La migración es un asunto de toda la historia de la humanidad y sus mas penosas restricciones es un tema del presente
Por Ana Cristina Bracho
1 Febrero
Migraciones, una perspectiva humanista. Foto: Alma Plus Tv
En las últimas semanas, el mundo se ha llenado de titulares y debates sobre la migración. En especial, el continente americano donde la gestión Trump en la Casa Blanca pretende impedir la entrada de migrantes y procurar la salida de los que ya están allá. En ese contexto, se hace urgente que revisemos qué es la migración, cuál es su realidad en el presente, pero sobre todo cuál es el desarrollo de derecho internacional sobre este tema.
Al hacerlo, es necesario que tomemos en cuenta que en los últimos años, tanto en Estados Unidos como en Europa, se ha hecho de los migrantes los culpables de las distintas crisis que estos países vienen enfrentando y fomentando un clima de rechazo a la alteridad y de reivindicación de una superioridad blanca, europea y norteamericana que tiene reflejo en los procesos electorales con tanta tendencia a favorecer recientemente a la derecha e incluso a la ultraderecha.
Al tiempo que esto viene ocurriendo se han producido interesantes estudios sobre el fenómeno. En ellos, la necesaria observación que la persecución no suele mirar a la universalidad de personas que se desplazan de un país a otro, tomemos en cuenta, por ejemplo, la promoción y estimulo de los modos de vida de los “nómadas virtuales” sino específicamente a las personas que, comúnmente caen en la categoría de migrantes económicos, proveniente de países del sur que buscan mejorar sus condiciones de vida y alcanzar el tan promocionado bienestar europeo o el “sueño americano”
Panorama 2024
Según la estimación publicada en 2020 por la Organización Internacional para las Migraciones, para aquel momento había en el mundo aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales, una cifra equivalente al 3,6% de la población mundial. Para 2024, una de cada treinta personas no vivía en su país de origen. En general, según la misma oficina, “globalmente, el número estimado de migrantes internacionales ha aumentado en las últimas cinco décadas”.
Ese movimiento tiene importantes consecuencias económicas. Entre ellas, toda la economía que se deriva de las remesas que envían los migrantes a sus familias en los países de origen. Para el año 2022, sólo desde Estados Unidos se movieron a razón de este concepto 831.000 millones de dólares.
Los países donde viven más migrantes son Estados Unidos, Alemania, Rusia, Reino Unido, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Francia. Siendo Emiratos, el país que en relación a su ciudadanía tiene más migrantes, pues estos son más del 80% de la población.
Por lo tanto, cuando miramos la migración vemos un panorama de millones de personas, con tendencia a crecer y donde también hay que tomar en cuenta las diferencias fácticas entre los países, sus condiciones de vida y cómo son tratados a nivel internacional. Pues alejándonos de las cumbres de las Naciones Unidas, nos encontramos un mundo donde existen marcadas diferencias sobre la posibilidad de viajar de manera legal, segura y con buena acogida en función de la nacionalidad que uno tiene y el pasaporte que nuestro país ofrece.
Así, los nacionales de países con niveles muy altos de desarrollo humano pueden viajar sin visado a alrededor del 85% del resto de países del mundo. Sin embargo, las restricciones de visado vigentes para los países con bajos niveles de desarrollo humano indican que las vías regulares de migración son rara vez accesibles para la gente.
Si antes hemos dicho que el país que tiene más población migrante es Estados Unidos es porque lo es y por mucho. Esta nación sola es la receptora del 20% del flujo de personas migrantes a nivel mundial, siendo México, India, China, Filipinas y el Salvador sus principales poblaciones inmigrantes. Lo que es un indicativo valioso cuando lo comparamos con los sucesos más recientes que han puesto el primer avión de deportados en Brasil, seguido por Colombia y han generado especial revuelo en relación a la inmigración venezolana y cubana.
El triunfo de Donald Trump, indica en el reporte regional la OIM, ya había generado un comportamiento migratorio atípico en los meses anteriores que era señal del efecto de los discursos y promesas.
Migrar, parte de nuestra naturaleza
Dicen que toda la humanidad salió de África y si pobló el globo fue porque migró. Los científicos calculan que el Homo Sapiens se originó entre 140 y 290 mil años atrás y algunos hallazgos en Palestina hacen ver que ya hace 200 mil años el hombre había llegado hasta allí, es decir, había migrado.
Durante toda esta historia, la humanidad se movía de un país al otro sin que existiera estándares o requisitos muy claros para hacerlo. Fue en 1920, que, la Sociedad de Naciones estableció por primera vez un estándar mundial para pasaportes, generándose por estos tiempos leyes de inmigración. Lo que no debemos confundir con que desde mucho tiempo antes existieran en algunos territorios derechos y deberes diferenciados para los nacionales y los extranjeros.
