Entre las nuevas medidas arancelarias que entrarán en vigor el 1 de agosto se incluyen sanciones económicas con argumentos políticos y aumentos del 10% al 50% en sectores clave como el cobre, el acero y la automoción
El presidente de EEUU, Donald Trump - Samuel Corum - Pool via CNP / Zuma Press / ContactoPhoto
Crismar Lujano
diario-red.com 12/07/25
Desde el pasado 7 de julio, Donald Trump ha convertido su red social Truth Social en una suerte de boletín oficial de su administración. En publicaciones casi diarias, el presidente republicano ha ido desgranando una nueva ronda de aranceles que, según sus planes, entrarán en vigor el 1 de agosto. Hasta ahora, más de 20 países, junto al bloque europeo y varios sectores estratégicos son los afectados por estas medidas lo que marcaría una nueva fase en la guerra comercial estadounidense.
Los anuncios se producen pocos días después de la fecha inicialmente fijada (9 de julio) para la aplicación de los llamados "aranceles recíprocos" anunciados el pasado 2 de abril —el llamado “Día de la Liberación”. Aunque con algunas variaciones significativas, el enfoque punitivo y unilateral que apuesta por dinamitar los canales diplomáticos tradicionales se mantiene.
La política del castigo

Canadá no fue incluido en las medidas específicas del 1 de abril; sin embargo, todos los productos no contemplados en el acuerdo de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México (TMEC), vigente desde 2020, estaban ya sujetos a un arancel del 25%.
A diferencia de las primeras ofensivas comerciales, esta nueva ola arancelaria incluye no solo componentes económicos, sino también advertencias diplomáticas y represalias políticas. En una nueva escalada, el presidente Donald Trump anunció este sábado 12 de julio la posible imposición de un arancel del 30% a las importaciones provenientes de México y la Unión Europea, a partir del 1 de agosto. Las amenazas se formularon tras semanas de negociaciones sin éxito con ambos bloques, y fueron comunicadas a través de cartas separadas dirigidas a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum y a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también publicadas en su red social Truth.
Tanto la UE como México calificaron los nuevos aranceles de “injustos” y “perturbadores”, aunque manifestaron su intención de seguir negociando. En su misiva, Trump exigió a Bruselas la eliminación de los aranceles europeos como condición para avanzar hacia un acuerdo integral, mientras que von der Leyen advirtió que estas medidas afectarían gravemente las cadenas de suministro transatlánticas y anunció que el bloque está dispuesto a adoptar contramedidas proporcionales si es necesario. Por su parte, la Secretaría de Economía de México señaló que la decisión fue comunicada informalmente el viernes durante una mesa redonda con funcionarios estadounidenses y ratificó su desacuerdo con la medida.
Estas nuevas amenazas se suman a otras decisiones unilaterales recientes. Por ejemplo, Brasil —que no mantiene déficit comercial con Estados Unidos— había quedado inicialmente fuera del esquema de “aranceles recíprocos” anunciado en abril. Sin embargo, ahora ha sido incluido con un gravamen del 50% a sus exportaciones. La razón no es comercial: Trump lo justifica por los juicios contra el expresidente Jair Bolsonaro, su aliado ideológico, investigado por un intento de golpe de Estado en 2023. La política exterior, así, entra por la puerta trasera de la política comercial.
Canadá, otro socio tradicional, también ha sido señalado. Hasta ahora, enfrentaba un arancel del 25% sobre bienes no cubiertos por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). La nueva amenaza eleva ese porcentaje al 35%, mayor que el aplicado para México, aunque en ambos casos con el argumento de que deben intensificar sus esfuerzos para reducir el ingreso de fentanilo a territorio estadounidense.
Hasta ahora, 23 países y varios sectores estratégicos se han visto afectados por estas medidas lo que marcaría una nueva fase en la guerra comercial estadounidense
Hacia un arancel general del 20%
Trump también ha sugerido duplicar el “tipo único” que se aplica de forma general a los socios comerciales:del 10% actual al 20%. De concretarse, Estados Unidos registraría el mayor promedio arancelario desde la Gran Depresión en la década de 1930. De acuerdo con datos del Yale Budget Lab, el tipo medio efectivo ya se ubicaba en 18% el 9 de julio, frente al 2.5% que se registraba en enero.
Nuevos sectores, nuevas presiones
Además de las medidas por país, se han anunciado nuevos aranceles sectoriales. Actualmente, Estados Unidos aplica aranceles del 25% a las importaciones de automóviles y piezas, y del 50% al acero y el aluminio. A esta lista se ha sumado el cobre, con una tasa prevista del 50% a partir del 1 de agosto y, potencialmente, los productos farmacéuticos, que podrían enfrentar un arancel de hasta el 200% dentro de un año si prosperan las investigaciones amparadas en el artículo 232 de la Trade Expansion Act.
Curiosamente, los mercados financieros han reaccionado con indiferencia. Ni el S&P 500 ni el Nasdaq mostraron signos de alarma; por el contrario, han alcanzado máximos históricos. Parte de este fenómeno puede atribuirse al escepticismo: analistas y fondos ya no creen que Trump cumpla sus amenazas, después de tantos giros de timón. Pero este letargo bursátil podría reforzar la idea dentro del círculo trumpista de que se puede subir la apuesta sin consecuencias inmediatas. El costo real, sin embargo, es latente y podría aparecer a mediano plazo con represalias comerciales, rupturas de cadenas de suministro y nuevos conflictos ante la OMC.
Analistas y fondos ya no creen que Trump cumpla sus amenazas, después de tantos giros de timón
Las justificaciones políticas y diplomáticas que acompañan algunos de los anuncios recientes, comprueban que el objetivo de Donald Trump no pasa por “proteger” la industria nacional o promover la “reciprocidad” comercial. El fin último de los aranceles punitivos es poder utilizarlos como un arma geopolítica para condicionar relaciones bilaterales, presionar aliados estratégicos o intervenir en situaciones internas en otros países. El histórico eje central de la política exterior estadounidense.
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