Foto: http://redprensarural.com/2009/08/25/en-colombia-hay-ocho-millones-de-indigentes
Colombia: La pobreza es la mayor tragedia
Libardo Gómez Sánchez. DIARIO DEL HUILA
La pobreza que agobia a los colombianos genera una multitud de contradicciones entre diferentes sectores sociales que por la apariencia de las cosas terminan creyendo que su tragedia proviene de la existencia del otro. El comercio formal atribuye la baja en sus ventas a la existencia del comercio informal, los transportadores señalan a los moto taxistas como los responsables de su ruina, los profesionales, cuando no riñen entre ellos por la competencia desleal, consideran que su desempleo se debe a que su conocimiento es reemplazado por el de los técnicos o los empíricos, los empresarios acusan a los obreros de propiciar sus quiebras y los empresarios agrícolas a los jornaleros, es una espiral de nunca acabar en la que al final todos resultamos ser unos perdedores.
La verdad verdadera, como diría un sabio popular, es que cuando la población no dispone de ingresos no consume porque no cuenta con efectivo y no tiene entradas porque no tiene trabajo y como no tiene trabajo, al que hace esfuerzos por sobrevivir y continuar siendo honrado- que son la mayoría- no le queda más remedio que dedicarse al rebusque vendiendo cachivaches en las vías a distraídos transeúntes que preguntan en todas partes hasta encontrar lo más barato; o agarrando una moto para transportar alcanzados que no pueden pagar un bus, o compitiendo por rebajar la propuesta para ganarse el contrato, o reduciendo a su más mínima expresión los salarios de los empleados para posponer la quiebra. En fin, una mano inmensa de decisiones todas originadas en la necesidad que no resuelven nada y en muchos casos por el contrario agravan la situación.
La pobreza por supuesto es un estado no deseado y por ello todos buscamos todos los días distintas formas de salir de ella, primero buscando empleo o constituyendo un negocio propio, pero como esto no funciona entonces comprando el chance o la lotería, consignando lo que no se tiene en las pirámides, o participando de cuanta propuesta nos plantean los embaucadores de todo tipo; los hay quienes prometen tierra, otros vivienda, los menos avezados trabajo, ingresos en dólares por Internet, todos pintan pajaritos de oro y enormes ingresos sin ningún esfuerzo, pero los que especialmente logran embaucar a la mayoría son unos políticos que se apoltronan en las mieles del poder del gobierno. Nos aseguran que a pesar de llevar más de cien años gobernando este país con la generosa ayuda del gobierno norteamericano sus fórmulas ahora si nos van a sacar del atraso, y pregonan que la culpa de que no hayan funcionado hasta ahora es nuestra por brutos e ignorantes.
Últimamente nos han vendido la idea neoliberal de que el desarrollo se logra a punta de exportar y de facilitar el ingreso del capital extranjero, lo que bautizaron como “Confianza Inversionista”. Justamente en la Sabana de Bogotá se encuentra un ejemplo de esa receta, en los vistosos invernaderos de las flores en donde María, como otras miles de mujeres cabezas de familia, labora en medio de unas deplorables condiciones, expuesta a intoxicaciones por la manipulación de químicos además de permanecer parada durante largas jornadas de trabajo. Este es un negocio que vende al año mil millones de dólares y es propiedad especialmente de importantes inversionistas extranjeros que proveen a los Estados Unidos rosas y claveles.
María sueña todos los días con un buen filete pero con el salario que gana no queda más remedio que comprar vísceras y mota, las mudas de estreno quedan siempre para el próximo año y debe conformarse con las segundas que le obsequian unos familiares pudientes. Así es imposible que crezca el consumo de carne o textiles o cualquier mercancía o servicio en el país. Mientras tanto los dueños de los cultivos envían sus utilidades a paraísos fiscales o al entramado de Wall Street para especular y reciben del gobierno Colombiano jugosas subvenciones por la revaluación del dólar o cualquier otra calamidad.
No es posible construir bienestar sin trabajo bien remunerado y ahorro nacional que vitalicen el mercado interno, las desafortunadas disposiciones económicas tomadas por Chavez nos prueban una vez más que el mercado externo es prestado e incierto y que lo único seguro es lo que es de uno. Apostémosle a eso.