El arroz blanco, presente en la mesa de millones de personas, puede causar picos de glucosa peligrosos por su alto índice glucémico y bajo aporte de fibra.
Harvard y Verywell Health explican cómo la preparación, las porciones y los acompañamientos marcan la diferencia entre un plato inocente y un riesgo metabólico.
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Lucas Handley
es.gizimodo.com 18 de agosto de 2025
Aunque muchos lo consideran un alimento neutro, el arroz blanco tiene un impacto directo en los niveles de azúcar en sangre. Estudios recientes revelan que, por su composición y procesamiento, puede provocar aumentos rápidos de glucosa, complicando el control metabólico. Conocer cómo influyen la porción, la preparación y las combinaciones adecuadas resulta clave para incluirlo en una dieta equilibrada sin poner en riesgo la salud, especialmente en personas con diabetes.
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El índice glucémico y el efecto del arroz blanco
El arroz blanco posee un índice glucémico alto, generalmente superior a 65, lo que significa que se digiere con rapidez y eleva bruscamente la glucosa en sangre. Este proceso obliga al páncreas a liberar más insulina, lo que puede generar fatiga, hambre repentina o descensos bruscos de azúcar poco después de la comida.
Por el contrario, el arroz integral, al conservar su salvado y germen, aporta fibra y nutrientes adicionales, además de tener un índice glucémico más bajo (50-55), lo que suaviza el impacto sobre la glucosa. Opciones como quinua, avena o pan de centeno resultan todavía más favorables para quienes necesitan estabilidad glucémica.

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El tamaño de la porción y las combinaciones adecuadas
La cantidad de arroz ingerida es determinante. Una porción estándar equivale a un tercio o media taza de arroz cocido, pero en restaurantes suele triplicarse. Este exceso dispara los niveles de azúcar en sangre y dificulta el control metabólico.
Combinar el arroz blanco con proteínas como pollo, pescado, tofu o huevos enlentece la digestión, reduciendo los picos glucémicos. A su vez, incluir verduras aumenta la saciedad y la fibra, mientras que grasas saludables como aguacate, nueces o aceite de oliva contribuyen a estabilizar la liberación de glucosa.
Técnicas para reducir el impacto glucémico
Existen métodos sencillos para disminuir la carga glucémica del arroz blanco. Enjuagar los granos hasta que el agua salga clara reduce parte del almidón superficial. Cocerlo en abundante agua y escurrirlo después también ayuda a disminuir su contenido de almidón.
Un recurso aún más eficaz es refrigerar el arroz cocido durante varias horas o toda la noche, lo que aumenta la proporción de almidón resistente. Este actúa como fibra, favorece la microbiota intestinal y ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina, manteniéndose incluso tras recalentar el arroz.

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Orientaciones para personas con diabetes
El arroz blanco no está prohibido en la dieta de quienes tienen diabetes, pero debe consumirse con moderación y acompañado de otros nutrientes. Instituciones como Harvard y la Asociación Americana de Diabetes recomiendan priorizar el arroz integral o granos enteros y aplicar el “método del plato”: la mitad verduras sin almidón, un cuarto proteínas y un cuarto carbohidratos.
En definitiva, el arroz blanco puede formar parte de una dieta equilibrada siempre que se controle la porción, se combine con ingredientes adecuados y se prepare de forma que minimice su impacto glucémico.
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Fuente: Infobae en:
