Trump tumba el tablero de Ucrania: deja a Kiev sin las armas de EEUU y acorrala a Europa para que elija entre su plan de paz y una guerra perdida de antemano.
Foto de archivo del presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskiy, durante una visita a una zona de entrenamiento militar.Jens Buttner (Pool vía REUTERS)
Juan Antonio Sanz
Madrid-04/03/2025 21:14
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado una vuelta de tuerca más a la guerra de Ucrania. Ha puesto contra la pared a Kiev, empujándola hacia la capitulación ante Rusia al privarle de la ayuda militar más importante, la estadounidense. También ha abocado a sus aliados europeos a un camino que puede cambiar la faz de Europa: el del militarismo exacerbado, con la renuncia a décadas de conquistas sociales y bienestar, pasando antes por la derrota en Ucrania.
Mientras Trump decidía si levantaba las sanciones impuestas a Rusia por su invasión de Ucrania hace tres años, los ecos de su decisión de suspender la ayuda militar de su país a Kiev retumbaban en Europa y avisaban de que a partir de ahora ya nada será como antes. La guerra aparece sentenciada, supeditando a Ucrania a las condiciones de Rusia y EEUU.
E igual de importante: la fractura entre Washington y Bruselas se amplía, y el acercamiento entre EEUU y Rusia parece imparable. "Este nuevo gobierno (de Trump) está cambiando rápidamente todas las configuraciones de política exterior. Esto coincide mayormente con nuestra visión", según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Si Europa decide apoyar a Ucrania militarmente y continuar una guerra que Trump quiere finiquitar ya, el choque entre Bruselas y Washington será inevitable y de proporciones inciertas, para regocijo de Rusia. Según analizó Peskov este martes, el paso dado por Trump "es una decisión que, efectivamente, puede empujar al régimen de Kiev a un proceso de paz". El proceso de paz que negocian Moscú y Washington, sin Kiev ni Bruselas.
De poco podría servir que este martes, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, lamentara su enfrentamiento el viernes pasado con Trump en la Casa Blanca, uno de los pretextos para el paso que ha dado ahora el presidente de EEUU, y pidiera "arreglar las cosas" y reanudar "la cooperación y la comunicación".
Zelenski también pidió este martes una tregua marítima, aérea y contra las infraestructuras energéticas, tal y como ya propusieron el domingo Reino Unido y Francia y a la que ni EEUU ni Rusia prestaron atención alguna.
Suspender toda ayuda militar a Ucrania
No por esperada ha sido menos demoledora la orden de Trump de paralizar toda la ayuda militar estadounidense a Ucrania, incluidas las partidas ya comprometidas por su antecesor en la Casa Blanca, Joe Biden, y los cargamentos que ya están camino del país en guerra. Este paso refuerza la estrategia de Trump de negociar solo con los poderosos, en este caso Rusia, y obligar a quienes considera actores secundarios de este drama a aceptar las consecuencias.
La orden bloquea el envío de munición, misiles de larga distancia, sistemas antiaéreos clave, sistemas de radar y detección de incursiones enemigas, tanques, blindados, cañones, etc. Por ejemplo, sin los sistemas de misiles Patriot de largo alcance, el ejército ucraniano tendrá muy difícil abatir los misiles balísticos rusos y los aviones de combate que Moscú está utilizando en la línea de frente para lanzar bombas planeadoras y todo tipo de cohetes contra las fuerzas ucranianas.
Queda por ver si también afecta a la asistencia en materia de inteligencia y guiado satelital de misiles, sin la cual, el ejército ucraniano puede quedar ciego ante el enemigo hasta que sea suplido por sistemas similares británicos o de países de la UE.
La ayuda militar de EEUU a Ucrania desde que empezó la guerra y hasta el pasado febrero fue de 62.420 millones de euros, un 28,2% más que el apoyo europeo en armamento y otras partidas militares, estimado en 48.700 millones de euros.
Solo Trump pude detener la guerra, dice Marco Rubio
Funcionarios de la Casa Blanca han indicado que el bloqueo del envío de armamento estadounidense a Ucrania se mantendrá hasta que el Gobierno ucraniano "demuestre un compromiso de buena fe con la paz". Eso equivale a aceptar los términos que le dicte Washington tras hablar con Moscú.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, afirmó al respecto que Trump "es el único líder en el mundo que tiene ahora siquiera una posibilidad de poner fin a la guerra en Ucrania y hacerlo de forma duradera". Rubio dejó claro con quién está negociando la Casa Blanca para solucionar el conflicto: "Queremos llevar a los rusos a la mesa de negociación. Queremos explorar si la paz es posible".
La orden de Trump viene tras la confrontación que tuvo el viernes pasado en la Casa Blanca con Zelenski, a quien imprecó por no hacer suficiente por la paz y por "jugar con una guerra nuclear".
Este domingo, Zelenski replicó que un acuerdo de paz "está todavía muy, muy lejos". Venía a decir que la negociación abierta por Trump con el presidente ruso, Vladimir Putin, no está sirviendo para nada. Y así lo entendieron en Washington, si ya estaba airado Trump con Zelenski, esa afirmación colmó el vaso.
Riesgo de decisiones precipitadas en Kiev y Bruselas
El peligro ahora es que Zelenski y sus aliados europeos tomen decisiones que pudieran avivar más el conflicto. Entre tales acciones extremas podrían figurar la conversión de la guerra de Ucrania en una cruzada de Europa contra Rusia, con el envío de decenas de miles de millones de euros en armamento (comprado a EEUU, y ésta es otra) e hipotecando así la maltrecha economía europea.
