“Si quieres que tu hijo sea bueno, hazlo feliz, si quieres que sea mejor, hazlo más feliz”.
Héctor Abad Gómez, medico, ensayista y politólogo colombiano.
Para que ir al colegio sea divertido es importante que padres y profesores identifiquen los intereses y gustos de los niños y jóvenes, así como sus fortalezas y debilidades, para encaminar de mejor manera su proceso de aprendizaje.
Convertir el colegio en un lugar semejante al hogar requiere, en principio, que los niños y jóvenes realmente sientan agrado por asistir; lo cual hoy sigue siendo un enorme reto para muchos padres y profesores.
Si bien, al colegio no solo se va a clases sino a gozarse los recreos, a convivir; a jugar y a hacer deporte -actividades que incluso pueden llegar a ser más importantes que la parte académica- es clave despertar en los niños y jóvenes interés por el aprendizaje y ello solo se logra cuando se identifican sus gustos, fortalezas y debilidades.
No en vano, muchos expertos coinciden en afirmar que la poca pertinencia de los contenidos que hoy se les transmiten explicaría, en gran parte, su infelicidad. La institución misma no siempre logra conectar lo que enseña con la realidad, y mucho menos con el proyecto de vida de los estudiantes, lo cual la vuelve desmotivante. Y si a ello se suma la obsesión de algunos padres con la excelencia académica de sus hijos, apartándose de sus intereses reales, el resultado no podrá ser más que una mezcla explosiva de conocimientos inconexos y presión indebida.
En ese sentido, la institución debe propender por la conformación de grupos o clubes que profundicen en los temas de interés de los estudiantes -de manera que puedan conectar sus gustos con la vida real- y que en lo posible cuenten con la visita de expertos en diversas áreas del conocimiento.
Así mismo, debe tener opciones de participación extracurricular en deportes, artes, idiomas o ciencias, entre otros, donde los niños y jóvenes exploren sus habilidades. Un colegio con espacios amplios, limpios, zonas verdes y recursos tecnológicos y deportivos estimulan el gusto del niño por su colegio.
Esto sumado a la importancia de que los niños encuentren aplicaciones reales de lo que están aprendiendo. Si el colegio los anima a pensar en su proyecto de vida y profundiza en aquello que los lleva a cumplirlo en el futuro, será más fácil motivarlos a permanecer en este, algo que tristemente no siempre ocurre.
Docentes creativos hacen divertido el colegio
Un buen profesor, aquel que despierta en un niño el interés por aprender y no convierte este proceso en una tortura, hace la diferencia en el modo de experimentar el plantel educativo. Su clase debe ser dinámica: que en ella haya juego, diálogo, participación. Debe escuchar y valorar las ideas de todos sus pupilos, preparar clases diferentes todos los días y apelar a métodos creativos para adentrarlos en los contenidos que propone.
Existen variedad de estrategias didácticas que captan la atención e interés de los estudiantes. Por ejemplo: traer al aula de clase películas, invitados externos, títeres: llevar a los niños a museos y bibliotecas, usar las nuevas tecnologías para hacer búsquedas, probar formas alternativas de evaluación que no siempre sea la prueba escrita (un panel, un foro, un dramatizado, un trabajo en grupo).
Y algo más: volver atractivas las tareas que dejan para casa. El objetivo de estos trabajos es que sean cortos, útiles, que refuercen lo visto en clase y que sean para los niños, no para sus papás. Pero la titánica labor de volver el colegio divertido no solo recae en la calidad de los educadores, aunque ello tenga un gran peso. Los padres juegan un papel esencial. Desde el comienzo deben involucrarse en el proceso de enseñanza-aprendizaje de sus hijos y mantener un contacto permanente con los docentes para seguir de cerca su desempeño.
Los niños que sufren más el colegio son aquellos cuyos padres están obsesionados con los resultados académicos. Por ello, deben entender que estos son muchísimo menos relevantes de lo que suelen creer; sin restarles valor. Hay cosas más importantes relacionadas con la convivencia y con el desarrollo de ética y valores en los hijos.
De cualquier modo, es prioritario que los pequeños sientan el apoyo de sus padres cuando les vaya bien o mal. Ayudarlos todo el tiempo partiendo de la premisa de qué entienden, piensan, sienten e interesa. Y cuando exista la oportunidad, aprovechar momentos de la vida diaria para explicarles ciertos conceptos, eso sí, sin agobiarlos.
Un ambiente sin 'matoneo'
Por otro lado, no hay que olvidar que el disfrute del espacio escolar también tiene que ver con las buenas relaciones entre los maestros y los niños y entre los escolares mismos, pues el buen trato garantiza mayor disposición para aprender.
El matoneo o acoso escolar es un fenómeno que incide en el desempeño académico. Maestros y estudiantes deben construir una relación basada en la confianza y el respeto. Si los niños y jóvenes sienten que su colegio es un espacio seguro, donde encuentran amor, amistad, pertenencia, respeto por sus ideas y por su forma de ser, libertad y diversión, habrá más posibilidades de que sean exitosos en la parte académica y de que vivan felices en su contexto escolar.
‘Tips` para ser feliz en el colegio
- Involucrar a los niños en grupos de investigación donde profundicen en sus temas de interés y puedan escribir sobre sus hallazgos.
- Inculcar en los hijos que estudiar enriquece la vida y ayuda a cumplir los sueños.
- Destacar las fortalezas y habilidades de los niños y hacerlos sentir valiosos en cualquier escenario.
- Convertir el fracaso escolar en una oportunidad para obtener éxito.
- Animar a los niños a leer libros, periódicos y revistas que aborden específicamente sus temas de interés.
- Si el niño sufre, se angustia, llora o se enferma cuando hay que ir al colegio, indagar las causas detrás de su conducta para intervenir de forma inmediata.
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