¿Es migrar, entonces un derecho humano con todas sus garantías? La respuesta no es uniforme porque junto al artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que nos concede derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país, existe la limitante de la voluntad de los gobiernos y países y sus regulaciones migratorias.
Hay, entonces, algún nivel de ambigüedad que generalmente se contrasta con el más claro régimen del asilo y del refugio, que, solo parece intentar compensarse con instrumentos que lo tratan indirectamente o que no tienen el régimen normativo suficiente para constituir obligaciones universales y permanentes de los Estados.
Existen, claro está, documentos internacionales con la forma de tratado que aplican a la materia como el Convenio sobre los Trabajadores Migrantes (Nº 97), que, tan sólo ha sido ratificado por 54 Estados, siendo Estados Unidos uno de los que no se ha obligado a su contenido. Un caso similar al del Convenio sobre las Migraciones en Condiciones Abusivas y la Promoción de la Igualdad de Oportunidades y de Trato de los Trabajadores Migrantes (Nº 143) de la OIT, tan sólo ratificado por 30 Estados.
Pese a ello, no podemos omitir nunca que en el corazón de los derechos humanos si se consagra la prohibición de la discriminación por nacionalidad, origen étnico, etc., que deben venir al auxilio de toda persona, así, como el carácter irrenunciable e irrelajable de la dignidad que nos acompaña, en todo lugar y tiempo, exigiendo un trato decoroso, no injusto, cruel o degradante.
Una tendencia a cerrar la puerta
Tenemos el ojo puesto a lo que en esta materia se está produciendo en Estados Unidos, donde el Presidente Trump resume su visión reiterando que a sus efectos los migrantes son delincuentes, asesinos y narcotraficantes, insistiendo en darles tratamiento criminal y no administrativo, como se sugiere debería derivarse de la naturaleza de su presunta infracción.
Desde allí, ha declarado dos acciones centrales: declarar un estado de emergencia nacional para desplegar el ejército en la frontera y un intento de suprimir la ciudadanía por nacimiento para los hijos de los no ciudadanos. Las cuales están teniendo reacciones que van desde el respaldo hasta iniciativas judiciales que persiguen la declaratoria de su inconstitucionalidad.
Más recientemente se ha pronunciado anunciado que modificará la prisión de Guantánamo -altamente señalada por sus condiciones inhumanas- para albergar inmigrantes; busca reintroducir el programa “quédate en México”; acelerar los procedimientos de deportaciones; se eliminó la aplicación migratoria CBP One que permitía la atención de los inmigrantes; así como el Departamento de Seguridad Nacional comunicó este miércoles la cancelación de la extensión del estatus de protección especial (TPS, en inglés), que protege de deportación y permite residir y trabajar legalmente en Estados Unidos, a miles de migrantes venezolanos.
Una situación que genera reacciones de todos los gobiernos del continente, a los que Estados Unidos pretende contestar desde las amenazas con sanciones, exclusiones e incluso eliminación de la posibilidad de solicitar visas americanas desde nuestros países. Desde Honduras se había convocado con carácter de urgencia una reunión de la CELAC que posteriormente fue cancelada.
La rapidez y radicalidad de estas medidas, aunque habían sido prometidas antes de la juramentación de Trump han causado un gran impacto, pero no distan profundamente de algunas tendencias que hemos estado observado a nivel global en los últimos años.
Por ejemplo, desde Europa el enfoque que se ha adoptado ha sido el de la dicha protección de las fronteras que impide la entrada al territorio y que, cada cierto tiempo, es la causa de naufragios en el mediterráneo. Los discursos de la derecha siguen la misma línea, tanto en Italia, como en Francia o en el Reino Unido, y, en el presente su promoción es claramente visible en Alemania.
De este modo, la migración es un asunto de toda la historia de la humanidad y sus mas penosas restricciones es un tema del presente, que, se aplica con gran desigualdad entre los países de mayor o menor nivel de desarrollo. Siendo que su solución apunta más a la corrección de las desigualdades que a la producción de limitaciones que se oponen a la naturaleza humana.
Ana Cristina Bracho
Autor de esta publicación
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Ana Cristina Bracho. Escritora y columnista venezolana. Abogada egresada de la Universidad del Zulia (2009). Premio Nacional de la Juventud Creadora Aquiles Nazoa (2020) y el Premio Nacional Simón Bolívar en Opinión (2023) por la columna "Mejor ni te cuento", publicada en Épale Ccs. Entre sus libros publicados está 23F: la batalla
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