La recesión económica que viene y la no neutralidad de la austeridad
La economía colombiana enfrenta su primera gran crisis después de casi tres lustros de crecimiento, y la reacción del gobierno se limita a una “austeridad” que agravará la recesión pero que beneficia a los inversionistas financieros.
Diego Guevara Castañeda*
Proyecciones a la baja
Hace apenas un año en las predicciones de organismos como el FMI (Fondo Monetario Internacional) sobre el comportamiento de la economía colombiana se afirmaba que en 2015 el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) estaría alrededor del 5 por ciento.
Pero desde finales de 2014, las proyecciones han venido bajando más y más en cada informe que publican los organismos internacionales. En abril de 2015 la cifra proyectada era 3,4 por ciento, y en julio pasado se ajustó nuevamente en casi medio punto porcentual, para ubicarse en un 3 por ciento.
Instituciones como la ANIF (Asociación Nacional de Instituciones Financieras) formulan proyecciones más negativas y han reducido su pronóstico de 3,4 por ciento a una cifra entre 2,5 y 3 por ciento para 2015, y entre 2 y 2,5 por ciento para 2016, que será cuando la economía colombiana seguramente tocará fondo.
Un país que ha vivido por más de 20 años un proceso de desindustrialización no puede tener una capacidad rápida de respuesta para fomentar las exportaciones
En todo caso es muy probable que con la volatilidad internacional, Colombia acabe el año con una cifra de crecimiento económico inferior al 3 por ciento.
La cifra para el primer trimestre que reportó el DANE fue de 2,8 por ciento. Sin embargo hay que anotar (como se ve en la Gráfica 1) que el primer semestre del año anterior (punto de referencia para este dato) tuvo un crecimiento excepcionalmente alto (6,5 por ciento). Con todo y esto, las proyecciones no son buenas y la cifra para el segundo trimestre que está por publicarse (y que podría superar al 2,8 por ciento) no alcanzará para compensar la caída que se anticipa para el resto del año.
Gráfica 1: PIB (Producto Interno Bruto)-Trimestral 2011-2015 (primer trimestre). Fuente: DANE.
Esto no es sorprendente porque la caída en los precios del petróleo ha golpeado seriamente la economía colombiana desde finales del año pasado. El asunto es más dramático si se recuerda que de las cinco “locomotoras” propuestas por el gobierno Santos (minería, infraestructura, innovación, vivienda y agricultura), la única que iba a todo vapor hasta 2014 era la minero-energética.
La locomotora de vivienda también traía un buen ritmo pero no alcanzo el potencial de la locomotora minero-energética. La de la innovación nunca arrancó y se quedó como una promesa de campaña mientras que las locomotoras de agricultura e infraestructura han estado a media marcha. Hoy por hoy las apuestas del gobierno parecen haberse reducido a las vías 4G como motor para jalonar la economía durante la fase recesiva del ciclo.
El contexto mundial
El Ministro de Hacienda y Crédito Público, Mauricio Cárdenas. Foto: Ministerio de Hacienda y Crédito Público
Al tiempo que se detiene la locomotora minero-energética, el contexto internacional sigue siendo fuente de preocupaciones para la economía colombiana, como mostró la caída reciente de la bolsa en China.
El gigante asiático, que hasta hace cerca de un año era el segundo destino de las exportaciones colombianas después de Estados Unidos, ha salido del top 5 de las economías que compran bienes a Colombia, y nuestras ventas a ese país disminuyeron dramáticamente desde comienzos de año (Gráfica 2). Los analistas internacionales consideran que el “enfriamiento” de China se mantendrá por lo menos durante el resto de 2015.
Gráfica 2: Exportaciones colombianas a China 2008 a mayo de 2015 (en miles de dólares). Fuente: Elaboración propia con datos del DANE.
En Colombia se vislumbra un escenario propenso a la recesión hacia finales de este año y comienzos de 2016, pues los bajos precios de las materias primas y la desaceleración china aumentaron la presión sobre países como Colombia, que habían optado por ser exportadores netos de materias primas.
Además de las malas noticias desde China, la nueva política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos causa ansiedad en los mercados emergentes porque el alza esperada en la tasa de interés daría pie a una mayor salida de capitales de economías periféricas como la colombiana. Bajo estas circunstancias aumentaría la presión sobre la tasa de cambio colombiana, que ya se encuentra en niveles históricamente altos.
