La Crisis del la UNAD: entre recortes y autoritarismo
“Las políticas académicas y presupuestales de sus directivas han atornillado el futuro de esta universidad”
Por: Andrés Esteban
Foto: El Espectador
La crisis de la Educación y en concreto de las universidades públicas en Colombia, parece un discurso constante como la gota de la tortura que cae a cada segundo a la espera que el cráneo se fracture.
Sin embargo, dentro de las instituciones del Estado de educación superior, aparece la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD, como un caso sui generis. Múltiples problemáticas han puesto a la UNAD en la lupa de órganos de control por hechos bochornosos protagonizados por las directivas. No obstante, lo que no conoce la opinión pública es lo hechos que están ocurriendo al interior del alma mater en los últimos años:
Primero hay que decir que el número de estudiantes paso de 75.000 a 48.000 en menos de dos años. Esto, producto de los escándalos por contrataciones, elección del rector y su cuantioso patrimonio, así como malos manejos en cuanto al presupuesto en su sede de la Florida, Estados Unidos. Sin embargo, también hay que agregar que se han llevado a cabo medidas de recorte presupuestal que han originado un impacto en la calidad de la educación.
Por ejemplo, se virtualizaron el 100% de todos los programas, eliminando las asesorías de tipo tradicional, prescindiendo de la contratación de docentes catedráticos. A su vez, una reducción del tiempo de contrato de los docentes ocasionales (los docentes ocasionales de la UNAD son más del 80%) con periodos de cuatro meses por semestre. A esto se suma la disminución del personal administrativo, la eliminación de cargos a nivel local que servían para orientar a los estudiantes dentro de un modelo educativo diferente. También hay que señalar que, curiosamente, se han aumentado el número de cargos burocráticos en cabeza de nuevas vicerrectorías.
Entre muchos otros aspectos, las políticas académicas y presupuestales de las directivas de la UNAD han llevado a una crisis sin igual desde su fundación. El crecimiento a nivel de contratación, infraestructura, matriculas, se ha estancado y ha entrado en una crisis peligrosa. Poniendo en juego quizás, la única posibilidad de educación para muchas Colombianas y Colombianos, que ven en esta institución el deseo por ingresar a la educación superior.
A las medidas de carácter presupuestal, hay que agregar el trato indigno hacia cada uno de los miembros de la universidad, desde directores zonales hasta los docentes y decanos, cuya máxima se resume “el que no le guste lo que se hace ¡se va!”. De esta forma, se han visto a decanos, líderes zonales y vicerrectores llorando y sometidos a humillaciones públicas por parte de las directivas en las diferentes reuniones.
El terror y el miedo, por un contrato cada vez más precario (que no ha tenido aumento pecuniario en dos años), se han naturalizado en el ambiente académico, aumentando la deserción por parte de docentes que habían contribuido a generar una institución con un amplio sentido social y comprometido con el país.
Tres periodos en el poder del Rector y sus directivas, han hecho que coopte todos los órganos que deberían ser independientes, así el corifeo suena unísono desde la representación estudiantil hasta la profesoral. Cimentando unas dinámicas antidemocráticas, en donde todo el que piense distinto debe ser individualizado y apartado. Como le ha sucedido a los docentes de planta que se han atrevido a pertenecer al sindicato (el escritor de esta nota no pertenece al sindicato) y cuyas fotos y nombres se han exhibido en reuniones como las realizadas a fin de año, catalogándolos como enemigos de la universidad.
La crisis de la UNAD parece no tener retorno, prueba de ello es la desbandada de hojas de vida que empiezan a circular en el mercado universitario por parte de sus docentes. Pero quizás, lo que evidencia más la crisis es el atornillamiento oxidado por parte de las directivas, que son al fin de cuentas las culpables de la situación de la universidad.
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