Al desnudo las espadas que hieren al mundo: concertación contra imposición, apertura contra repliegue, multilateralismo contra aislamiento, patriotas contra nacionalistas, paz contra confrontación.
La conmemoración del fin de la Primera Guerra Mundial desnudó la grieta mundial
El centenario los encontró desunidos
Reunidos en París para celebrar el Armisticio de la Gran Guerra, los líderes liberales que quieren que el mundo se rija por el multilateralismo confrontaron con los que encabezan las variantes más ácidas de los populismos nacionalistas.
Por Eduardo Febbro
Caminos divergentes para el francés Emmanuel Macron y el norteamericano Donald Trump. Imagen de original
Desde París
El destello de acero de una mirada cargada de advertencias que Vladimir Putin le dirigió a Donald Trump cuando le dio la mano puede funcionar como un retrato idóneo de la configuración mundial. El otro retrato es la presencia simultánea en París de líderes mundiales que simbolizan las variantes más ácidas de los populismos nacionalistas, con Donald Trump a la cabeza y, junto a ellos, los abanderados liberales, para quienes el mundo se rige por el timón multilateral. Pocas veces ha quedado esculpida de forma tan drástica la confrontación que sacude a las democracias liberales como ocurrió este fin de semana durante la jornada central de las conmemoraciones del primer centenario del Armisticio con el cual se pactó el fin de la Primera Guerra Mundial. El presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, apoyados en el ejemplo de la reunificación de los dos países tras los dos conflictos mundiales, interpelaron al eje nacionalista en un tono directo y, a menudo, franco. Macron les dijo a Trump y sus discípulos presentes en el acto que se llevó a cabo en el Arco de Triunfo que el nacionalismo era como una declaración de enemistad. “El patriotismo es el exacto contrario al nacionalismo. El nacionalismo es su traición”, dijo Macron.
Setenta jefes de Estado y de gobierno acudieron a París para participar en esta conmemoración que tuvo varios momentos confrontativos, empezando por las reiteradas vulgaridades de Donald Trump. Macron presentó ante sus invitados la carta del europeísta férreamente anclado en la cooperación internacional. “Adicionemos nuestras esperanzas en vez de oponernos con nuestros miedos”, reiteró el jefe del Estado francés. Cada palabra parecía dirigida al adepto del concepto “America first”, o sea, Donald Trump, y a quienes han hecho de las palabras identidad, pueblo, nación o fronteras el nuevo manual de sus éxitos electorales. El discurso moralizador del mandatario francés vino a recordar que toda la armadura del sistema internacional se hizo a partir del eje multilateral una vez que, el 11 de noviembre de 1918, Alemania y Francia firmaron el Armisticio en las afueras de París. Prueba de ello es el esbozo de lo que más tarde se convertiría en las Naciones Unidas y que justo después de la guerra se llamó la Sociedad de Naciones (la Argentina forma parte del grupo de 42 países fundadores y la presidió entre 1936 y 1937 con el político Carlos Saavedra Lamas). De paso, Macron trazó la retórica que empleará de cara a las elecciones europeas de mayo de 2019, donde planteará la consulta como un duelo entre nacionalistas y progresistas multilateralistas. En París, sin embargo, se vistió con el traje del mensajero que denuncia “el resurgimiento de antiguos demonios, dispuestos a llevar a cabo su obra de caos y de muerte”. En estos días, Macron fue el hombre que apunta contra “la fascinación por el repliegue, la violencia, la dominación”. Sin nombrarlos, los dirigentes de países como Italia, Matteo Savini, Hungría, Viktor Orban, o Bolsonaro, parecían cada vez los destinatarios. Pero el principal enemigo estaba al lado de Macron, gesticulando como un dibujo animado: Donald Trump. El presidente norteamericano había reiterado durante la campaña para las elecciones de medio mandato que era un “nacionalista”. Y como siempre fue un fanático de su “América Primero”, Macron, que no se dirigió a él, dijo que eso era un acto mezquino: “Nuestros intereses primero y qué importan los de los otros”, declaró el presidente, para quien con esa filosofía “se borra lo que una nación tiene de más precioso, lo que la hace vivir, lo que la lleva a la grandeza, lo más importante: sus valores morales”. Trump demostró hasta el final que él era primero y los demás nada. El mandatario norteamericano no acudió a la inauguración del segundo plato fuerte de estas jornadas, el Foro por la Paz organizado por la presidencia francesa. Se trata de la primera reunión de este tipo y tiene el proyecto de celebrarse cada año para ahondar en la defensa del multilateralismo. El presidente ruso, Vladimir Putin, respondió a la cortesía y se unió a los participantes mientras que Donald el supremo optó por su propia agenda. Apenas comenzó esta cumbre, los misiles volvieron a salir en dirección de Washington y de las otras capitales del eje nacionalista. La canciller alemana, Angela Merkel, pronunció el discurso inaugural. Allí se preguntó a quién se le ocurriría pensar hoy que “el aislamiento es una solución”. La canciller evocó la existencia de un “nacionalismo miope” y una realidad mundial donde “los equilibrios pacíficos” son puestos “en tela de juicio”. Luego, en el mismo Foro, Emmanuel Macron recordó que el mundo “esta fragilizado por el retorno de pasiones tristes, el nacionalismo, el racismo, el antisemitismo y el extremismo, los cuales amenazan el horizonte que nuestros pueblos esperan”.
