde, el Gigante Rojo pasó a ser el principal tenedor de bonos del tesoro norteamericano y casi el salvador de su “adversario” durante la crisis económica mundial de 2008.
Al retirarse EE.UU de Vietnam en 1975 totalmente humillado, la división norte-sur de este país fue saldada por la guerra, no restando mucho por negociar. Bill Clinton restableció las relaciones sin mucho intercambio en la mesa de negociación, apenas veinte años después: hoy Vietnam es una sola y EE.UU es el principal cliente de las exportaciones vietnamitas.
Nada de esto había sido posible hasta ahora en la relación EE.UU-Corea del Norte, por una confluencia de fatídicos factores. A diferencia de Vietnam, la península coreana quedó dividida en dos mitades resultado de un empate. Cada polo llevó su modelo a extremos pocas veces vistos, apartándose incluso de la norma mundial. Corea del Norte devino en un pseudocomunismo de rasgos monárquicos ajenos a la teoría marxista, al tiempo que en el sur se instalaba un hipercapitalismo dictatorial –con fuerte presencia estatal en la dirección de la economía– que se radicalizó en su exigencia de eficacia y superexplotación, al punto que sus habitantes inmersos en la “sociedad del cansancio” y el “panóptico digital” –conceptos del filósofo surcoreano Byung-Chul-han–, terminaron elevando la tasa de suicidios a la más alta del mundo desarrollado: en los últimos cinco años 70.000 surcoreanos se quitaron la vida, en gran medida por estrés y soledad digital. Estos dos modelos son inconciliables hasta hoy.
¿Por qué EE.UU no tuvo con Corea del Norte el mismo pragmatismo que en China y Vietnam? El pequeño mercado norcoreano asfixiado desde afuera y sin commodities, nunca resultó tentador para la que es, todavía, la economía más grande de la tierra. Por lo tanto han seguido primando los reclamos de “democracia” y “derechos humanos”.
El otro factor que impidió hasta ahora un acuerdo de paz duradero ha sido la existencia de un régimen paranoico en un sentido estalinista en Corea del Norte. Las tres generaciones de presidentes Kim estructuraron su análisis del mundo con la lógica de lo que Byung-Chul-han caracteriza como la “sociedad inmunológica” típica de tiempos de Guerra Fría –a un lado y al otro de la Cortina de Hierro–, en la cual todo cuerpo extraño llegado desde el exterior debía ser neutralizado por el sistema defensivo en una reacción “anti-viral”. Por esto Corea del Norte se encerró sobre sí misma de manera absoluta, como lo hicieron China entre los siglos XV y XIX y Japón desde 1639 a 1853, en los tres casos por miedo a una colonización extranjera. Este sentimiento de desconfianza total conspiraba contra cualquier entendimiento con ese enemigo real que era EE.UU, el cual había reducido a cenizas cada ciudad norcoreana con bombardeos.
Lo único factible de negociar –la reunificación– era inaceptable para cada bando, en la medida en que alguna de sus dos cabezas políticas tuviese que ceder un poder imposible de compartir. Al no haber términos de intercambio, Corea del Norte y del Sur quedaron técnicamente en guerra y EE.UU también. Por esto la situación devino en ese limbo insólito, un capítulo anacrónico de la Guerra Fría. Curiosamente, lo que permitió destrabarlo fue su recalentamiento adrede: Corea del Norte se nuclearizó.
La dinastía Kim adquirió algo valioso para colocar sobre la mesa: a cambio de la desnuclearización, pidieron un pacto real y creíble de no agresión ni invasión, y el aflojamiento de las sanciones económicas. Todo esto, sin embargo, se puso en entredicho de manera intempestiva hace un mes, cuando Kim dio por cancelada su reunión con Trump. John Bolton -Consejero de Seguridad Nacional- había dicho la única palabra que no debía ni siquiera insinuar: “Libia”. Se refirió al modelo de negociación que hubo entre ese país y Occidente, resultando en la desnuclearización libia a cambio de su salida del “eje del mal”. Claro que esto devino en el asesinato de Khadafi a manos de un ejército con apoyo extranjero. El presidente de Corea del Norte, naturalmente, se sintió engañado.
El acuerdo que se venía negociando por detrás de la escena pública, necesariamente debía tener como uno de sus ejes que se le garantizara a Kim seguir en el poder, única garantía de no terminar como Muamar Khadafi o Saddam Hussein. La cumbre internacional había quedado en veremos durante tres semanas, hasta que Kim Yong-Chol –ex jefe del espionaje norcoreano– viajó a Washington con un sobre enorme, conteniendo una carta para Trump. Allí se habría reafirmado el compromiso de desnuclearizar y seguramente exigieron lo de siempre, pero de manera más creíble: garantías.
