EL PRONUNCIAMIENTO DE FRANCISCO SOBRE LA SITUACIÓN AMBIENTAL EN EL PLANETA
La encíclica verde, un llamado contra los poderes económicos
El documento Laudato si es la primera encíclica exclusiva de Jorge Bergoglio; la anterior fue cofirmada con su antecesor. Imagen: AFP
En Laudato si, Bergoglio critica el modelo capitalista consumista y responsabiliza a los poderes económicos y los países desarrollados de gran parte de los desastres ecológicos.
“¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?”
“la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta y que todo está profundamente interconectado”.
Por Washington Uranga
“La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”, advierte el papa Francisco en su encíclica Laudato si (Alabado seas), sobre “el cuidado de la casa común”, difundida ayer en el Vaticano. El texto (completo en www.vatican.va) de 192 páginas en su versión española, presenta un análisis de la situación ambiental en el mundo, hace severas críticas al modelo capitalista consumista, responsabiliza a los poderes económicos y a los países desarrollados de gran parte de los desastres ecológicos, pero vinculando al mismo tiempo el tema central del cuidado del ambiente y de la naturaleza con la defensa de la vida y la dignidad de las personas, la pobreza y la exclusión en el mundo. En un texto escrito en primera persona, aunque retomando la tradición de la Iglesia y haciendo frecuentes referencias al magisterio de episcopados católicos de todo el mundo, el Papa se pregunta: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?”
El documento es la primera encíclica exclusiva de Jorge Bergoglio, dado que la escritura de la anterior (Lumen fidei, 2013) había sido redactada en forma conjunta con su antecesor Benedicto XVI. La presentación del texto fue hecha ayer por la mañana en el Vaticano en una conferencia de prensa de la que participó el cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz. En la oportunidad, el prelado rescató el concepto de “ecología integral, que incorpora claramente las dimensiones humanas y sociales” presentes en el pronunciamiento papal y sostuvo que “no hay dos crisis separadas, la ambiental y la social, sino una misma crisis socioambiental y la solución pide abordar el problema de manera integral, incorporando a los excluidos”. Subrayó también “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta y que todo está profundamente interconectado”.
La encíclica denuncia una relación directa entre destrucción del medio ambiente, pobreza y explotación económica y advierte que no sirve luchar contra uno de estos tres factores si no se atacan los otros. Al mismo tiempo, alza la voz contra la tecnificación obsesiva y un “falso humanismo” que, en el fondo, relega a la persona en beneficio de la máquina.
“Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”, se puede leer en un fragmento del documento que tiene seis capítulos y 246 párrafos, que concluyen con dos oraciones por la creación, una cristiana y una interreligiosa.
Reafirmando la íntima vinculación entre cuidado de la naturaleza y la realidad económica y social, el Papa sostiene que “los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad y el medio ambiente”. Y en tono claramente acusador señala que “así se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas”.
El texto papal incluye un mapa conceptual de la misma presentación señalando que para la elaboración se han tomado “los mejores conocimientos científicos disponibles en la materia”, retomando la tradición bíblica y judeocristiana para enriquecer la reflexión, y señalando que “las raíces del problema” están en la tecnocracia y en el excesivo repliegue autorreferencial del ser humano. A partir de allí el Papa refuerza la idea de que la cuestión ambiental está inseparablemente unida a las “dimensiones humanas y sociales” y propone emprender “un diálogo honesto” a todos los niveles de la vida social que hagan posibles alternativas de decisiones transparentes.
Francisco destaca “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida”.
En el capítulo uno de la encíclica Francisco aborda el cambio climático (“es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas”), la cuestión del agua (“el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos”), la pérdida de la biodiversidad (cuando la intervención humana se pone al servicio de las finanzas y consumismo “hace que la Tierra en que vivimos se vuelva menos rica y cada vez más limitada y gris”), y la “deuda ecológica” para señalar que hay “responsabilidades diversificadas”, con mayores responsabilidades para los países de- sarrollados y una deuda del Norte en relación al Sur. En particular sobre el tema del agua, Francisco sostiene que “privar a los pobres del acceso al agua significa negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable”.