Otra posibilidad sería la que están barajando desde hace meses países como Francia o el Reino Unido y que reiteraron este domingo en la cumbre europea de Londres: enviar tropas coaligadas a Ucrania, preferentemente cuando se declare un alto el fuego, aunque no sea imprescindible para ello la firma de un armisticio.
El despliegue de tropas supone dar un paso al vacío. La intención de Londres y París no es tanto que puedan combatir a los rusos, sino que, como fuerzas de interposición, es decir, escudos humanos, disuadan a Moscú de atacar por tierra o bombardear las posiciones ucranianas donde puedan estar desplegados estos soldados "coaligados".
Este jueves, en la cumbre que acoge Bruselas, se verá que pasos piensa dar la Unión Europea y cómo acomodarlos a los que dé Londres, hasta ahora el mayor aliado europeo de Washington y que se ve en la disyuntiva de virar hacia una Europa empeñada en la defensa a ultranza de Ucrania, o mantener sus lazos con EEUU.
La OTAN en el filo de la navaja
Si la UE opta por multiplicar sus envíos de armas a Ucrania para que este país siga resistiendo a Moscú, estará desafiando directamente los planes de Trump y éste podría presionar allí donde más les duele a los europeos, es decir, con más aranceles económicos o derruyendo el sistema de seguridad común transatlántico construido en torno a la OTAN.
Si la OTAN parecía que había salido muy fortalecida con la guerra contra Rusia, ahora, en menos de dos meses de presidencia de Trump, se ha visto cuestionada y está en la situación más endeble desde su creación en 1949.
Con su acercamiento a Rusia, Trump obliga a los europeos a rehacer su estrategia de seguridad, disparar su gasto en armamento, impulsar las industrias de defensa nacionales y ahondar en la cohesión comunitaria para afrontar esos costes.
A Trump le encanta la posibilidad de que los europeos tripliquen sus gastos en armas y fortalezcan la OTAN, mientras gastan mucho dinero y pierden competitividad en el comercio internacional. Pero no querrá en absoluto que parte de ese dinero vaya a entorpecer sus planes para "pacificar" Ucrania.
Otro paso para parar los pies a los europeos que quieren que la paz se dirima en los campos de batalla de Ucrania lo dará Trump en cuanto empiece a levantar las sanciones que impuso Biden a Rusia en estos tres años de guerra.
Ello significará que la Casa Blanca no reconoce la culpabilidad de Moscú por la invasión. Además, la retirada de sanciones permitirá a Putin reforzar la economía de guerra que está permitiendo a Rusia aguantar la contienda.
Europa por el rearme
En este sentido, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha apostado sin tapujos por el militarismo y la carrera armamentística en Europa. "Estamos en una época de rearme", repitió como un mantra este martes..
Von der Leyen, quien siempre apostó por la derrota rusa como única salida al conflicto, presentó una serie de propuestas para movilizar 800.000 millones de euros destinados a gastos de defensa en la UE. El plan, llamado "Rearmar Europa" tiene un mecanismo especial para aportar 150.000 millones de euros en préstamos a los miembros de la UE, que podrán también ayudar a armar de manera inmediata y masiva a Ucrania.
La UE captará esos 150.000 millones de euros con emisiones de deuda y los transferirá a los Estados miembros en forma de créditos. Es decir, se disparará el endeudamiento de los Veintisiete y, de nuevo, las compras de armas beneficiarán a los grandes fabricantes estadounidenses, hasta que los países de la UE tengan una capacidad de manufactura adecuada.
Que no se haya establecido una cifra para comprar armas con destino a la guerra, pone de manifiesto las muchas dudas que hay en el propio seno de la Unión sobre el futuro del conflicto y la repercusión que la congelación de la ayuda estadounidense tendrá en el mismo.
De nuevo los mensajes catastrofistas
Para aplacar tantas dudas y la desconfianza que empieza a crecer en la izquierda europea sobre la forma en que tan brutales inversiones en defensa repercutirán en la vida de los europeos, este martes, el ministro de Exteriores francés, Jean-Noel Barrot, lanzó una proclama en la que afirmó que "la línea del frente contra Rusia" es "la primera línea de defensa para Europa y Francia".
"La decisión de EEUU de suspender la ayuda militar a Ucrania significa que ahora es responsabilidad de Europa hacer todo lo posible para garantizar que Ucrania pueda mantener la línea del frente contra Rusia", señaló Barrot, uno de los políticos europeos más catastrofistas en esta crisis, que habla un día sí y otro también sobre la inminencia de una guerra con Moscú.
A la par, Barrot subrayó la necesidad de que Europa "rompa con su dependencia" de las armas estadounidenses, algo que parece bastante difícil en las circunstancias actuales, si es que los europeos quieren encontrar material suficiente para impedir que Ucrania caiga en cuestión de meses.
Juan Antonio Sanz*
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*Periodista y analista para Público en temas internacionales. Es especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia Militar. Ha sido corresponsal de la Agencia EFE en Rusia, Japón, Corea del Sur y Uruguay, profesor universitario y cooperante en Bolivia, y analista periodístico en Cuba. Habla inglés y ruso con fluidez. Es autor de un libro de viajes y folclore.
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