El centenario del Armisticio habrá servido para que Macron instalara sus temas de campaña electoral y, también, para dejar al desnudo las espadas que hieren al mundo: concertación contra imposición, apertura contra repliegue, multilateralismo contra aislamiento, patriotas contra nacionalistas, paz contra confrontación. Paradójicamente, al menos en la retórica, mientras se celebraba la paz conquistada hace un siglo, París fue el teatro visible de las nuevas guerras.
efebbro@pagina12.com.ar
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/154864-el-centenario-los-encontro-desunidos
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/154864-el-centenario-los-encontro-desunidos
Centenario de dos guerras
David Brooks
▲ Mensajeros, espías y centinelas transportaban suministros, municiones y alimentos durante la Primera Guerra Mundial. Los caballos, las mulas, los perros y hasta las palomas eran parte vital de la maquinaria de guerra de los aliados que salvó innumerables vidas. La imagen fue captada en Francia.Foto Ap/Archivo
En París, mandatarios devarias partes del mundo recordaron el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, que cobró las vidas de entre 15 y 20 millones de personas –la mitad civiles– y dejó otros 20 millones de heridos en la llamada guerra para poner fin a toda guerra.
El Día de los Veteranos en Estados Unidos se declara en honor a ese armisticio y a los millones de veteranos militares estadunidenses de las guerras sin fin desde entonces (se conmemora este lunes). Hoy día son oficialmente representados por un comandante en jefe que no sólo no es veterano, sino que evadió hacer el servicio militar, como tantos otros niños ricos, durante Vietnam. Con esa autoridad moral se presentó Trump en París.
Ante los homenajes oficiales a los que se sacrificaron por la defensa de la democracia en esa guerra, el hecho es que cuando concluyó, nadie podía explicar de qué se había tratado la guerra, comentó el historiador Howard Zinn.
Las voces disidentes antiguerra en Estados Unidos, con argumentos y lecciones que aún resuenan un siglo después, fueron reprimidas. Más de mil personas fueron encarceladas –entre ellas el líder nacional socialista Eugene Debs– por ese guardián de la democracia, Woodrow Wilson. Bajo sus leyes –algunas en vigor hoy día– se lanzaron redadas contra radicales, que incluían a inmigrantes progresistas. Emma Goldman y Alexander Berkman serían primero encarcelados y después deportados con otros 250 anarquistas.
Entre las primeras voces antiguerra estaba la de Helen Keller, la joven ciega y sorda que se volvió intelectual, recordada por su valentía y voluntad ejemplar, pero casi nadie menciona que también fue una activista socialista. A principios de 1916, en su pronunciamiento contra la guerra, afirmó: los pocos que lucran con el trabajo de las masas quieren organizar a los trabajadores en un ejército que protegerá los intereses de los capitalistas, y llamó a una huelga para frenar la guerra.
Keller agregó: el Congreso no se está preparando para defender al pueblo de Estados Unidos. Está planeando proteger el capital de especuladores e inversionistas estadunidenses en México, América del Sur, China y las islas Filipinas, y afirmó que al mismo tiempo la preparación para la guerra beneficiaría a los de la industria armamentista.
El periodista John Reed, en una serie de artículos en 1917, calificó la Primera Guerra Mundial de aventura imperialista. “¿De quién es esta guerra? No es mía. Sé que a cientos de miles de trabajadores estadunidenses empleados por nuestros grandes ‘patriotas’ financieros no se les paga un salario digno. He visto hombres pobres enviados a la carcel para purgar largas condenas sin juicio… a huelguistas pacíficos, y sus esposas y niños, muertos por las balas, quemados vivos por detectives privados y milicias. Los ricos se han vuelto constantemente más ricos…. y esos trabajadores proporcionalmente más pobres… Estos trabajadores no quieren guerras… Pero los especuladores, los empleadores, la plutocracia, ellos la quieren… y con mentiras y sofisterías avivarán nuestra sangre hasta volvernos salvajes y después lucharemos y moriremos por ellos”. Concluyó: esta no es nuestra guerra.
Debs, sindicalista y líder del Partido Socialista, fue encarcelado por sus discursos. En junio de 1918 afirmó: las guerras a través de la historia han sido llevadas a cabo para la conquista y el saqueo. Añadió que “siempre te han enseñado y capacitado para creer que es tu deber patriótico ir a la guerra y ser sacrificados bajo su comando. Pero en toda la historia del mundo ustedes, el pueblo, nunca han tenido voz al declarar la guerra… ninguna guerra de ninguna nación, en ninguna época, jamás, ha sido declarada por el pueblo”.
Estos disidentes fueron acusados de traición después del ingreso de este país a la guerra mundial, un periodo de tres años de censura sin paralelo, encarcelamiento masivo y terror antimigrante, como lo caracterizó recientemente Adam Hochschild en el New York Review of Books.
Son traidores de los verdaderos traidores de este pueblo, como dijera Debs.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2018/11/12/opinion/025o1mun