En otra parte del documento, el Papa asegura que “el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social”, que la ecología ambiental “es inseparable de la noción del bien común” que debe entenderse además en el contexto actual “donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos”, todo lo cual, asegura Francisco, supone hacer opciones solidarias sobre la base de “una opción preferencial por los pobres”. Y advierte que “no hay conciencia clara de los problemas de los excluidos (...) que son la mayor parte del planeta” pero cuyos problemas “se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación, que se plantea de manera periférica, si es que no se la considera un mero daño colateral”. “La inequidad –dice el Papa– no afecta sólo a individuos, sino a países enteros y obliga a pensar una ética de las relaciones internacionales.”
Hay también una crítica directa a las cumbres mundiales sobre ambiente que “en los últimos años (...) por falta de decisión política no alcanzaron acuerdos realmente significativos y eficaces”. Y reclama un régimen de gobernanza global sobre los “bienes comunes globales” dado que “la protección ambiental no puede asegurarse solo en base al cálculo financiero de costos y beneficios” porque “el ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente”.
Frente a todo esto, Francisco sostiene que “llama la atención la debilidad de la reacción política internacional; el sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas” en vista de que “la alianza entre la economía y la tecnología termina dejando afuera lo que no forme parte de sus intereses inmediatos”. Sin embargo, el Papa sostiene también que “la humanidad tiene aún capacidad de colaborar para construir nuestra casa común”, dado que “el ser humano es todavía capaz de intervenir positivamente” y “no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse”.
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-275225-2015-06-19.html
http://www.jornada.unam.mx/2015/06/18/opinion/035a1soc
La encíclica ecologista del papa Francisco
Bernardo Barranco
La Jornada
En medio de polémicas y tensiones, el papa Francisco hace pública su encíclica Alabado seas, sobre el cuidado de la casa común, en la que advierte los gravísimos problemas del medio ambiente y hace responsable al sistema económico mundial de llevar a la humanidad al borde del colapso, por carecer de sustento ético. La voracidad del capitalismo de mercado y del dios dinero están llevando a la humanidad también a la contaminación del alma del ser humano y la corrosión de su espíritu.
Bergoglio se arropa en el pensamiento de sus predecesores y de manera audaz recupera la crítica de Ratzinger a la cultura del relativismo, aplicada por Francisco al sistema económico y al deterioro del medio ambiente. Para Bergoglio la cultura del relativismo es la misma enfermedad que impulsa a una persona a tomar ventaja de la otra y tratarla como un mero objeto.
Por otra parte, el papa Francisco en este importante texto cuestiona a aquellos que argumentan que el derecho a la propiedad privada es un principio absoluto e intocable, haciendo hincapié en la función social de cualquier forma de propiedad. Dice el Papa: La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada.
La encíclica, que lleva el título Alabado seas, tiene seis capítulos y dos oraciones finales. El lenguaje del Papa es sencillo, directo, sin excesivos tecnicismos teológicos ni doctrinales. Su tono es crítico sin ser catastrofista.
Tiene un primer capítulo demoledor titulado Lo que está pasando en nuestra casa. El severo análisis del Papa aborda la interconexión entre contaminación y cambio climático, la mala gestión del agua, la pérdida de la biodiversidad, la gran desigualdad entre regiones ricas y pobres; la debilidad de políticas insuficientes ante la catástrofe ecológica. Como era de esperarse, sus poderosos detractores lo critican –desde Jeb Bush hasta la extrema derecha italiana y sectores de la curia– porque no sólo diagnostica los problemas, sino que señala a los culpables.
