Un espíritu joven es aquel dispuesto a dar siempre la batalla en contra de las adversidades; sin importar el tamaño, los retos son asumidos con valentía y coraje, con el propósito único de desarrollar sus ideales y materializar sus más nobles sueños. Nunca importa la edad física, lo que importa es la disposición y la actitud para afrontar la vida. Gustavo Petro, con su espíritu joven es el más fiel representante de los intereses de la juventud colombiana, que pide a gritos cambio, renovación y "Paz, para que la vida no muera en Primavera".
Nuestra generación de jóvenes, cansada de las falsas promesas de los políticos de turno, de la mala calidad de nuestras instituciones, de la politiquería, de la corrupción, de la violencia, de la monotonía en la que se ha convertido la realidad nacional, donde un personaje asume de mesías y funge como el salvador de la patria y al que el sólo hecho de pensar en quién será su sucesor lo pone de jefe de las decisiones y quien desde ya prohíbe cualquier tipo de opción alternativa que no sea la suya o la de alguno de sus áulicos; esta generación ha decidido hacer un alto en el camino y asumir con criterio propio y responsabilidad el futuro político de nuestra sociedad. Porque hemos comprendido que una digna tarea, como lo es la administración de la toma de las decisiones colectivas, no puede caer en el alcantarillado, ni ser emprendida de manera deportiva como si fuera el manejo de cualquier finca de recreo.
Los jóvenes de hoy tenemos que entender que sobre nuestras manos colmadas de esperanza, recae un peso significativo del futuro de nuestro país, y que ese futuro debe pasar casi inexorablemente por la tesis del acuerdo y el entendimiento entre todos los colombianos, como salida única para lograr la anhelada reconciliación.
Sin embargo, para lograr el objetivo es fundamental dejar de lado algunos prejuicios que contaminan nuestra conciencia y nos ponen el panorama en blanco y negro, impidiéndonos apreciar la majestuosidad del arco iris que representa la pluralidad y la variedad de matices que encontramos a nuestro alrededor en la cara de cada uno de nuestros hermanos.
Es precisamente la idea de encontrar complementos en medio de la diversidad y que ninguna tonalidad quede por fuera del espectro, para poder así, construir una sociedad por todos y para todos, la que nos viene a presentar el candidato Petro, un hombre que ha demostrado la capacidad de sacar adelante sus propósitos, aún en medio de la más dura crítica y de la casi repulsa generalizada del establecimiento, el mismo que al fin y al cabo ha tenido que salir a reconocer las cualidades de este gran luchador, porque la contundencia de la verdad suele acompañarlo en sus actuaciones.
Desprovisto de maquinarias y de una empresa electoral, Petro pretende dar el gran salto de su vida política y liderar un multitudinario proceso de convergencia democrática, para sacar a Colombia del abismo y evitar que caigamos en la dictadura, a la que llegaría el país con un tercer mandato del actual presidente. En este proyecto la juventud colombiana será definitiva, en cuanto nuestro impulso y nuestro compromiso nutrirán las filas de la democracia y nos convertirá en los abanderados del cambio.
Puede que para los demás candidatos, la figura de Gustavo Petro sea vista como débil en el actual panorama político, pero no podemos desconocer que lentamente nuestra candidatura se ha posicionado, tanto en las encuestas nacionales como en la campaña virtual, situación que sin duda nos augura éxitos. También es claro que Petro no es ningún aparecido con cara bonita, ni un favorecido por el gobierno, ni una copia barata de nadie, ni un famoso desconocido que busca desesperadamente pescar en río revuelto, ni mucho menos un izquierdista vergonzante que busca refugio en frescos círculos políticos; todo lo contrario, Petro es un luchador de reconocida trayectoria, que a pulso se ha ganado el reconocimiento como uno de los mejores, y su campaña viene en ascenso, gracias a la claridad y coherencia de sus propuestas y al apoyo indeclinable de miles de colombianos que desde los propios espacios políticos, sociales y académicos lo hemos acompañado.
En esta recta final de la contienda, la campaña debe trascender la escena virtual y sustentar con hechos todo el apoyo registrado en la Internet, es en este punto donde los jóvenes con nuestra vitalidad e incansable lucha, estamos llamados a poner el acelerador a fondo y dedicar todos nuestros esfuerzos por comunicar a nuestros compañeros el mensaje del Acuerdo.
Las grandes separaciones que requiere nuestra Colombia no dan espera, y si los jóvenes queremos educación de calidad, es necesario separarla de las leyes del mercado, lo mismo con la educación; las tierras fértiles, que deben ser destinadas para la producción y el empleo de miles de jóvenes desocupados, hay que separarlas de las manos de la mafia; y el escenario político, que tiene que abrirle campo a las ideas renovadoras de la juventud, es perentorio separarlo de la ilegalidad en la que ha caído.
Por su espíritu y sus propuestas jóvenes,