Que el gobierno tiene errores, claro que sí, ¿cómo no tenerlos si es la primera vez? ¿Cómo pedirle más destreza si Colombia es uno de los Estados más corrompidos del mundo? ¿Si la derecha no es una oposición política sino un asedio económico de una élite enferma por la codicia?
Por LUCERO MARTÍNEZ KASAB
03 Marzo, 2024
Como el humano es un ser histórico con la capacidad de recordar lo vivido, la primera vez de una serie de experiencias siempre marcará un pasado y un presente; la primera vez de un gobierno progresista en Colombia con la presidencia de Gustavo Petro no escapa a esta ley.
Por su recorrido a pie, en bus, en lancha de gran parte de la geografía de Colombia; de conversar, comer y dormir con la gente campesina; de pertenecer a la guerrilla, de departir con ejecutivos y encumbrados políticos del país; de leer desde los clásicos de la literatura universal, latinoamericana y colombiana hasta los tratados filosóficos políticos, económicos y la Constitución colombiana; de ver la pobreza de norte a sur y de oriente a occidente, Gustavo Petro, sacó su plan de gobierno: defender a través de la justicia social la vida en un país de exuberante belleza. Es la primera vez que llega una persona de este talante a la presidencia de Colombia. Y, llegó porque, como nunca, se unieron diversas fuerzas bajo un nombre que resultaría profético, Pacto Histórico, en contra de la política tradicional.
La primera vez de un acontecimiento irrumpe un orden en la psiquis y en el corazón, altera, confunde, desorienta como se halla gran parte de Colombia con este cambio político. Cuando se está en la ola de los sucesos, cuando tenemos las cosas tan cerca no es fácil lograr reunir la información necesaria para analizar los elementos y, así, establecer qué está sucediendo realmente. Los hábitos, las costumbres, la rutina no nos ayudan mucho cuando la primera vez es para salir de un estado de postración, de dolor, de sufrimiento porque, ya se ha dicho, el humano es un ser de costumbre que se puede habituar hasta a sufrir, llegando a la desesperanza aprendida.
Esta desesperanza sucede cuando una persona o un pueblo de tanto intentar salir de una situación de esclavitud, humillante, dolorosa, siente que por más intentos que haga nunca tendrá el control de las circunstancias para salirse de la situación que lo sojuzga. Entonces, deja de esforzarse, pierde capacidades cognitivas y emocionales, aprende a ser sometida, lo acepta, lentamente renuncia a la lucha y se deja morir en los brazos del verdugo. La gente pobre de Colombia se fue acostumbrando a sobrevivir, a aceptar que los gobiernos le recortaran las condiciones que le proporcionaban una vida feliz; sin embargo, la campaña del Pacto Histórico fue mostrando que era posible lograr un cambio, así, que el pueblo con la voluntad de vivir, decidió rebelarse y cuando estuvo a punto de caer en los brazos de Rodolfo Hernández, un aliento de vida la hizo reaccionar y votó por Gustavo Petro.
A pesar de que se sabía que la derecha estaba fatalmente herida en su orgullo, Gustavo Petro, tal vez, no llegó a imaginarse tanto que cada institución del Estado era un campo minado que esperaba un mal paso de él para hacerle estallar su mandato en mil pedazos. Muy a su pesar sabía que tenía que darle cabida a funcionarios que profesaban otra ideología política. Que no podía hacer cambios abruptos, que debía esperar a que los funcionarios nombrados de la oposición mostraran su incompetencia, traición y corrupción para después nombrar los del progresismo evitando así que la derecha creara mentiras insalvables pues, es tal la penetración de los medios de comunicación en la mente de los colombianos, que era muy probable que una mentira fuera dada por cierta y así, perdiera su presidencia. Falsedades que, de todas formas, se dieron, pero, la defensa del progresismo y del mismo presidente han sido tan férreas que las mentiras no han llegado a hacer el daño planeado por la oposición. No obstante, esa ventaja en las comunicaciones las ha aprovechado la derecha de una manera tan encarnizada contra el presidente que una parte de los votantes y beneficiarios de sus cambios, lo critican y hasta, irracionalmente, desearían una vuelta atrás. Es la confusión ante un cambio enorme, del olvido de que es la primera vez que Colombia tiene un gobierno progresista que ha desmontado a la derecha del Estado.
El encono contra Petro nace desde el desprecio de clase porque, él, procede de una familia muy sencilla de un pueblo de la Costa, pasa por la rivalidad que despierta su gran preparación intelectual, su oratoria y finaliza con la desazón de ver cómo lo admira la comunidad internacional, cómo la gente colombiana lo quiere. El pueblo que votó por Petro y el progresismo en general no se pueden quedar sin aliento, no pueden caer en la desesperación como quien recupera la libertad, sale despavorido, se cansa, no sabe para dónde coger y lo vuelven a atrapar. El camino es más largo de lo que se suponía, no sólo era entrar en un período presidencial de cuatro años, no, es atravesarlo complementamente y extender ese proyecto de cambio hasta lograr una gran justicia social.
Se ha vivido con tanta desesperanza que no vemos que Gustavo Petro nos está poniendo el país en nuestras manos como ningún otro presidente y, no sólo lo pone en nuestras manos sino en nuestra mente y en el corazón porque, cada vez que puede en sus intervenciones muestra la belleza geográfica y cultural de Colombia con el más grande orgullo. Le está quitando el país al narcotráfico, a los corruptos, a la guerrilla, a los paramilitares…, a todas las mafias.
Sabemos que el mundo vive el tiempo de la inmediatez, de las cosas efímeras, de lo desechable; aun así, una notable carrera de músico, de médico, de diseñador, de agricultor lleva un largo proceso que implica constancia y largo aliento, de igual manera, los procesos de reconstrucción ética, social, económica y política de un país son de paciencia y templanza de espíritu para no dejarse provocar por la oposición, que, astutamente, denigra, vilipendia, menosprecia el proyecto progresista, pretendiendo igualar un error del presidente Petro al digitalizar un mensaje en su celular con la orden de un político para cometer una masacre.
Que el gobierno tiene errores, claro que sí, ¿cómo no tenerlos si es la primera vez? ¿Cómo pedirle más destreza si Colombia es uno de los Estados más corrompidos del mundo? ¿Si la derecha no es una oposición política sino un asedio económico de una élite enferma por la codicia? ¿Si hasta los primeros ministros que uno suponía que eran conscientes de que estaban en representación del pueblo aprovecharon la ocasión para llamar la atención por sus modos de vestir?
La puerta se ha abierto para que Colombia por primera vez se despoje de la desesperanza, viva sin miedo, goce de la expansión de su economía agraria, turística, de la inteligencia de su gente sin la hipocresía de esa cúpula de doscientos años que se ha robado el país. Hay que salir a disfrutar de la libertad y creer que entre todos podemos sostener este proyecto y llevarlo más allá de las elecciones del 2026, teniendo la claridad incuestionable de que el Pacto Histórico a pesar de las peleas intestinas, politiqueras, codiciosas, funcionó, marcando un pasado, un presente y un futuro; al Pacto hay que mejorarlo, como sucede cuando una primera vez de algo bueno se vive con la ilusión de un para siempre.
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