Política y nutrición
"En la esfera cotidiana, se trata de la total pérdida de la soberanía alimentaria y el consumo de azúcares y carbohidratos en desmedro de la diversidad biológica de la naturaleza."
Carlos Eduardo Maldonado
Palmiguía
Estado, legitimidad y poder constituyen una de las caras de la moneda, cuya contracara es la identificación de la política con las políticas públicas. En la esfera cotidiana, se trata de la total pérdida de la soberanía alimentaria.
Decía Aristóteles que la política es una de las formas como se organiza la sociedad.
Esta idea comporta dos aspectos paralelos y estrechamente interrelacionados. De un lado, se trata del reconocimiento de que la sociedad se organiza de muchas maneras. En torno a la política, alrededor del deporte, en términos de conocimiento, en la iglesia y en numerosas otras actividades. Lo cual quiere decir, de otra parte, que para el padre de la Constitución de Atenas y el preceptor de Alejando Magno, la participación política no es un llamado imperativo de la vida en la ciudad, y que más vale vivir la vida también alrededor de otros temas, problemas y preocupaciones.
En otras palabras, no toda la vida humana se define en términos de la política, y ésta no puede ni debe adquirir la centralidad que los círculos del poder acaso pretenden. En este sentido, hay países que tienen un ministerio del deporte, otros tienen un ministerio de la ciencia y la tecnología, otros más un ministerio del medio ambiente y hay países que tienen un ministerio de las tecnologías, por ejemplo.
En otro contexto y otro tiempo, decía M. Kundera que en la vida todo es sexo y política, sexo y poder.
Cambiando de foco, pero siempre sobre el mismo tema, los seres humanos se han olvidado de alimentarse bien desde hace alrededor de doscientos años. En efecto, desde cerca de 200 años, la alimentación básica de los seres humanos, particularmente en Occidente, consiste en azúcares y carbohidratos. Ya se sabe: comida chatarra, fast food, restaurantes de centros comerciales, principalmente, y en general, comida de todos los no–lugares, para retomar la expresión de M. Augé.
Las grandes cadenas y corporaciones de la industria de los alimentos, aunadas a las cadenas de distribución de alimentos y a las grandes superficies, son las principales responsables de que, análogamente, a los animales, y contra todas las apariencias del neoliberalismo, la inmensa mayoría de la gente no come lo que quiere, sino lo que le ofrecen.
Vista desde la superficie, la política descansa hoy por hoy en los grandes medios de comunicación, en los productores de noticias, en el marketing político, y en los episodios en las redes sociales. La política, una ciencia del presente (I. Wallerstein), es manejada en la superficie como el tema del titular del día, y la seguidilla de comentarios, escándalos, ires–y–venires.
Paralelamente, el grueso de lo que comen las personas es comida que, aunado al sedentarismo de la vida urbana en las ciudades de hoy, produce sobrepeso y obesidad, que son, en verdad, los sobrecostos de la sobrealimentación.
La idea de la participación política o, mejor aún, de la democracia participativa y deliberante parece un noble ideal. Sin embargo, según el filósofo de Estagira, ello no parece ir muy bien a favor de la búsqueda de la felicidad, que Aristóteles situaba en la cima de su filosofía práctica.
He aquí un cuchillo de doble filo. Dejarle la política a los seres de la superficie, del titular del día, y de la edición, producción y postproducción de la noticia parece algo nocivo e indeseable. Para ello está ese pequeño grande ejército de comentadores, periodistas y analistas.
La reducción de la política a las políticas públicas no es, en verdad, sino la contracara del hecho de que la malnutrición se funda en lo que las góndolas de los supermercados, articuladas en las diferentes secciones, ofrecen a los compradores. El carrito de supermercado sólo está ahí para dar la sensación de libertad.
Estado, legitimidad y poder constituyen una de las caras de la moneda, cuya contracara es la identificación de la política con las políticas públicas. En la esfera cotidiana, se trata de la total pérdida de la soberanía alimentaria y el consumo de azúcares y carbohidratos en desmedro de la diversidad biológica de la naturaleza.
Los seres humanos del mundo actual no se nutren, simplemente comen, y en el mejor de los casos, al costo de altos precios económicos, logra apenas alimentarse.
La corriente principal del mundo pareciera haber olvidado cómo vivir bien. La mayoría simplemente aguanta, resiste, y sobrevive —como puede—. Vivir bien no es, manifiestamente, un asunto de estrategias y políticas públicas, de liderazgo motivacional o transformacional, por ejemplo. Vivir bien es un asunto que pasa, por ejemplo, por algo tan elemental como saber de verdad qué necesitamos.
La política y la industria de los alimentos descansan en un mismo trípode de principios, a saber: marketing (= segmentación del mercado), (mucha) publicidad y propaganda y diseño (en especial diseño industrial, sin descartar los otros tipos de diseño: gráfico, textil, urbano, de interiores y otros).
Sin más: la política cotidiana forma parte de aquello de lo que se alimenta la mayoría de los seres humanos.
Después de haber vivido un tiempo en Japón, una de las cosas que aprendí es que los occidentales se refieren a aquello que los alimenta en términos militares y de agresión: notablemente, el cuchillo y el tenedor. Cortan, pican, trozan lo que los va alimentar, esto es, aquello que los hace posibles. El mundillo de la política no parece ser más que eso: una especie de picadillo que, por lo demás, se engulle rápidamente, y se digiere como se puede. Sin mencionar que, al parecer, la mayoría de los seres humanos tienen hoy por hoy serios problemas de digestión, de colon, y problemas de metabolización. Como se aprecia, un cuadro coherente, un bucle que se cierra sobre sí mismo.
___________
Profesor Titular, Universidad del Rosario
carlos.maldonado@urosario.edu.co
Áreas de trabajo:
Filosofía contemporánea, filosofía política y filosofía social, filosofía de la ciencia.
Líneas de trabajo:
Teoría de los sistemas complejos no lineales (ciencias de la complejidad), lógicas no clásicas, teoría de la conciencia y ciencias cognitivas, teoría de la decisión racional, teoría de la acción colectiva, derechos humanos, sociedad civil, bioética, fenomenología.
http://www.palmiguia.com/opinion/carlos-eduardo-maldonado/1288-politica-y-nutricion