Por otra parte hay que estar atentos a los efectos de la reconfiguración del gobierno griego tras la renuncia del primer ministro Tsipras. El eventual rebrote de la crisis que afectaría a la Unión Europea y al resto del mundo no puede descartarse todavía.
En el contexto regional no se pueden dejar de mencionar las tensiones con Venezuela, que acaban por afectar un comercio bilateral que, si bien perdió fuerza desde 2009, aún muestra cifras superiores a las que se registran con otros países “amigos”, como México y Perú.
Este final de año traerá problemas en la esfera global que producirán choques macroeconómicos para América Latina. Los riesgos macro-financieros están creciendo no solo para Colombia sino para toda la región y tras un largo período de entrada de capitales, aumento del crédito internacional y bajas tasas de interés global atestiguamos ahora la reversión de esos indicadores.
Esta situación traerá sin duda efectos sobre el bienestar y el margen de maniobra de los gobiernos en programas de desarrollo y en política social.
Los remedios locales
Edificio de la Reserva Federal Estadounidense en Washington. Foto: WikimediaCommons
Las autoridades económicas colombianas han tratado de enviar un mensaje de tranquilidad que no acaba de convencer realmente a nadie.
Inicialmente, el Ministerio de Hacienda trató de difundir la idea de que la caída en el precio del petróleo sería compensada con la elevada tasa de cambio que fomentaría la producción nacional y las exportaciones.
Sin embargo, un país que ha vivido por más de 20 años un proceso de desindustrialización no puede tener una capacidad rápida de respuesta para fomentar las exportaciones de bienes manufacturados en el corto plazo. Además, la compra de bienes de capital para la industria se hace en dólares, y con la tasa de cambio actual es imposible acceder a la maquinaria de punta necesaria para una producción con los estándares globales de competitividad. Es claro entonces que se asiste a una devaluación contractiva ante el retroceso en la diversificación de la estructura productiva.
Por otra parte el Ministerio ha anunciado una nueva era de “austeridad inteligente”, que es la receta tradicional de la tecnocracia económica que desde siempre ha inspirado a los gobiernos de Colombia, aunque en la primera semana de septiembre se haya anunciado un aumento salarial para los parlamentarios. Ya se conoce un preocupante recorte al presupuesto de Colciencias para 2016 y se anuncian recortes en otras instituciones como Coldeportes.
Las decisiones de política económica (ajuste fiscal y tasa de interés) acabarán así por favorecer los intereses de los tenedores de títulos e inversionistas.
La opción de la austeridad implica profundas contradicciones desde un punto de vista macroeconómico, pues la disminución del gasto agregado no permite reactivar la producción y el empleo. Para comprobar esto basta con mirar el caso de Grecia, un país que por cinco años ha aplicado políticas de austeridad para cumplir el pago del servicio de la deuda, y que ahora no puede lograr el despegue de su economía.
Este tipo de ajustes da prioridad al servicio de la deuda pública sobre cualquier otro gasto del gobierno y sacrifica áreas importantes del desarrollo integral. Cuando se adopta esta política para tranquilizar a los mercados y a las calificadoras de riesgo, existe un alto riesgo de causar recesión y de deteriorar el ya precario nivel de vida de la población.
El Banco de la República ha comenzado a enfrentar un dilema sobre el manejo de la tasa de interés:
La devaluación acelerada tiende a elevar el precio de los bienes de la canasta de consumo y entonces, para frenar la inflación, el Banco suele subir las tasas de interés. Más todavía, los tenedores de títulos de deuda pública y las instituciones financieras están interesados en mantener baja la inflación para garantizar la rentabilidad de sus inversiones en términos reales.
Pero un aumento en la tasa de interés de referencia encarece los créditos y de este modo desacelera la actividad económica, intensificando así la fase recesiva del ciclo.
Durante los próximos meses, seguramente el Banco de la República elevará la tasa de interés, y ya se ha empezado a sentir la presión del cabildeo financiero a favor de esta decisión.
El panorama para el resto del año en materia económica es poco esperanzador y las decisiones de política económica (ajuste fiscal y tasa de interés) acabarán así por favorecer los intereses de los tenedores de títulos e inversionistas.
Estamos viendo la primera recesión importante de Colombia en el siglo XXI. Su profundidad y su duración no pueden predecirse con facilidad, pero no hay duda de que entramos en la fase descendente del ciclo y de que quienes hacen la política económica han tomado partido a favor de la estabilidad e inclinado la balanza hacia el lado de los capitales financieros nacionales e internacionales.
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*Profesor e investigador del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional. dieguevarac@unal.edu.co
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