El presidente de EE.UU respondió con inusuales buenos modales: “Ellos quieren la desnuclearización; creemos que es importante. Y cometeríamos un gran error si no lo lográramos. Creo que tendremos una relación y comenzará el 12 de junio”. Y en un tweet agregó que, en apenas un minuto, se daría cuenta de si Kim miente.
Corea del Norte, para se creíble, tendrá que desmantelar el gran complejo nuclear de Nyongbyon con su reactor soviético, algo verificable incluso desde un satélite. En cambio, las plantas de enriquecimiento de uranio son más pequeñas y trasladables a alguno de los 10.000 túneles que surcan el subsuelo norcoreano. Con siete kilos de plutonio ocupando el mismo volumen que una pelota de softball, habría materia prima para una bomba atómica (o en una botella de un litro de uranio enriquecido). Inevitablemente, un acuerdo de este tipo necesita entonces de una cuota alta de confianza. Trump también exige la eliminación de los misiles intercontinentales ICBM que, en teoría, alcanzarían los EE.UU.
Donald Trump gana con este acuerdo la posibilidad de mostrarse más pacifista –hay quienes pretenden candidatearlo a Premio Nobel de la Paz–, al mismo tiempo en que acaba de romper el pacto antinuclear con un país por cierto petrolero como Irán, y restablece un enemigo histórico para sus peleas por Twitter.
En el centro de la triada del conflicto intercontinental con base coreana confluyen dos sentimientos compartidos por todos: el deseo de evitar una guerra nuclear y un aura de suspicacia mutua. No parece vislumbrarse en el futuro la aparición de un McDonald’s junto a la Plaza Kim Il-Sung en Pyongyang, la señal previa de una posible reunificación. Los carriles por donde podría fluir el acuerdo seguramente irán en otro sentido.
Los acuerdos de la reunión en la isla-resort de Singapur no darán los resultados –al menos a mediano plazo– que tuvieron los acercamientos de EE.UU con China y Vietnam. El cambio podría ser que las dos caras del bifronte coreano que se dan la espalda, se den vuelta y comiencen a mirarse. Corea del Norte ya tiene un moderno centro de esquí y está terminando un mega resort de playa en forma de pirámide con un lago artificial, donde en algún momento podrían comenzar a llegar millones de turistas surcoreanos. En la ciudad china de Dandong –fronteriza con Norcorea– algunos sueñan con una carretera comercial que conecte China con Seúl en pocas horas, en la que Pyongyang sea una mera parada de reabastecimiento.
Así como la ciudad de Zhezhen fue el primer experimento capitalista de la China comunista con empresarios taiwaneses, las corporaciones surcoreanas quisieran reproducir en todo Corea del Norte –sin reunificación– el modelo del complejo industrial intercoreano Kaesong que se instaló hace unos años del lado norte de la frontera, donde los sureños ponían el capital y los comunistas el trabajo, hasta que la escalada conflictiva de 2013 lo arruinó todo: allí el salario mínimo era de US$ 169 mientras que en Corea del Sur es de US$ 1470.
Hoy, resultado remoto del encuentro Nixon-Mao, China y EE.UU son competidores geopolíticos y económicos, pero también fuertes socios comerciales más allá de esa disparidad en la balanza a favor de China que molesta a Trump, interesado en traer de vuelta a casa las fábricas norteamericanas exportadas en busca de mano de obra barata. Pero grandes firmas como Apple dependen de la flexibilización laboral extrema con que somete Foxconn –firma taiwanesa ensambladora con plantas en China– a más de un millón de obreros chinos: China le hace el “trabajo sucio” a Apple sin dejar la firma de nadie, y esto le sirve al país para multiplicar su PBI. Este mismo negocio –que acerca las condiciones laborales a una idea de esclavitud moderna– podría cerrarle muy bien a firmas coreanas como Samsung, Hyundai y LG hipotéticamente instaladas en Corea del Norte, allí donde no existe derecho a reclamo alguno, hay un estado de vigilancia total y por lo tanto una mano de obra sumisa, condiciones necesarias para el desarrollo del modelo tigreasiático.
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Julián Varsavsky: Coautor con Daniel Wizenberg del libro Corea, dos caras extremas de una misma nación.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/120990-donald-trump-y-kim-jong-un-de-las-bravuconadas-a-los-abrazos