El acuerdo de unidad nacional aglutina, prácticamente, al resto de fuerzas
La oposición, en manos del Polo
Por: Redacción Política
A los polistas se suman dos senadores liberales. El oficialismo suma cerca del 85% de las curules en Cámara y Senado.
Jorge Enrique Robledo y Germán Navas Talero, congresistas del Polo, han declarado que harán oposición al gobierno de la unidad nacional.
Si hay dos cosas que han quedado claras en los días previos a la posesión del presidente electo, Juan Manuel Santos, es que la mayoría de fuerzas políticas del país lo respaldan, y que el único partido que se la jugará a fondo por la oposición es el Polo Democrático Alternativo (PDA).
Esto también se evidencia en las primeras sesiones del nuevo Congreso de la República, donde los ocho senadores y los cinco representantes a la Cámara de esta colectividad han anunciado que le harán oposición al denominado proyecto de unidad nacional, que el pasado miércoles suscribieron los partidos Conservador, Liberal, de la U y Cambio Radical.
El tema cobró relevancia en los últimos días a raíz de la carta que le envió la presidenta del Polo, Clara López, al ministro del Interior, Fabio Valencia, en la que le exige “garantías, protección y también respeto del Gobierno Nacional para con el partido Polo Democrático Alternativo y su ejercicio legítimo de la oposición”; esto a raíz del asesinato el martes pasado de Luis Socarrás, dirigente indígena de la etnia Wayuu, dos veces candidato a la alcaldía de Manaure por el Polo Democrático Alternativo, y quien se convirtió en el octavo dirigente de este partido asesinado en los últimos tres meses.
Aunque durante su corta historia (nació en 2003), el Polo se ha enfrentado políticamente en el Legislativo a la coalición de Gobierno, la verdad es que esta tarea será más complicada en el período congresional que se está iniciando, dada la redistribución de fuerzas. Algunos de sus principales militantes reconocen esta nueva realidad, pero dicen que no desfallecerán en sus objetivos, tal y como lo indica el representante Germán Navas Talero: “Cuando llegué al Congreso, llegué solo. No pertenecía a ningún partido. Por eso a mí, personalmente, no me da miedo hacer oposición solitaria. Vamos a hacer una oposición decente y sería, sin tramoyas y sin escándalos, porque hacer oposición cuando uno esta convencido de sus ideas no es difícil”.
Para el senador Jorge Enrique Robledo, aunque el PDA es un referente de la oposición, no puede catalogarse como el único. “En la sociedad la oposición se expresa de otras maneras. El Congreso no refleja esta realidad, pues allí muchos se eligen mediante mecanismos de corrupción. Aquí hay millones de colombianos que no respaldaron a Santos, quien ganó con el 30% de los votos del censo electoral. La oposición también se puede expresar a través de las asociaciones cívicas, los medios, las juntas de acción comunal, en fin”.
A esta causa se han unido dos senadores liberales, Piedad Córdoba y Luis Fernando Velasco, quienes a pesar de los acuerdos que suscribió su partido, se han denominado antisantistas, una posición complicada si se tiene en cuenta la Ley de bancadas, que obliga a los miembros de una colectividad a votar en bloque de acuerdo con la decisión mayoritaria dentro de su movimiento.
Paradójicamente, el Partido Verde, la principal fuerza electoral contendora al nuevo primer mandatario, dejó en claro que en la presente legislatura no iba a desarrollar una férrea oposición a la coalición. Fue el propio candidato presidencial Antanas Mockus quien, al admitir su derrota y reconocer el triunfo de Santos, se abstuvo de utilizar la palabra “oposición” por considerar que tiene “connotaciones negativas”. Así las cosas, sus cinco senadores y tres representantes se dedicarán a “vigilar” las actuaciones del santismo, lo que no quiere decir necesariamente que le harán oposición.
Analistas como Alejo Vargas sostienen que al escaso número de congresistas alineados en la oposición se le suma lo complicado que resulta realizar esta labor en un país como Colombia, donde la disidencia tiene poca aceptación. “No tenemos desafortunadamente una tradición de oposición, por lo menos desde mediados del siglo pasado. Desde que terminaron los gobiernos de partido. Eso es una situación lamentable. En una generación de colombianos la idea de oposición ha sido vista de manera más bien negativa. La amplia mayoría de colombianos considera la oposición casi sinónimo de subversión”. Añade que, a su juicio, la labor del Polo también se ha desdibujado toda vez que ha entendido el ejercicio de la oposición como la de no reconocerle ningún aspecto positivo al Gobierno.
Por su parte, Andrés Mejía, analista del Instituto de Ciencia Política, manifiesta que en principio no le ve grandes problemas a poner en marcha una corriente de oposición, a pesar del gran respaldo que ha obtenido la coalición del presidente electo, Juan Manuel Santos. “Considero exagerado presumir de falta de garantías; al menos al día de hoy lo que ha ocurrido es que el Gobierno ha reunido a su alrededor un gran respaldo parlamentario”.
Con todos estos ingredientes, la verdadera disciplina de los partidos que hoy conforman la unidad nacional se conocerá cuando se entren a discutir temas relacionados con ley de víctimas, reforma agraria o redistribución de la riqueza. En esos álgidos puntos, el Partido Liberal ha tenido serias diferencias con fuerzas que hoy lo acompañan en la coalición.
Colombia, 20 años sin Estatuto de la Oposición
Desde la Presidencia del general Gustavo Rojas Pinilla el país ha discutido la necesidad de un marco jurídico que garantice el libre ejercicio de la oposición política. Hace 19 años, la Asamblea Nacional Constituyente les dedicó un espacio a los partidos que quedaran por fuera del gobierno: el Artículo 112 de la Constitución de 1991, conocido como el Estatuto de Oposición, el cual estableció algunas disposiciones que apuntan a la utilización de medios de comunicación y derechos de réplica para los movimientos políticos que ejercieran un ideario desde la disidencia.
El Artículo 112 textualmente dice: “Los partidos y movimientos políticos que no participan en el Gobierno podrán ejercer libremente la función crítica frente a éste y plantear y desarrollar alternativas políticas”. Esto no ha dejado de ser letra muerta, pues hasta el sol de hoy la ley estatutaria que debería reglamentar el artículo no ha sido proferida, ahora habrá que esperar a que se cumpla el compromiso de Vargas Lleras de sacar adelante el Estatuto de Oposición.
Redacción Política | EL ESPECTADOR