Francisco pretende abrir un debate; se dirige no sólo a los creyentes, sino a todos los que pueden colaborar en invertir la tendencia de la degradación del planeta. Esta encíclica está dirigida a todos los que puedan recibir su mensaje y crecer en la responsabilidad hacia la casa común que Dios nos ha confiado. Hay un intento explícito del Papa de que el texto sea acogido y discutido por otras grandes corrientes religiosas que viven la amenaza ecológica.
La versión italiana de la encíclica fue filtrada y publicada en el sitio web del semanario L'Espresso tres días antes de la fecha proyectada. Podríamos decir que Francisco ya tuvo también su Vatileaks.
Según expertos vaticanistas la filtración es una estrategia de los círculos conservadores con un doble propósito: a) debilitar el mensaje e impacto de la encíclica, porque en algunos pasajes es muy crítico a los países poderosos y b) golpear y bloquear la imagen del Papa en el contexto de la resistencia a su obra de renovación de la Iglesia.
La filtración ha provocado, por ejemplo, que Jeb Bush, precandidato a la presidencia de Estados Unidos, representante de los rancios intereses de compañías petroleras, arremeta contra el Papa por denunciar en su encíclica el cambio climático: No me dejaré dictar en la política económica por mis obispos, mis cardenales o mi Papa. Incluso llega a insinuar la arrogancia de Francisco, al decir: Es una arrogancia sostener que con relación a los cambios climáticos exista una ciencia exacta. Esperando leer el texto completo, Jeb Bush afirmó en New Hampshire que la religión debería ocuparse de hacer mejores a las personas y menos de cuestiones que tienen que ver con aspectos políticos.
En la encíclica el Papa encara lo que llama los depredadores del planeta. En el capítulo Desarrollo y progreso, Francisco provoca: no es suficiente conciliar el cuidado de la naturaleza con los ingresos financieros, o la preservación del medio ambiente con el progreso. El término ambiental es sólo un pequeño retraso en el desastre. Se trata simplemente de redefinir el progreso.
En Economía cuestiona los fundamentos de la economía mundial como responsables no sólo de los daños ecológicos irreversibles, sino de la lacerante desigualdad entre los países y los criterios obsoletos que se siguen para gobernar el mundo. Francisco es enfático: la producción no siempre es racional, a menudo está vinculada a variables económicas que dan al producto un valor que no se corresponde con el real. Esto provoca a menudo la sobreproducción de ciertos bienes, con un impacto ambiental, al mismo tiempo perjudica a muchas economías.
En Deuda externa, el Papa señala que "la deuda externa de los países pobres se ha convertido en una herramienta de control, pero no es lo mismo que ocurre con la deuda ecológica... es necesario que los países desarrollados contribuyan a la solución de este límite tan importante para el consumo de energía no renovable de la deuda, y traer recursos a los países más necesitados para promover políticas y programas de desarrollo sostenible".
La tecnología. El Papa dice que no se puede ignorar que "la energía nuclear, la biotecnología, la tecnología de la información, el conocimiento de nuestro propio ADN y otras capacidades que hemos adquirido nos ofrecen un enorme poder... ¿En manos de quién está y qué puede lograr tanto poder? Es terriblemente arriesgado que resida en una pequeña parte de la humanidad".
El cambio climático. Bergoglio alarmado advierte: Si la tendencia actual continúa, este siglo podría presenciar un cambio climático sin precedente y la destrucción de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos. El Papa no ocultó el hecho de que "muchos de los que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse principalmente en los problemas superficiales y en ocultar los síntomas, tratando de minimizar los efectos negativos del cambio climático. Pero muchas señales indican que estos efectos pueden ser peores si seguimos con los actuales patrones de producción y consumo.
Francisco habla de una nueva relación con la Tierra. La tierra y su cultivo como expresiones de espiritualidad. No es casualidad que la encíclica inicie con el Cántico de las criaturas, de San Francisco de Asís, considerado el primer texto ecológico de la historia, escrito antes de la muerte este defensor de la naturaleza, en 1226.
http://www.jornada.unam.mx/2015/06/18/opinion/035a1soc