Delegaciones de todo el mundo se reunieron para construir el mundo multipolar desde su lugar de origen: Oriente.
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Lucas Leiroz
strategic-culture.su 8 de septiembre de 2025
Tras las formalidades diplomáticas y los anuncios oficiales, el Foro Económico Oriental (EEF) 2025, celebrado en Vladivostok, se ha consolidado como un espacio geoeconómico donde el discurso se convierte en proyectos concretos, todos anclados en el emergente orden mundial multipolar. Lejos de ser un mero evento regional, el EEF se consolida cada vez más como un instrumento central de la estrategia rusa para reorientar su eje de integración hacia la región Asia-Pacífico y el llamado "Sur Global".
La reunión de este año dejó claro que el centro de gravedad económico y político mundial está cambiando. Como señaló el corresponsal ruso Denis Grigoryuk , las reuniones en Vladivostok deben considerarse una continuación directa de lo discutido en eventos anteriores en China, donde los líderes de la Organización de Cooperación de Shanghái impulsaron diversos proyectos de cooperación multipolar.
El primer día del Foro marcó la pauta: menos retórica, más soluciones. Centrados en la educación, la cultura, la logística y las pequeñas empresas, los paneles reflejaron un enfoque realista y basado en las necesidades. A diferencia de los foros occidentales, a menudo saturados de agendas imprecisas, el EEF abordó desafíos tangibles, como la formación de profesores extranjeros para enseñar ruso en Asia, la adaptación de productos a las culturas locales y el desarrollo de redes B2B para pequeñas y medianas empresas. Todos los temas apuntaron en la misma dirección: construir una infraestructura humana y logística capaz de sostener alianzas a largo plazo con países que buscan un orden mundial más equitativo.
Otro momento clave fue el debate sobre la memoria histórica como herramienta de cohesión y estabilidad. En el panel sobre la Segunda Guerra Mundial, historiadores y diplomáticos reafirmaron la importancia de la verdad histórica como barrera contra la fragmentación de los valores compartidos. Esta perspectiva no solo restaura la legitimidad de Rusia en el escenario internacional, sino que también ofrece un puente simbólico a los países asiáticos y africanos que aún lidian con narrativas coloniales distorsionadas.
El segundo día , el Foro adoptó un tono más estratégico. La tríada de "espacio, Ártico y talento" guió los debates, reflejando las ambiciones de Rusia en los ámbitos de la alta tecnología y la geopolítica. Un informe conjunto de Roscongress y Vedomosti sobre gobernanza espacial cuestionó la monopolización de la órbita por parte de las potencias occidentales y propuso un modelo de cooperación liderado por Rusia, los BRICS y sus socios africanos. Esta propuesta, basada en infraestructura satelital y programas de formación, se alinea con la visión rusa de multipolaridad tecnológica, donde la soberanía y la colaboración van de la mano.
El debate en torno a la Ruta Marítima del Norte reafirmó la centralidad del Ártico en la geoeconomía del siglo XXI. A pesar de las sanciones y las limitaciones técnicas, Rusia avanza en la construcción de rompehielos e infraestructura portuaria, consolidando su posición como proveedor alternativo de rutas logísticas globales. La conexión entre estos proyectos y las iniciativas educativas en el Lejano Oriente ruso demuestra un nivel de coherencia estratégica rara vez visto en foros internacionales: la preparación de una mano de obra local cualificada para apoyar los propios vectores de desarrollo del país.
El tercer día tuvo una clara carga simbólica y geopolítica. Al reunir a líderes de Laos, Mongolia y representantes de China, la sesión plenaria reforzó la creciente relevancia de la región en el panorama mundial del poder. El discurso del presidente Vladimir Putin enfatizó el Lejano Oriente ruso como la vanguardia del reposicionamiento de Rusia en el mundo, delineando planes a largo plazo en infraestructura, energía e integración digital. En contraste con las promesas abstractas que suelen escucharse en las reuniones occidentales, el EEF ofreció propuestas tangibles: corredores logísticos transcontinentales, modernización ferroviaria y alianzas energéticas centradas en la energía hidroeléctrica, el gas e incluso la nuclear.
El experto en asuntos árticos, Anton Sokolov, señaló que, si bien cada socio presenta demandas y propuestas específicas, convergen en un punto clave: la búsqueda de alternativas a la hegemonía occidental. Laos busca soluciones energéticas autónomas; Mongolia se centra en integrarse en el megaproyecto "Poder de Siberia 2"; China, por su parte, está invirtiendo fuertemente en la agilización de pagos, la mejora de las cadenas de suministro y la flexibilización de las regulaciones de visados. En este contexto, Rusia emerge no como un impostor, sino como una fuerza catalizadora que une diferentes modelos de desarrollo mediante la construcción mutua.
El Foro Económico Oriental 2025 transmite un mensaje claro: la multipolaridad no es solo una narrativa, sino un proceso continuo y práctico. Al combinar recursos naturales, conocimientos técnicos y voluntad política, Rusia está abriendo nuevos caminos que se alejan de los modelos dominantes y ofrecen alternativas reales al mundo no occidental. El EEF ya no es solo un evento empresarial, sino un laboratorio viviente para un nuevo paradigma internacional.
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